Un lugar para el karate deportivo, karate de dojo, arbitraje, entrenadores, atletas, historia, filosofía, técnicas , tradiciones y educación física .
Se llama Uchimizu a la acción de remojar la calle o un jardín con agua. Esta tradición va más allá de la mera higiene, y en algunos casos (básicamente en templos y jardines) puede llegar a convertirse en un ritual con propósitos contemplativos. En las calles, en verano sirve para refrescar la zona circundante, evitar que se levante polvo, y complacer a los vecinos. Para los japoneses, el Uchimizu es un ejemplo más de los valores nipones que combinan utilidad, estética, cortesía y deber.
Tradicionalmente se realizaba con un cubo y un cazo, y quien lo llevaba a cabo vestía un yukata (kimono fino de verano). Actualmente se utilizan todo tipo de utensilios, incluso regaderas o simples botellas de plástico, e incluso se organizan eventos que lo han convertido en auténticos festivales que reúnen a centenares de personas.
La base científica tras el Uchimizu es la evaporación, poco a poco, del agua, llevándose en el proceso parte del calor acumulado en la superficie remojada, cosa que hace disminuir la temperatura de alrededor.
Puede realizarse ni solo en calles o caminos, si no también en tejados, balcones, paredes, y tanto si toca el sol como la sombra.
Disfrutar de la sensación de frescor que nos proporcione, posiblemente con la ayuda del refrescante sonido de una fūrin.
Fūrin (風鈴)
Una Fūrin, que podríamos traducir como “campanilla de viento”, es un elemento decorativo que se coloca en puertas o ventanas de las casas con la llegada del verano. Tanto su diseño (formas dibujadas y colores) como su sonido cuando sopla el viento, evocan imágenes refrescantes como el agua fresca o el metal.
Su forma básica está formada por un cuerpo redondeado, generalmente hecho de vidrio, cerámica o metal, del que cuelga un cordel unido en su extremo a una tira de papel, de forma que cuando el viento mueve esta tira de papel, esta hace que un pequeño badajo golpee el cuerpo redondeado y lo haga sonar. Como consecuencia de sus orígenes, este papel puede contener un texto invocando la buena fortuna, a pesar que actualmente se utilizan principalmente por tradición y para enfatizar la sensación refrescante de la brisa.
Originalmente, las fūrin proceden de la China, donde se denominaban campanita de la fortuna. Fueron los monjes budistas los que las introdujeron en Japón, a pesar que nunca llegaron a cumplir la misma función. En Japón desde un principio se utilizaron, colgadas de las cuatro esquinas de los templos, para alejar el mal y atraer la tranquilidad, estableciéndose la creencia que, allí donde sonara una, no se produciría ningún desastre. En esos tiempos se fabricaban con cobre, pero hacia el año 1700 empezaron a fabricarse de vidrio, cuando las técnicas con este material se perfeccionaron suficiente para poder hacerlo. SU momento de máximo esplendor llegó poco antes de la Era Meiji, cuando su proceso de fabricación se hizo suficientemente económico como para que se popularizara entre la gente más humilde.
Fuente: Del Portal Descubrir Japón
Para comentar debe estar registrado.