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Los proyectos de Terakoya comenzaron a alcanzar lentamente el nivel de la educación pública a la cual lamentablemente muchos niños no podían acceder. Gracias a estas instituciones improvisadas en los templos, todos los niños podían aprender lo básico para manejarse en la vida, y debido a esta ayuda que se proporcionaba Japón alcanzó un buen nivel de alfabetización.
Los instructores o “shishō” (師匠) eran los mismos monjes, o voluntarios que tenían un buen conocimiento de las materias que enseñaban. En el Terakoya los niños y niñas estudiaban por separado, sentados en seiza, frente a pequeñas plataformas donde con papel y tinta practicaban escritura y lectura, supervisados por el instructor y una ayudante que vigilaba de que no se comportaran inadecuadamente durante las clases.
En el Terakoya también se enseñaba modales y buenas costumbres, gracias a estas enseñanzas los niños podían tener una educación completa y suficiente para integrarse a la sociedad y trabajar en sus propios emprendimientos cuando sean adultos.
No obstante, en la era meiji la educación pública dejo de ser únicamente para los descendientes directos de la clase samurai, ya que esta se estaba desbordando debido a la restauración. Por ende se comenzaron a aceptar en las escuelas públicas a todos los niños del país.
Actualmente las escuelas japonesas tienen un alto nivel en disciplina, y conservan más o menos el mismo formato que las de occidente. Sin embargo el término “Terakoya” no solo es conocido como el nombre que identificó a estas fructíferas instituciones del Edo, sino que actualmente también es el nombre de una famosa escuela de teatro kabuki y disciplinas japonesas para niños.
Autor y fuente original: Dario Britez ;
http://www.mirandohaciajapon.com/2015/02/terakoya-escuelas-dentro-de-los-templos.html
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