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Hace algunos años, una persona que visitaba mi dojo me preguntó que cómo lo mantenía tan limpio. «Soji», le dije. «¿Qué es eso?»…
Así pues, ¿cuándo fue la última vez que limpiaste el dojo? No simplemente un barrido rápido con un cepillo, sino quitar todo el polvo y limpiar el suelo. En el Shinseidokan esto ocurre después de cada sesión de entrenamiento, y todo el mundo participa. No hay trabajos que se dejan aparte para los estudiantes avanzados mientras los grados más bajos hacen las tareas menos glamourosas como el baño; a todo el mundo le toca hacer de todo. Así es como se mantiene el dojo limpio y listo para utilizar.
Cuando estoy en Okinawa, entrenando en el Jundokan, la voz de «¡Soji!» (limpieza) se puede escuchar en cualquier momento. Cuando esto ocurre, todo el mundo se pone en acción para limpiar el dojo. Es un dojo grande, así que la gente trabaja rápido y sin alboroto. Nadie se aparta para dejar que otros hagan el trabajo, y nadie se siente por encima del deber de limpiar. Puedes estar corriendo por el dojo limpiando el suelo con un trapo húmedo, y tener a un principiante a un lado, y a un octavo dan al otro.
Usar el dojo sin limpiarlo es un signo de inmadurez; apunta a la creencia infantil de que podemos tomar sin dar nada a cambio. El entrenamiento de Karate no es para niños ni para inmaduros. Que mi visitante no supiera nada sobre Soji fue decepcionante, aunque en absoluto sorprendente. Porque a pesar del alto grado que dijo que era, nuestra conversación reveló que había pasado reltivamente poco tiempo como estudiante. Por lo tanto, no es de extrañar que su formación en Karate hubiera sido tan deficiente.
Fuente:
«Soji: cleaning the dojo»
Traducción al castellano: Juan Luis Cadenas de Llano Bajo [Con la autorización de Michael Clarke]
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