El jisei (辞世の句 jisei no ku) es un «poema de despedida» escrito justo antes de la muerte de su autor. Esta forma de expresión poética tiene su origen en la corte imperial japonesa, datando los primeros jisei del periodo Asuka (siglos VI-VIII), aunque sería la casta samurái quien los cultivaría con más asiduidad a partir del periodo Kamakura.
El jisei requería la certeza de una muerte inminente; no es extraño, por tanto, encontrar algunos de estos poemas escritos en los momentos previos al ‘seppuku’, la noche antes de una ejecución o en las postrimerías de una batalla que se sabía inevitablemente perdida.
Los samuráis lo consideraban la forma de despedida más excelsa: por una parte, entroncaba con el budismo zen que cimentaba su filosofía marcial, según el cual se podía alcanzar la iluminación a través de la práctica devota de artes como la esgrima o la poesía. Así, la capacidad de concretar la experiencia de vida en un buen jisei era la muestra de que el alma del difunto se halla próxima a la iluminación que lo liberará del ‘samsara’, el ciclo eterno de muerte y reencarnación. Por otra parte, el jisei era prueba de una serenidad de espíritu encomiable ante la muerte, necesaria para acometer esas últimas líneas justo antes de la partida, lo que era una virtud ineludible en un buen samurái.
Hasta nuestros días han llegado multitud de jisei, pero uno de los más célebres es el del samurái y poeta Ota Dokan (1432-1486), asesinado en unos baños públicos. Dokan tuvo la templanza de arrancarse el cuchillo con que le habían apuñalado y escribir con su propia sangre los siguientes versos:
«Si no hubiera sabido / que ya estaba muerto, / habría lamentado / perder la vida».
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