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“Zanshin”. Sus kanjis se componen de 残ZAN (restante) y de 心SHIN, (corazón o mente). Por tanto, lo que queda en el corazón y/o en la mente.
Una interpretación simplona aplicada a las artes marciales sería la de la interiorización de los conocimientos de las enseñanzas bien aprendidas de nuestros maestros y de nuestra experiencia tras ejercitarnos en ellas. Pero, en realidad, es mucho más. Zanshin, implica que antes, durante y aún después de un ejercicio marcial, nuestro estado de alerta ha de ser constante y, sin embargo, relajado. Implica nuestra capacidad de reacción instantánea y eficaz ante un ataque inminente y nuestra relajación imperturbable ante una amenaza infundada o una provocación vana.
Aunque el Zanshin está presente en todas las artes marciales japonesas, en el Iaido (arte del desenvaine del sable) es su razón de ser: responder con la técnica adecuada y con el procedimiento preciso a cada alerta.
En Karate-Do, aparece simbolizado por un tigre durmiente, que “nunca duerme del todo” y por tanto, se halla relajado pero en alerta.
En Aikido, el zanshin se manifiesta tanto en anticipación como en el súbito regreso al reposo tras neutralizar al atacante, sin perderlo de vista.
Esto es particularmente significativo en el Kyudo. Incluso, después de haber efectuado el disparo de la flecha, nuestro cuerpo ha de hallarse en una postura determinada y, en consecuencia, nuestra actitud mental y moral, también.
Lo mismo ocurre en el Kendo, en el que tras cada combate ha de haberse sabido predecir los movimientos del adversario.
En todas las artes marciales japonesas, el Zanshin es fundamental. Por eso, hay que entrenarlo física y mentalmente, e incluso moralmente. En este sentido, la labor del sensei es indispensable para inculcar en sus discípulos el sentido último del Zanshin, tanto desde el punto de vista filosófico como táctico. Entre principiantes es frecuente que el sensei les obligue a dedicar un tiempo de meditación a reflexionar sobre lo aprendido en el entrenamiento del día, sobre todo si se les enseñó una nueva técnica o ejecutaron combates con errores y aciertos.
La práctica continuada del Zanshin consiste en tomar plena conciencia de nuestro entorno y cuando se alcanza la suficiente destreza, percibir instantáneamente los estímulos amenazantes de los que no lo son. Podría afirmarse que un verdadero artista marcial está siempre, incluso en su vida cotidiana, en estado de Zanshin, y lo aplica a todas las facetas de su existencia. Esto sería una prueba más de que ha convertido su arte marcial en un “do” (vía de perfección) para sí y para su entorno social.
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