Karate sin consecuencias por Michael Clarke

Chojiro Tani con su sensei, Kenwa Mabuni.

Con el crecimiento de Internet ha venido la oportunidad de interactuar con muchos karatekas con quienes no podríamos comunicarnos de otro modo. Estamos a años luz de los días en los que el único lugar donde se podía encontrar el Karate era un dojo. Sobre el tatami, eres responsable de todo lo que haces, y de todo lo que dices; en Internet, ¡no! Y por ello, muchos han aprovechado la oportunidad para comportarse de maneras que les acarrearían serias consecuencias en el dojo. Eso si alguna vez tuvieran el coraje de entrar en uno. Tomemos por ejemplo la facilidad con la que expresan opiniones personas con poca experiencia fuera de las herméticas paredes de su “club de Karate“. Sus teclados, y un exagerado sentido del éxito, les han dado la capacidad de exponer su ignorancia al mundo. Quizá sea el (falso) sentido de igualdad con el resto de las personas de la red lo que está detrás de este fenómeno; o eso, ¡o simplemente pura y dura estupidez! Si los lunáticos no han tomado ya el control del manicomio, por lo menos tienen en su poder las llaves de la puerta principal; en cualquier caso, así es como a ellos les gustaría que fuese. Pero en mi mundo de Karate, y en el de muchos otros, no se te permite decir ni hacer nada de lo que no te hagas responsable; es el tipo de responsabilidad que distingue al auténtico karateka del idiota en pijama.