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PSICOLOGÍA DEPORTIVA

Habilidades mentales del karateka ganador

Los entrenadores, ponen  mucha pasión en crear el mejor programa de entrenamiento para sus atletas.

 

Los  atletas, se esfuerzan  mucho por mejorar sus capacidades deportivas.

 

¿Pero podemos decir lo mismo de las habilidades mentales?

 

Son tan fundamentales para mejorar como karateca, como deportista y, en general, como hombre/mujer de éxito en la sociedad.

 

He aquí, pues, las principales habilidades mentales que debe poseer y entrenar un karateka:

 

#1 Gestión de la ansiedad

 

Se trata de la capacidad de afrontar y controlar la ansiedad.

 

En el deporte, como en la vida, el éxito no se consigue sin obstáculos. Superar estas dificultades conlleva un alto nivel de estrés y ansiedad.

 

Por lo tanto, es esencial que el atleta sea capaz de soportar estas circunstancias adversas.

 

#2 Confianza

 

Confianza en uno mismo y en sus propias capacidades.

 

capacidad-mental-confianza

Atributo que poseen las personas que creen en sus propias capacidades mentales y físicas y que afrontan las competiciones sin miedo ni arrepentimiento.

 

La falta de confianza conduce a la duda, la ansiedad y el miedo en el deportista, pero un exceso de confianza puede cegar al deportista y hacer que «presuma», sobreestimando sus propias capacidades o subestimando las de los demás.

 

#3 Tenacidad mental/Resiliencia

 

La tenacidad, la obstinación, la capacidad de resistir y recuperarse de los acontecimientos adversos.

 

Un buen karateka debe mantener un alto nivel de concentración, dedicación, compromiso, etc. incluso en los momentos más difíciles.

 

Por ejemplo, recuperarse de una lesión

 

Capacidad mental-resiliencia

Como suele ocurrir, más no es necesariamente mejor: un exceso de dureza mental puede llevar al deportista a no reconocer sus límites y, a veces, a encontrarse con situaciones que están fuera de su alcance.

 

Resiliencia y resistencia son dos términos que a menudo se confunden.

 

Hablamos de resiliencia, y no de resistencia, porque en la mecánica:

 

Resistencia = resistir las fuerzas sin deformarse.

Resiliencia = resistir los golpes sin deformarse.

En psicología:

 

Resiliencia = capacidad de afrontar y superar un acontecimiento traumático o un periodo de dificultad.

#4 Inteligencia deportiva

 

Tener una buena inteligencia deportiva significa entender cómo integrarse, qué es lo mejor que se puede hacer en el entrenamiento y la competición, ser capaz de encontrar el sentido y lo que es importante en los contextos en los que nos encontramos.

 

Este es un rasgo muy raro que se adquiere con el tiempo y la experiencia.

 

#5 Enfoque

 

Capacidad para concentrarse y bloquear las distracciones.

 

Saber dirigir la atención de forma selectiva hacia donde se necesita, sin distraerse por el entorno externo (los adversarios, el ruido, el teléfono móvil, la multitud en la pista, los pensamientos negativos) o por elementos insignificantes.

 

habilidades mentales-focalización-concentración

La mayor demostración de Focus la encontramos en los atletas que se concentran y se aíslan del mundo exterior antes de pisar el tatami durante una competición.

 

#6 Competitividad

 

Un sano impulso de motivación, compromiso y confrontación.

 

Ser competitivo significa luchar por el éxito. Canaliza el deseo de ganar en un evento decidido.

 

capacidad mental-competitiva

A menudo se observa un exceso de competitividad y agresividad.

 

Es importante entender que la derrota no es sinónimo de fracaso, sino un posible acontecimiento que debe servir para reconocer las propias fortalezas, debilidades y limitaciones.

 

El verdadero objetivo de las competiciones no es vencer a todos los rivales, sino ganarse a uno mismo, saber que se ha dado todo, afrontar la carrera sin remordimientos e intentar superarse cada vez.

 

#7 Ética del trabajo duro

 

Hemos visto que para conseguir resultados y seguir mejorando, en el deporte y en la vida, hay que enfrentarse a la adversidad.

 

Por lo tanto, es necesario adoptar una ética de trabajo duro, incluso con sacrificio personal, para la autorrealización.

 

#8 Establecer y alcanzar objetivos

 

Esto puede parecer fácil, pero para lograr tus objetivos tienes que ser capaz de reconocer tus limitaciones y establecer metas claras, concretas y alcanzables.

 

Esto requiere mucha humildad, autoevaluación y sentido del análisis.

 

habilidades de fijación de objetivos mentales

En ausencia de estas habilidades, el papel del instructor es fundamental: tiene que prepararnos y llevarnos a competiciones adecuadas a nuestro nivel.

 

Sin embargo, sigue siendo una cualidad increíblemente importante, tanto para poder elegir de forma autónoma, como para establecer y alcanzar objetivos intermedios, incluidos los no deportivos, como la universidad y el trabajo.

 

#9 Entrenamiento

 

La entrenabilidad es tener la humildad y la voluntad de ser entrenado, en términos simples: la capacidad de confiar y «ponerse en manos del entrenador» aceptando y compartiendo:

 

Objetivos (intermedios y finales)

Estrategia identificada para llegar a ellos

Métodos de entrenamiento (tipo, cantidad, etc.)

#10 Perfeccionismo adaptativo

 

El perfeccionismo adaptativo significa centrarse en objetivos específicos, sacrificando y excluyendo otros intereses que distraen.

 

Para el perfeccionista, no existe lo suficiente; siempre aspira a alcanzar el 100% de sus capacidades.

 

capacidad-mental-perfeccionismo

Por lo tanto, el compromiso y la implicación son totales, de manera que la libertad de acción en otros ámbitos está limitada.

 

Basta con pensar en el cuidado de la dieta, el tiempo dedicado al entrenamiento y el descanso que se le quita al ocio con los amigos.

 

A veces esta capacidad puede exceder y llevar a la obsesión. De hecho, el entrenamiento se convierte en una forma de vida que gratifica al deportista y lo completa, hasta el punto de convertirse en toda su vida.

 

Por lo tanto, se necesita un buen sentido crítico y una inteligencia deportiva para entender cuántos recursos, tiempo y esfuerzo hay que dedicar al deporte. El riesgo es dedicarse completa e incondicionalmente al deporte, descuidando otros ámbitos de la vida.

 

#11 Alto nivel de disposición a la esperanza

 

Un alto nivel de disposición a la esperanza se refiere a la sensación de un individuo de ser capaz de actuar con éxito siguiendo un camino que ya ha sido individualizado como conducente a la meta.

 

En definitiva, tener fe en lo que se hace:

Tener fe en el propio maestro, en las enseñanzas recibidas, en las propias capacidades, estando así convencido de que todos los esfuerzos realizados conducirán al resultado deseado.

 

No hay que confundirla con la confianza (vista anteriormente), que se refiere principalmente a las propias capacidades psicofísicas, la disposición a la esperanza es, en cambio, una actitud mental similar al optimismo y a la confianza en factores externos.

 

#12 Optimismo

 

Otra característica común a todos los campeones es el optimismo y la positividad que transmiten.

 

Cuidado, ser optimista no significa ser iluso y ver siempre los acontecimientos negativos de forma positiva a pesar de todo.

 

En cambio, una persona optimista intenta utilizar cualquier situación en su beneficio, encontrando en una dificultad una nueva oportunidad.

 

Un ejemplo:

Una lesión es sin duda uno de los acontecimientos más desastrosos en la carrera de un deportista. Ser positivo no significa dar las gracias por haberse hecho daño, sino reconocerlo y no rendirse/culparse. De hecho, la rehabilitación ofrece al deportista nuevas oportunidades de crecimiento personal: más tiempo para dedicarse a la familia, a otras aficiones y también al entrenamiento de habilidades antes infravaloradas o ausentes, como la táctica, la movilidad y el entrenamiento mental de las habilidades psicológicas.

 

Además, con las mismas habilidades y capacidades, una persona optimista siempre tiene más posibilidades de éxito que una pesimista.

 

Y es que otra diferencia entre un pesimista y un optimista radica en la explicación de las causas de los acontecimientos externos. En la forma de pensar sobre el éxito y el fracaso:

 

El pesimista se echa toda la culpa a sí mismo cuando las cosas van mal (soy un desastre, siempre me equivoco) y todo el mérito a la suerte o a los demás cuando las cosas van bien (he ganado porque mi rival se ha equivocado, no porque yo lo haya hecho bien).

El optimista, en cambio, culpa a la mala suerte o a sus propios errores temporales y marginales en caso de derrota (perdí el equilibrio porque el tatami estaba mojado; puede ocurrir que los árbitros se equivoquen al arbitrar, esta vez el veredicto fue injusto conmigo) y en caso de éxito, a sus propios méritos y cualidades permanentes (en la competición siempre doy lo mejor de mí, nunca me equivoco en el momento decisivo).

En este sentido, ser optimista significa predecir y juzgar favorablemente el curso de los acontecimientos.

 

Por ejemplo, aceptar y superar los errores.

 

Capacidades mentales de los karatekas

 

Acabamos de ver las principales capacidades mentales que debe poseer un deportista según el estudio «Psychological characteristics and their development in Olympic champions», Gould y Dieffenbach – International Journal of sport Psychology, 2002.

 

Pero ¡cuidado!

 

Ninguna persona puede sobresalir en todas las habilidades enumeradas anteriormente. Incluso los mejores campeones de karate poseen sólo algunas de estas habilidades.

 

Pongamos algunos ejemplos inventados para entender mejor esta última afirmación mía:

 

Un atleta puede tener una gran ética de trabajo y motivación, pero ser incapaz de hacer frente a la ansiedad previa a la carrera o de superar los momentos difíciles (resiliencia), y rendirse a la primera derrota o lesión.

Otro puede ser extremadamente optimista y confiar en sus capacidades, pero no ser capaz de seleccionar los objetivos adecuados y, por tanto, enfrentarse a adversarios fuera de su alcance.

A menudo vemos a atletas muy prometedores con poca inteligencia deportiva y poca fijación de objetivos. No saben dónde concentrar su energía y se agotan haciendo todas las carreras imaginables.

Como puede imaginar, cada persona es única y compleja.

 

Por lo tanto, no tiene sentido tratar de imitar al gran campeón o intentar que todos sus atletas sean iguales.

 

Si quieres convertirte en un buen atleta de karate o quieres entrenar a tus hijos lo mejor posible, tendrás que tener en cuenta y entrenar todas estas habilidades mentales, identificando tus puntos fuertes y trabajando tus puntos débiles.

Por Lapo Filippini

PSICOLOGÍA DEL DEPORTE (Vol. I): FUNDAMENTOS 1

Antonio Hernández Mendo (Coordinador)

Psicología del Deporte Tomo 1

Psicología de la Motivación

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Exigencia y ambición en el deporte

La psicóloga deportiva Alba Villamedian nos cuenta como la exigencia nos agota y la ambición nos puede llevar al éxito en los retos deportivos

¿Os consideráis personas exigentes con vosotros mismos? Si la respuesta ha sido “sí”, seguramente haya ido acompañado de un sentimiento de orgullo hacia vosotros mismos. Cuántas veces habré escuchado a deportistas, entrenadores y personas de todos los ámbitos decir:

“Ser exigente contigo mismo te llevará a conseguir tus metas”.

¿Es realmente la exigencia la aliada en el camino hacia nuestros objetivos?

El doctor Ucha, experto en psicología del deporte, definía la exigencia en el deporte como “las demandas que se le imponen al deportista por las condiciones externas de la actividad, en forma de tarea deportiva”. Sin embargo, no hay que olvidar que, en la mayoría de las ocasiones, es la exigencia que viene del propio deportista la que más perjudica su rendimiento.

En este aspecto es importante diferenciar de qué forma nos estamos exigiendo para ser verdaderamente conscientes de hasta qué punto nos están motivando, ayudando y dirigiendo.

O si, por el contrario, se ha pasado a la línea de la presión y en vez de animando nos están empujando y poniendo la zancadilla.

A veces confundimos la ambición con la exigencia, la cual, aliada con el perfeccionismopuede tener efectos que, si no son tenidos en cuenta, pueden lastrarnos en vez de ayudarnos en nuestro camino deportivo.

Exigencia y ambición en el deporte

Exigencia y ambición en el deporte

El consumo de recursos psicológicos que requiere soportar determinados niveles de fatiga mental, tensión y presión es provocada por el mayor protagonismo de la exigencia. Intentar dirigirnos al éxito con el “látigo de la exigencia” suele ir acompañado de un importante desgaste en los deportistas, lo que a su vez dificulta el mantenimiento continuado de un nivel óptimo de rendimiento.

Por esa razón estudios demuestran que entorno al 70% de los adolescentes entre los 14 y 15 años abandonan la práctica deportiva, debido en buena parte al nivel de exigencia interna y externa que reciben.

Exigencia y ambición en el deporte

Exigencia y ambición en el deporte

En el deporte amateur, un deporte orientado a los retos con uno mismo, la exigencia “del látigo” disminuye la capacidad de disfrutar y de rendir, ya que con ella lo que provocamos es centrar nuestra atención, pensamientos y recursos mentales en buscar más y más, perdiendo con ello la capacidad de valorar el progreso, la satisfacción por lo conseguido y el disfrute del proceso de aprendizaje y perfeccionamiento.

Centrarse en exceso en los objetivos finales, intentar hacer las cosas perfectas o querer conseguir lo propuesto en menos tiempo de lo indicado son las formas de actuar de una presión autoimpuesta oculta bajo el disfraz de una exigencia que creemos positiva.

Por tanto, hablemos de ambición:

La ambición nos proyecta a dónde queremos ir, pero siendo conscientes de que ese objetivo final, como su propio nombre indica, está al final del camino.

Con ambición nos proyectamos hacia delante, pero sin perder la vista a los objetivos del camino, los objetivos centrados en el progreso, los cuáles nos debemos focalizar para ir poco a poco subiendo escalones hasta llegar al objetivo final.

Una ambición bien enfocada nos debe permitir tener ilusión por la meta, pero sin perder el disfrute por el camino recorrido, sin prisa, sin presión, pero sí con motivación e ilusión.

Exigencia y ambición en el deporte

Exigencia y ambición en el deporte

Es una sutil diferencia de enfoque, de forma de mirar nuestro deporte. Esta forma de enfocarlo tiene una conexión directa mente-cuerpo, en el que la tensión corporal provoca a por la presión de la exigencia se transforma en activación provocada por la motivación y energía renovada.

Llenemos nuestra mochila de ganas, ilusión, recursos y herramientas, no piedras que nos lastren, nos pesen y nos hagan daño.

Usemos la ambición hacia adelante y no dejemos que la exigencia nos ponga la zancadilla.

¿Te ocupas o te pre-ocupas del coronavirus? 6 consejos de Alba Villalmediana, psicóloga deportiva para afrontar con éxito la cuarentena por el virus COVID-19

Alba Villalmediana, psicóloga deportiva y deportista

Alba Villamediana Sáez es Psicóloga Sanitaría y del Deporte (nº col. M-31244), Máster en Psicología de la actividad física y el deporte , Experta en coaching deportivo. Creadora del área de psicología de la Federación Madrileña de Deportes de Invierno con servicio privado de Psicología sanitaria y del deporte atendiendo a deportistas desde la base al alto rendimiento

Alba es nadadora en un grupo de natación máster, ciclista aficionada de carretera y montaña, montañera aficionada desde la infancia: escalada, barranquismo, esquí de montaña, etc. y profesora de esquí y guía de esquí en competición de personas con discapacidad visual.

Los padres y la formación deportiva

En el día a día nos encontramos con padres muy diferentes a la hora de enfocar la práctica deportiva de su hijo ya que muchos tienen su forma de entrenar. Dependiendo del modelo al que pertenezcan, seguirán unos parámetros de comportamiento muy diferentes a los demás, lo que permitirá abordar la formación deportiva de una manera o de otra.

– En primer lugar, están aquellos padres que han sido deportistas de élite. Normalmente sus hijos continúan con la tradición familiar, encontrando un ambiente de motivación importante para la práctica. Como peligro, hay que tener en cuenta que se sobrevalora el resultado y el llegar a la alta competición como consecuencia del modelo de los padres.
– Después estarían aquellos que no llegaron en el deporte a los objetivos de élite. No se puede generalizar, pero es probable que los padres deseen que sus hijos consigan cotas y resultados que ellos no pudieron alcanzar.
– Padres obsesionados con el deporte. Son aquellos que ven en sus hijos, desde muy pequeños, posibles talentos deportivos, lo que les llevaría a la profesionalización y solución económica familiar.
– Padres desinteresados. Son los despreocupados por todo lo relacionado con la actividad físico-deportiva de sus hijos.
– Padres interesados en la formación. Los que, dentro de la formación global de sus hijos, incluyen el deporte como una parte más de dicho desarrollo.
– Padres interesados en la formación deportiva como hábito.
– Padres interesados en la formación deportiva como prevención.
– Padres interesados en la formación deportiva como salud.
Estos últimos presentan similitudes, pero solo atienden al deporte en tanto en cuanto pueden inculcar en sus hijos hábitos de vida saludables, necesarios también en el desarrollo general de los niños. Es muy importante atender a qué categoría pertenece cada padre y, en su caso, encauzarle para que entienda que el deporte en la infancia debe ser siempre un juego encaminado a que los niños se diviertan.

Luis López Nombela, entrenador nacional y colaborador de Radio Marca

 EN EL DEPORTE ¿CÓMO RECUPERAR LA CONCENTRACIÓN TRAS UN ERROR Y APRENDER DE ÉL?

Tanto si eres deportista de elite, como amateur, cuando practicas deporte es normal que cometas errores. En definitiva, los errores forman parte de la práctica deportiva.

La cuestión es: cuando te equivocas ¿cómo te sientes? ¿no te influye el error y vuelves a concentrarte rápidamente? o por el contrario ¿te echas en cara no haberlo hecho mejor y te cuesta volver a meterte en el partido? Si tu caso es este último, te animo a seguir leyendo. 

A continuación, te sugiero tres ideas sencillas para que aprendas a gestionar las emociones y recuperar la concentración tras cometer un error. Y recuerda que cometer errores es el camino que te llevará a seguir mejorando:

  1. No te juzgues por haber cometido un error. Los pensamientos del tipo  “que mal lo he hecho”, “no sé cómo me he podido equivocar”, “que malo soy” no te van a ayudar a recuperar la concentración ni a mejorar. Además, si te das cuentas, estos pensamientos son atribuciones generales y subjetivas que haces a ti mismo. No son reales, ni te dan información valiosa sobre lo que ha fallado para que puedas mejorarlo y aprender de ello.
  2.  Así que, en lugar de eso, céntrate en las características técnicas u objetivas que te han llevado a cometer el error: ¿ puede ser que lanzaras con demasiada fuerza? ¿que la posición de tu cuerpo no fuera la adecuada?  o si estás jugando al tenis, ¿quizás has inclinado demasiado la raqueta? Fijarte en los hechos técnicos que te han llevado a fallar, te permitirá  aprender de ello y conseguirás modelar tu actuación para mejorar la técnica.
  3. Una vez que ya has identificado los motivos técnicos que te han hecho fallar (siempre que los tiempos del juego te lo permitan, sino puedes dejar esta evaluación para el final), vuelve a centrarte en el juego, para ello tienes que prestar atención a hechos y percepciones objetivas, por ejemplo el sonido al golpear el balón, la distancia a la que están tus compañeros, el color de la equipación. Se trata de que te centres en lo que tus sentidos están percibiendo para disminuir el diálogo interno que se produce tras cometer el error y que te saca del partido o competición en la que estás participando.

Por último, recuerda ser persistente con esta práctica, es normal que al principio te vengan pensamientos y te cueste centrarte en las características técnicas de lo que percibes, pero si lo pones en práctica una y otra vez tras cometer un fallo, verás como consigues aprender de tus errores y además mejoras tu técnica y concentración.

“Algunos se equivocan por temor a equivocarse” Gotthold Ephraim Lessing.

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Psicología y Deporte: La ansiedad deportiva

A menudo escuchamos en los medios de comunicación que tal o cual deportista está muy ansioso, está bloqueado o que lepuede la presión. Al estar ansioso, su rendimiento disminuye, por lo que empieza a preocuparse (ej: ¿qué me pasa?, ¿por qué fallo tanto?), aumentando su ansiedad y, generando un círculo vicioso.

Pero ¿qué es realmente la ansiedad deportiva?. Y sobre todo, ¿cómo puede remediarse?.

La ansiedad es el grado máximo de activación de nuestro organismo y se asocia con el incremento de preocupaciones (anclarse en errores cometidos, tener expectativas de fracaso, etc.) y con sensaciones negativas.

El nivel de activación de las personas varía a lo largo de un continuo que va desde el sueño profundo a la excitación intensa. Cuando estamos dormidos, nuestra activación es baja, por lo que no podemos responder a cualquier estímulo (ej: mantener una conversación). A medida que nuestro sistema nervioso autónomo segrega adrenalina al torrente sanguíneo, nos vamos activando (aumenta la frecuencia cardíaca, la respiración, la tensión muscular, etc.) y, por tanto, nuestra capacidad de respuesta aumenta, por ejemplo, defender un contraataque. El problema viene cuando, ante una situación determinada, nuestro sistema nervioso autónomo sigue segregando más adrenalina de la necesaria, generando un grado de activación tan alto que bloquea la capacidad de respuesta. El rendimiento baja y empiezan las preocupaciones, por tanto, se incrementa el grado de activación.

De acuerdo con Lander y Broutcher (1986), el grado de activación y la capacidad de respuesta o rendimiento de una persona se relacionan en forma de “U” invertida. A niveles bajos de activación, el rendimiento es bajo. A medida que aumenta la activación del deportista, lo hace también el rendimiento, hasta llegar a un punto óptimo de nivel máximo de ejecución. Si se sigue incrementando el nivel de activación, el rendimiento disminuirá.

Pero, ¿cuál es el grado óptimo de activación para tener un máximo rendimiento deporivo?. Depende de los siguientes factores:

En primer lugar, cada actividad requiere unos niveles de activación diferentes. Por ejemplo, cuando un jugador de tenis está al resto o cuando un jugador de fútbol o baloncesto está defendiendo necesitan estar alerta para poder reaccionar rápido; es decir, su nivel de activación debe ser alto. En cambio, en el saque de tenis, o al lanzar un tiro libre, los jugadores necesitan mayor precisión en la ejecución, por tanto, tienen que tener un grado de activación menor. En definitiva, es importante que los deportistas conozcan su deporte y sepan en regular su grado de activación según la tarea a realizar para que su rendimiento sea óptimo.

En segundo lugar, las personas diferimos unas de otras. Hay personas que requieren un alto grado de activación para rendir al máximo y, en cambio, otras personas pueden rendir de igual manera con menor grado de activación. Por este motivo, es necesario que cada deportista identifique cual es su grado óptimo de activación; anotando en un registro su nivel de activación (en una escala de 0 a 10) y su rendimiento (escala de bajo, medio y alto rendimiento), analizando qué grado de activación se relaciona con un rendimiento alto.

En tercer lugar, hay características personales y de la tarea que generan ansiedad y es importante conocerlas.

Con respecto a las características de la tarea cabe destacar:
• Importancia del evento: A mayor importancia mayor es el grado de ansiedad. Cuando se juega una final o una eliminatoria, el grado de ansiedad en los deportistas aumenta. También puede ser importante una jugada dentro de un partido, ya que puede decantar el resultado a favor o en contra. Ej: tanda de penalties,…
• Incertidumbre: A mayor grado de incertidumbre mayor es el nivel de ansiedad. Cuando los partidos o la competición está muy igualada, se desconoce quien va a conseguir la victoria por lo que el grado de ansiedad aumenta.
• Escasez de tiempo: Afecta a aquellos deportes cuya duración está determinada. Por ejemplo: balonmano, fútbol, baloncesto, etc. Cuando queda poco tiempo para el final, empiezan las prisas, las decisiones precipitadas; en definitiva, aumenta la ansiedad.
• Cambios en la rutina: Somos animales de costumbres. Desde pequeños aprendemos a realizar una serie de hábitos que si nos lo modifican nos trastoca. Para los deportistas, las rutinas son muy importantes, favorece que se vayan metiendo en competición, por lo que las variaciones en alguna de ellas les genera ansiedad.

Características personales del deportista:
• Nivel de ansiedad rasgo: Se refiere a la predisposición de una persona a considerar la competición, partido y la evaluación social como más o menos amenazadora. Hay deportistas que se preocupan en exceso por qué dirán los demás de su actuación, por los resultados…, por lo que tienden a tener un grado de ansiedad más alto que otros.
• Autoestima: Hace referencia a la valoración que hacemos sobre nosotros mismos. Un deportista con baja autoestima es aquel que se valora negativamente, considera que no tiene los recursos necesarios para afrontar una situación; por tanto, su grado de ansiedad aumentará.

La ansiedad deportiva se produce por la interacción entre factores propios del deportista y de la tarea. Imaginemos que somos un jugador de baloncesto y que nuestro porcentaje de acierto en tiros libres es del 87%. Esta tarea requiere un grado de activación bajo. Estamos en la final a cuatro de la Liga Europea (evento importante), quedan segundos (escasez de tiempo) y el partido está igualado (incertidumbre), nos hacen falta personal y tenemos que lanzar 2 tiros libres. Esta situación nos genera un alto grado de activación. Si además, empezamos a pensar en los tiros errados anteriormente, en las consecuencias de fallar, etc., nuestro grado de ansiedad todavía será mayor. La probabilidad de acertar los tiros en esta situación será baja sino se controla la ansiedad.

Pero ¿qué puede hacer un deportista para que eso no ocurra, para regular el grado de activación?.

Existen varias estrategias para reducir la ansiedad (técnicas de relajación, parada de pensamiento, autoinstrucciones, etc.). La elección de unas u otras dependen de qué es lo que causa la ansiedad. Si es debido a la alteración de patrones fisiológicos, lo mejor es utilizar técnicas de relajación y de visualización. Si se debe a factores cognitivos, a interpretaciones erróneas, será más conveniente usar técnicas de reestructuración cognitiva, solución de problemas, parada de pensamiento o autoinstrucciones.

El aprendizaje de estas técnicas requiere un entrenamiento constante y continuo, comenzando por situaciones controladas para, posteriormente ir usándolas en situaciones de competición.

EAR, Psicólogos

PSICOLOGÍA DEPORTIVA
PADRES DE DEPORTISTAS, ¿CÓMO AYUDAR A MI HIJO/A DEPORTISTA A RENDIR MÁ?
Seguramente esta es una de las preguntas que más se hacen los padres cuyos hijos e hijas practican un deporte en el que empiezan a destacar. El gusto por el deporte, el orgullo de tener un hijo que destaca y la esperanza de que pueda progresar en él hacen que los padres se repitan continuamente esa pregunta y que intenten, con la mejor de sus voluntades, fomentar, animar, aconsejar y en algunos casos, entrenar a sus hijos.
Y es que el deporte, puede ser un nexo de unión entre padres e hijos, donde ambos compartan una misma ilusión y afición, generándose una complicidad y favoreciendo la comunicación entre ellos. Pero en otros casos, puede convertirse en un tema de discrepancia, bien porque el deportista le atribuya una importancia que los padres no compartan o bien al revés, que sean los padres quienes consideren muy importante el deporte, y su hijo/a no.
Cuando el deportista considera muy importante la actividad deportiva que practica y sus padres no, suelen darse una serie de circunstancias. En primer lugar, los padres no fomentan la práctica deportiva en sus hijos/as, éstos están apuntados a alguna actividad deportiva por hacer algo o por cubrir el horario laboral de los padres. Por tanto, no favorecen que su hijo acuda a los entrenamientos y/o partidos de forma regular, o si lo hacen, los padres no acuden a dichos eventos. Tampoco les suelen preguntar por cómo les ha ido, qué tal lo han hecho, etc. En definitiva, no están interesados en el tema y así lo manifiestan. En aquellos casos más leves, donde la actitud de los padres es de pasividad pero permiten el mantenimiento de la práctica deportiva, los deportistas suelen sentir cierta tristeza y decepción pero no suelen ver afectado su rendimiento. En cambio, en aquellos casos más extremos donde los padres no favorecen la práctica deportiva, el rendimiento se ve resentido ya que el deportista no acude a los entrenamientos ni compite, lo que a la larga puede incluso generar abandono.
Cuando los padres consideran más importante la actividad deportiva que el propio deportista suele generarse mayores problemas, afectando negativamente al rendimiento. Así, cuando los padres están muy motivados e implicados con un deporte suelen fomentarlo a sus hijos. Si esto se hace de forma insistente (e.g., ver partidos del mismo deporte, hacer regalos relacionados con ese deporte, hablar continuamente de él, etc.), puede provocar saturación y por tanto, desinterés en el joven deportista. Otro aspecto que influye y que está relacionado es la impaciencia de los padres por ver mejoras en el rendimiento de su hijo, lo que en muchas ocasiones, genera que los padres continuamente estén dando instrucciones o incluso entrenen aparte a sus hijos/as. Este aspecto es el más negativo ya que suele producir sobreentrenamiento, y por tanto, agotamiento físico y mental, disminuyendo el rendimiento e incluso pudiendo desembocar en abandono de la práctica deportiva. En este sentido, es importante que los padres asuman su rol de padres y no de entrenadores.
En otras ocasiones, esa impaciencia no se centra en los hijos sino en los entrenadores. En estos casos, suelen consideran que éstos no están capacitados, por lo que cuestionan sus decisiones técnicas, se quejan del tiempo de juego de sus hijos, etc. En definitiva, les desacreditan y desautorizan, lo que hace que el deportista no sepa qué hacer ni a quien hacer caso, disminuyendo su rendimiento y el del equipo.
Entonces, ¿qué pueden hacer los padres para mejorar el rendimiento de sus hijos deportistas?.
Fundamentalmente, observar, preguntar y escuchar a su hijo/a para saber cómo está en cada momento y a partir de esa información, actuar en consecuencia. Por ejemplo, felicitándole cuando lo hace bien y animándole cuando no es así.

EAR psicólogos

 Apoyar a los hijos en la actividad deportiva favorece su autoestima

Científicos de la Universidad de Jaén han realizado un estudio que señala que el apoyo parental hacia la práctica de ejercicio físico en los adolescentes influye positivamente en su autoestima y eficiencia académica. El dinero invertido y el acompañamiento a instalaciones deportivas son los dos factores más determinantes para los niños en esta etapa de su vida.

El proyecto, desarrollado por miembros del grupo de investigación Actividad Física Aplicada a la Educación y la Salud (Afaes), analizó la actividad física en adolescentes y su contexto familiar a través de un estudio transversal y un programa de intervención en padres e hijos de dos años de duración.
En concreto, profundiza en la posible influencia que la coparticipación o implicación parental en la actividad física de sus hijos pudiera tener sobre la propia actividad física, variables psicológicas y salud de los jóvenes. Para ello, se diseñó un programa de intervención conjunta para padres e hijos dirigido a la promoción de unos hábitos de vida más saludables, con eje en la práctica de actividad física y mejora del nivel de la condición física.
El foco principal del proyecto han sido jóvenes adolescentes entre 12 y 18 años de diferentes centros de Educación Secundaria de la provincia de Jaén, y sus padres.
Emilio J. Martínez, director del grupo de investigación y profesor del Departamento de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal de la UJA, explicó que “consideramos que ésta es una edad de riesgo, ya que a menudo los padres relajan la atención sobre la actividad física de los hijos, y realmente es un periodo clave, ya que es cuando comienzan a incrementarse las actitudes sedentarias de los jóvenes».
Se realizó la implementación de dos programas de actividad física extraescolar, que consistían en realizar al menos una hora extraescolar al día de actividad física a una intensidad entre moderada y vigorosa. La propuesta de actividades diarias era libre y autoadministrada por los participantes, aunque su idoneidad debía ser supervisada por padres y profesores de Educación Física.
El tiempo utilizado en la práctica, calorías consumidas y frecuencia cardiaca media y máxima eran registradas diariamente a través de un pulsómetro. El dispositivo de control era mediante un podómetro que contabilizaba el número de pasos diario.
Martínez  añadió que «el problema para los profesores de Educación Física es que actualmente solo disponen de dos horas lectivas a las semana. Sin embargo, la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es que para que un joven sea considerado activo, debe hacer al menos una hora al día de actividad física de moderada a vigorosa durante cinco días a la semana”.
Por ello, para aumentar la adherencia a estos programas, se recomendó que la práctica de ejercicio físico fuese de forma grupal, con amigos o familiares. Entre las propuestas de actividades estaba caminar con amigos a paso ligero al menos una hora al día, la asistencia a escuelas deportivas favoreciendo la incorporación a deportes colectivos, actividades en la naturaleza una vez a la semana, subir y bajar las escaleras en lugar de utilizar el ascensor o participar en las tareas domésticas, entre otras.
Los resultados obtenidos muestran que el apoyo parental instrumental, por ejemplo en el ánimo para que el hijo practique actividad física, en el dinero invertido o en el acompañamiento a las instalaciones deportivas, que reciben los niños, es el tipo de apoyo que más se relacionó con una mayor frecuencia semanal de práctica de actividad física y diversión por llevarla a cabo, independientemente del índice de masa corporal.
Asimismo, se muestra que los chicos y chicas adolescentes que reciben mayor apoyo parental instrumental, así como las chicas de padres más activos físicamente, tienen un mejor rendimiento académicos en asignaturas troncales como Lengua, independientemente del estatus socioeducativo familiar.
«El fomento del apoyo parental hacia la práctica sistemática de actividad física de los hijos adolescentes puede ser clave para la mejora del nivel de condición física, el aumento de la práctica de actividad física y podría influenciar positivamente en el autoconcepto, autoestima y rendimiento académico de los jóvenes», indicó el investigador.
En ese sentido, los responsables de este proyecto sugieren a los padres con hijos adolescentes, «la práctica habitual y conjunta de actividad física dentro del entorno familiar» y se insta a «un apoyo instrumental continuo hacia el fomento de la actividad física de los hijos, debido a la gran cantidad de beneficios que puede provocar tanto a corto como a largo plazo».
El grupo de investigación Actividad Física Aplicada a la Educación y la Salud de la UJA lleva desde hace cuatro años estudiando la influencia del contexto familiar en la práctica física y deportiva de los hijos. Este proyecto, financiado con los fondos propios de la UJA para I+D+i, ha sido la continuidad de otro anterior centrado en las relaciones parentales sobre la actividad física, obesidad juvenil, calidad de vida y rendimiento académico en adolescentes de Andalucía.
En concreto, junto a Emilio J. Martínez, han trabajado otros miembros del grupo de investigación Afaes como Manuel J. de la Torre-Cruz, profesor del Departamento de Psicología de la UJA, y Alberto Ruiz-Ariza, personal investigador predoctoral, así como los doctorandos Sara Suárez-Manzano y Sebastián López-Serrano.

Munideporte.com

DOCUMENTO

PROBLEMAS PSICOLÓGICOS EN EL DEPORTE.

Un éxito a nivel deportivo sin lugar a dudas es la expresión de una enorme cantidad de energía desplegada por parte de, al menos, el atleta. Pero no solo alcanza con invertir simplemente una enorme cantidad de energía sin más, sino que esta energía debe estar aplicada en una dirección precisa hacia un objetivo determinado, como por ejemplo presentar un elevado rendimiento deportivo en un evento específico.

¡Invertir una gran cantidad de energía, con una dirección específica a un objetivo, nos asegura no desperdiciar nada de la misma!

Si hay algo que siempre debería tenerse en cuenta, pero pocas veces se hace, dentro de la preparación de un deportista, son las emociones y los sentimientos inducidos durante los entrenamientos y las competiciones (las manifestaciones deportivas). Con esto nos referimos a las sensaciones a nivel psicológico que un entrenamiento y/o una competencia le representan a un atleta.

¿Cómo te sentís? ¿Cómo te sentiste? ¿En qué pensas antes, durante y después de esta manifestación deportiva?

Respondiendo a estas preguntas, en un breve momento de reflexión, vamos a poder encontrar a las reacciones emotivas del entrenamiento. Son básicamente la respuesta psicológica de orden emotivo que nosotros tenemos frente a estímulos, tales como el entrenamiento del día a día.

Grandes cargas de trabajo, el aprendizaje o perfeccionamiento de ciertas técnicas (skills) o la incorporación de componentes tácticos dentro del desarrollo del juego (en deportes sociomotrices, claramente) pueden representar para un atleta, reacciones emotivas negativas o de rechazo.

Esto que nombramos, forma parte de los problemas relacionados con la preparación psicológica de los deportistas, específicamente en la dimensión emocional. Hablamos de dimensión desde un punto de vista estratégico para su estudio, y no como una división mecánica del deportista (antes de que algún psicólogo nos quiera asesinar).

La forma en la que el atleta responda a la situación de victoria y derrota, condiciona su posterior evolución competitiva. Y esto no es algo que deba dejarse librado al azar, sino que debe entrenarse y prepararse la habilidad de respuesta del atleta frente a estas circunstancias posibles dentro del mundo de la competición.

Por lo tanto, y cerrando: entendemos que el atleta debe invertir una gran cantidad de energía antes, durante y después de todas las manifestaciones deportivas (entrenamientos y competencias), siendo esta energía direccionada específicamente hacia el/los objetivo/s planteados, sin olvidar la habilidad de responder de forma conveniente a los estímulos del resultado obtenido, ya sea una victoria o una derrota.

Fuente:

Valdés, H. M. (1996). La preparación psicológica del deportista. Mente y rendimiento humano, 45.

BENEFICIOS DE LAS ARTES MARCIALES EN NIÑOS CON DIFICULTADES DE APRENDIZAJE Y DE ATENCIÓN

Clase de artes marciales

De un vistazo

  • Las artes marciales son prácticas de autodefensa, como el karate, el judo y el taekwondo.
  • Se enfocan en el progreso individual y pueden ser una buena alternativa para los deportes en equipo.
  • Las artes marciales no son un “tratamiento” para las dificultades de aprendizaje y de atención, pero pueden ayudar con la autoestima, la coordinación y las habilidades de la función ejecutiva.

Hacer ejercicio es bueno para todos los niños. Pero puede que les sea difícil encontrar un deporte o una actividad física que sea apropiada a los que tienen dificultades de aprendizaje y de atención.

Puede que no posean las habilidades sociales o físicas para ser parte de un equipo. Puede que no tengan la coordinación para actividades como el patinaje o el ballet. Puede que les sea difícil seguir las reglas, ser acosados o excluidos.

Muchas familias descubren que las artes marciales son una opción excelente. Lea y conozca lo que son las artes marciales y por qué a menudo son convenientes para chicos que tienen dificultades de aprendizaje y de atención.

Qué son las artes marciales

Las artes marciales son una práctica antigua que provienen de Asia. Originalmente fueron creadas para la autodefensa. Hoy en día, muchas personas practican las artes marciales como una manera de desarrollar fuerza física y mental.

Existen diferentes formas de artes marciales. Algunas, como el karate y el taekwondo se centran en golpear y bloquear. Otras, como el judo y el jiu-jitsu se enfocan en la lucha y en someter al adversario. Todas usan movimientos deliberados y repetitivos y enfatizan la conexión entre mente y cuerpo.

Muchos padres creen que los beneficios de las artes marciales van más allá de lo físico. Dicen que las artes marciales pueden ayudar a mejorar el autocontrol, la atención y otras habilidades de la función ejecutiva.

Algunos estudios de investigación lo respaldan, comenta la Dra. Kimberley D. Lakes de Pediatric Exercise and Genomics Research Center en University of California, Irvine. Sin embargo, advierte que la mayoría de los estudios han sido realizados en niños de edad escolar de la población general. Pocos se han enfocado en chicos que tienen dificultades de aprendizaje y de atención.

No hay evidencia sólida que indique que las artes marciales pueden ser un sustituto de los medicamentos u otros tratamientos para las dificultades de aprendizaje y de atención.

Qué pueden ofrecer las artes marciales a los niños con dificultades de aprendizaje y de atención

Existen muchas razones por las que las artes marciales pueden beneficiar a los chicos que tienen dificultades de aprendizaje y de atención. Estos son nueve posibles beneficios:

  1. Se enfocan en el crecimiento individual, no en la competencia en equipo. Muchos chicos con dificultades de aprendizaje y de atención tienen problemas con la presión de tener que competir con otros chicos. Por lo que los deportes tradicionales puede que no les parezcan atractivos. Pero en las artes marciales el enfoque está en la mejoría personal. No existe “decepcionar al equipo”.
  2. Ofrecen metas concretas y alcanzables. Algunos niños que tienen dificultades de aprendizaje y de atención puede que se sientan como que nunca “ganan” en nada. En las artes marciales los chicos trabajan a su propio ritmo. Cada vez que alcanzan un grado de habilidad superior son premiados con una cinta de diferente color. Esto puede mejorar la autoestima y mantenerlos motivados.
  3. Las rutinas se dividen en partes manejables. Una técnica o forma en las artes marciales puede incluir una serie de movimientos diferentes. Pero los chicos aprenden de manera gradual, repitiendo y añadiendo pasos al ir avanzando. Aprenden a anticipar qué paso sigue y eventualmente los juntan en movimientos fluidos. Todo esto ejercita la memoria funcional de una manera que los chicos encuentran manejable.
  4. Se enfocan en el autocontrol y la concentración. La atención es fundamental en las artes marciales. Los niños tienen que estar concentrados para aprender y ejecutar los movimientos. Cuando un chico se distrae, los instructores a menudo le pedirán que adopte la “posición de espera”. Esta posición les permite reajustarse y prepararse para lo que sigue.
  5. Pueden ayudar con la coordinación. Los movimientos deliberados y repetitivos de las artes marciales pueden ayudar a los chicos a desarrollar un mejor sentido de su cuerpo en el espacio, lo cual puede ser beneficioso para un chico que tiene problemas con las habilidades motoras. También pueden ayudar a algunos chicos a entender el poder de su mente sobre el cuerpo, lo cual algunos encuentran de utilidad para los chicos con TDAH.
  6. Aportan estructura y expectativas claras de comportamiento. Los buenos instructores de artes marciales tienen reglas claras y constantemente las refuerzan. También enfatizan el buen comportamiento dentro y fuera de la clase. Algunos incluso envían a los chicos a sus casas con un gráfico de su comportamiento que los padres deben firmar (si le gusta esa idea, puede imprimir estos contratos de comportamiento).
  7. Ofrecen una manera segura de liberar el exceso de energía. Contrario a lo que muchos podrían pensar, las artes marciales no fomentan los actos de violencia. De hecho, los instructores a menudo hacen hincapié en que pelear es el último recurso. Al mismo tiempo, las patadas y los golpes de karate permiten que los chicos disipen la frustración o el enojo, al mismo tiempo que practican el autocontrol.
  8. El ambiente es de aceptación y comunal. El respeto es un valor fundamental en las artes marciales. Se espera que los estudiantes lo muestren con sus instructores y compañeros. La negatividad usualmente no es tolerada en clase y se estimula a los estudiantes a apoyarse mutuamente.
  9. Son sencillamente especiales. Los chicos con dificultades de aprendizaje y de atención a menudo se sienten incómodos o fuera de lugar socialmente. Pero muchos niños consideran que las artes marciales son geniales. Es difícil no sentirse especial cuando se usa el kimono de artes marciales y se rompen tablas por la mitad.

Qué buscar en las clases de artes marciales

En su vecindario puede que hayan lugares que impartan clases de diferentes tipos de artes marciales. Algunos, como las artes marciales combinadas (o MMA, por sus siglas en inglés) son más agresivas y generalmente no son la mejor elección para los niños.

Muchas clases para jóvenes enseñan taekwondo o karate. El tipo que elija para su hijo no es tan importante como el método de enseñanza que usen, comenta Lakes.

Antes de inscribirse, reúnase con el director del lugar. Sea honesto acerca de los problemas que tiene su hijo. Explique lo que usted espera que él obtenga de la clase.

Para tener la mejor experiencia, la escuela que elija debería:

  • Tener un enfoque tradicional que se enfoque en el desarrollo de la personalidad.
  • Ofrecer una preevaluación para que el instructor pueda evaluar las capacidades de su hijo así como sus limitaciones. También puede determinar si su hijo armoniza con el instructor.
  • Tener una baja proporción de estudiantes-maestro. Idealmente cada clase tendría al menos dos instructores. Si hay demasiados estudiantes, su hijo no recibirá la atención individualizada que necesita.
  • Tener experiencia enseñando a chicos con dificultades de aprendizaje y de atención. Aunque es importante que los instructores sean exigentes, también deberían ser comprensivos con su hijo.

Las artes marciales ofrecen una excelente oportunidad para que su hijo desarrolle su autoestima, se sienta parte de un grupo y experimente la sensación de triunfo. Aprenda cómo facilitar a su hijo el camino hacia el deporte. Obtenga más ideas de deportes para niños que tienen dificultad para concentrarse, y problemas con las habilidades motoraso sociales. Y lea la historia personal de una joven que desmintió el mito acerca de las discapacidades de aprendizaje no verbal y los deportes.

Puntos clave

  • Las artes marciales se enfocan en involucrar tanto la mente como el cuerpo.
  • Enfatizan el respeto, el autocontrol, la atención y el logro individual.
  • El tipo de arte marcial que elija para su hijo no es tan importante como el método de enseñanza que empleen.

Acerca del autor

Retrato de Peg Rosen

Peg Rosen escribe para publicaciones digitales e impresas, incluyendo ParentCenter, WebMD, Parents, Good Housekeeping and Martha Stewart.

Revisado por

Retrato de Keri Wilmot

Keri Wilmot es una terapeuta ocupacional que trabaja con niños de variadas edades y habilidades en todas las áreas de pediatría.

Fuente original: https://www.understood.org/es-mx/friends-feelings/child-social-situations/sports/9-benefits-of-martial-arts-for-kids-with-learning-and-attention-issues

PSICOLOGÍA DEPORTIVA.
¿TIENES MADERA PARA SER UN BUEN ENTRENADOR?

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Los entrenadores, como sus deportistas, poseen ciertas fortalezas y debilidades. Después de todo, nadie es perfecto. Sin embargo, es importante, si quieres ser un entrenador con éxito, que identifiques cualquier debilidad a nivel comunicativo para que puedas mejorarla. Los siguientes párrafos describen un número de aspectos a tener en cuenta para asegurar una comunicación eficiente. En cualquier caso, ten en cuenta que son múltiples los aspectos a tratar. No obstante seguidamente detallamos algunos a considerar.

1. Consigue interés (la atención)
Asegúrate de que los deportistas están preparados para escuchar antes de empezar a hablar. Evita tener la tentación de alzar la voz sobre la de los deportistas, párales y reúneles primero. Puedes conseguir atención y dirigir a los deportistas utilizando el lenguaje verbal y/o no verbal. En este caso un entrenador autócrata emplearía el silbato y un entrenador más flexible y que haya educado bien a sus deportistas, con un simple gesto los tendrá a todos predispuestos a escuchar y ponerse manos a la obra. Para aprovechar dichas señales, se debe mostrar al grupo qué tipo de comportamiento se espera de ellos, cuando se muestra la señal de atención. En la piscina o en la cancha, por ejemplo, una palmada puede significar «parar, poner atención y escuchar las instrucciones…».
Intenta eliminar cualquier tipo de interferencia, interrupciones o distracciones. Agrupa a los deportistas a poca distancia para que todos puedan verte y escucharte. Procura evitar el sol (intenso y de frente) u otras posibles distracciones como materiales o equipamientos, para que puedan enfocar la atención en lo que vas a decir. Cuando les escuches debes tener en cuenta las mismas consideraciones. Utiliza el contacto visual con todos los miembros del grupo (evita mirar a las gradas o al suelo cuando hables) y di algo así como «es hora de empezar, puedo tener vuestra atención.». Habla con seguridad y firmeza, para ello utiliza un tono de voz ligeramente más elevado que una conversación (ten en cuenta que deben escucharte varias personas) sin que llegue a ser molesto o maleducado. Cuando los tengas a todos reunidos cuenta hasta cinco, eso quiere decir que están preparados para trabajar. Si sospechas que su atención está por las nubes o es difícil de mantener, pídeles que se sienten. Esto puede depender del tipo de la explicación y del número de deportistas con el que estás trabajando, pero sentados todos tendrán una mejor visión al tiempo que no se bloquearán la visión entre ellos. Si los deportistas son muyjóvenes, generalmente, es mejor pedirles que se sienten. Hablando en términos generales, nunca pares al grupo hasta que sepas que estás en una posición desde la que puedas tener una comunicación correcta.

2. Saca ventajas a tu voz
Este aspecto no significa necesariamente que tengas que aprender a hablar en voz alta o gritar. De hecho, los mejores ponentes, comienzan hablando en voz ligeramente baja para que la audiencia preste más atención. Con esto se puede observar con claridad que dominar las cualidades de la voz, puede ayudar a mejorar la calidad de la recepción. Si cambias el tono, énfasis y velocidad de la voz, posiblemente, mantendrás la atención de los deportistas durante mucho más tiempo. En ocasiones es recomendable realizar pausas y así dar tiempo para asimilar la información que se acaba de dar o para decirles algo que es de suma importancia. En ocasiones los entrenadores ponemos /a quinta marca y soltamos la parrafada sin cambiar de tono y sin pausas. Con esto conseguimos aburrir a la audiencia, evitamos que entiendan y asimilen lo que les decimos y consecuentemente, desembocamos en el aburrimiento y en la falta de atención -el mensaje se ha perdido- y nos vemos obligados a repetir las cosas. Para poder sacar el mayor provecho a nuestra voz, necesitamos apreciar cómo utilizarla. En las páginas centrales de Alto Rendimiento sugerimos que grabases tu voz durante algunas sesiones de entrenamiento, si luego has escuchado las cintas cuidadosamente, vas en buen camino.
¿Te resulta fácil escuchar tu voz?,¿Qué opinan otros entrenadores o amigos? ,¿qué opinan tus deportistas?,¿Suena monótona?¿Es tu voz demasiado alta o baja, grave o aguda?

3. Desarrolla las habilidades no-verbales
En el anterior ejemplar señalaba que más del 90% de toda la comunicación es no-verbal. En este vamos a conocer y a desarrollar tu nivel de comunicación no verbal. Quizá la mejor forma de hacerlo sea practicando las habilidades no-verbales y observando la respuesta de los receptores. Este aspecto no es fácil y muchas veces, las personas que han asistido a mis clinics de Formación y de Desarrollo Para Entrenadores Deportivos, se han sorprendido al verse en video. En numerosas ocasiones sus respuestas eran «¿Ese soy yo? No me reconozco». Si la respuesta de los deportistas no es la que esperas, será necesario evaluar tus habilidades comunicativas, examinando los mensajes no-verbales que envías y poniendo atención a cómo los perciben los demás. Una técnica a utilizar puede ser la de bajar el volumen del video (o monitor) y ver si los gestos se identifican con las palabras.
4. Mejora tus habilidades como oyente
Los estudios sobre la comunicación estiman que los oyentes no preparados sólo oyen un 15-20% de lo que se les dice. Para que los entrenadores se comuniquen eficientemente, los deportistas deben sentir no sólo que puedan hablar con él, si no también son «escuchados» por sus entrenadores. Si el deportista siente que no le escuchas, pronto empezará a guardar silencio y a dejar de escuchar. Si esto ocurre, por muy buenos que sean nuestros conocimientos sobre entrenamientos, técnicas, estrategias, tácticas, etc., será como trabajar con estatuas de mármol. En otras palabras, el concepto entrenar habrá desaparecido. Para mejorar tus habilidades como oyente puedes seguir las siguientes pautas:

4.1. Pon atención al escuchar
Mirar al deportista cuando habla y tener el cuerpo encarado a él, son los primeros pasos para dar a entender (a través de la comunicación no-verbal) que estás escuchando lo que el deportista está diciendo.
4.2 Evita interrumpir
A menudo, la impaciencia y la anticipación provocan que unos interrumpan a otros antes de que hayan terminado de hablar. Esto resulta irritante para el emisor. Es importante permitir que los deportistas se expresen sin interrupción. Cuando se les contesta se debe enfocar de forma positiva sin que sientan que les estamos diciendo que «no» a todas sus sugerencias o comentarios.

4.3 Utiliza la técnica del puente
Para hacerle saber al emisor que les estamos escuchando debes utilizar alguna forma de enlace o puente (por ejemplo, asentir con la cabeza o utilizar frases como, ‘Ya veo, continúa»), e indicar que sigues lo que se está diciendo. En este apartado, juega un importante papel lo que se conoce como lenguaje fático. Entre
4.4 Parafrasea lo que se ha dicho
Parafraseando, puedes hacer saber al emisor que has entendido exactamente lo que se ha dicho (en el anterior ejemplar mencionábamos algunos ejemplos).
4.5 Invita las aclaraciones
Si tienes dudas o no estás completamente seguro de lo que se ha dicho, solicita más información. Pedir al deportista o a los técnicos que expandan un punto determinado no sólo demuestra que estás escuchando, también evitará confusiones. Para recibir más cantidad de información, puedes formular preguntas, esto sirve por otro lado para motivarles a mejorar su comunicación. Esta puede ser una gran herramienta de trabajo que sin duda se reflejará en el progreso de aquello que se esté realizando.
4.6 Solicita primero información del deportista
Cuando se aprecia un rendimiento determinado o un resultado específico, resulta fácil para el entrenador saltar al escenario dando sus razones. En ocasiones, puede que éstas no coincidan con la percepción o punto de vista de los deportistas. Por ejemplo, si dices «venga… mejor la próxima vez», y el deportista piensa «si lo he intentado a máximo, quizá esta tarea está más allá de mis posibilidades». A través de éstas situaciones podrás ver las consecuencias negativas de tu impaciencia. Se debería preguntar primero y buscar un compromiso positivo para evitar que se cree un conflicto comunicativo.
4.7 Mejora tu credibilidad
Los estudios demuestran claramente que si la fuente del mensaje se considera verosímil, el mensaje será aceptado con mayor facilidad. Los siguientes puntos te ayudarán a desarrollar y mantener la credibilidad.
4.7.a Tener un conocimiento excelente
La información que se transfiere debe ser correcta, basándose siempre en unos conocimientos básicos y sólidos; por ejemplo, todavía hay quien se sorprende al tener que realizar prácticas de forma diferente a conforme se habían realizado toda la vida, ya que el entrenamiento evoluciona y los tiempos cambian. Si no pasamos la información correcta, los deportistas pueden empezar a ignorar lo que el entrenador dice o simplemente dejarán de escuchar.
4.7.b asegúrate de lo que se dice es importante y tiene sentido
En ocasiones los entrenadores hablan por el gusto de hablar. Esto puede llegar a aburrir a los deportistas quienes dejarán de poner atención a las explicaciones importantes.
4.7.c Utiliza mensajes simples
Esto evitará el uso de jergas o tecnicismos.
4.7.d Utiliza todos los canales de comunicación que sean posibles
El uso de un amplio abanico de herramientas para transmitir un mismo tipo de información, es el sello de un buen entrenador. El uso de video, proyecciones, pizarras, imágenes, presentaciones puede romper con la rutina y enriquecer la información.
4.7.e Adopta una postura positiva en la forma de entrenar
Un acercamiento positivo ayuda a los deportistas a mantener sus sentimientos de competencia. Esto también ayudará a evitar problemas derivados de malas interpretaciones. Los entrenadores que utilizan una actitud negativa encontrarán que sus deportistas se puedan sentir amenazados, no por lo que se diga sino por la forma con la que se dice.
4.7.f Se sincero
La confianza es un elemento importante para obtener credibilidad y los entrenadores deben tener la total confianza de sus deportistas. Es imprescindible pues, que seas sincero cuando te comuniques con ellos.

4.7.g Cuestión de hablar no de persuadir
Adoptar un estilo de cooperativo permite desarrollar una relación comunicativa con los deportistas basada en la amistad y la aceptación, no en la autoridad! Sólo cuando los deportistas estén a gusto contigo, revelarán los sentimientos que necesitas conocer para entenderles y poder entonces mejorar su rendimiento.
4.7.h Envía mensajes ricos en información
Cuando te comuniques con los deportistas, asegúrate de transmitir información que valga la pena, insisto en la importancia de grabar una o varias sesiones de entrenamiento y analizar lo que hemos dicho y cómo lo hemos dicho.
4.7.i Comunícate con consistencia
El viejo dicho: «Haz lo que yo digo, pero no lo que yo haga» viene a la mente cuando abordamos el tema de la consistencia de la comunicación. Resulta fácil decir una cosa y hacer otra. El ejemplo típico ya mencionado, se produce cuando les decimos que no discutan con los árbitros oficiales pero nosotros lo hacemos cada vez que se presenta una decisión controvertida. Sólo hay que echar un vistazo a cualquier partido televisado para obtener decenas de ejemplos. Cuando los mensajes verbales son inconsistentes o contradictorios con los mensajes no-verbales aparecen problemas comunicativos. Ten cuidado y procura que lo que tu cuerpo muestra coincida con lo que tu boca diga. Para evitar esos problemas debemos trabajar en nuestra técnica no- verbal y también decidir si lo que pregonamos es verdaderamente lo que creemos.
La consistencia debe ser una de nuestras prioridades si deseamos mantener la confianza con nuestros deportistas. Si los entrenadores decimos que haremos ciertas cosas, entonces tenemos que tomar buena nota y hacerlo. Los deportistas son rápidos a la hora de identificar falsas promesas. Si deseamos que nuestro nivel de comunicación se efectivo, debemos ser consistentes.
4.7.j Ajustar el tono
Los alrededores y el ambiente psicológico pueden comunicar tanto a los deportistas como las palabras o las acciones. Aunque existirán limitaciones obvias en los cambios que puedas hacer en el entorno físico, asegúrate de:
Selecciona con tiempo el material y las instalaciones adecuadas para el entrenamiento que quieras realizar.
Llega con suficiente tiempo para inspeccionar el equipamiento y las instalaciones.
Considera habitáculos con asientos para las sesiones de charla (agrupar a los deportistas en círculos o semicírculos permite conducir la comunicación mucho mejor que en filas y posibilita una mayor interacción del grupo)
Asegúrate de que sabes el nombre de todos los deportistas y dirígete directamente a cada uno ya que necesitan sentirse valorados.
Más importancia que el ambiente físico y afortunadamente sobre el que tienes más control, es el ambiente psicológico. Para optimizarlo, es primordial que los deportistas se sientan aceptados, respetados y apoyados. Es importante sacar las experiencias de cada deportista (sobretodo en los más experimentados y adultos). Durante las sesiones tenemos que recordar la importancia que tienen las experiencias del grupo y éstas deben ser aprovechadas para enriquecer la sesión. Esto presentará una atmósfera en la que los deportistas sentirán que sus opiniones son consideradas y respetadas, sin miedo a sentirse ridiculizados o apartados del grupo. Algunas sugerencias para ayudarte a crear una buena atmósfera psicológica incluyen:

Mantén una ambiente cálido y amigable ya que a los deportistas les suele gustar la informalidad (sin demasiados protocolos o parafernalias) y esto aumenta la posibilidad de que respondan más positivamente.
Sonríe cuando sea apropiado, pues ayuda a que los demás se sientan más relajados.
Si trabajas con un grupo de deportistas, asegúrate de que todos conocen sus nombres (sobretodo cuando un nuevo deportista se une al grupo): esto les ayuda a tratarse unos a otros como personas.
Anima a los deportistas a expresar sus puntos de vista y a respetar las ¡deas de los demás.
La gente se siente mejor cuando sus opiniones son valoradas por los demás.
Entra en el grupo como fuente de información pero con la actitud de querer aprender con y de ellos; evita ser autoritario, cuyo papel principal es dar órdenes.
Anima a los deportistas a tomar responsabilidades en su propio aprendizaje; no permitas la comodidad de caer en el papel de deportista que simplemente tenga que seguir tu comandancia.
Ofrece apoyo, especialmente en las sesiones de entrenamiento largas o más difíciles.
Mantén las discusiones y el diálogo abierto, con carácter positivo y dotándolas de importancia.
Sobretodo, confía en tus deportistas y ellos te devolverán la confianza.
Una vez hayas repasado los cinco capítulos publicados, estás en disposición de volver a completar el cuestionario publicado en la página 14 del ejemplar n° 10 de Alto Rendimiento. En el próximo ejemplar desarrollaremos los aspectos esenciales que diferencian los estilos de entrenamiento.

Autor: Ricardo Segura Falcó (Director General de Alto Rendimiento)

IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN ENTRE ATLETA Y ENTRENADOR (I)
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Posiblemente, no hay un elemento más importante en el entrenamiento de un deportista que la comunicación con su preparador. Los logros en su rendimiento se condicionarán, no solo por el estilo en la dirección, sino también, por la forma en que lleguen a interactuar. El entrenador necesitará poseer una comunicación efectiva.Debe contar con conocimientos profundos sobre la actividad que dirige, pero también debe saber transmitirlos acorde a las peculiaridades de cada personalidad que desea entrenar.

Un entrenador efectivo estará enviando y recibiendo mensajes en variadas situaciones (introducción técnica, estrategia, corrección de errores, diálogo con atletas ). Cuando comunica envía dos partes vitales: el contenido y la emoción. El primero es la sustancia misma del mensaje, mientras que el segundo es como lo siente uno. Ésta es una forma no verbal con diferencias en el tono de voz, expresiones faciales y corporales. En la esfera deportiva la mayoría de las veces es más importante el cómo se dice que el contenido del propio mensaje.

Hay que tener en cuenta que la interpretación del mensaje se basa no solo en lo que se dice, sino en cómo se dice. Esta base fundamental de las relaciones humanas tiene que estar siempre presente en la mente de alguien que intenta organizar un buen entrenamiento y lograr unos resultados deportivos.

Entre las capacidades que entrenador y atleta deben desarrollar, una de las más importantes es la de saber comunicar de manera efectiva. Todo preparador debería saber que su éxito como profesional dependerá en gran medida de su capacidad de comunicación.

Pero hay que considerar que existen muchos niveles de comunicación, tantos cuantos son las personas que comunican, pues un mismo mensaje puede ser transmitido según diferentes niveles. No podemos considerar un modelo único de comunicación ni para distintos deportes ni para el mismo deporte, pues dependerá de las personas que interactúen. Lo más importante es que el mensaje sea veraz, claro y comprensible.

Si, por ejemplo, un entrenador pide un esfuerzo extraordinario a su equipo, las reacciones de los miembros de ese equipo pueden ser muy diferentes. Mientras algunos lo harán solo porque el entrenador lo ordena, otros necesitarán conocer la importancia del objetivo para implicarse en un esfuerzo cuya finalidad se les escapa. Otros prefieren saber y valorar con su entrenador las ventajas que se siguen a la decisión tomada . El preparador que no esté al tanto de las diferentes formas de pensar de cada uno, tendrá problemas si lo único que piensa es imponer su autoridad.

Una de las estrategias fundamentales para una buena comunicación consiste en entrar en sintonía con la persona con la que se quiere interactuar. Para ello, debemos ganarnos su confianza, adaptarnos a su sistema de valores, a su forma de hablar, a su manera de expresar, a sus vivencias, a sus ideales. Debemos introducirnos en su marco de referencia, para que desde ahí comience a escuchar.

El modelo del mundo o el marco de referencia es muy diferente para cada persona. Su pasado, su presente, sus sentimientos, sus pensamientos y sus recuerdos conforman su personalidad. Si queremos cambiar algo de ella o simplemente llegar a comunicarnos hemos de hacerlo no desde nuestro propio marco de referencia sino desde aquel al cual nos dirigimos.

El preparador ejerce diferentes papeles en la formación del deportista. Debe ser tenaz observador de la atmósfera social de su equipo o de las personas a las que está entrenando. Y ser lo suficientemente sagaz como para lograr establecer relaciones con ellos de carácter afectivo, que le permitan aconsejar y seguir de cerca los factores que más allá del régimen de entrenamiento afectan al deportista. La relación que se establece entre el deportista y su entrenador es de vital importancia, pues de ello depende en muchas ocasiones que el deportista sea capaz de dar lo mejor de sí mismo y de conseguir los mejores resultados. Para ello deberá conocer bien a las personas a las que desea entrenar y saber de sus intereses e inquietudes e incluso del estilo de vida de los deportistas, para poder conectar con ellos.

Mª José Canales,

PSICOLOGIA DEPORTIVA:

Importancia de la comunicación entre atleta y entrenador (II)

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Para que la comunicación sea eficiente tiene que ser de interés para el entrenador y para el entrenado. Ésta se fundamenta en la comprensión y el beneficio mutuo. En todo tipo de comunicación, no solo en la deportiva, la mejor situación es la que tiene lugar sin la presencia de otros, porque las diferencias individuales son notables.

Constantemente utilizamos nuestras habilidades comunicativas para influir en la gente. En el campo docente buena parte de la eficacia viene de la mano de aprovechar positivamente estas habilidades. El entrenador es educador y como tal debe conocer estas habilidades.

¿Cómo logra la máxima capacidad de maniobra el entrenador frente al deportista? La base puede residir en que el entrenador sabe que el deportista le necesita más de lo que él necesita al deportista. El entrenador tal vez sabe lo que le gustaría lograr del deportista, pero ganarse su colaboración y conseguir motivarle para conseguir un rendimiento máximo es la tarea más difícil. Lograr que el deportista abandones sus hábitos y se decida por un enfoque constituye un factor decisivo para realizar un buen entrenamiento. En esencia, la tarea principal del entrenador consiste en influir sobre el deportista para que afronte de un modo distinto sus hábitos y costumbres. Para esta tarea la postura (el marco de referencia) del deportista es de una enorme importancia.

Los atletas también son personas que poseen sus propios valores, creencias y prioridades, que pueden utilizarse para estimular la aceptación y puesta en práctica de las directrices del entrenador. El preparador tiene que comunicar y encuadrar sus directrices teniendo en cuenta el marco de referencia de cada deportista para que acepte y valore lo que se le dice. El hecho de saber cuál es la postura de una persona nos permite determinar las directrices necesarias para encuadrar una sugerencia, un comentario, una frase para que sea aceptada. La persuasión desempeña un significativo papel en todos los aspectos de la interacción humana. Dentro de la disciplina deportiva una persuasión eficiente puede facilitar bastante la colaboración.

Un preparador debe estar atento a la postura de la persona a la que entrena, y a las diferentes facetas de sus vidas. El entrenador debe utilizar lo que el deportista tiene, lo que trae consigo. Lo difícil de la cuestión no reside en la técnica sino en superar la tentación de enfrentarse y discutir con personas que tienen un marco de referencia diferente al nuestro. Por el contrario hay que escuchar el lenguaje de aquel a quien se pretende entrenar.

Como cualquier otro profesional, los entrenadores deportivos tienen la obligación de estar bien formados o de seguir formándose a lo largo de su vida profesional. Es importante que además de una formación teórica, tengan recursos psicológicos y pedagógicos para poder desarrollar su labor, ya que si un entrenador no posee de estos conocimientos, o no se apoya en ellos, difícilmente podrá enseñar los contenidos teóricos ni podrá tener una buena relación con sus deportistas.

El preparador no solo tiene que saber de deporte sino que tienen que saber enseñarlo, y para ello se apoyará fundamentalmente en los conocimientos de la Psicología deportiva. Se deben formar en cómo enseñar habilidades interpersonales y sociales, como medio para conseguir una buena comunicación.

La relación entrenador-deportista se debe realizar siempre bajo premisas psicopedagógicas, por lo que los entrenadores no pueden perder la mentalidad humanística y centrarse exclusivamente en aspectos meramente técnicos o deportivos . El entrenador deportivo no es solo un educador físico, además de velar por el mejoramiento de las normas deportivas de sus atletas, debe incidir en el desarrollo integral de su personalidad.

Existe la convicción extendida de que el único secreto para llegar a ser un campeón es trabajar duro. Esa es una parte importante del progreso, pero no es la solución. Todo entrenador debe saber que el lado mental y emocional es más importante que el físico. Si un equipo está físicamente en forma pero, su entrenador no está al tanto de lo que está ocurriendo en el mundo de las emociones del equipo, entonces cometerá errores constantes.

Mª José Canales

EL EFECTO DEL ESTRÉS EN EL DEPORTE
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Mantener una marca, ganar un campeonato, romper un record, son momentos especiales en la vida de un deportista. Para lograrlo necesita una buena condición física y un apropiado equilibrio emocional. Hay factores inconscientes en la personalidad que pueden actuar negativamente en la competencia deportiva y reducir los rendimientos.

El deportista no es solo cerebro, nervios y motricidad, es principalmente sensibilidad y emoción. No basta que los músculos, el sentido del equilibrio y las funciones cardiovasculares y respiratorias sean normales. Es necesario que haya un balance entre cuerpo y mente y ésta parece ser una de las claves para que el deportista logre alcanzar las metas que se ha trazado. Por tanto, lograr buenos resultados en cualquier actividad deportiva, no dependerá solo del entrenamiento periódico del cuerpo sino también, y de una manera fundamental, de una adecuada actitud mental libre de conflictos y tensiones.

Actualmente se reconoce el hecho de que un buen rendimiento deportivo es una combinación de preparación física del cuerpo y preparación psíquica de la mente; si no se atiende a estos dos aspectos puede ocurrir que se rompa el equilibrio emocional que debe poseer el deportista soportando las tensiones específicas de su actuación.

Una tensión excesiva puede llegara a crear obstáculos insuperables, a tal punto que los factores fisiológicos, por más normales, por mejores que sean, se anulan frente a los componentes psicológicos. Cuanto mayor sea el control emocional, más perfecta será su coordinación con la vida sensorial, neurológica y motriz.

En competición, una de las principales causas que afectan al rendimiento, es el estrés, que se puede manifestar antes, durante y después de la competencia. El mal manejo de la ansiedad que genera el deportista puede, y de hecho hace que muchas veces, entre en desventaja antes de que comience la competición.

La tensión no se aprende a dominar con el entrenamiento, esto crea un problema para el deportista que no siempre tiene recursos de adaptación para eliminar su ansiedad. Ocurre entonces, que el deseo por superar las barreras durante las competiciones, se vuelve contra él, terminando por extenuar aún más su sistema nervioso y, su sistema muscular.

Su sistema inmunológico se debilita y es más propenso a sufrir lesiones. Aparecen comportamientos incontrolados y agresivos y de riesgo físico. El estrés puede provocar que el deportista busque el control de las situaciones estresantes a través de excesos en los entrenamientos, que pueden ser extremadamente perjudiciales en sí mismos y aumentar también el riesgo de una lesión.

La ansiedad se genera por diversas razones que pueden relacionarse con factores externos al deportista pero también con factores que conforman su propia personalidad. El miedo, la timidez, la incertidumbre, la inseguridad o el exceso de responsabilidad son emociones negativas que en algún momento pueden descontrolar y bloquear al deportista, generando un circulo que comienza con la desconcentración, pasa a la desorganización y por último se instala un pensamiento negativo afectando directamente el rendimiento.
La psicología es hoy una ciencia fundamental al servicio de muchas áreas y también lo es en el deporte. El objetivo fundamental es ayudar al deportista a utilizar los medios de que dispone la Psicología para mejorar su rendimiento y su bienestar.

El psicólogo debe ofrecer las ayudas psicológicas necesarias para que se puedan resolver conflictos emocionales, así como las estrategias necesarias para reducir la ansiedad generada por la competición para que no haya una influencia negativa en el resultado deportivo. Su tarea será la de entrenar y aconsejar al deportista para que éste actúe de forma controlada y estable en situaciones de estrés mediante la adquisición de conocimientos y estrategias cognoscitivas, conductuales o de control de equilibrio físico y psíquico. Se hace necesario suministrar al deportista medios e instrumentos para que aprenda a dominar las tensiones negativas, así como equilibrar sus reacciones emocionales, dando recursos psicológicos adecuados.

Además de la asistencia y la orientación verbal, en la preparación del deportista el psicólogo tienen otros medios a su disposición como son las técnicas de relajación. Éstas van más allá del simple alivio muscular que se busca habitualmente en los movimientos de desconcentración. En el plano psíquico esos métodos son aún más interesantes porque permiten obtener, una concentración mental necesaria al sincronismo neuromuscular y crear las condiciones necesarias para la tranquilidad y la calma.

La labor psicológica tiene que tener también un carácter preventivo anticipando y preparando al deportista para resistir las presiones ambientales. Además, debe atender y resolver los problemas personales que puedan dificultar un buen rendimiento.

Autora: Mª José Canales, psicóloga clínica

LA CONFIANZA EN UNO MISMO EN LOS DEPORTISTAS.
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En el deporte, se habla continuamente de rachas ya sea para valorar la actuación de un equipo o de un deportista. Cuando las cosas van bien, parece que todo es más sencillo, no cuesta anotar o dar buenos golpes de raqueta, incluso parece que la suerte está de nuestro lado. En cambio, cuando las cosas salen mal, se cometen más errores, más distracciones y la suerte no llama a la puerta.

Estas sensaciones no son incontrolables, es decir, tener una buena racha o no, no depende del azar, depende de la actuación del deportista. Y es aquí, donde tenemos que hacer mayor hincapié, el deportista puede cambiar su suerte a través del trabajo y la confianza en uno mismo.

Desde que somos pequeños, vamos conformando nuestra autoestima y confianza en nosotros mismos a través de nuestra historia de éxitos y fracasos. Cuando tenemos más éxitos que fracasos solemos tener una mayor confianza en nosotros mismos y cuando son los fracasos los que superan a los éxitos, nuestra confianza disminuye.

Cuando llevamos a cabo una actuación solemos valorar cómo lo hemos hecho y preguntar a otros su valoración:
– Si la persona o su entorno sólo se centran en lo negativo, su valoración será negativa y por tanto, su confianza disminuirá (para simplificar la explicación se ha planteado una sola situación, la confianza disminuiría si ocurriera varias veces).
– Si la persona o su entorno sólo se centran en lo positivo, su valoración será muy positiva y por tanto, podría tener un exceso de confianza, aspecto también negativo ya que no permite mejorar y progresar al deportista.
– La situación ideal sería aquella que valora positivamente los aspectos realizados (siempre hay algo que puede reforzarse, aunque sea la actitud) y comentar lo negativo (a ser posible dando la explicación de cómo mejorarlo).

Pero ¿cómo las valoraciones negativas pueden minar la confianza de un deportista?.

En primer lugar, cuando la atención, ya sea del deportista o del entorno, se centra única y exclusivamente en lo negativo, esto empieza a magnificarse, por tanto, empieza a aumentar la presión y el miedo a hacerlo mal, disminuyendo la confianza en uno mismo, lo que a su vez incrementa el número de errores y, por tanto, las valoraciones negativas. Este círculo vicioso puede ir aumentado cada vez más hasta convertirse en un problema grave, generalizando los errores a otros aspectos.

Segundo, ante un error, solemos pensar estrategias, maneras de corregirlo. Cuando el error se produce sobre un gesto técnico, empezamos a realizar su ejecución de forma consciente, es decir, realizando variaciones para conseguir hacerlo bien, por lo que al final lo hacemos mal. Y es que los gestos técnicos, una vez aprendidos e interiorizados, pasan a realizarse de forma automática, debiéndose evitar hacerlo de forma consciente (excepto en períodos de formación o de corrección de gestos técnicos). Por ejemplo, otra conducta automatizada sería conducir. Haced la prueba y decid en voz alta los pasos detallados que tenéis que realizar para por ejemplo cambiar de carril. Posiblemente, al estar tan centrados en decirnos los pasos a realizar se nos pase algo como por ejemplo, que ha aparecido un coche que antes no estaba y no podemos cambiar de carril.

Igualmente ocurre cuando un jugador va a tirar a canasta y en vez de hacerlo como siempre, de forma automática, empieza a pensar en que tiene que meterlo, en que tiene que colocar el brazo o la mano de tal manera, etc. La atención en esos pensamientos le distrae, por lo que la probabilidad de cometer un fallo aumenta. Un nuevo error vuelve a ser una prueba de “lo malo que soy”, disminuyendo la confianza.

Ante esas situaciones ¿cómo mejorar o incrementar la confianza en uno mismo?.
1. Desdramatizando los errores y centrando la atención en los aspectos positivos. Es decir, quitar importancia a los fallos, resaltando los aciertos.
2. Trabajando los errores con paciencia. La realización de un gesto técnico depende únicamente de la acción del deportista, no del azar; por tanto, puede mejorarse mediante un trabajo planificado, guiado y constante (hay que llegar a automatizarlo). Pero requiere tiempo por lo que no se pueden esperar resultados a corto plazo (regular las expectativas).
3. Favorecer pruebas de éxito. Es decir, resaltar los aciertos en el gesto o la actuación que se está mejorando (ej: ves, has mejorado el porcentaje de ayer a hoy… o has metido 3 seguidas…).
Aprender estrategias de control de pensamiento que permitan evitar distracciones en la ejecución.

EAR Psicólogos

DEPORTE Y FAMILIA: Padres, madres y deporte
El deporte, a pesar de todos sus detractores, supone una escuela de vida. Un experimento controlado donde las relaciones humanas y la necesidad de cumplir con una serie de requisitos bajo una experiencia organizada y normalizada, lo convierten en una potentísima herramienta para transmitir esos valores de los que tanto se habla.
Es cierto que nuestro hijo o nuestra hija aprende que es el respeto a los demás, el cumplimiento de una norma o la competitividad, por ejemplo, aspectos que se van a encontrar en nuestro mundo cuando “salgan” a él. Pero como siempre, el problema no está en el fondo, el deporte, sino en la forma, su puesta en práctica. Y ahí es donde los padres tenemos nuestro gran compromiso.
Ante el exceso de responsabilidad, de competitividad, de estrés, debemos actuar minimizando su protagonismo. Ante la falta de compromiso, interés…todo lo contrario. Es decir, reducir los impactos de aquello que en exceso, repito, en exceso, puede ser perjudicial y promoviendo todo aquello que conforman los verdaderos aspectos positivos del deporte para la vida.
Y aquí es donde algunos se equivocan, ganar no es lo más importante. Los motivos son varios: Falta de control emocional, necesidad de protagonismo propio, desconocimiento, falta de sentido común…consiguiendo todo lo contrario de lo que se pretende: Aumentando la competitividad y el estrés, lo que lleva a un exceso de responsabilidad del niño que no está preparado para asumirla. Y por supuesto esos valores positivos que aducimos, quedan en un segundo o tercer plano, desapareciendo su protagonismo. Es decir, una actividad tan interesante se convierte en un enemigo para la formación de nuestros hijos.
¿Cuál debe ser nuestro comportamiento ante la práctica deportiva de nuestro hijo? En primer lugar, elegir lo mejor posible:
1. Dar varias opciones de práctica, así asumirá el compromiso de su elección. La heterogeneidad del deporte nos permitirá encontrar opciones adaptadas a las características de nuestro hijo.
2. No debemos elegir la actividad más cómoda para nosotros, ese no puede ser el criterio de elección.
3. Asegurarnos la calidad de la actividad, sobre todo en lo referente a la formación y experiencia de los técnicos. No busquemos adiestradores sino educadores.Una vez iniciada la actividad
4. Nuestro hijo debe notar nuestro interés por lo que hace, es motivo de satisfacción para él y fijará su hábito.
5. No somos los protagonistas, solo los invitados.
6. Respetar las acciones y decisiones del técnico deportivo responsable de nuestro hijo, al igual que hacemos con sus profesores. No hacerlo implicará que nuestro hijo pierda la confianza y el respecto por él. Evidentemente, ese no es un buen mensaje educativo.
En la competición:
7. Somos invisibles. El niño debe saber que estamos ahí, apoyándole y solo interactuar con él esporádicamente y con el único objetivo de motivarle en la práctica. El niño también aprende a ser independiente, a romper los lazos con sus progenitores, como digo de manera experimental y controlada. Que el niño no busque la aprobación de sus padres a lo que hace con su mirada.
8. Dicho lo anterior, no debería ser necesario comentar que es nuestra responsabilidad comportarnos de manera correcta, nunca de manera maleducada dirigiéndonos a los deportistas, entrenadores o árbitros/jueces. No debía ser necesario comentarlo, sin embargo lo es. No es tan común, vayámonos a las estadísticas, pero si es muy notorio verlo en las competiciones escolares.
9. Dar más valor a su actuación que al resultado. Ser crítico respecto a su actitud durante la competición, al igual que en otros aspectos de su educación, dando nuestra opinión sobre lo que ha estado bien y lo que no lo ha estado tanto. Pero todo esto, ya fuera de la instalación deportiva, en el ambiente familiar.
10. ¡Ah! Y de pensar que tenemos un futuro profesional del deporte en la familia, nada. Son muchas las variables que influyen en eso. Las mismas que para que nuestro hijo sea un buen cirujano, arquitecto, fontanero o astronauta. Pongamos los mimbres para una buena educación deportiva y con eso contribuiremos a su mejor formación. Con eso, llegaremos a buen fin. El resto no está en nuestras manos.Autor: Marcos Moreno Cuesta
El entrenamiento mental: la regulación de la imaginación
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El entrenamiento mental forma parte de la formación del deportista, mediante su correcta aplicación se puede modificar y mejorar distintas habilidades cognitivas. No hay dudas de que las habilidades motoras pueden ser optimizadas si se las entrena de forma correcta.
Estas habilidades son ejecutadas de forma más rápida y económica, en general presentan una fuerte estabilidad frente a factores de perturbación y no exigen del deportista una concentración excesiva, ya que se realizan de manera automática.
La imaginación influye siempre en nuestra forma de actuar, es un proceso básico para obtener información, organiza y ordena el pensamiento y facilita el análisis de la situación. El entrenamiento mental es la repetición de la imaginación de manera consciente de una acción que se ha realizado.
Existen varias posibilidades de regular la imaginación, a través del entrenamiento subvocal, del entrenamiento ideomotor y del entrenamiento de la percepción.Creer en la imaginaciónLa evidencia empírica mantiene que la influencia positiva de la imaginación sobre la ejecución deportiva es impresionante. Tanto los estudios científicamente controlados, como los informes experimentales del uso de la imaginación para mejorar la ejecución aportan resultados positivos. (Robin S. Vealey, 1991).La imaginación es un proceso básico para la elaboración de información. Está directamente influenciada tanto por las sensaciones como por las emociones. Facilita, en la medida que se adapta a la realidad, una captación de las exigencias situacionales. La imaginación se utiliza para ordenar, explorar y examinar el pensamiento. Para reconocer una situación de forma veloz sin gran dificultad y sin gran despliegue de energía.La regulación de la imaginación asume un significado profundo para el desarrollo de todos los procesos motrices. Se aprende, por medio de la imaginación: objetos, personas, condiciones ambientales y experiencias. Cada vivencia se compone de unas determinadas relaciones que modelan nuestro comportamiento frente a la existencia de los mismos. La imaginación influye, consciente o inconscientemente, en nuestra acción.El entrenamiento mental es más que visual. Es también táctil, auditivo, kinestésico y muscular. Richard H. Cox en su libro Sport Psychology: Concepts And Applications dice: «el entrenamiento mental es más efectivo que no entrenar, y en ciertas circunstancias es tan efectivo como el propio entrenamiento».La imaginación puede presentarse de diferentes formas: verbal, acústica o cinestésica. Cada una de estas imágenes es percibida dentro de un contexto y dentro una experiencia previa que puede volver a revivirse en toda su magnitud. Estas imágenes como, fotos, sonidos e incluso olores y sabores rememorados están estrechamente ligadas a una situación real pero imaginada.Este entrenamiento se realiza de dos maneras: » Como protagonista, el individuo se siente implicado en la acción, la vive desde el interior, imagina su cuerpo, sus músculos en acción. Siente todas las sensaciones que esto les pueda reportar. » Como espectador, desde una perspectiva externa. El individuo es ahora espectador de su acción. Vive mentalmente su actuación. Visualiza su acción.
Variantes del entrenamiento mental1. Entrenamiento subvocalConsiste en repetirse mentalmente la secuencia práctica del movimiento, se verbaliza toda ella de forma consciente por medio de la autoconversación.2. Entrenamiento de la percepciónEn el entrenamiento de la percepción se debe observar por medio del recuerdo, de la evocación sistemática. Se adopta el papel de espectador, se observa desde una perspectiva externa.3. Entrenamiento ideomotorEn contraposición al entrenamiento de la percepción, en el entrenamiento ideomotor se analiza de manera intensa y profunda la perspectiva interna del movimiento. Hay que autotrasladarse en el movimiento. Percibirlo, vivenciarlo y codificar e interiorizar los procesos internos que ocurren durante su ejecución. Se trata de «sentir» el movimiento.El objetivo del entrenamiento mental consiste en trasladarse a un estado anímico que posibilite, sobre cualquier otro tipo de circunstancias externas, el desarrollo realista de las propias aptitudes para obtener un de rendimiento determinado.Esta capacidad de rendimiento depende de condicionantes físicos, sociales, materiales y psicológicos. Es imperativo concretar los objetivos que los deportistas puedan alcanzar de manera real, siendo acordes con sus aptitudes y siempre bajo el punto de vista del rendimiento global.Su aplicación contempla diversos campos dentro del ámbito deportivos, entre ellos podemos hacer mencionar los siguientes:Acelerar y activar los procesos de aprendizaje motor, sobre todo las habilidades y destrezas de tipo técnico.Como técnica rehabilitadora e integradora en la competición, después de un período de inactividad, sea por lesión o por otros factores.Como técnica reparadora complementaria en situaciones donde la carga física o psíquica es muy elevada, o el volumen de las mismas es muy prolongada y monótono.Como técnica que ayuda a disminuir el estrés producido por la propia competición, se manifiesta mediante la aparición de experiencias traumáticas en forma de fracasos.Como elemento que ayuda a la transición en la fase de entrenamiento después de la competición.
Requisitos básicos para el entrenamiento mentalSus inicios deben estar precedidos por un estado de relajación que no perturbe ni distraiga la concentración. Este estado de concentración ayuda a focalizar la concentración y mantenerla, desechando lo que no interesa.Es necesario tener una experiencia previa de la ejecución del movimiento que se quiera imaginar, ya que no se puede sustituir una representación mental por otra.El movimiento imaginado, que sirva de base para el entrenamiento mental, debe estar incluido en el movimiento que uno sea capaz de realizar con cierto éxito.

La eficacia del entrenamiento mental radica en la capacidad de vivenciar y de actualizar la práctica del movimiento que se desea adiestrar.

Es necesario que cada detalle del movimiento transcurra en nuestro pensamiento de forma correcta, para ello deben vivenciarse todas las sensaciones a través del mayor número de sentidos.

Es posible que se produzcan perturbaciones en la reproducción de la secuencia lógica del movimiento, debido fundamentalmente, a una discontinuidad en la representación mental o porque se entremezclan fases o se piensa en otra cosa.

Con deportistas principiantes, resulta provecho, entrenar la práctica del movimiento en forma subvocal. Así, el transcurso del movimiento es guiado por medio de la autoconversación, consiguiendo así, un mejor control del entrenamiento.

De todas maneras, hay que hacer constar que si la repetición mental aumenta la precisión de un gesto, o inserta en la memoria una habilidad gestual, resulta a veces peligrosa para los principiantes, que se arriesgan a aprender mal una técnica y a memorizarla. Necesita de la ayuda de una persona competente, entrenador, profesor, psicólogo, que corrija el gesto, especialmente en los niños. No es fácil sustituir una representación mental por otra.

Si se quiere ser eficaz en la aplicación de este método, es conveniente apoyarse sobre una buena base técnica. Algunos especialistas desaconsejan a los entrenadores utilizarlo con los niños menores de once años y con los principiantes que no dominan bien una disciplina.
La secuencia lógica del entrenamiento mental

La práctica del movimiento entrenado debe ser requerido por el cerebro a través de los diferentes canales de nuestros sentidos. La experiencia adquirida por el deportista en su imaginación, deberá ser reproducida con palabras o de manera escrita. Deberá ser controlada para verificar si la imaginación del movimiento es correcta o no.

Visualizar mentalmente un movimiento provoca una excitación cerebral y ligeras contracciones de los músculos. En general se produce una excitación el sistema nervioso periférico. Además, provoca repercusiones fisiológicas, tales como: una oxigenación más intensa, la frecuencia respiratoria aumenta, igual que la frecuencia cardiaca y la presión sanguínea.

El deportista debe aprender el correcto desarrollo del movimiento descrito y repetirlo por «autoconversación». Es decir, debe autoexponerse las características principales del movimiento y repetírselas internamente.
Consiste en sistematizar los elementos individuales de cada secuencia motriz y ubicarlos en su estructura lógica.

Cuando ha quedado sistematizada y estructurada la secuencia del movimiento hay que simbolizar cada paso o núcleo de secuencias. Se trata de resumir mediante indicadores la cadena motriz, para que la realización del movimiento sea reclamado de forma veloz y sin interferencias.

Ahora bien, es necesario tratar bien la información en el cerebro. Si un individuo visualiza bien, tendrá todas las informaciones que le son precisas.

La capacidad para imaginar una acción está en función del nivel del deportista. Una buena representación mental está ligada a la capacidad para imaginar, pero también al nivel de la persona como deportista.

A los principiantes, les permite adquirir una visión global de la acción y llevar a buen término programas motores cada vez más perfeccionados, que serán registrados y codificados en la memoria.

Cuando son un poco más avanzados, estos modelos podrán ser afinados y desarrollados después de entrenamientos prácticos. El deportista estará en disposición de anticipar situaciones y comportamientos.

Durante la competición, serán capaces de identificar objetivos y llevar a cabo planes de acción. Serán capaces de visualizar mentalmente acciones relativas a los fines a conseguir.

Durante la etapa de plenitud deportiva, la vivacidad de la visualización mental de los planes de acción y de los objetivos a conseguir debe ser más intensa. Los deportistas están en condiciones de tomar decisiones a lo largo de su actuación e incluso anticipar una estrategia o una acción.
Ventajas e inconvenientes de la representación y la repetición mental

Para las teorías cognitivas, la repetición mental supondría una mejor representación de la tarea. La representación mental favorecería la actuación en la medida en que enseña al individuo a concentrarse en la tarea y a ignorar cualquier pensamiento negativo.

La representación y la repetición permiten a los deportistas asimilar técnicas más rápidamente y con más precisión. El hecho de visualizar mentalmente un movimiento, produce una economía de tiempo y también de energía. En efecto, algunos entrenamientos son en extremo agotadores físicamente debido a su frecuencia o a su intensidad y por ello en muchas especialidades el entrenamiento mental ofrece una posibilidad de ahorrar esfuerzos.

También es útil cuando el entrenador ha de corregir un gesto mal aprendido o una estrategia concreta: la representación mental del movimiento elimina los malos reflejos gestuales y programa otros nuevos.

Este método permite igualmente al deportista controlar mejor el estrés previo a la competición. Vive un estado precompetitivo menos tenso porque ya se ha visto mentalmente muchas veces en esa situación. Sabe cómo va a empezar, cómo va a continuar y qué puede ocurrir, está preparado para actuar.

Ponerse en situación en una competición es esencial; de lo contrario, algunos perderán una parte importante de su capacidad, debido al inadecuado nivel de concentración, lo que suele manifestarse mediante un elevado nivel de estrés.

Los estudios demuestran que este método es muy eficaz en el caso de tener que reanudar un entrenamiento tras una interrupción por lesión. El atleta es capaz de conservar sus capacidades motrices cuando representa mentalmente acciones que ya ha realizado y que va a realizar; con ello ralentiza el proceso de atrofia muscular. Este aspecto es muy a tener en cuenta, cuando se sabe, por ejemplo, que los deportistas sufren al cabo del año lesiones que obligan a parar el entrenamiento al menos una semana al año.

La eficacia de la repetición mental depende de la experiencia y del conocimiento técnico del deportista. En efecto, es muy difícil representarse mentalmente una imagen gestual, si en la realidad no es dominada perfectamente.

Por último, la repetición mental exige un gran esfuerzo de concentración y no debe ser utilizada más de dos o tres minutos en cada ejercicio.

La representación mental de imágenes exige una buena capacidad para imaginar, muchos deportistas les surge de manera espontánea, otros en cambio la pueden adquirir. Esta facultad para imaginar depende en gran medida del nivel del deportista. La visualización le resulta más fácil a un deportista consagrado que a un principiante.
El entrenamiento por observación como modelo de perfeccionamiento

La observación de los demás

El entrenamiento por observación es una forma derivada de la repetición mental. Se basa en la observación repetida de acciones realizadas por otros deportistas. Observar como espectador, de manera conveniente y con intención de aprender mejora la actuación del deportista. Este método se asocia a menudo a un entrena miento físico o a otras formas de preparación mental.

Se utiliza para progresar, en el caso de los principiantes, o para instaurar una táctica frente al juego del adversario.

Observar a un jugador más experimentado constituye una primera imagen gestual. Este método no se aplica para conseguir estabilizar un gesto, sino para hacer que el deportista asimile y mejore sus facultades motrices. Se utiliza en los casos de jóvenes deportistas con gran capacidad para observar y reproducir.

En este caso, es necesario mostrarles una representación exacta del movimiento o del gesto que deberán realiza. El joven, o el principiante, deben visualizar cada movimiento varias veces para después asimilarlo. De ahí la importancia de repetir varias veces las imágenes lo más lentamente posible. Este adiestramiento debe contar con la presencia de un experto que sirva de orientación y guía en todo momento.
La observación de uno mismo

Este sistema ofrece la posibilidad de autoevaluarse; para ello, mediante video, se proyectan las imágenes que han sido recogidas previamente y que nos interesa trabajar. Se pretende que tengan un conocimiento más objetivo de su juego, y adquieran una visión lo menos deformada posible. De esta manera se enfrentan a una realidad objetiva, donde no cabe sobre ni subestimación posible. No obstante, las reacciones de los individuos pueden ser diversas, depende de la personalidad del atleta.

Los individuos introvertidos, con fuerte tendencia neurótica, son más o menos perturbados por la revisión en vídeo.

Los individuos extrovertidos con fuerte tendencia neurótica adoptan una actitud narcisista en relación a la imagen, son incapaces de recoger la información que transmite el video.

Los individuos extrovertidos y poco neuróticos aceptan fácilmente la confrontación con la imagen y para ellos, el conocimiento de la actuación es muy aprovechable.

Autor:

Damián Ossorio Lozano

Dr. en Educación Física
Master en Psicología del Deporte

Cómo tener la mentalidad competitiva de los atletas olímpicos
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¿Qué se necesita para poder dar todo lo que está a tu alcance? Los atletas olímpicos saben mucho sobre estabilidad mental y competencia rigurosa para lograrlo y tener una mentalidad competitiva. Sigue estos consejos para convertirte en uno de ellos.

Tener una mentalidad competitiva es fundamental en los estudios, el trabajo y en la vida en general. Los atletas olímpicos pasan gran parte de su existencia desarrollando dichas aptitudes que son necesarias para rendir al máximo.

A continuación, te presentamos tres consejos prácticos que te ayudarán a tener la mentalidad de un atleta profesional, publicados por el portal pickthebrain.com

Desafía los límites de lo “normal”. Redefinir lo que consideras como “normal” puede hacerte sentir libre de límites autoimpuestos. Una manera de lograrlo es cambiar de forma extrema tus hábitos por algún período de tiempo. Si realizas ejercicio físico intensifica tu rutina en un 50%. Al principio, sentirás grandes dificultades y cansancio pero con el correr de los días verás cómo tu cuerpo se adapta sin problemas a los cambios.
Entrena tu mente para ver las posibilidades y no las limitaciones. Hasta a los atletas les sucede de sentirse limitados más por sus emociones negativas que por sus condiciones físicas y mentales. Practica liberar tu mente de pensamientos negativos. En vez de “Esto es muy difícil”, piensa: “Tengo lo que se necesita para superar esta situación”. En vez de pensar que no tienes tiempo, piensa cómo puedes hacer que tus próximos pasos en la vida sean un éxito. Deja que los aspectos positivos de la vida se conviertan en tu identidad propia.

Soluciona las dudas y el desaliento tomando acción. Pasar a la acción genera alegría, esperanza y pensamientos positivos. Numerosos estudios han corroborado que el ejercicio físico tiene un efecto positivo en las personas que sufren depresión. El hecho de mover el cuerpo de forma consistente ayuda a contrarrestar las emociones negativas, como la duda, que pueden interponerse en tu camino al éxito. Quizás no llegues a ser un atleta olímpico pero seguramente el desafío físico hará que puedas enfrentar la vida con un actitud positiva.

Autor: Universia Colombia

La confianza está en ti
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La confianza, esa variable psicológica que más vale que sea nuestra aliada.

Si hay una variable psicológica que tienes que tener como aliada, esa es tu seguridad. Confiar en ti significa creer que eres capaz de conseguir tus retos y saber que a través de tu esfuerzo y trabajo constante, puedes cruzar límites y estar en continuo aprendizaje.
La confianza depende de causas internas y circunstancias externas que puedes entrenar para tenerla de tu lado.

Tu talento deportivo es innato. Puedes atravesar momentos de fatiga, cambios en tu técnica o una consecución de derrotas que te hagan dudar. Pero tienes que tener claro que los errores son consecuencia más de la duda que de tu pérdida de capacidad. ¡ERES BUENO, Y LO SABES!
¡Humildad sí, pero sabiendo lo grande que eres! La confianza viene del conocimiento de uno mismo y de saberse capaz. Tus puntos fuertes son los que te permiten competir y dar lo mejor de ti. Si no sabes en que eres bueno, no podrás trabajar en ello ni aportar a tu equipo de trabajo. Acaba esta frase diez veces “Yo soy grande porque…”.
Analiza tus éxitos y tus fracasos. Si haces atribuciones correctas cuando ganas y cuando pierdes, sabrás en qué medida los resultados dependen de ti. Este análisis permitirá potenciar lo que te llevó a ser brillante o corregir lo que te gustaría hacer de otra manera. La responsabilidad no es machacarte con el error, sino controlar lo que sí depende de tus capacidades. Hazte esta pregunta: si pudiera volver a hacer este entrenamiento o competir en esta prueba, ¿qué repetiría exactamente igual? Y escríbelo. Hazte también la pregunta alternativa que te permite buscar soluciones a lo que no te ha gustado: si pudiera volver a repetir este entrenamiento o competir en esta prueba, ¿qué haría de forma distinta?
Háblate de forma positiva. Se trata de que te digas palabras que te ayuden a confiar en ti. El lenguaje es determinante e influye en nuestro estado emocional. Si tienes pensamientos de duda del tipo “no sé cómo me saldrá, no es mi mejor momento”, lo normal es que te termines sintiendo pequeño. Tu mente puede elegir ideas, frases, palabras o expresiones que te permitan centrarte en la tarea y en tus sensaciones. Elige pensamientos del tipo “estoy preparado, he entrenado bien, disfruto de mi deporte, voy a por todas, mi mente es fuerte y capaz, puedo concentrarme”.
Haz una lista de todo lo que te da seguridad. Tus rutinas, el tipo de calentamiento o frases y palabras que te motivan. Las rutinas te ordenan y te preparan para competir. El orden da confianza y seguridad.
Lleva un diario de lo que entrenas de forma exitosa. Tu mente se fija en lo que tú le pides. Si al finalizar el entrenamiento anotas todo lo que ha salido bien, tu foco de atención mientras entrenas estará en lo exitoso.
Minimiza el impacto de los errores. Un error no dice nada de ti, solo indica aquello que hay que corregir, pero no te descalifica ni como deportista ni como persona. Un error solo es un fallo. Y necesitas cometer muchos para poder superarte. Aceptarlos forma parte de nuestra madurez.
Autora: Patricia Ramírez Loeffler

Aplicación de un programa de intervención psicosocial orientado hacia la formación y optimización de las capacidades de rendimiento en deportistas
La paradoja del entrenador-psicólogo
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Los entrenadores que ejercen la dirección técnica son, con frecuencia, responsables de un amplio grupo de personas, entre las que se encuentran los propios deportistas y otros miembros del equipo técnico, como otros entrenadores, el preparador físico, el equipo médico y, últimamente, también el psicólogo.

Hasta hace poco el entrenador venía siendo en cierto modo un gurú que disponía de soluciones para todo lo que podía ser necesario resolver en relación con el rendimiento deportivo de los deportistas y, en muchas ocasiones, también en aspectos de su vida personal. El entrenador ha sido preparador físico, psicólogo, médico, padre y consejero, todo en uno. Así, la estrecha relación que ha unido a deportistas y entrenadores ha dado lugar a firmes lazos de confianza mutua que han conducido al éxito muchos proyectos. Al mismo tiempo, otros entrenadores con menos conocimientos, más limitaciones o menos habilidad para establecer el tipo de relación mencionada no han conseguido encauzar adecuadamente sus proyectos en solitario y, más tarde, han recurrido al concurso de otros profesionales: primero médicos, luego preparadores físicos y más tarde psicólogos, entre otros.

Siguiendo estos argumentos, podría dar la impresión de que cuando los entrenadores son más autosuficientes, con sus amplios conocimientos acerca de la preparación, su formación como entrenadores y su experiencia, tienen mayor garantía para la solución de todos, o casi todos, los asuntos relacionados con sus deportistas. Así, un entrenador con experiencia suele desarrollar habilidades psicológicas y estrategias para ayudar, impulsar el rendimiento psicológico de sus deportistas. Este entrenador comprende las situaciones por las que pasa el deportista y observa las posibles soluciones; además, tiene en su mano el poder para manipular poderosos instrumentos que van desde la conversación individual y la charla colectiva hasta la modificación estratégica de las cargas, horarios o pautas de entrenamiento físico o técnico.

La experiencia nos ha dicho que en el pensamiento profundo de muchos entrenadores descansa la idea de que si el entrenador requiere la ayuda de un psicólogo del deporte es debido a que algunos asuntos escapan a su control. En cierto modo, sería como reconocer la incapacidad del entrenador para llevar a cabo su cometido. Esto se basa en dos ideas erróneas:
– El entrenador tiene que saber de todo y puede solucionarlo todo.
– El psicólogo soluciona problemas cuando no queda otro remedio (igual que un bombero cuando acude a apagar un incendio)
Aquí viene la paradoja: cuanto menos sabe de psicología un entrenador y menos habilidades psicológicas tiene, está más convencido de que el psicólogo del deporte no le podría ayudar. Y también ocurre al contrario, que cuando un entrenador sabe más psicología mejor entiende la necesidad de estar bien asesorado en este aspecto por un psicólogo del deporte.

Es cierto que muchos psicólogos en el pasado se acercaron al mundo del deporte con modelos equivocados y sin mucho conocimiento acerca de las particularidades de las intervenciones en este contexto. Así, todavía hoy hay colegas que creen ser capaces de ayudar a cualquier deportista utilizando aproximaciones que quedan fuera de contexto y que pueden ser percibidas como una pérdida de tiempo por los entrenadores y los propios deportistas. Es sabido que el tiempo y la eficiencia son palabras clave en el mundo del deporte y que cualquier actividad que no ayude estará, probablemente, siendo un obstáculo.

Sin embargo, en la experiencia profesional hemos encontrado entrenadores con profundas lagunas en aspectos en los que el asesoramiento psicológico habría sido de mucha ayuda, pero que no consideraban la necesidad de ello. Al contrario, concebían la figura del psicólogo como un complemento para otros (deportistas, entrenadores en formación, etc.), pero no para sí mismos. El psicólogo en estos casos estaría para ayudar a conducir a los deportistas al terreno al que el entrenador no ha sido capaz de conducir.

Se entiende mejor con un ejemplo: una deficiente capacidad oratoria del entrenador da lugar a que los deportistas no comprendan suficientemente el mensaje y, por tanto, no ejecuten adecuadamente las acciones que él espera. Lejos de mejorar sus propias habilidades de comunicación, el entrenador suele pretender que el psicólogo mejore la motivación y la concentración del equipo cuando están completamente a la deriva. Para más ayuda, les grita sin autocontrol. Obviamente, el psicólogo puede hacer poco para mejorar el estado psicológico de los jugadores en esta situación y una intervención indirecta a través del entrenador, mejorando así la comprensión de los conceptos, favorecerá la motivación por unos mismos objetivos, la compenetración de los deportistas y una mejor disposición psicológica en general para el rendimiento.

Afortunadamente, también se pueden encontrar entrenadores hábiles que saben nutrirse de todo lo que pueden considerar favorable para sus objetivos. Con frecuencia son entrenadores que tienen una disposición más favorable hacia el conocimiento profundo de las ciencias del deporte, que comprenden que el conocimiento está en permanente crecimiento y siempre es posible mejorar un poco más si se dispone de más elementos de juicio. En este caso, se entiende que una sola persona no puede apresar todos los recursos útiles para los deportistas sino que un buen entrenador será probablemente quien sepa coordinar dichos recursos de la manera más inteligente para obtener los objetivos deseados. Estos entrenadores suelen tener muchas habilidades psicológicas para impulsar el trabajo colectivo y son capaces de transmitir la idea de que la unión hace la fuerza, por lo que son capaces de montar un equipo de trabajo multidisciplinar en el que todos los miembros del grupo suman algo.

Este es precisamente el otro punto de la paradoja, puesto que los entrenadores que más habilidades psicológicas tienen y saben más de psicología, mejor comprenden en qué medida es necesario el asesoramiento psicológico para potenciar la eficiencia de la preparación física, técnica y táctica, para la prevención de situaciones psicológicas de riesgo, tanto para el grupo como para algunos deportistas, y deje espacio para intervenciones de mejora de las habilidades mentales de forma individual.

Fuete original:Larumbe Zabala, Eneko (2006, Enero). La paradoja del entrenador-psicólogo. Revista de Actualidad de la Psicología del Deporte, Número 7, 50. Recuperado el 21 de Septiembre de 2015, desde http://www.psicologiadeportiva.net/revista/articulo/50.html

La Ira y otros Estados Emocionales en Karatekas de Alto Nivel
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Considerar el deporte sin emoción sería considerar el deporte sin satisfacción, felicidad, orgullo, rabia, ansiedad, decepción o angustia, cosa imposible. De hecho, las emociones son importantes aspectos de la vida humana y por tanto, una parte esencial de la actividad deportiva. Por otro lado, hoy en día, el importante papel que juegan las emociones en el rendimiento deportivo está generalmente aceptado por deportistas, entrenadores, psicólogos y otras personas relacionadas con el deporte competitivo. Pero, ¿cómo afectan los estados emocionales positivos y negativos el rendimiento de los deportistas?, ¿es verdad que los estados emocionales negativos afectan negativamente al rendimiento? Este artículo describe varias investigaciones (ver Ruiz, 2004) sobre la relación entre los estados emocionales, en especial los estados de ira, y el rendimiento deportivo, con la intención de dar respuesta a estas preguntas.

Gran parte de las investigaciones en éste área, que han estado especialmente centradas en el estudio de la ansiedad precompetitiva, han medido las emociones desde una perspectiva nomotética (basadas en la comparación inter-sujeto) y han utilizando escalas con ítems de «contenido fijo» (previamente establecido por el investigador). Sin embargo, dicha perspectiva tiene limitaciones en lo que se refiere a la aplicación de los resultados a un nivel más individual. Existen estudios que demuestran que el vocabulario idiosincrático de los deportistas no siempre está incluido en dichas escalas de ítems de contenido fijo.

Por lo tanto, los estudios que aquí se describen han utilizado el marco teórico del modelo de Zonas Individuales de Funcionamiento Optimo (IZOF por sus siglas en inglés; Hanin, 2000, 2004), modelo específico del deporte, y orientado a la acción, que se centra en el análisis de la estructura, la dinámica y el impacto funcional de las experiencias emocionales situacionales (ej. enfadado, nervioso), los patrones emocionales más estables (ej. disposición a estar enfadado), y las meta-experiencias o actitudes sobre las propias emociones (ej. estar enfadado es bueno para mi). Según el modelo IZOF, el estado emocional es un componente importante de los estados de rendimiento que a su vez pueden ser descritos por al menos cinco dimensiones (forma, contenido, intensidad, tiempo y contexto).

El objetivo fundamental de las investigaciones que aquí se describen fue estudiar los estados emocionales, especialmente los estados de ira, relacionados con el rendimiento en karatekas de alto nivel. Dichos estudios examinaron el contenido (o cualidad), la intensidad, y el impacto funcional de los estados emocionales experimentados en sus mejores y peores rendimientos. Los métodos utilizados para la medición de los estados emocionales consistieron en escalas estandarizadas (Inventario de Expresión de la Ira Estado-Rasgo-2), y medidas más individuales basadas en el modelo IZOF (Método de Generación de Metáforas, Perfilado Individual Emocional, Perfilado Individual de la Ira).

El procedimiento consistió en pedir a los deportistas que identificaran el contenido e intensidad de las emociones experimentadas antes, durante y después de sus mejores y peores rendimientos en el pasado. Los resultados indicaron que los niveles de ira experimentados fueron muy individuales, siendo bajos, moderados o altos para los distintos karatekas. El contenido emocional también fue altamente individual. Los deportistas identificaron distintos ítems para describir sus estados emocionales positivos (eufórico, optimista), negativos (nervioso, inquieto) y de ira (enfadado, cabreado) en las distintas situaciones competitivas (antes, durante y después), y en los distintos contextos (mejor y peor rendimientos). La mayoría de los karatekas describió sus estados de ira utilizando adjetivos «fuertes» o de gran intensidad (agresivo) en los mejores rendimientos, e ítems de moderada (indignado) o poca (disgustado) intensidad en peores rendimientos.

Las metáforas generadas por los deportistas para describir sus estados emocionales fueron muy individuales y holísticas, describiendo otras experiencias de componentes cognitivo (concentrado), motivacional (dispuesto), corporal (tenso), etc. Dichas metáforas reflejaron una alta tendencia a la acción en los mejores rendimientos (e.j., un torero antes de entrar a matar), y una baja tendencia a la acción en los peores rendimientos (e.j., una piedra, el plomo). Las descripciones metafóricas de los mejores rendimientos reflejaron una disponibilidad de recursos (e.j., una torre de alta tensión), mientras que lo contrario se encontró para las descripciones metafóricas de los peores rendimientos (e.j., un pájaro sin alas). Los karatekas describieron tres emociones positivas (felicidad, orgullo, alivio), y cinco emociones negativas (ira, ansiedad, tristeza, vergüenza, miedo) mediante la generación de metáforas.

En cuanto al impacto funcional, en los mejores rendimientos, los estados de ira estuvieron relacionados con la generación de energía adicional (efecto energizante) (ej., más motivado, con ganas de competir, euforia) y la efectiva utilización de dicha energía (ej., atacando mas, rápida reacción, explosión). Por el contrario, los estados de ira experimentados en los peores rendimientos reflejaron una falta de energía, inhabilidad para reunir recursos (desmotivación, sentimiento de inferioridad) y una inefectiva utilización de los mismos (ej., mala ejecución técnica, inefectiva focalización de la atención).

En definitiva, estos resultados indican que el contenido de las experiencias emocionales óptimas y disfuncionales, tanto positivas como negativas, de los karatekas estudiados fueron muy individuales. Dicho contenido emocional fue específico del contexto a la vez que dinámico a través de las tres situaciones estudiadas (antes, durante y después). De la misma forma, las intensidades óptimas y disfuncionales de las emociones fueron muy diferentes entre los karatekas.

Los resultados obtenidos indicaron que las experiencias de ira en el contexto de alta competición pueden tener un efecto beneficioso o perjudicial para distintos deportistas. A la vista de los presentes resultados debemos preguntarnos si una reducción o eliminación de los estados de ira o rabia (objetivo de la mayoría de las intervenciones en el manejo de la ira) es beneficiosa para todos los deportistas. El manejo de la ira en el deporte no debe estar limitado a una reducción de la intensidad excesiva cuando sea apropiado. En algunos casos la intensidad de la ira podría ser aumentada de forma que aportara esa energía adicional o esfuerzo necesario para ejecutar la tarea.

Por otro lado, para llegar a tener un mejor entendimiento sobre la relación que existe entre las emociones y el rendimiento deportivo es aconsejable no limitarse al estudio exclusivo de la ansiedad como se ha hecho tradicionalmente, sino que deberíamos estudiar un amplio grupo de emociones tanto positivas como negativas.

Fuente original:Ruiz Cerezo, Montse (2005, Octubre). La Ira y otros Estados Emocionales en Karatekas de Alto Nivel. Revista de Actualidad de la Psicología del Deporte, Número 6, 43. Recuperado el 21 de Septiembre de 2015, desde http://www.psicologiadeportiva.net/revista/articulo/43.html

DESPUÉS DEL DEPORTE, ¿QUÉ? ANÁLISIS PSICOLÓGICO DE LA RETIRADA DEPORTIVA
Mª Dolores González Fernández y Juan Bedoya López
 

El estrés en el deporte

Mantener una marca, ganar un campeonato, romper un record, son momentos especiales en la vida de un deportista. Para lograrlo no solo necesita una buena condición física sino también un apropiado equilibrio emocional. Hay factores inconscientes en la personalidad que pueden llegar a actuar negativamente y reducir significativamente el rendimiento.

El deportista no es solo cerebro, nervios y motricidad, es principalmente sensibilidad y emoción. No basta que los músculos, el sentido del equilibrio y las funciones cardiovasculares y respiratorias sean normales. Es necesario que haya un balance entre cuerpo y mente y ésta parece ser una de las claves para que el deportista logre alcanzar las metas que se ha trazado. Por tanto, lograr buenos resultados en cualquier actividad deportiva, no dependerá solo del entrenamiento periódico del cuerpo sino también, y de una manera fundamental, de una adecuada actitud mental libre de conflictos y tensiones.

Actualmente se reconoce el hecho de que un buen rendimiento deportivo es una combinación de preparación física del cuerpo y preparación psíquica de la mente; si no se atiende a estos dos aspectos puede ocurrir que se rompa el equilibrio emocional que debe poseer el deportista soportando las tensiones específicas de su actuación.

Una tensión excesiva puede llegara a crear obstáculos insuperables, a tal punto que los factores fisiológicos, por más normales, por mejores que sean, se anulan frente a los componentes psicológicos. Cuanto mayor sea el control emocional más perfecta será su coordinación con la vida sensorial, neurológica y motriz.

En competición, una de las principales causas que afectan al rendimiento, es el estrés, que se puede manifestar antes, durante y después de la competencia. El mal manejo de la ansiedad que genera el deportista puede, y de hecho hace que muchas veces, entre en desventaja antes de que comience la competición.

La tensión no se aprende a dominar con el entrenamiento, esto crea un problema para el deportista que no siempre tiene recursos de adaptación para eliminar su ansiedad. Ocurre entonces, que el deseo por superar las barreras durante las competiciones, se vuelve contra él, terminando por extenuar aún más su sistema nervioso y, su sistema muscular. Su sistema inmunológico se debilita y es más propenso a sufrir lesiones. Aparecen comportamientos incontrolados y agresivos y de riesgo físico. El estrés puede provocar que el deportista busque el control de las situaciones estresantes a través de excesos en los entrenamientos, que pueden ser extremadamente perjudiciales en sí mismos y aumentar también el riesgo de una lesión.

La ansiedad se genera por diversas razones que pueden relacionarse con factores externos al deportista pero también con factores que conforman su propia personalidad. El miedo, la timidez, la incertidumbre, la inseguridad o el exceso de responsabilidad son emociones negativas que en algún momento pueden descontrolar y bloquear al deportista, generando un circulo que comienza con la desconcentración, pasa a la desorganización y por último se instala un pensamiento negativo afectando directamente el rendimiento.

La Psicología es hoy una ciencia fundamental al ser vicio de muchas áreas y también lo es en el deporte. El objetivo fundamental es ayudar al deportista a utilizar los medios de que dispone la Psicología para mejorar su rendimiento y su bienestar.

El psicólogo debe ofrecer las ayudas psicológicas necesarias para que se puedan resolver conflictos emocionales, así como las estrategias necesarias para reducir la ansiedad generada por la competición para que no haya una influencia negativa en el resultado deportivo. Su tarea será la de entrenar y aconsejar al deportista para que éste actúe de forma controlada y estable en situaciones de estrés mediante la adquisición de conocimientos y estrategias cognoscitivas, conductuales o de control de equilibrio físico y psíquico. Se hace necesario suministrar al deportista medios e instrumentos para que aprenda a dominar las tensiones negativas, así como equilibrar sus reacciones emocionales, dando recursos psicológicos adecuados.

Además de la asistencia y la orientación verbal en la preparación del deportista el psicólogo tiene otros medios a su disposición como son las técnicas de relajación. Estas técnicas van más allá del simple alivio muscular que se busca habitualmente en los movimientos de desconcentración. En el plano psíquico esos métodos son aún más interesantes porque permiten obtener, una concentración mental necesaria al sincronismo neuromuscular y crear las condiciones necesarias para la tranquilidad y la calma. La labor psicológica tiene que tener también un carácter preventivo anticipando y preparando al deportista para resistir las presiones ambientales, así como atender y resolver los problemas personales que puedan dificultar un buen rendimiento.

Autora: Mª José Canales, psicóloga clínica

La preparacion psicologica del deportista

MI HIJO/A ES DEPORTISTA ¿CÓMO PUEDE COMPAGINAR EL DEPORTE CON LOS ESTUDIOS?

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Sin duda este es uno de los temas que más suelen preocupar a los padres de los jóvenes deportistas, y por ende a sus entrenadores, que a medida que pasa la temporada ven como su plantilla va disminuyendo por culpa de los malos resultados en los estudios. Y es que muchos padres quitan a sus hijos de la práctica deportiva en aras de mejorar su rendimiento académico, cosa que, en muchos casos, no funciona.

¿Por qué? Pues porque el bajo rendimiento académico en estas situaciones, normalmente no tiene que ver con tener más o menos tiempo para estudiar, sino con cuestiones relacionadas con la motivación. Frases como “para que voy a estudiar si yo me quiero dedicar al fútbol”, “si no llego a la élite, me hago monitor y ya está”, “mira a tal o cual jugador, no tiene estudios y gana una pasta” suelen ser el origen del mal rendimiento académico de algunos deportistas.

En este punto, resulta necesario sensibilizarles sobre la importancia de tener una buena formación académica para su futuro profesional. En primer lugar, porque no todos los deportes tienen el mismo nivel de profesionalización, por lo que en muchos casos, los deportistas de élite tienen que compaginar su carrera deportiva con un empleo. Un ejemplo de esto es Saúl Craviotto que, a pesar de ser medallista olímpico en piragüismo, tiene que compaginar su carrera deportiva con su profesión de policía. En segundo lugar, porque la carrera deportiva suele ser muy corta, de tal manera que, un deportista, en el mejor de los casos, suele retirarse con 35-36 años, quedándole otros 30 años en los que tiene que desempeñar otras labores antes de jubilarse, y si no ha planificado esa etapa puede resultarle traumática (ver post sobre la retirada deportiva). En tercer lugar y no por ello menos importante, no todas las jóvenes promesas llegan a la élite deportiva, por lo que si no tienen una formación académica adecuada su inserción en el mercado laboral se complica considerablemente.
De igual manera, es positivo mostrar a los deportistas los beneficios que puede tener la formación académica en su rendimiento deportivo. ¿Cómo? En primer lugar, les permite desconectar durante un tiempo de su deporte. Al contrario de lo que muchos piensan, es bueno y necesario que los deportistas, al igual que descansan físicamente, lo hagan mentalmente, y los estudios pueden ser una forma adecuada para descansar la mente. En segundo lugar, les ayuda a cambiar su foco atencional, lo que puede ser útil para desbloquear ciertas tensiones o pensamientos negativos. Por ejemplo, si un deportista está nervioso semanas o días semanas antes de una competición, puede ser beneficioso que centre su atención en los estudios para evitar tener pensamientos negativos.

Pero para que esta labor de sensibilización sea efectiva, no sólo se ha de realizar desde el ámbito familiar, también ha de realizarse desde el ámbito deportivo. De hecho, los entrenadores juegan un papel fundamental. Así, se ha comprobado que en aquellos equipos en los que los entrenadores valoran y se preocupan por la formación académica de sus jugadores, pidiéndoles las notas e incluso sancionándoles cuando hay suspensos, el rendimiento en los estudios mejora.

Por tanto, una primera medida a adoptar para ayudar a compaginar estudios y deporte sería que padres y entrenadores trabajaran de forma conjunta para prevenir el absentismo en los entrenamientos por cuestiones académicas.

Si bien es menos frecuente hay que tener en cuenta también aquellas situaciones en las que los deportistas realmente tienen poco tiempo para estudiar ya que entrenan 5 o 6 horas diarias (por ejemplo, nadadores, gimnastas, tenistas, etc.). En estos casos, sería recomendable que hubiera una mayor flexibilidad en la formación que permitiera a los deportistas de alto rendimiento compaginar los estudios con el deporte. En la actualidad, existen algunas iniciativas privadas, pero si se quiere apostar por el deporte en este país sería conveniente que se establecieran unas directrices generales y se diseñaran programas de formación específica para deportistas de alto rendimiento. De esta forma, se aseguraría la continuidad de su formación académica.

Autor: EAR psicólogos

PARA NO RENDIRSE

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Si al final te flaquean las fuerzas, recuerda este decálogo para poder seguir tirando de ti:

  1. No pierdas nunca de vista lo que te apasiona. La pasión es tu motivación. ¿Por qué estás hoy aquí? ¿Por qué quieres competir? Disfruta del camino, no solo de llegar a la meta. Si no te ganas la vida con el deporte, no puedes perder nunca de vista la idea de disfrutar.
  2. Busca superarte. Pero no solo en la marca, sino en exponerte, estar ahí, pasarlo bien, conocer la ciudad o la experiencia de competir.
  3. Ponerte un dorsal siempre dispara la competitividad. No te dejes llevar por la presión, ni te exijas si te va a bloquear. La mejor manera de superarte es dejar que todo fluya, que sientas el momento, que te sumerjas y fusiones con él. Estás tú y tu deporte.
  4. No te machaques si algo no sale bien. Olvida el error y centra tu atención en el presente. Si le das vuelta a lo que acaba de ocurrir, no estarás centrado en lo que estás haciendo ahora.
  5. Enamórate de la competición. De sus sensaciones, de su entorno, incluso del sufrimiento.
  6. Controla el nivel de activación. Que no falle ni por exceso ni por defecto. La ansiedad precompetitiva y el saber que te lo juegas todo a una, elevan los niveles de ansiedad y puede generar bloqueos, tanto a nivel mental como físicos. Trabaja con alguna técnica de visualización, relajación e hipnosis que te permitan competir a tu mejor nivel.
  7. Las condiciones nunca son perfectas, tu actitud sí. No importa el rival, importas tú. Compites más con tu actitud que con tu talento.
  8. Disfruta entrenando, y entrena bien. Tus sensaciones entrenando son las que te van a dar seguridad de cara a la competición. Entrena tu actitud y cabeza porque forma parte de la competición.
  9. No olvides trabajar en tu confianza y seguridad. Dependen de lo que pienses de ti, lo que te hablas a ti mismo y los recursos que crees que tienes. Tú eres lo que tú crees que eres, ni más ni menos.
  10. La única persona que puede dejarte en el camino eres tú. Te podrán superar en calidad, en talento, en preparación física, pero en actitud, no.

Patricia Ramírez

ENTRENAR PARA LA VIDA

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Vence tus miedos y disfruta de forma plena de la vida y el deporte.

  1. Ten un pensamiento firme y orientado al éxito. Ten claro qué es lo que quieres y ve a por ello. No hay lugar para las ideas de duda. Los deportistas pueden entrenar el estilo cognitivo y elegir y automatizar los pensamientos que les van a llevar al objetivo. En lugar de «no sé si estoy preparado, hay algunos que me superan, a ver qué pasa…», debemos pensar en términos positivos y ambiciosos «yo estoy aquí porque me lo merezco, he trabajado duro y vengo a darlo todo, no permitiré que nadie me deje en el camino».

Hazte esta pregunta ¿por qué piensas en lo que puede salir mal, en aquello en lo que puedes fracasar si no es lo que deseas? Es completamente incoherente. Tu cuerpo se mueve y se dirige hacia el objetivo que elige tu cerebro. Si centras la atención en los pensamientos equivocados, tendrás mayor probabilidad de fracasar.

  1. Disfruta de lo que haces, no solo del deporte que practicas, también del trabajo y de la gente de la que te rodeas. ¿Has probado a echar sal a la vida? Escucha música, entrena, sal con gente divertida que te transmita energía, busca la parte humorística de lo que haces. La vida y el deporte son para disfrutarlos. La mayoría de las veces eres tú el que debe decidir hacerlo.

Consejo: Despliega ese radar interno, el GPS con el que buscas el placer. Sólo tienes que programar al cerebro para ello. Dirige tu atención a lo que suma alegría. Puedes utilizar alguna frase del tipo «qué a gusto estoy». Disfruta, respira, huele, toca y siente cada momento.

¡IMPORTANTE! No te olvides que en esta vida estamos de paso, y lo que no disfrutes hoy, mañana no tiene repetición. Tendrás una oportunidad distinta, otra experiencia, pero la que perdiste ayer, esa, no vuelve.

  1. Saber sufrir: resistir el cansancio, crecerte con las molestias. Tienes que ser capaz de atender las señales que te dan fuerza y desatender lo que resta durante te ejecución deportiva y durante la vida. Si quieres un trabajo mejor, debes invertir esfuerzo en combinar tu trabajo actual con la formación que necesitas para superarte. Si quieres un cuerpo esbelto y fibroso o mejorar tu marca en competición tienes que entrenar para conseguirlo. Y recuerda, quien algo quiere, algo le cuesta.
¿Sabías que la pereza nunca trae satisfacción? Cuando postergas y dejas para mañana lo que tendrías que haber hecho hoy, te sientes mal, aumenta tu ansiedad con lo que tienes pendiente y sientes que pierdes el control: ¡MÉTELE MANO YA!
  2. 4. Tener un locus de control interno que te permita sentirte confiado y seguro. El locus de control es «la atribución que haces del éxito y el fracaso». Significa entender en qué parte del éxito y del fracaso intervienes tú. Hay deportistas que dicen haber ganado porque se enfrentaron a un rival débil. En estos casos, el éxito no ha dependido del deportista, sino del rival. Mientras que otros que han ganado, dicen haberlo conseguido porque se esforzaron, estuvieron concentrados y trabajaron con intensidad. Este segundo grupo tiene un locus de control interno, el éxito depende de ellos y no de las circunstancias. Si tú has trabajado duro, has conseguido la marca o un sueño en tu vida y tu entrenamiento o perseverancia te ha llevado dónde deseabas, tienes que saber que es porque te lo has ganado y que no ha sido cuestión de suerte. Conocer tu talento, tu potencial y tus virtudes te permite explotarlas y sentirte seguro. Nadie te regala nada, eres tú quien te esfuerzas para alcanzar el premio.

Consejo: cada vez que consigas algo grande, párate y dedica un tiempo a valorar los factores de éxito ¿en qué medida has participado de esta victoria, de conseguir esta entrevista de trabajo, de ligar con esta chica? ¿Habrá sido tu perseverancia, tu experiencia laboral, tu saber estar, ser simpático…? Cuando conoces lo que te llevó a triunfar te permite volver a utilizarlo en ocasiones similares. Saber que tienes talento te confiere seguridad y confianza.

  1. ¡Tú eres grande, grandísimo!, que no se te olvide nunca. Porque si tú no piensas en ti como un potencial, como alguien con capacidad para crecer, nadie lo va a hacer por ti. El primer paso para superarte es creer que puedes hacerlo. En esta vida, en tu deporte, si no vas a por todas, no vas a nada. Eres el dueño de tu destino, tienes capacidad, talento, puedes formarte y seguir aprendiendo… que nadie decida por ti dónde puedes llegar.

¿El límite es tu puesto de tu trabajo, es tu carrera, es acaso la chica inalcanzable? Si tú no te lo propones, no hay límite. Como dice Josef Ajram «No sé dónde está mi límite. Sí sé dónde no está».

 

  1. Aprende a manejar tus emociones, tienes que ser capaz de autorregularte. No esperes una fuente de motivación externa para ponerte en marcha. Nadie mejor que tú mismo para motivarte. Si esperas que alguien venga a darte ese empujoncito, igual nunca llegas a empezar. Piensa en cómo quieres ser, en qué quieres sentir, a quién te quieres parecer…y ACTÚA. Debes imitar, como si fueras un actor, el estado emocional que saca de ti toda la fuera y la ambición del que lo da todo y trabaja al límite. Participa con corazón, furia y amor por lo que haces. Sólo así podrás superarte.
  2. Di no a lo que resta. Estás rodeado de personas tóxicas, te consumen con sus problemas, con sus indecisiones, con sus «monotemas» dramáticos. Son los que siempre tienen problemas de que hablar, pero nunca soluciones. Si pasas mucho tiempo con ellos, te terminarás mimetizando y te contagiarán su energía negativa. Revitalízate, el deporte es una de las mejores vías para hacerlo. La práctica de ejercicio físico libera endorfinas, una droga natural que mejora tu estado anímico. Y además, tiene muchos otros beneficios, como la sensación de relax, te permite relacionarte y conocer personas, y te metes en el «sano vicio» de vivir de forma saludable.
  3. Practica la paciencia y la reflexión. Esta vida no es un «aquí te pillo, aquí te mato». Cada vez que metes algo con calzador, termina por reventar por algún sitio. Trata de fluir, de intervenir en lo que depende de ti y ser paciente con las preocupaciones que no están bajo tu control. Muchas veces quieres algo ya y te anticipas, y lo que debes hacer es respetar los tiempos. Porque adelantarte y preocuparte no siempre provoca que suceda. Lo mismo ocurre en el deporte. No quieras perder peso de forma inmediata, ni pasar de tener barriga a tener abdominales en una semana. Date tiempo, y mientras consigues tu objetivo final, ¡disfruta del camino!

Consejo: Dirige tu energía a las tareas y actividades sobre las que tienes margen de maniobra, e ignora o permite que lleven su ritmo las actividades en las que tú no eres el protagonista ni puedes serlo. Un ejemplo muy sencillo es querer que la persona que te gusta te dé una respuesta ¡ya! Si te ha pedido tiempo, respétalo. Llamarla e inundarla de mensajes va a conseguir justo lo contario, que se aleje de ti.

Recuerda: «Si está para ti lo estará aunque te quites, y si no está para ti, no lo estará aunque te pongas».

  1. Di NO. Cada vez que te cargas con algo para lo que no tienes tiempo, te lo quitas a ti mismo, y dejas de respetarte, porque tu ocio también es importante, ¿o no? Cuando alguien te pide un favor, cuenta con las dos opciones: que le digas que si o que le digas que no. Si dices que no por evitar un conflicto, o porque piensas que así eres mejor persona, te equivocas. Te estás ninguneando y cuando te pongas a hacer lo que te han pedido, estarás maldiciendo pensando «con lo a gusto que estaría yo ahora nadando, sintiendo como floto en el agua, evadiéndome de mis problemas y descargándome de todo el estrés del día». 
Consejo: No confundas la solidaridad y ser buena persona con perder tu vida privada y tu tiempo de disfrute. Piensa dónde están tus límites y haz porque se respeten.

10. Aprende a competir. Esta vida es como la jungla, solo sobrevive en el más fuerte. ¡OJO! El más fuerte no es el que le pone a otro la zancadilla para subir él, sino el que trabaja con valores como la constancia, la perseverancia, sacrificio, compañerismo y solidaridad para llegar a ser cada vez mejor persona y mejor profesional. ¿A ti como te gusta ganar las carreras, porque te superas y mejoras tu marca o porque el otro se cae y te quedas sin rival? Pues eso, la victoria es mayor cuando uno se crece, se vacía y alcanza el objetivo soñado.

Patricia Ramírez / Sport Life

¿TU MOTIVACIÓN ES LA ADECUADA?

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Es raro no encuentrarse a personas que quieran mejorar ciertos aspectos de su vida. Algunas tienen una motivación externa, ésta depende mucho de un reconocimiento social. Les hace tener una motivación muy elevada; aunque sólo sea por un tiempo determinado. Otras, en cambio, se sienten muy motivadas y disfrutan con el entrenamiento diario; su objetivo es mejorar sus propias marcas. De las dos, esta última es más deseable: perdura en el tiempo y te hace ser feliz con el deporte que practicas.
Porque cuando un alumno se siente motivado tiene objetivos, estos deben ser alcanzables pero con cierto grado de exigencia. Así que lo primero que debes hacer es fijarte objetivos a corto plazo -nunca debes enfocar toda tu energía hacía el objetivo final-. La meta última se consigue superando pequeños retos. El objetivo de rendimiento se basa en el intento constante, cuantos más intentos hagas y más estrictos seas con ellos más cerca estarás de obtener resultados. Empieza por fijarte un objetivo semanal: un número de sesiones que deberás cumplir a rajatabla, con todos sus ejercicios, series y repeticiones. Más adelante, la suma de diferentes objetivos semanales te aproximará a tu objetivo final.
Es probable que en alguna etapa no seas capaz de superar alguno de estos pequeños retos. Esto también es positivo porque del error aprenderás. Debes utilizar tus fallos como una técnica de aprendizaje, para volver a intentarlo con más fuerza y seguridad. En resumen, experimentar los dos tipos de motivación puede ser muy interesante, pero sentir una motivación interna te mantendrá motivado durante más tiempo y te ayudará lograr tus pequeños objetivos. De esta manera, no sólo conseguirás tus objetivos finales si no que, además, te divertirás y amarás tu deporte.

Autor; por Manel Martínez/ Men health

LA PSICOLOGÍA DEL DEPORTE Y LAS LESIONES DEPORTIVAS.

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Numerosos deportistas e instituciones deportivas, podrían beneficiarse considerablemente, si se llevara a cabo una intervención psicológica preventiva que contribuyera a disminuir las lesiones deportivas, alertar de la importancia de la prevención y rehabilitación de las lesiones deportivas, y de las posibilidades de la psicología del deporte en éste ámbito.

La lesión deportiva es uno de los obstáculos más importantes para el exitoso rendimiento de un deportista, ya que es una fuente de tensión, dolor, dudas y sufrimiento para el deportista.

Hay un doble efecto que se produce en caso de lesión deportiva en un atleta profesional:

Dolor, y disfunción física
Factores de orden psicológico, social, laboral y económico
Variables que pueden influír en las lesiones deportivas:

Falta de buena base física
Mal estado de los campos (lesiones musculares)
Campeonatos cortos (no se puede hacer pre-temporada)
Demasiadas competencias (no hay margen para una buena recuperación)
Genéticas (tendencia a ciertas lesiones)
Sociales (saber comer)
Estrés (demasiadas presiones)
Apuro por volver (no se respetan los plazos de rehabilitación)
Cambios de cuerpo técnico (distintas formas de trabajar
Derrota y clima negativo
Sub-motivación (problemas personales, contractuales, de dinero, etc.)
Juego más violento (a mayor potencia, choques más duros)
Otras enfermedades (gripe, trastornos hepáticos, etc.)
La variable psicológica más relevante en lo referente a las lesiones es el estrés.
El estrés es una respuesta compleja que puede estar presente antes, durante, y /o después de la lesión.

Variables personales relacionadas con las lesiones

Historia de lesiones personales
Ansiedad – rasgo (principalmente relacionada con la actividad deportiva)
Falta de apoyo social
Baja motivación de logro
Baja autoconfianza
Baja autoestima
Tendencia al pesimismo
Sistema rígido de creencias y actitudes
Sub-motivación
Sobre-motivación
Falta de dedicación a medidas preventivas (elongar, vendarse, etc)
Alimentación inapropiada (por exceso o defecto)
Carencias en el equipamiento personal para hacer deporte(por ejemplo: calzado inapropiado, no utilizar canilleras o protectores, etc.)
Gracias a una preparación mental adecuada y preventiva, el deportista que sufriese realmente una lesión, sería capaz de controlar la situación desde el punto de vista emotivo, sin dejarse llevar por comportamientos a menudo autoperjudiciales, porque serán menos intensas las reacciones de ansiedad y más cooperativa será su participación. Será más protagonista y menos pasivo en su recuperación.

La interrupción de la actividad provoca la suspensión de la habitual dosis cotidiana de cansancio, induciendo insomnio, inapetencia, estreñimiento y astenia, sensaciones éstas que son muy desagradables para quién está habituado a sentirse siempre en perfecta forma; la inactividad forzada produce depresión, sentimientos hostiles hacia quién eventualmente fué responsable de la lesión, envidia hacia los compañeros que siguen compitiendo, y preocupaciones en el sentido de no recuperarse plenamente.
Todos estos son buenos motivos para que éste deportista, que atraviesa una fase particularmente delicada en relación con su trabajo, deba ser preparado de manera adecuada para afrontarla de modo convincente.

Según sean su gravedad y el momento en el que se producen, las lesiones provocan dolor e incomodidad, interrumpen la actividad habitual del deportista y exigen un cambio en su estilo de vida; provocan incertidumbre, inseguridad, preocupación y reacciones emocionales perjudiciales como irritabilidad, enfados, ansiedad o depresión. En ocasiones conllevan hospitalizaciones e intervenciones quirúrgicas, requieren un tratamiento que, en algunos casos, es lento y doloroso, a veces con recaídas que provocan frustración e impotencia, afectan a los familiares y a las personas más allegadas del futbolista lesionado, pues deben sufrir el estado emocional de éste y adaptarse a su estilo de vida para poder ayudarle, y en ocasiones, suponen un deterioro crónico o una incapacidad permanente que impiden al deportista lesionado ser el mismo de antes.

Por tanto, el daño fisiológico que constituye la lesión, no es el único problema del deportista lesionado, sino que existen otros que pueden afectar su bienestar e influir, negativamente, en la recuperación de la lesión.

A menudo, los entrenadores, al no tener unos conocimientos específicos y profundos sobre las lesiones, se olvidan del deportista y lo dejan solo en su largo periplo con los distintos profesionales que le puedan estar tratando como son el médico, el fisioterapeuta, el psicólogo deportivo, etc. Es importante que esto no ocurra, porque el entrenador puede desempeñar un papel muy importante que beneficiará la recuperación de sus deportistas lesionados. Para ello, el entrenador puede aplicar una serie de estrategias específicas que debería utilizar en cada una de las fases de la intervención psicológica post- lesión.

A partir de este momento, el entrenador, en compañía del médico y el fisioterapeuta debe de responsabilizar al deportista de la recuperación de su lesión para que el propio deportista tome un papel activo en este proceso; hacerle ver que sin su ayuda (la del deportista), el médico y el fisioterapeuta muy poco pueden hacer, hay que explicarle de antemano, que pueden haber momentos buenos y momentos malos, momentos en los que no se progresará mucho o se avanzará lentamente, pero que son fases normales por las que hay que pasar.

El entrenador, una vez que ha trabajado sobre el impacto psicológico de la lesión con el deportista (siguiendo las recomendaciones del fisioterapeuta y/o del psicólogo), podría buscar el apoyo social de las personas que rodean al deportista; comentar con los compañeros del equipo el tipo de lesión que sufre y que le den todo su apoyo, como a anteriores compañeros lesionados y hablar con los padres. Todo el círculo social del deportista debe intervenir para dar ánimo, ayudar al deportista a realizar la rehabilitación tanto anímica como logísticamente (llevarlo a los entrenamientos, sesiones fisioterapia,…), todo esto evitando, como no, el exceso de atención que podría volverse contra el deportista, respecto a no querer salir de la situación de lesionado por que todo el mundo esta pendiente de él y se le “mima” mucho.

El entrenador, desde su competencia, también puede intervenir para mejorar la motivación y autoconfianza del deportista que se debilita tras su cambio de situación, de jugar, a estar lesionado. Para ello no hay que lanzar falsas expectativas al deportista, debemos de informarle de cuáles son los beneficios de la intervención, que es, la recuperación para volver a jugar, pero que ello conlleva unos costes, a corto, medio y largo plazo. Como he comentado anteriormente hay que ser realista y para ello nos pueden servir y ayudar modelos de deportistas que hayan pasado antes por esa misma situación, de forma que el deportista lesionado perciba que también él puede superar la lesión.

Otro aspecto que mejora la motivación y la autoconfianza del deportista lesionado, es que éste participe conjuntamente con el psicólogo, fisioterapeuta y el entrenador en las decisiones sobre los objetivos y los planes de su recuperación, para que el deportista lesionado no se desmotive en todo el proceso; es importante, en este sentido establecer objetivos finales, objetivos intermedios y objetivos inmediatos que se deben establecer en el proceso de recuperación.

El entrenador debe intentar junto con el psicólogo, controlar las expectativas que las personas cercanas al deportista esperan de él, informando y asesorando sobre la importancia de dejarle avanzar poco a poco y no presionarle, y a la vez se puede preparar al deportista para que maneje las expectativas de los demás y no le afecten negativamente.

Además debemos prevenir el miedo que pueda presentar el deportista a lesionarse de nuevo y que el entrenador, junto a los demás especialistas, establezcan medidas preventivas que fortalezcan la autoconfianza.

El psicologo puede aprovechar el periodo de la lesión para tratar de fortalecer la autoconfianza del deportista y hacer percibir al deportista que su valor como persona no depende de su éxito deportivo, ya que suelen confundir sus éxitos o fracasos deportivos como éxitos o fracasos personales.

Otro tema que debe tratar el entrenador junto al psicólogo deportivo es aliviar las expectativas de los más allegados al deportista, que pueden esperar mucho del deportista y este tiene miedo a defraudar y por eso se lesiona con frecuencia para evadirse de la presión.

En definitiva, es importante que exista la posibilidad que halla unas buenas vías de comunicación y colaboración entre todos los distintos profesionales que tratan al deportista, médico, fisioterapeuta, psicólogo deportivo, entrenador, entrenador ayudante, etc., porque cada uno, desde su parcela, puede actuar en cada una de las distintas estrategias a utilizar en cada una de las intervenciones psicológicas post – lesión que puedan surgir a lo largo de la temporada, con la intención de mejorar el funcionamiento mental y general de los deportistas lesionados, reducir el tiempo y mejorar la calidad de la rehabilitación de las lesiones, ayudar a los deportistas a prepararse psicológicamente para su reaparición, prevenir y eliminar la tendencia de algunos deportistas a evitar la recuperación, ayudar a los deportistas que deben competir aún estando lesionados, prevenir recaídas y otras lesiones, etc.
El corredor popular utiliza la mayor parte de su tiempo libre, por no decir todo, a entrenar. Se entrena el cuerpo y sin saberlo, entrena la mente.
Podemos pensar que sólo los atletas profesionales hacen una preparación psicológica, pero nos equivocaríamos, también los “populares” lo hacen.

Qué piensan los lectores de esos entrenamientos a deshoras, en días de calor o frío, con lluvia, viento, esos madrugones y todo eso después de atender las tareas diarias, las familiares y sociales…., ¿sería posible hacerlo sin una buena preparación mental?

Si nuestra respuesta es NO, aceptamos que existen aspectos psicológicos que influyen y están presentes en el entrenamiento y en la competición. Así mismo, estos factores psicológicos también están presentes en las LESIONES.

Pueden influir en la aparición de la lesión, en su evolución y/o en su recuperación.
Las lesiones, según la gravedad y el momento en el que se producen, provocan diferentes tipos de sentimientos y emociones. A parte del dolor y la incomodidad física.

La primera circunstancia que se produce con la aparición de una lesión es la interrupción de la actividad a la que tanto tiempo dedicamos, con lo cual, aparece una sensación importante de “vacío”. Se produce incertidumbre, inseguridad, preocupación y otras reacciones emocionales como irritabilidad y ansiedad. Todas estas sensaciones van a tener que ver en el proceso de recuperación de la lesión.

En la mayoría de las lesiones aparecen sensaciones, que seguro alguno de vosotros identifica:

RABIA. Nos preguntamos ¿por qué nos ha pasado?
Normalmente al principio NO se ACEPTA la gravedad de la lesión. Se origina una NEGACIÓN de la misma.
El deportista está en un estado de IRRITABILIDAD, en muchos casos por que no se avanza según se había pensado y por tanto en ocasiones se reacciona de forma negativa hacia personas allegadas.
A veces existe desanimo, por lo que se produce una falta de implicación para hacer los ejercicios propuestos por Fisios, Médicos…
Inseguridad por no saber si será capaz de recuperarse.
Como vemos se produce un impacto psicológico que en muchos casos el deportista puede controlar y en otros no.
Enumeraremos algunas directrices que nos pueden ayudar al control en los momentos en los que nos encontramos lesionados:

A)- Estar informados de la lesión o repercusión de la misma. Es primordial acudir a un especialista. (médico, fisio). Es importante saber las características de la lesión, el tiempo previsto de recuperación y el papel que desempeña el deportista en el proceso de recuperación.
Si la realidad es negativa, probablemente, nos encontremos peor psicológicamente, pero aceptando la situación y sabiendo qué nos espera se adquiere mayor fortaleza psicológica, que nos ayudará en el proceso.
B)- Nos debemos responsabilizar de la recuperación. Afrontar que la evolución depende en gran medida del deportista. Se debe adoptar un papel activo en la recuperación para controlar dicho proceso.
C)- Anticipar los malos momentos. Probablemente en la recuperación habrá momentos malos (recaídas, dudas, desanimo) que son normales en la evolución de una lesión, se debe seguir adelante a pesar de estos momentos.
D)- Es importante disponer de apoyo social, familiares, amigos, compañeros de entrenamiento. Pero hay que tener cuidado con el exceso de animo, ya que puede crear falsa expectativas.
E)- Conviene tener un plan de actividades para aprovechar el tiempo que antes invertíamos en entrenar. De esta forma habrá menos tiempo para lamentar la “mala suerte”.

En toda recuperación aparecen 2 piezas claves MOTIVACIÓN Y AUTOCONFIANZA, ambas deben ser fortalecidas al mismo tiempo.
La primera, se debe despertar en el deportista el interés por recuperarse y en implicarse en las tareas que le ayuden a conseguirlo. Y, la segunda se refiere a la CONFIANZA SINCERA del atleta en sí mismo, asumiendo que será capaz de recuperarse gracias a su propio esfuerzo siguiendo las indicaciones de los especialistas.

Algunas de las formas en las que se pueden fortalecer ambas, entre otras, pueden ser el establecimiento de objetivos (realistas y desafiantes), participando activamente en el proceso de recuperación, establecer objetivos de resultado y de realización.

En definitiva, una actitud realista y responsable ante una lesión puede hacer que el tiempo de recuperación sea el establecido y que la evolución de la misma sea más llevadera y produzca el menor impacto emocional posible en la vida del deportista.

Sería maravilloso encontrar la fórmula para que las lesiones no interrumpieran el desarrollo deportivo de una persona, pero esto sería una FANTASÍA inalcanzable. Lo que sí está en nuestras manos es poder controlar ese proceso y espero que después de la lectura de este artículo sea así.

Autores: Pilar Balcells Carnevali, psicóloga y editora de la sección salud mental en el deporte de la revista Salud mental.
Lars Fernández Rodríguez, entrenador deportivo y co-creador de Be fit now

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