Los tatamis se emplean para revestir los suelos de las habitaciones de estilo japonés en los hogares, en los ryokan, los restaurantes, los templos budistas y las salas para la celebración de la ceremonia del té, entre otros. Originarios de Japón, constituyen un elemento indispensable en el día a día más tradicional del pueblo de este país, ya que es posible sentarse directamente sobre ellos, o colocando un cojín, e incluso dormir extendiendo un futón.
La composición
En Japón, los suelos se revisten tradicionalmente con tatamis. En la actualidad, los hogares del país cuentan con habitaciones tanto de tatami como de parqué, siendo las primeras de estilo japonés. Además, los tatamis se emplean en las estancias donde se lleva a cabo la ceremonia del té. Por norma general, tienen 182 centímetros de largo y 91 de ancho; para revestir una habitación se suelen utilizar entre tres y ocho tatamis. Cada tatami consta de tres partes: tatamidoko (interior), tatamiomote (exterior) y tatamiheri(lateral).
El tatamidoko es una plancha con un grosor aproximado de 5 centímetros que se elabora tejiendo paja de arroz. Sin embargo, en los últimos años, problemas como la caída del suministro de paja y la proliferación de moho y ácaros por el uso de este material se han traducido en un uso extendido del poliestireno extruido y las fibras blandas.
El tatamiomote se elabora con tallos de junco. Los juncos son la urdimbre que se trama con hilos de cáñamo o seda. Recientemente se utiliza también papel o plástico, además del junco, que en muchos casos procede de China por su precio asequible. Cuando el tatami es nuevo, destaca por su verdor y su aroma, pero el color se va desgastando con el uso. Si la superficie sufre daños, esta se puede revestir, de modo que es posible utilizar el mismo tatami durante decenas de años.
El tatami es relativamente elástico y destaca por su capacidad de aislamiento térmico, así como por la comodidad de poder caminar descalzo sobre él y su utilidad para regular la humedad.
El tamaño
Los tatamis suelen ser rectangulares, aunque también existen cuadrados. Respecto al tamaño, este difiere ligeramente en función de la región, si bien en la actualidad suelen emplearse modelos de pequeñas dimensiones en los apartamentos y otras viviendas. En muchos casos, se utiliza el número de tatamis para expresar la extensión de un cuarto. Por lo general, las habitaciones de estilo japonés suelen ser de 3, 4, 5, 6 y 8 tatamis.
La historia
Aunque muchos aspectos de la cultura japonesa proceden de China, se cree que el tatami se originó en el archipiélago nipón. El tatami más antiguo de Japón que se conserva a día de hoy data de mediados del siglo VIII y se conserva en el Shōsō-in, un edificio del templo Tōdai, en Nara.
En el período Heian (794-1185), los tatamis se empleaban en las residencias de los nobles; se colocaban a modo de cojín o cama, según fuera necesario, sobre los suelos de madera. Su uso se extendió desde finales del siglo XII hasta mediados del siglo XVI, del mismo modo que se emplean en la actualidad, esto es, para revestir el suelo en su totalidad. Las clases populares comenzaron a utilizarlos a mediados del período Edo (1603-1868). Los tatamis llegaron a todos los pueblos agrícolas a partir de la era Meiji (1868-1912).
El presente
Tras la Segunda Guerra Mundial, los japoneses occidentalizaron sus costumbres, pero las habitaciones con tatami siguieron constituyendo el núcleo de las viviendas durante muchos años. Los hogares en los que se prescindía de estas estancias comenzaron a proliferar en torno a 1990, época en la que el parqué cobró popularidad.
Según una asociación de la prefectura de Kumamoto –la primera del país en producción de junco– dedicada a la venta de este material, la demanda de tatamiomote se ha reducido hasta un tercio, esto es, de 45 millones de unidades en 1993 a 14,9 millones en 2012.
Los futones se colocan sobre el tatami a la hora de dormir. Durante el día, se guardan en el armario empotrado.
Sin embargo, las habitaciones de parqué pueden resultar frías y su suelo, ruidoso, de ahí que recientemente haya resurgido el tatami. Los nuevos modelos, coloridos, están cobrando popularidad; también se colocan los tatamis directamente sobre la madera y se fabrican con otros materiales aparte del junco.
El tatami, que se transforma en silla o cama colocando sobre él un cojín o futón, permite llevar una vida simple sin apenas muebles. Si se pone cuidado en la elección de los materiales empleados en su elaboración, todos ellos se podrán biodegradar cuando uno se quiera deshacer de él. Se trata de un material de construcción inocuo con el medio ambiente.
Imagen del encabezado: habitación tradicional japonesa con tatami, una mesa baja y cojines para sentarse
(Traducción al español del original en japonés)
En estas antiguas fotografías de la década de 1910 podemos apreciar a una Oiran y a una Maiko o aprendiz de Geisha.
La Oiran era una mujer altamente refinada y entrenada en todas las artes aunque su principal servicio era el sexual, en pocas palabras eran prostitutas de élite.
Por otro lado las geishas y maikos son mujeres entrenadas en las artes tradicionales para entretener en reuniones y banquetes. Desde que apareció el oficio de la Geisha (literalmente “persona de las artes”) se les prohibió estrictamente ofrecer servicios sexuales a pasar de ser muy buscadas por su belleza.
Ambos oficios eran muy bien diferenciados por los japoneses, y más en una época en la que todas las mujeres vestían kimono.
Las oiran usaban un determinado peinado y ciertos ornamentos muy ostentosos característicos de su oficio, la característica más importante es que ataban su kimono por el frente para facilitar desvestirse. En la fotografía apreciamos su kimono casual, ya que el kimono que usaban para ver a sus clientes era bastante llamativo y elegante.
Por otro lado las maikos usaban kimonos sencillos a comparación de la Oiran, pero característicos por sus diseños y colores propios de una geisha.
Las geishas fueron una dura competencia para las oiran en lo que se refiere al entretenimiento con las artes, ya que en un principio la oiran ofrecía lo mismo que una geisha solamente que incluía el acto sexual. Contratar una oiran era señal de prestigio ya que sus servicios eran sumamente caros, incluso la oiran desfilaba junto a su séquito a casa de sus clientes.
Con la posterior aparición de las geishas la gente común tuvo mayor acceso a contratar a alguien experto en las artes y esto provocó que tanto la gente adinerada comenzara a preferirías para a animar sus reuniones.
El oficio de la Oiran fue declinando hasta que desapareció definitivamente con la prohibición de la prostitución en la Constitución de Japón tras la Segunda Guerra Mundial.
Como dato, durante la ocupación estadounidense muchas oiran y prostitutas comunes se hacían pasar por geishas ante los soldados norteamericanos, creando el mito de que las geishas también ofrecían servicios sexuales. Cosa que es totalmente prohibida en el mundo de las geishas.
Los errores de etiqueta más comunes al comer con los palillos
(por orden según el silabario japonés)
🥢 あげ箸 Agebashi
Levantar los palillos por encima de la boca.
🥢 洗い箸 Araibashi
Lavar las puntas de los palillos con la sopa o la bebida.
🥢 合わせ箸 Awasebashi (también conocido como 拾い箸 hiroibashi o 箸渡し hashiwatashi)
Pasar los alimentos de unos palillos a otros. El término deriva de la práctica de pasar los huesos de un difunto entre palillos cuando se recogen sus restos después de la cremación.
🥢 受け箸 Ukebashi
Repetir plato mientras se sostienen los palillos en la mano.
🥢 移り箸 Utsuribashi (también conocido como 渡り箸 wataribashi)
Poner los palillos solo en el mismo plato. La manera correcta es comer una guarnición después de llevar el arroz a la boca, y luego volver a comer el arroz antes de comer otra guarnición.
🥢 うら箸 Urabashi (también conocido como そら箸 sorabashi)
Devolver la comida que se ha tomado con los palillos sin quedarse con ella.
🥢 拝み箸 Ogamibashi
Sujetar los palillos con las dos manos juntas como si se estuviera adorando. Se considera de mala educación sostener cosas al juntar las palmas de las manos para una oración, y es tabú sostener los palillos en adoración mientras se dice “Itadakimasu”.
🥢 押し込み箸 Oshikomibashi (también conocido como 込み箸 komibashi)
Empujar la comida a las profundidades de la boca con los palillos.
🥢 落とし箸 Otoshibashi
Dejar caer los palillos que se sostienen mientras se come.
🥢 返し箸 Kaeshibashi (también conocido como 逆さ箸 sakasabashi)
Al servirse la comida de un plato grande, los palillos se sostienen al revés para que las puntas que se han llevado a la boca no toquen la comida.
🥢 かき箸 Kakibashi (también conocido como かき込み箸 kakikomibashi)
Poner la boca en el plato y empujar la comida con los palillos. También puede referirse a la acción de rascarse la cabeza y otras partes del cuerpo con palillos.
🥢 かみ箸 Kamibashi
Morder los palillos.
🥢 くわえ箸 Kuwaebashi
Sostener los palillos con la boca.
🥢 こじ箸 Kojibashi (también conocido como ほじり箸 hojiribashi)
Tomar los alimentos del fondo del plato y no de la superficie.
🥢 こすり箸 Kosuribashi
Frotar los palillos desechables para quitar las astillas.
🥢 探り箸 Saguribashi
Remover la comida con los palillos para inspeccionar el interior.
🥢 刺し箸 Sashibashi (también conocido como 突き箸 tsukibashi)
Pinchar la comida con los palillos.
🥢 指し箸 Sashibashi
Señalar a una persona u objeto con los palillos.
🥢 じか箸 Jikabashi
Compartir un plato de comida, por ejemplo, con los propios palillos.
🥢 透かし箸 Sukashibashi
Comer pescado sin quitarle las espinas, buscando la carne por debajo de estas.
🥢 せせり箸 Seseribashi
Pinchar la comida repetidamente con los palillos.
🥢 そろえ箸 Soroebashi
Alinear las puntas de los palillos contra el bol o la mesa del comedor.
🥢 たたき箸 Tatakibashi
Golpear el bol con los palillos.
🥢 立て箸 Tatebashi (también conocido como 突き立て箸 tsukitatebashi, 仏箸 hotokebashi)
Clavar los palillos en el arroz.
🥢 違い箸 Chigaibashi
Utilizar cada palillo de un material diferente (bambú y madera).
🥢 ちぎり箸 Chigiribashi
Sujetar un palillo en cada mano y desmenuzar la comida.
🥢 調伏箸 Chōbukubashi
Colocar las puntas de los palillos hacia la derecha.
🥢 涙箸 Namidabashi
Hacer gotear el jugo de la comida de las puntas de los palillos.
🥢 握り箸 Nigiribashi
Comer estrujando los palillos.
🥢 ねぶり箸 Neburibashi
Lamer los palillos.
🥢 橋箸 Hashibashi (también conocido como 渡し箸 watashibashi)
Los palillos se colocan sobre la vajilla a modo de puente. Esto es una señal de “no voy a comer más”.
🥢 はね箸 Hanebashi
Apartar con los palillos la comida que no quiere comer.
🥢 振り上げ箸 Furiagebashi
Levantar las puntas de los palillos por encima del dorso de la mano.
🥢 振り箸 Furibashi
Sacudir el jugo y los pequeños alimentos adheridos a las puntas de los palillos.
🥢 惑い箸 Madoibashi (también conocido como 迷い箸 mayoibashi)
Mover los palillos sobre la comida, preguntándose cuál comer.
🥢 回し箸 Mawashibashi
Revolver la sopa con los palillos.
🥢 もぎくわえ Mogikuwae
Al mover los platos, los palillos se sostienen horizontalmente en la boca, sin colocarlos en la mesa.
🥢 もぎ箸 Mogibashi
Comer granos de arroz u otras cosas pegadas en los palillos como si los estuviera arrancando.
🥢 持ち箸 Mochibashi
Sujetar los palillos y el plato con una sola mano al mismo tiempo. Se debe sujetar el plato con ambas manos y colocarlo a continuación en la mano izquierda. Luego, levantar los palillos con la mano derecha y colocarlos entre los dedos anular y meñique de la mano izquierda, y volver a sujetar los palillos desde abajo con la mano derecha.
🥢 楊枝箸 Yōjibashi
Utilizar los palillos como si fueran mondadientes.
🥢 横箸 Yokobashi
Utilizar los palillos juntándolos para tomar la comida como si fuera una cuchara.
🥢 寄せ箸 Yosebashi
Acercarse el plato con los palillos.
Oiran, las antiguas cortesanas de Japón
Las Oiran eran cortesanas de alto rango cuyo propósito era el de entretener y proporcionar placer a sus clientes, los cuales eran personas poderosas y adineradas. De hecho, las Oiran eran las que elegían a sus clientes, no cualquiera podía pagar los costosos servicios de una Oiran.
Las Oiran eran un referente de belleza, sus kimonos eran muy ostentosos al igual que los adornos de sus peinados (Datehyougo), ingeniosamente colocados para demostrar su rango y estatus. Una característica que las diferencía entre las Geishas es el obi: las Geishas y Maikos lo llevan anudado detrás del kimono y muy apretado para que no se suelte, mientras que las Oiran lo llevan anudado delante y flojo para que se pudiera soltar sin problema.
Las Oiran además de los conocimientos como poesía, ceremonia del té, caligrafía, etc. Eran instruidas para adquirir habilidades de seducción y sensualidad. Aprendían danzas, formas de caminar y movimientos elegantes para llamar la atención de sus clientes. Siempre estaban acompañadas por unas niñas llamadas Kamuro. De igual manera, cuando una Oiran tenía que ir de un barrio a otro, se desplazaba en una gran procesión junto a una buena servidumbre compuesta por hombres y mujeres que la proveían de todo lo que necesitaba.
Tarjetas de Visita
La etiqueta japonesa no solo se aplica a eventos específicos o formalidades. Las acciones del día a día también requieren el cumplimiento de protocolos. Tal vez una de las costumbres japonesas más conocidas en el mundo de los negocios sea el hábito de intercambiar tarjetas de visita en reuniones y encuentros de trabajo.
Meishi
El meishi (名刺), como se denomina en Japón, si se entrega de la manera correcta, equivale a una buena presentación personal y también denota profesionalismo. Es conveniente que este material contenga información como el nombre, el puesto ocupado e información de contacto. En primer lugar, hay que esperar el momento mejor y más adecuado para ofrecer la tarjeta, que dependerá del número de personas presentes en el momento y de los cargos que ocupen.
Durante el intercambio, que se produce de forma jerárquica, es necesario seguir algunos pasos para que la actitud no se considere irrespetuosa. El primero en ofrecer su tarjeta debe ser quien esté como invitado/visitante y que tenga el mayor nivel jerárquico, al anfitrión de mayor poder, y así sucesivamente. Para que la acción se lleve a cabo de una manera acorde con la etiqueta, es conveniente sostener el meishi con ambas manos, estar atento a la posición de los dedos asegurándose de no cubrir ninguna información y, al entregarlo, curvarse ligeramente en señal de respeto. Quien lo reciba, debe inclinarse y sostenerlo con reverencia de la misma manera. También es de respeto agradecer formalmente y leer la tarjeta ofrecida con atención e interés.
Geishas: mitos y verdades
Las geishasno son prostitutas. Lo afirman ellas de manera tajante y lo corroboran las leyes japonesas. En 1958, tras prohibirse oficialmente la prostitución en Japón, muchos burdeles se camuflaron tras la etiqueta de spas o baños turcos.
A las geishas no les hizo falta adaptarse. Imperturbables, siguieron con su oficio centenario: la ley no iba con ellas y nadie habría osado molestarlas. Si un occidental tiene el raro privilegio de asistir a un banquete con geishas y espera intimar con alguna de ellas al final de la velada, casi con toda seguridad quedará decepcionado.
A pesar de ello, los padres japoneses suelen oponerse a que sus hijas ingresen en “el mundo de la flor y el sauce”, celosamente preservado, pero no del todo respetable. Por más elegante, tradicional, inofensivo e incluso trasnochado que resulte hoy el erotismo de las geishas, estas acompañantes femeninas siguen dejando tras de sí un aroma a fruta prohibida.
En realidad, lo sagrado y lo profano, el arte y la prostitución, anduvieron revueltos durante mucho tiempo en la cultura nipona. Geisha significa artista, persona (sha) que domina un arte (gei).
Siglos antes de que se acuñara el término ya existían mujeres que vivían del espectáculo, como las bailarinas que actuaban para los samuráis en el siglo XII. Pero, en general, y durante mucho tiempo, las mujeres que interpretaban música o bailaban en público solían ser sacerdotisas, camareras o meretrices.
A veces, estas últimas habían sido lo primero: las sacerdotisas de los templos sintoístas debían ser vírgenes; si incumplían este compromiso y perdían su puesto, no era raro que pidieran trabajo en las casas de té de los alrededores, que acogían a peregrinos con ganas de diversión. Izumo no Okuni, la primera bailarina célebre de Japón, era, o al menos eso aseguraba, una de estas sacerdotisas sintoístas.
El sogún decretó que el teatro kabuki fuera interpretado solo por hombres adultos para evitar reyertas, amoríos y redes de prostitución.
Hacia 1603 formó la primera compañía de teatro kabuki de la que se tiene noticia, reclutando a sus coristas entre mujeres de dudosa reputación de los bajos fondos de Kioto. Aunque inspiradas en el folclore religioso tradicional, sus danzas resultaban intensamente provocativas, tanto que, a menudo, los espectadores terminaban peleándose a golpes por las actrices.
En 1628, el sogún prohibió el kabuki femenino, y las bailarinas fueron remplazadas por atractivos quinceañeros. El resultado fue el mismo: reyertas, amoríos y redes de prostitución.
Finalmente se decretó que el kabuki fuera interpretado en exclusiva por hombres adultos, una norma que se mantiene en la actualidad.
Las numerosas imitadoras de Okuni buscaron nuevas formas de ganarse la vida, bien como instructoras de música y danza en casa de los nobles samuráis, bien como prostitutas con o sin licencia.
La licencia era necesaria para todo en la rígida organización social del período Edo. Incluso para abrir un burdel. Durante el siglo XVII, en las afueras de las principales ciudades niponas se erigieron barrios amurallados dedicados por entero al placer. Al placer de los clientes, por supuesto.
En las afueras de las principales ciudades niponas se erigieron barrios amurallados dedicados por entero al placer de los clientes.
Para los hombres que los frecuentaban, lugares como Yoshiwara, en Edo (actual Tokio), Shimabara, en Kioto, o Shinmachi, en Osaka, eran auténticos paraísos. Allí podían relajarse, beber, flirtear e incluso enamorarse, todo un lujo en un país donde los matrimonios eran concertados y nadie esperaba una chispa de pasión entre esposos.
Retrato de Ieyasu Tokugawa, s. XVII
Un mundo flotante
El éxito de estos barrios fue arrollador gracias al auge de una nueva clase social, la burguesía. Con mano firme, el régimen del sogunato Tokugawa acababa de zanjar siglos de escaramuzas y guerras civiles. Por fin, los japoneses podían dedicar sus esfuerzos a prosperar.
Formalmente, la sociedad seguía dividida en castas feudales: el pueblo debía besar el suelo al paso de los grandes señores y los samuráis tenían derecho a rebanar el cuello de cualquier individuo de rango inferior.
En la escala oficial, los comerciantes estaban por debajo de los campesinos. Pero en la práctica muchos mercaderes rivalizaban en opulencia con las familias de la rancia nobleza. En su vida diaria debían fingir humildad, sobornar a funcionarios y andarse con ojo para no ser expropiados.
En los barrios de placer, en cambio, la cuna no importaba, solo contaba el dinero. Era un mundo mágico donde, por unas horas, los plebeyos vivían como señores, adulados y mimados hasta la exageración por muchachas ataviadas como princesas. Un estilo de vida hecho de ilusiones fugaces, que en 1661 el escritor Ryoi Asai bautizó como ukiyo, “el mundo flotante”.
La vida en los barrios de placer no era ningún cuento de hadas para sus habitantes femeninas.
Para sus habitantes femeninas, la vida en el mundo flotante no era ningún cuento de hadas. Tenían terminantemente prohibido pisar el exterior y estaban sujetas a contratos draconianos y deudas inagotables, que las obligaban a prostituirse hasta el final de su juventud.
Generalmente eran hijas de campesinos que las cedían a cambio de dinero, convencidos de que allí, al menos, tendrían asegurado un techo, comida y ropa. Llegaban siendo niñas y pasaban sus primeros años trabajando como criadas.
La mayoría acababan como prostitutas del montón, sentadas tras las celosías de los burdeles comunes, esperando a ser escogidas por los transeúntes. Pero si eran especialmente bonitas y demostraban talento podían empezar como aprendizas acompañando a lasgrandes cortesanas a modo de séquito, y convertirse, a su vez, en cortesanas de alto rango.
Las grandes cortesanas únicamente estaban al alcance de los más poderosos y, aunque vivían confinadas y endeudadas como las demás, eran verdaderas estrellas mediáticas. Aparecían retratadas en los ukiyo-e, estampas románticas o picantes, populares incluso entre las amas de casa.
Ukiyo-e que representa una geisha del barrio de Gion, en Kioto, c. 1800-33
Envueltas en capas y capas de vistosas telas, ceñidas con gigantescos fajines anudados por delante, causaban sensación. Las grandes damas respetables copiaban sus peinados, un empeño nada fácil: con sus geometrías imposibles y su profusión de peinetas, pasadores, pompones, campanillas y abalorios, a la mismísima María Antonieta le habrían parecido recargados.
Una cortesana debía poseer ingenio y talento, además de sex appeal . Antes de que existieran las geishas, las cortesanas aprendían danza, música y poesía para agasajar a sus clientes.
Por supuesto, también se las adiestraba con habilidades de alcoba, y a menudo eran ávidas coleccionistas de ilustraciones eróticas explícitas. No era fácil llegar a ser una de ellas, y tampoco lo era convertirse en su amante.
Las grandes cortesanas podían permitirse el lujo de rechazar un cliente y jamás se acostaban con ninguna antes de la tercera noche.
Se pagaban fortunas por la mera compañía de una cortesana. Por otro lado, para ganarse sus favores era preciso cortejarlas. Podían permitirse el lujo de rechazar a un cliente y jamás se acostaban con ninguno antes de la tercera noche.
Una auténtica profesional sabía enamorar a los hombres y azuzar su deseo mostrándose relativamente inalcanzable.
No vivían únicamente del sexo mercenario, sino de ofrecer romance. Con el tiempo, las cortesanas de lujo se concentraron en la seducción y dejaron las artes musicales en manos de los geishas, hombres que entretenían a los clientes bailando, tocando el shamisen, un instrumento esencial en la música tradicional japonesa, o haciendo chistes subidos de tono. El de geisha fue, inicialmente, un oficio masculino.
Geisha tocando el shamisen, c. 1870
De meretriz a artista
Fuera de los barrios oficiales la prostitución era ilegal. Por supuesto, eso no implica que no existiera. Había empleadas de conducta equívoca en casas de té y baños públicos. También proliferaban bailarinas adolescentes cuyos favores a veces se podían comprar.
En 1750,una mujer se autodenominó geisha. Se llamaba Kikuya, y era una prostituta ilegal del barrio de Fukagawa, en Edo, decidida a dignificar su profesión promocionando su talento para el canto y la danza.
Alentadas por su éxito, muchas mujeres siguieron su ejemplo. Pronto las geishas (o geiko , como aún se las conoce en Kioto) hicieron furor. Eran chic, más independientes que las cortesanas oficiales, estaban sujetas a menos formalidades y entretenían mejor a su clientela.
A regañadientes, los distritos oficiales decidieron conjurar esta amenazadora competencia contratando a sus propias geishas femeninas. Les impusieron estrictas normas: solo podían lucir tres adornos en el cabello, mientras que sus quimonos debían anudarse a la espalda y ser mucho menos vistosos que los de las cortesanas. Y, lo más importante, debían limitarse a cantar y bailar. Bajo ningún concepto podían tocar a un cliente.
Hacia 1800 había tres geishas femeninas por cada artista masculino, y la palabra geisha pasó a designar exclusivamente a mujeres.
Todas estas medidas, que pretendían proteger el negocio de las cortesanas, sirvieron únicamente para hacer de las geishascriaturas más sobrias,más elegantes y más respetables que las prostitutas, y no por ello menos deseadas.
Hacia 1800 había tres geishas femeninas por cada artista masculino, y la palabra geisha pasó a designar exclusivamente a mujeres. Las redadas que combatían la prostitución en los barrios ilegales pasaban de largo ante las geishas. Había nacido una nueva profesión.
A mediados del siglo XIX, una velada elegante en un distrito legal discurría siguiendo un ritual preciso. El cliente, solo o con invitados, pasaba la primera parte de la noche en una casa de té bebiendo sake y tal vez cenando. Dos o tres geishas llenaban su taza y lo mantenían entretenido con música, baile y conversación amena. También podía contratar los servicios de un bufón.
Hacia medianoche, las geishas y el bufón acompañaban al cliente entre risas y flirteos al burdel, donde este tenía ya una cita previamente concertada. Cada cortesana disponía de un pequeño apartamento espléndidamente decorado.
Si el cliente era de confianza, la cortesana le recibía en su sala de estar y se unía brevemente a la fiesta. Si era su primera vez, no había preliminares. Las geishas se retiraban en cuanto la pareja entraba en el dormitorio. Sería un error deducir de todo ello que las geishas eran criaturas virginales. Podían y pueden tener amantes.
Entrada a Ichiriki Ochaya. Foto: Wikimedia Commons / mrhayata / CC BY-SA 2.0
Una fiesta de dos horas en Ichiriki Ochaya, la casa de té más exclusiva de Kioto, cuesta más de 5.000 euros, pero el atuendo de una sola geiko supera fácilmente los 30.000. Las okiya, casas donde residen y se entrenan las geishas, invierten sumas astronómicas en formar a sus pupilas.
La virginidad de las aprendices a geisha se vendía discretamente al mejor postor.
Por ello, hasta mediados del siglo XX, dos grandes fuentes de ingresos complementaban su tarifa habitual: el mizuage y el vínculo con un danna , el mecenas, protector y amante oficial de una geisha. Ambas implicaban ir más allá de la simple compañía. El mizuage consistía en ofrecer a un cliente selecto la oportunidad de desflorar a una aprendiz, o maiko , de catorce o quince años de edad.
La virginidad se vendía discretamente al mejor postor; si ningún candidato ofrecía lo suficiente, se recurría en secreto a un desflorador profesional para no bajar el caché de la muchacha.
Era una ocasión excepcional: generalmente, el cliente y la maiko no volvían a tener ningún encuentro íntimo. Para señalar su paso a la madurez, la muchacha cambiaba de peinado y recibía felicitaciones de sus compañeras de gremio. Más adelante, las geishas adultas aspiraban a despertar el interés de un danna , una mezcla de mecenas y amante. Un danna costeaba el vestuario y las lecciones de su protegida y, si era lo bastante rico, adquiría una vivienda para ella, a menudo con la aquiescencia de su esposa. Mantener a una geisha era un símbolo de estatus en la alta sociedad nipona.
Retrato de Kido Takayoshi en 1869
Segundas primeras damas
A medida que las antiguas cortesanas pasaban de moda y se extinguían, las geishas ocupaban lugares cada vez más cercanos al poder. Su papel en el fin del sogunato y la Restauración Meiji fue crucial.
Los samuráis partidarios de devolver su poder al emperador conspiraban en las casas de té de Gion; las geishas de Pontocho, otro de los barrios alegres de Kioto, apoyaban en cambio al sogún. En 1864, el líder rebelde Kido Takayoshi salvó la vida gracias a Ikumatsu, una geisha que le ayudó a esconderse y huir. Kido no olvidó el favor. Años más tarde, cuando los conjurados lograron su propósito de restaurar el poder imperial, se casó con ella.
Durante la ocupación estadounidense la reputación de las geishas se desplomó.
Por primera vez, una geisha se convertía en la esposa de un estadista. Se iniciaba una edad de oro para estas profesionales del entretenimiento masculino, convertidas en confidentes de los hombres más poderosos de la nación. Un papel no muy distinto al de una Diana de Poitiers o una madame de Pompadour, solo que infinitamente más discreto.
En 1929 había 80.000 geishas trabajando en Japón. Ni siquiera las flappers japonesas habían logrado eclipsarlas con sus vestidos de flecos y sus peinados a lo garçon. Pero sus costumbres empezaron a fosilizarse. Ya no encarnaban la modernidad, sino la tradición.
¿Sobrevivirían a la era del automóvil, el cine, las coristas y los cafés? La Segunda Guerra Mundial sacudió hasta los cimientos su frágil mundo de abanicos, incienso, arreglos florales y ceremonias del té.
Obligadas a trabajar en fábricas por el bien de la patria, se dispersaron y mimetizaron con las mujeres corrientes. Muchas huyeron al campo. Durante la ocupación estadounidense, su reputación se desplomó. Los soldados americanos, que no estaban para sutilezas, llamaban geisha a cualquier infeliz que ofreciera su cuerpo a cambio de una onza de chocolate.
El general MacArthur en Manila, 1945
Se abrieron burdeles para los militares extranjeros, un negocio que MacArthur, al frente de la ocupación, trató de eliminar sin demasiado éxito, aunque sí logró que el gobierno dejara de amparar los barrios oficiales de placer.
El mítico Yoshiwara de Tokio no desapareció, pero pasó a manos de la mafia japonesa, y las condiciones de vida de sus inquilinas se hicieron aún más sórdidas. En 1958 se ilegalizó definitivamente la prostitución. Los barrios de geishas volvieron a florecer poco a poco, pero nada sería igual.
Hoy el mizuage está prohibido y las geishas aseguran que ya no se practica. Conseguir un danna que mantenga a una geisha es casi tarea imposible. Los hombres de negocios prefieren los bares y los karaokes, salvo cuando se trata de agasajar a un cliente muy importante, y aunque una selecta minoría sigue frecuentando las casas de té más exclusivas, los clientes cada vez son de edad más avanzada.
Todavía hay maikos y geikos jóvenes, pero su número, que ya no supera el millar, decrece sin parar y su calidad, según las veteranas, también. La escolarización obligatoria ha acortado drásticamente su etapa de aprendizaje. Las mejores intérpretes de shamisen son casi octogenarias. El turismo de alto nivel es, desde hace algunos años, la última tabla de salvación del arte tradicional y el estilo de vida de las geishas. Y también una oportunidad insólita para Occidente de asomarse a un mundo secreto al que, hasta hace menos de una década, solo se podía acceder con invitación.
WAKASHU: EL TERCER GÉNERO QUE LOS JAPONESES RECONOCÍAN SIGLOS ATRÁS Y QUE LA HISTORIA OLVIDÓ
En Japón existían tres géneros: hombres, mujeres y ‘Wakashu’, varones que podían vivir la homosexualidad libre y abiertamente.
Japón tiene una tradición milenaria de reglas sociales estrictas y restrictivas. Especialmente en términos de género, vestimenta y comportamientos adecuados en sociedad. A pesar de ello, a diferencia de lo que ocurrió en Occidente, la historia pre-moderna no fue prohibitiva en el terreno sexual para los japoneses.
Por el contrario, hasta hace relativamente poco no existían dos géneros en Japón, sino tres. Hombres, mujeres y ‘Wakashu’: varones jóvenes, refinados y ‘de formas hermosas’ que podían vivir libremente la homosexualidad. Con el tiempo, esta tercera categoría se difuminó en la tierra del sol naciente. Ésta es la razón.
(Trans)formando el sistema
Imagen: Kaigetsudo Ando / Wikimedia Commons
Wakashu, literalmente, se traduce del japonés como ‘persona joven’. Antiguamente, se utilizaba para designar a los varones que transitaban por la adolescencia. Sin ser propiamente niños ni adultos, entraban a un periodo de autoconocimiento en el que, socialmente, se les permitía experimentar con la expresión de género en la vestimenta y la orientación sexual.
Por esta razón, según lo describe la periodista e historiadora Christin Bohnke, todos los hombres japoneses pasando por la pubertad podían ser denominados como ‘wakashu’ en algún momento:
“Prácticamente todos los hombres japoneses pasaron por una etapa de Wakashu, que terminó con una ceremonia de mayoría de edad llamada genpuku”, explica Bohnke para JStor.
Generalmente, sucedía entre los 15 y los 20 años. Durante este etapa de la vida, los Wakashu usaban kimonos con mangas abiertas, se rasuraban la mata de pelo en la coronilla, llevaban un chongo elegante y dejaban unos mechones laterales sueltos. Esto contrastaba con el peinado de los hombres adultos, quienes eliminaban todo el cabello de la parte más alta de la cabeza.
A diferencia de otros jóvenes, los Wakashu llevaban prendas similares a las de las mujeres solteras. Podían distinguirse de otras personas por sus kimonos coloridos, sueltos y largos. Las fronteras de vestimenta entre unos y otros realmente no eran claras, sino que se permitía una flexibilidad que en otros terrenos de la vida cotidiana era impensable para las ‘buenas costumbres’ japonesas.
Ni hombre, ni mujer
Imagen: Ishikawa Toyonobu / Wikimedia Commons
El florecimiento de los Wakashu se dio, principalmente, durante la era Edo. Esto corresponde a los siglos XV y XVIII en la línea del tiempo occidental. Además de portar vestimentas específicas, generalmente se empleaban como aprendices de algún oficio. Generalmente, además, establecían relaciones amorosas con sus maestros.
En esta etapa, además, los hombres que se identificaban como tal eran considerados como ‘jóvenes hermosos’. El arquetipo tradicional en Japón consideraba que un Wakashu, además de estar bien vestido y ser refinado, debía de ser un hombre homosexual. Las mujeres, en contraste, no pasaban por esta transición.
El término de este periodo de expresión de género libre se marcaba con la ceremonia genpuku, en la que los Wakashu empezaban la vida adulta tradicionalmente. Samurais, hombres nobles y plebeyos por igual celebraban esta transición definitiva, después de la cual, podrían empezar a usar kimonos con mangas redondas: el atuendo oficial de los hombres adultos.
A pesar de la importancia social que tenía el genpuku, no había una edad definida para celebrarlo. Todo dependía del desarrollo personal de la persona, sus características y personalidad individual. En algún punto después de la Era Edo, sin embargo, la costumbre se perdió para siempre.
Los Wakashu y el umbral de la adultez
Imagen: Miyagawa Isshō / Wikimedia Commons
Según Bohnke, había hombres que decidían pasar el resto de sus vidas como Wakashu. En gran medida, la autora se lo atribuye a que durante este periodo las personas podían gozar libremente de su sexualidad. Sin importar si su pareja era hombre o mujer, los jóvenes en esta transición no tenían realmente responsabilidades,ni debían de seguir un código binario de vestimenta.
Por el contrario, como socialmente se les permitía hacerlo, la libertad erótica era uno de los ejes principales de comportamiento para estas personas. A pesar de esta apertura, quienes se consideraran a sí mismos como ‘Wakashu’ debían de ser maduros con su cuerpo y sexualidad:
“Con los hombres adultos, Wakashu asumió un papel pasivo, con las mujeres, uno más activo. Las relaciones entre dos Wakashu no fueron toleradas”, explica la historiadora.
Lo que es más: los Wakashu podían ser objeto del deseo sexual de mujeres mayores, hombres más grandes que ellos o personas de su misma edad, sin importar el género. Cuando cruzaran el umbral de la adultez, sin embargo, las personas no podían sentir deseo sexual por un compañero del mismo sexo, ni llevar relaciones íntimas más que con su esposa.
Por ello, algunos hombres maduros decidían ser Wakashu toda su vida. Se empleaban en la prostitución, pero conservaban las formas refinadas, la expresión de género y la estética que habían adquirido durante su juventud.
A la sombra de Occidente
Con el fin de la era Edo los Wakashu se encontraron con el ocaso de su aceptación social. Durante la era Meiji, inmediatamente después, este término se sustituyó con la palabra ‘shōnen’, que quiere decir ‘joven’ o ‘muchacho’. Por su parte, se empezó a utilizar la palabra ‘bishōnen’ para hacer referencia a los ‘varones hermosos’.
Las relaciones amorosas y eróticas entre los Wakashu y sus maestros también terminaron hacia finales de la era Edo. Aunque por siglos este tipo de uniones duraban toda la vida, la represión sexual tomó un tamiz más fuerte en el Japón moderno, mucho más en contacto con la ética restrictiva occidental.
Esto fue así porque, en gran medida, las representaciones teatrales, literarias y artísticas mostraban a los Wakashu en posiciones eróticas explícitas. La fluidez sexual estaba permitida al nivel que había obras de teatro enteras para explicar sus costumbres y parámetros sexuales con hombres y mujeres por igual.
Con el siglo XIX, la represión hacia los Wakashu fue tal, que se les prohibió usar públicamente la misma ropa que las jóvenes solteras. Lo que por siglos fue motivo de orgullo y respeto social, de pronto se convirtió en una razón de sentir vergüenza. El entendimiento binario del género en Occidente terminó de instaurarse por completo con la llegada del siglo XX.
A Occidente siempre le ha resultado difícil pensar de manera no-binaria. Antes acogidos, los Wakashu fueron objeto de burlas y resentimiento social con este nuevo entendimiento del género y la sexualidad. Hoy en día, Japón lucha por que su población encuentre pareja, busque razones suficientes para salir de sus habitaciones y una poderosa incesante de suicidios, de la que no ha logrado librarse del todo.
No está claro el origen de esta lengua. Se la ha relacionado con las lenguas altaicas, como el mongol o el manchú, por el parecido de su gramática, pero también con las austronésicas, como el malayo, el indonesio, el javanés o el tagalo, por su sistema fonético. Quizá derive de un antepasado común de ambas familias.
¿Sabes qué otro nombre tiene la lengua japonesa?
El japonés también se llama yamato, denominación con la que se conoce asimismo al antiguo Japón.
¿Cuánta gente habla japonés en el mundo?
Alrededor de 130 000 000 de personas. La mayoría de ellas vive en las islas que forman Japón, pero también hay comunidades de hablantes japoneses en otras partes del mundo, como Estados Unidos, Brasil, Perú o Argentina.
¿Hay género en la lengua japonesa?
El japonés no tiene género gramatical, pero hay un japonés femenino, el sociolecto hablado por las mujeres, y un japonés masculino, el sociolecto hablado por los hombres. Se diferencian en el léxico, los pronombres personales y las partículas finales. Onnarashii, 女 ら し い, es la forma de hablar de las mujeres y otokorashii, 男 ら し い, la forma en la que hablan los hombres.
¿Cuántas vocales hay en japonés?
Cinco, igual que en español, pero siguen otro orden: a, i, u, e, o.
¿Qué números se usan en esa lengua?
Se usan tanto los kanjis (一, 二, 三, 四, 五, etc.) como los números arábigos.
¿Cuántos kanjis existen en esa lengua?
Hay un repertorio de 2136 caracteres considerados básicos, que reciben el nombre de jōyō kanji. Tanto estos como otros kanjis pueden ir acompañados de caracteres más pequeños (a los que se llama furigana) para indicar la pronunciación.
¿Cómo se escribe la lengua japonesa?
La escritura japonesa consiste en un elaborado y rico sistema que incluye dos silabarios, en los que cada carácter representa una sílaba, e ideogramas (kanji), que representan sobre todo ideas. Además, en ciertos casos se emplean caracteres latinos y, sobre todo en los mangas, un componente cultural tan característico del Japón, se incluyen iconos en el texto o, más recientemente, emojis.
¿Se escribe en vertical además de en horizontal?
Sí, y cuando se escribe así las líneas van de derecha a izquierda. Por eso los mangas empiezan por lo que para nosotros sería la última página.
¿Cuáles son los silabarios del japonés?
Los silabarios se denominan hiragana (ひらがな), para palabras de origen japonés, y katakana (カタカナ), para palabras de origen extranjero.
¿Sabías que el japonés tiene un silabario específico para los extranjerismos?
Uno de los silabarios del japonés es el katakana y está compuesto por 46 caracteres, cuyo uso, entre otros, es el de la escritura de los extranjerismos. Además, también se usan para resaltar una palabra concreta, por lo que la función de este silabario es equivalente a la de la cursiva o las comillas en español.
¿Todas las sílabas de las palabras japonesas tienen una vocal?
El carácter ん, que tiene el sonido /n/, se considera una sílaba por sí misma, aunque se pronuncie integrado con otras sílabas.
¿Qué significa el nombre de la mascota olímpica?
Miratoiwa es el nombre de la mascota olímpica de esta edición, de estilo manga, con orejas puntiagudas y ojos grandes. Su nombre está compuesto por las palabras japonesas mirai, que significa ‘futuro’, y towa, que es ‘eternidad’.
¿Sabías que en las direcciones postales se emplea una partícula tras el topónimo para indicar si se trata de una ciudad, un barrio o un distrito o condado?
Los nombres de las ciudades van acompañados del sufijo 市, que se transcribe como –shi. Por ejemplo: Hiroshima-shi, Saitama-shi o Fujisawa-shi.
Los nombres de los barrios de las ciudades o de las 23 regiones especiales en las que se divide Tokio van acompañados del sufijo 区 (-ku): Shibuya-ku, Chiyoda-ku, Koto-ku…
A los nombres de distritos o condados les sigue el sufijo 郡 (-gun): Chosei-gun, Sunto-gun…
¿Qué palabras del japonés usamos en español?
La actual edición del Diccionario de lengua española de la RAE cuenta con 59 palabras de origen nipón. Algunas se recogen en cursiva porque contienen secuencias ajenas al sistema morfofonológico del español (como ninja o sushi). La mayoría, sin embargo, aparecen en redonda como formas plenamente adaptadas: aikido, bonsái, kimono, origami, sudoku, sake, samurái, tatami…
¿Cómo se dice hola, adiós, gracias o buenos días en japonés?
Hola en japonés es konnichiwa (こんにちは).
Buenos días se dice ohayou gozaimasu (おはようございます), konbanwa (こんばんは) es buenas tardes y para buenas noches se usa oyasumi nasai (おやすみなさい).
Las fórmulas que se utilizan para las despedidas pueden depender del contexto. En situaciones informales, es normal utilizar bye-bye (バイバイ), jaane (じゃあね) o mata ne (またね), mientras que sayonara (さようなら) se emplea en ámbitos más formales.
El equivalente de gracias es arigató (ありがとう).
A continuación, se puede escuchar cómo se pronuncian estas palabras y expresiones y otras construcciones japonesas gracias a nuestra compañera de la Agencia EFE Yoko Kaneko.
Transcripción
Pronunciación
Equivalente
Konnichiwa
Hola
Ohayou gozaimasu
Buenos días
Konbanwa
Buenas tardes
Oyasumi nasai
Buenas noches
Bye-bye
Adiós (situación informal)
Jaane
Para una despedida informal
Mata ne
Para una despedida informal
Sayonara
Para una despedida formal
Arigato
Gracias
Onegai shi
Por favor
Sumimasen
Perdón (más común; usado para molestias pequeñas)
Gomen nasai
Perdón, lo siento
Ikura desuka
¿Cuánto vale?
Hai
Sí
Íe
No
Wakarimasen
No entiendo
Dai jobu des
Está bien / vale
Choto mate kudasai
Espera un momento
El calzado japonés de interior
En Japón es costumbre quitarse los zapatos y ponerse unas zapatillas al llegar a casa. En los centros educativos de todo el país, desde la primaria hasta el bachillerato, los estudiantes utilizan unas zapatillas especiales, de nombre uwabaki. ¿Cuándo y por qué se establecieron estos hábitos?
¿Desde cuándo se usan zapatillas de interior en Japón?
Cuando un turista foráneo visita Japón por primera vez, se espera que sepa que tendrá que quitarse los zapatos a la entrada de todos los alojamientos tradicionales o ryokan; además, deberá depositarlos en el zapatero correspondiente o dejarlos convenientemente colocados en el suelo y ponerse unas zapatillas para desplazarse por el interior. Si va al servicio, descubrirá que hay unas pantuflas específicas para el cuarto de baño. En los hoteles de estilo occidental, por el contrario, impera el uso del calzado de calle, si bien es cierto que suele haber zapatillas en las habitaciones de los huéspedes.
Tras más de dos siglos de aislamiento, Japón decidió abrir sus fronteras en 1854, año en el que numerosas personas procedentes de Occidente arribaron al archipiélago nipón; con ellas llegó también la cultura occidental de usar calzado incluso cuando se está en casa. Para los japoneses lo normal era quitarse los zōrio las geta a la entrada y andar descalzos.
En aquel entonces no abundaban los hoteles de estilo occidental, por lo que los recién llegados se hospedaban en posadas o santuarios. Al no existir en Occidente la costumbre de quitarse los zapatos antes de entrar en casa, algunas personas intentaban acceder al interior con el calzado de calle; otras pensaban que el tatami era una alfombra y no se descalzaban para pisar sobre él, lo cual producía daños en las esteras. Ante estos problemas, los residentes de los asentamientos foráneos de Yokohama decidieron encargarle una especie de cubrezapatos al sastre tokiota Tokuno Risaburō, y así fue como nacieron las primeras zapatillas de andar por casa de Japón. Este primer modelo sería muy similar a las pantuflas de la actualidad: sin tacón, abiertas por la parte del talón y adaptadas a la forma de cada pie.
Las zapatillas de andar por casa se convirtieron en un objeto cotidiano en torno a 1950, cuando el estilo de vida se occidentalizó y empezó a haber más hogares que incluían un comedor con parqué. Un fabricante importante de calzado aprovechó la situación para hacer una campaña publicitaria a gran escala. A diferencia de los cubrezapatos que llevaban los occidentales cuando Japón decidió abrir sus fronteras, se trataba de unas pantuflas que ponerse una vez que el pie estuviera descalzo. Estas babuchas, parecidas a los zōri y las geta —fáciles de poner y quitar— no van tan pegadas al pie como los zapatos, algo que habría gustado a los japoneses. A día de hoy, la costumbre dicta que hay que quitarse los zapatos en las aguas termales y las casas públicas de baño, en los restaurantes japoneses en los que hay que sentarse en el suelo y en los templos y los santuarios. De hecho, no resulta extraño ver reuniones de negocios entre personas trajeadas que llevan zapatillas.
Evitar la suciedad en el suelo y el tatami
Se cree que la costumbre de quitarse los zapatos en Japón se remonta al período Yayoi. Además, en varias pinturas en rollo del período Heian (794-1185) se ven escenas cotidianas de los hogares de la nobleza cuyos protagonistas están descalzos.
Por su ubicación en la región oriental de Asia, Japón es un país con un clima sumamente húmedo. Por consiguiente, ya en la antigüedad era costumbre construir las viviendas pensando en cómo evitar los efectos de la humedad; por ejemplo, se elevaban las casas un peldaño y se creaba un espacio debajo del suelo para que el viento corriera por él. La zona donde hay que quitarse los zapatos se denomina tataki, mientras que el escalón que hay entre el suelo de la entrada y la vivienda en sí recibe el nombre de agarikamachi, una palabra compuesta por dos términos: agari (subida) y kamachi (marco). En japonés existe, además, la expresión “ie ni agaru” (literalmente, subir a casa), que vendría precisamente de ahí.
La costumbre de descalzarse antes de entrar en casa tendría su origen en la época en la que las calles aún no estaban pavimentadas: los japoneses no querían ensuciar su casa con los zapatos manchados por el barro o el agua de la lluvia. Además, querían evitar los daños en el tatami o el suelo, superficies sobre las que se sentaban. El hábito de quitarse los zapatos guarda una relación estrecha con aspectos de la vida diaria como sentarse sobre el tatami o dormir sobre un futón. Recordemos algo importante: hay que quitarse las zapatillas para entrar en una habitación que tenga tatami.
La antropóloga Nakane Chie propuso los conceptos japoneses del uchi y el soto. El primero alude al interior de la vivienda, un lugar limpio, mientras que el segundo hace referencia al mundo sucio de fuera. Por este motivo, cuando llegamos a casa, nos quitamos los zapatos a la entrada, la frontera entre ambos mundos, y evitamos así que las impurezas del exterior penetren en el hogar. Por otra parte, existe la creencia de que salir con los zapatos puestos serviría para proteger el cuerpo de la suciedad.
En la gran mayoría de los centros escolares de Japón, desde primaria hasta bachillerato (12 años), hay que dejar el calzado de calle a la entrada y cambiarse a unas zapatillas llamadas uwabaki. El nombre de este calzado es un vestigio del período Edo (1603-1868), cuando la educación tenía lugar en las habitaciones con tatami de las escuelas de los feudos y en los templos. En esta época, en la que las viviendas privadas y los lugares propios del culto budista se convertían en colegios, había que descalzarse para acceder a los mismos. Con el paso del tiempo se construyeron centros educativos con suelo de madera o de hormigón; además, los uniformes se occidentalizaron en torno a 1930. A raíz de estos y otros cambios, se decidió que los estudiantes llevarían uwabaki en lugar de ir descalzos o con tabi (calcetines tradicionales)(*1). El diseño actual, con una goma en el empeine —similar al de las zapatillas de ballet—, data de 1958, aproximadamente. En algunos colegios se permite el uso de zapatillas de deporte, por ejemplo.
Cada vez hay menos casas que tengan habitaciones con tatami; por el contrario, ahora son más las familias que disponen de un comedor de estilo occidental, con mesa y sillas altas. Esto se ha traducido en el uso de zapatillas de distintos materiales y con diseños diversos; por ejemplo, se venden zapatillas de telas que darían calor pero abiertas por delante para evitar que el pie sude en exceso. Existen, además, unas chanclas de reflexología que masajean los pies; zapatillas de plástico con un acabado que evita las bacterias y los malos olores; con una mopa en la suela que sirve para limpiar mientras se camina; pantuflas que se pueden meter en la lavadora o que son antideslizantes… Hay infinidad de modelos.
En algunos hogares acostumbran a tener zapatillas de diseños y materiales diferentes en función de la temporada, una prueba de que las pequeñas cosas del día a día no tienen por qué ser aburridas.
(*1) ^ Según Los uwabaki en la vida escolar: cuándo comenzaron a usarse y qué papel tienen, un artículo de Yoshimura Tomomi y Kawamura Miho publicado en 2009 en La revista de la Facultad de Educación de la Universidad de Saitama.
Los sufijos honoríficos en los nombres japoneses (san, chan…)
Los lectores del blog que vean doramas o anime en japonés seguramente sabrán que al llamar a una persona, normalmente por su apellido (en Japón no se llama por el nombre a no ser que sea de nuestro entorno más próximo), siempre se utiliza al final un sufijo como coletilla. Entre los más conocidos y utilizados están “~san”,”~chan” y “~kun”, aunque existen algunos más.
¿Qué diferencia hay entre uno y otro? ¿Cómo sabemos cuál se debe utilizar en cada ocasión? ¡Os lo explico a continuación!
Índice de contenidos
~さん (~san)
Este es probablemente el sufijo más utilizado, tiene carácter formal y educado. Se utiliza cuando la relación entre las dos personas no es de mucha confianza.
Ejemplos de uso:
● Cuando llamas a tu compañero de trabajo (de más edad o con mayor experiencia que tú) o a tu jefe:
– Yamada-san, sumimasen ga, tetsudatte kudasai. (Señor/a Yamada, ¿me puede ayudar por favor?) – Hiramatsu-san, sukoshi yoroshii deshoo ka? (Señor/a Hiramatsu, ¿tendría usted un poco de tiempo ahora?)
● En clase, el profesor para referirse a sus alumnos:
● Cuando hablas sobre una tercera persona con la que no tienes una relación cercana, por ejemplo de tu vecino:
– Tanaka-san no musuko-san, kondo kekkonsuru rashii desu. (Dicen que el hijo de señor Tanaka se va a casar pronto.)
~ちゃん (~chan)
Este sufijo es diminutivo y tiene un tono afectivo elevado (suena mono y cariñoso). Se usa básicamente para llamar a niños pequeños o a animales. También lo utilizamos para chicas o mujeres de cualquier edad para referirnos a ellas con cariño.
Ejemplos de uso:
● Para referirnos a una niña:
– Marta-chan wa nansai desu ka? (¿Cuántos años tiene Marta?)
● Para referirnos a una amiga o compañera de trabajo :
* Al llamar a alguien o referirnos a una persona con el sufijo “chan”, suena a relación próxima, íntima y de confianza. Sin embargo, si solo utilizamos el nombre de la persona, sin ningún sufijo, aún tiene una connotación de relación más íntima. ej: amigos íntimos, pareja, familia.
~君 (~kun)
Este sufijo se utiliza solo para referirse a personas del sexo masculino (ya sean niños o adultos). Si el varón es adulto, no tenemos una relación de confianza con él y es más joven que nosotros, solo podremos utilizar este sufijo (pues “kun” se considera un diminutivo y tiene cariz amistoso). Si es de mayor edad, tendremos que llamarlo con el sufijo “san”.
Ejemplos de uso:
● Para chicos entre amigos o de una persona mayor a un chico (de jefe a su subordinado):
– Takeshi-kun, nichiyoobi sakkaa shiyoo yo. (Takeshi, vamos a jugar al fútbol el domingo?) – Yamamoto-kun, kore o kopii shite oite. (Yamamoto, por favor haz una copia de esto.)
*Nunca llamaremos a nuestro superior o cliente con el diminutivo “kun”, tenga la edad que tenga.
~様 (~sama)
“Sama” es un sufijo muy formal y respetuoso. Hoy en día básicamente se utiliza en el mundo de los negocios o para referirse a entidades religiosas.
Ejemplos de uso:
● Con clientes:
– Okyaku-sama, kochira e doozo. (Señor/a cliente/a, adelante por favor.) – Katoo-sama, honjitsu wa arigatoo gozaimashita. (Señor Katoo, gracias por venir hoy.)
De carácter muy formal y honorífico (denota respeto). Es un término muy antiguo y actualmente en desuso (suena rígido y anticuado). Podemos oírlo en películas de samuráis y aún se puede encontrar en documentos oficiales.
Ejemplos de uso:
● Una carta para informar a un galardonado o premiado:
– Hirano Takeshi-dono
~氏 (~shi)
También de carácter muy formal, se utiliza exclusivamente por escrito, casi nunca en conversaciones.
Ejemplos de uso:
● En las noticias (en un periódico):
– Murakami Haruki-shi ga atarashii hon o shuppan shimashita. (El Sr. Haruki Murakami publicó un nuevo libro.)
En el seijin shiki los jóvenes que han cumplido 20 años celebran que ya son mayores de edad ante la sociedad. Los ayuntamientos envían cartas a estos jóvenes con una felicitación y una invitación para una ceremonia que se organiza en auditorios públicos, a la que los invitados acudirán ataviados con bellos kimonos o con traje y corbata, una estampa invernal que se repite cada año en Japón.
Una ceremonia de bienvenida al mundo de los adultos
Cada año, durante el segundo lunes de enero se puede ver en los auditorios públicos de cada municipio a jóvenes vestidos con sus mejores galas, con bellos kimonos, hakamas o trajes. Son los jóvenes que acuden a la ceremonia de su mayoría de edad o seijin shiki. En esta celebración los jóvenes que han cumplido 20 años se despiden de su infancia, en la que han sido criados y cuidados por sus padres y otras personas adultas, para pasar a formar parte de la sociedad como mayores de edad. Los municipios y colectivos públicos invitan a los jóvenes que han cumplido o van a cumplir 20 años entre el 2 de abril del año anterior y el 1 de abril del año en curso, es decir, los del mismo año escolar, y organizan ceremonias con discursos y fiestas entregándoles algún regalo para felicitar y alentar a los jóvenes en su nueva vida como adultos y dejar un bello recuerdo en su memoria.
La costumbre del seijin shiki comenzó durante el período Nara (710-794), con la celebración de la ceremonia del genpuku para los jóvenes de alrededor de 15 años. En el mundo existen muy diversas ceremonias para celebrar la mayoría de edad, como por ejemplo la curiosa costumbre de pescar con sus propias manos un tiburón de Papúa Nueva Guinea, aunque en Europa y los Estados Unidos prácticamente no existe nada como el seijin shiki. En los últimos años suele ser noticia en Japón los revuelos que a veces se producen en estas ceremonias entre estos “nuevos adultos”, posiblemente debido a la emoción del momento. Los jóvenes que hacen esto para destacar este día y dejar algo en el recuerdo posiblemente no comprendan el verdadero sentido que tiene esta celebración, que es la llegada a la madurez.
La celebración de la mayoría de edad es también un día festivo nacional conocido como seijin no hi (el día de la mayoría de edad), y tiene lugar en el segundo lunes de enero. En 2016, por ejemplo, se celebra el 11 de enero.
En este día las chicas suelen vestir el furisode y hacer gala de peinados elegantes, mostrando un aspecto suntuoso. Los chicos hoy suelen ir en su mayoría vestidos con traje, aunque algunos siguen optando por el tradicional hakama. Los actos por este día son organizados en auditorios públicos en su mayoría, aunque hay algunas seijin shiki más especiales como las de la ciudad de Urayasu en la prefectura de Chiba, que se celebra en Disneyland, o las de otros municipios que eligen parques temáticos para estos eventos anuales.
Pero no olvidemos la anterior pregunta. ¿Por qué suele nevar durante el seijin shiki? Si observamos los datos de los últimos 30 años comprobaremos que hay un 13 % de probabilidades de que nieve en el área de Gran Tokio, y que al menos una vez cada 10 años nieva intensamente. Por eso es imprescindible mirar el pronóstico del tiempo antes de enfundarse el kimono.
A los 20 años los japoneses ya pueden beber alcohol y fumar
En Japón el Código Civil establece en su artículo cuarto que “Se considera mayores de edad a las personas que hayan cumplido la edad de 20 años”, una norma bajo la cual los mayores de 20 años son considerados adultos y por lo tanto tienen acceso a cosas que hasta entonces estaban prohibidas para ellos.
Una reunión de jóvenes celebrando el seijin shiki en Shibuya, Tokio, en enero de 2015
La ley en Japón prohíbe a los menores de 20 años beber alcohol o consumir tabaco. También se les prohíbe apostar en las carreras de caballos y de botes. Solo las populares salas de Pachinko permiten el acceso a los mayores de 18 años.
Por otra parte, al cumplir los 20 años los jóvenes ya pueden contribuir al plan de pensiones nacional como un ciudadano más, y adquieren el derecho a casarse sin el consentimiento de los padres, además de ser ya responsables y poder ser castigados con penas de cárcel, y estar sometidos a una nueva serie de obligaciones como adultos. Dicho sea de paso, en junio de 2015 se aprobó una ley para reducir la edad a la que se permite el sufragio a los 18 años, por lo que en las elecciones de 2016 los jóvenes que hayan cumplido 18 años podrán depositar su voto. Muchas personas, de hecho, opinan que la mayoría de edad debería formalizarse a esa edad, así que puede que un día veamos a jóvenes de esta edad celebrando el seijin shiki.
Los doce animales que se utilizan en Japón para contar los años tienen su origen en el horóscopo de la antigua China. Conforme se acerca el final de un año y el inicio del siguiente, los establecimientos japoneses ponen a la venta diversos artículos con diseños del signo que corresponda.
El calendario chino
Los doce signos del horóscopo chino que se utilizan en Japón para hacer referencia a los años tienen su origen en una combinación de los sistemas de la antigua China para contar los días y los años. Además, este zodiaco, llamado eto en japonés, cumple otras funciones, entre las cuales destaca la de emplearse para contar las horas o como método de orientación; también se utiliza para predecir el futuro. Los caracteres asignados originalmente a cada signo se han sustituido por los que hacen referencia a los respectivos animales, con el fin de facilitar su entendimiento.
La decoración del techo de la entrada principal del santuario Ōsaka Tenman-gū incluye los doce animales del horóscopo chino, que aparecen representados junto a los ideogramas chinos que se emplean para escribir su nombre y el de los puntos cardinales.
Sus nombres varían en los diferentes países de Asia. En Japón, se los denomina de la siguiente forma: ne o nezumi (rata), ushi (buey), tora (tigre), u o usagi (conejo), tatsu o ryū (dragón), mi o hebi (serpiente), uma(caballo), hitsuji (oveja), saru (mono), tori (gallo), inu (perro) e i o inoshishi (jabalí). Los signos se repiten una vez cada doce años. Es común utilizar dibujos o fotografías del animal correspondiente en los calendarios y las postales de Año Nuevo. Además, los japoneses suelen hacer referencia al signo del que son según su fecha de nacimiento.
En cuanto a su uso para predecir el futuro, en Japón el horóscopo chino se asocia a las perspectivas económicas, así como al carácter de las personas. Por ejemplo, 2017 es el año del gallo y, como total, de prosperidad en los negocios. En 2018 le toca el turno al perro; será, pues, un año de protección, dado que los canes son animales fieles que protegen a sus dueños de sus enemigos y se caracterizan por su sociabilidad, de ahí que sus vínculos con los humanos sean duraderos.
Postal de Año Nuevo para 2018, año del perro.
Artículos inspirados en el horóscopo chino
En Japón suele ser costumbre sacar a la venta diversos artículos con diseños del signo del horóscopo chino que corresponda. No faltan, por ejemplo, las postales para felicitar el Año Nuevo, nengajō en japonés, ni los sellos necesarios para el envío de estas. Mandar tarjetas o cartas al inicio del año se estableció como costumbre para sustituir a las tradicionales visitas de los primeros días de enero. El zodiaco chino está presente también en otra tradición de comienzos de año, elhatsumode: acudir a un templo budista o santuario sintoísta para pedir que los próximos doce meses se desarrollen sin contratiempos. En los santuarios sintoístas, es muy frecuente ver dibujos del horóscopo chino en las ema, unas tablillas de madera en las que se escribe lo que se desea para el año que acaba de comenzar. Por otra parte, los animales del zodiaco se utilizan para decorar el envoltorio de los palillos reservados para las comidas de celebración de Año Nuevo, de 1 al 3 de enero.
Existen, además, unas campanas tradicionales con forma de los doce animales del horóscopo chino; se elaboran con cerámica y desde tiempos antiguos se dice que sirven como amuleto. En muchos lugares de Japón se las considera un juguete popular, aunque también es frecuente comprarlas en Año Nuevo para atraer la buena suerte.
Campana de cerámica inspirada en el signo del perro.
El horóscopo chino, escondido en historias y lugares
El horóscopo chino ha servido de fuente de inspiración para algunas obras. Es el caso de Fruits Basket, un manga de Takaya Natsuki, y de Jūni Taisen, una novela de Nishio Ishin. Los doce signos tienen presencia también en Naruto, la famosa historia de ninjas. En este manga y serie de animación, los protagonistas hacen con las manos unos gestos, denominados “sellos” (“in”, en japonés), inspirados en los animales del zodiaco chino y necesarios para la ejecución de diversas técnicas del arte marcial ninjutsu. Además, para proteger el País del Fuego, doce guerreros de élite se alían y forman una agrupación conocida como Los doce guardianes ninja.
En la estación de Tokio, una de las puertas de entrada a Japón, podemos encontrar ocho de los doce signos del horóscopo chino: el tigre, el dragón, la serpiente, el caballo, la oveja, el mono, el perro y el jabalí. Forman parte de la decoración del techo, en concreto, de las cúpulas octogonales en la entrada norte del edificio Marunouchi; están hechos de yeso reforzado con fibra de vidrio sobre un fondo gris. Durante mucho tiempo se especuló sobre los cuatro signos restantes; sin embargo, el misterio no se resolvió hasta 2013: los encontraron durante unas obras de restauración de una puerta en la prefectura de Saga, tierra natal de Tatsuno Kingo, el arquitecto que diseñó la estación de Tokio. La estructura se encuentra a la entrada de unas aguas termales de la ciudad de Takeo.
Techo de la entrada norte del edificio Marunouchi, en la estación de Tokio. Si se pone atención, se puede distinguir la decoración del horóscopo chino en yeso reforzado con fibra de vidrio sobre un fondo gris.
El horóscopo chino
Año
Ideograma chino
Nombre
Dibujo
Significado
2008
子
Rata (ne)
🐀
Prosperidad para la estirpe
2009
丑
Buey (ushi)
🐄
Perseverancia y sinceridad
2010
寅
Tigre (tora)
🐯
Resolución y habilidad
2011
卯
Conejo (u)
🐇
Seguridad en el hogar y capacidad de impulso
2012
辰
Dragón (tatsu)
🐉
Sentido de la justicia y autoridad
2013
巳
Serpiente (mi)
🐍
Espíritu investigador, pasión y capacidad de regeneración
Las geishas, embajadoras del ‘shamisen’ e impulsoras del ‘Nihon buyō’
Aunque las geishas han sido tradicionalmente un símbolo de Japón, en realidad son poquísimos los japoneses que han llegado a tener a una cerca. En este artículo desentrañamos la historia de las geishas, profesionales del entretenimiento que han conservado y legado la música de shamisen y han contribuido a la evolución del Nihon buyō.
Acontecimientos sociales tradicionales que van desapareciendo en Japón
El hecho de que ahora, al hablar de geishas, deba añadir notas explicativas no solo para los lectores extranjeros sino también para mis compatriotas de cierta edad, me lleva inevitablemente a sentir que la presencia de estas mujeres y la realidad que las rodea están desapareciendo.
Hasta 1960, por lo menos, tanto en las grandes ciudades como en provincias —a excepción de las zonas agrícolas—, un restaurante que se montaba para celebrar banquetes (como los actuales ryōtei) no era solo un lugar para satisfacer las ganas de degustar buena comida. Los banquetes eran necesarios por cortesía y obligaciones sociales, y en ellos era costumbre contratar a geishas para que ayudaran al anfitrión a entretener a los invitados.
Geishas en el barrio tokiota de Akasaka en la década de los 60. (Jiji Press)
El panorama de los banquetes cambió a partir de los años setenta, cuando las generaciones de las eras Meiji (1868-1912) y Taishō (1912-1926), que habían impulsado la recuperación de Japón tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial, envejecieron, y tomaron las riendas los nacidos en la primera mitad de la era Shōwa (1926-1989), que aspiraban a la transformación social del país. Llegada la década de los 80, gran parte de los banquetes y el agasajo a los clientes (settai) se había trasladado a los hoteles y clubes nocturnos, por lo que los barrios de geishas de todo Japón empezaron un proceso de declive. Los pequeños barrios de geishas que frecuentaban los hombres de negocios y políticos de provincias degeneraron, y los ryōtei que había en ellos se arruinaron.
En 1993, cuando la generación nacida en la posguerra empezó a ocupar puestos de poder en la sociedad, el Gabinete de la época fue abandonando las reuniones en los ryōtei y el sector financiero, que seguía el juego a la coalición gobernante, también hizo lo propio, con lo cual los barrios de geishas de grandes ciudades como Tokio, Osaka y Nagoya, que los tenían de clientela, sufrieron cambios devastadores y finalmente desaparecieron.
Con el paso del tiempo, lo único que ha quedado de todo aquel mundo es la veneración del atisbo de la civilización de la era Tokugawa que constituye la vestimenta de las geishas, que conserva tímidos vestigios de antaño en los contados barrios de geishas que siguen funcionando con penas y trabajos. Son tan pocos los japoneses de hoy en día que han tomado una copa servida por una geisha que podemos decir que prácticamente no existen.
Las artes escénicas como medio para intervenir en el amor entre clientes y prostitutas
La cuestión que me ocupa en este artículo es definir la posición de las geishas como embajadoras de la cultura tradicional japonesa. En primera instancia, debo señalar su papel en la conservación y la transmisión de la música de shamisen y la evolución del Nihon buyō, la danza tradicional nipona.
El apelativo de geisha designa a una persona que destaca en alguna destreza o habilidad, pero antaño solía referirse a aquellos que se dedicaban a artes como la composición de poemas renga o haikai o a la interpretación de teatro nō y kyogen. Con el florecimiento del barrio rojo oficial de Yoshiwara en la era Tokugawa, los hombres que se dedicaban a guiar a los clientes para satisfacer sus deseos sexuales, es decir a mediar entre los clientes y las yūjo (prostitutas), pasaron a conocerse como geisha. Ese es el origen histórico de la palabra. El gei de geisha se refería a las distintas disciplinas del entretenimiento, como la poesía rengay haikai, la ceremonia del té, el arreglo floral o la quema de incienso. Las canciones populares con acompañamiento de shamisen se convirtieron en un elemento imprescindible en los banquetes y pasaron a ser el arte principal de las geishas.
En la segunda mitad de la era Tokugawa, mujeres de fuera de Yoshiwara llegaron para ejercer la prostitución sin autorización e irrumpieron en el sector de las yūjo, prostitutas con licencia oficial. Los regentes de los burdeles de Yoshiwara, preocupados por la situación, obligaron a las prostitutas sin licencia a prometer que se abstendrían de ofrecer servicios sexuales. Se decidió autorizar a dichas mujeres como geishas —aparte de las geishas ya existentes— y vigilarlas. Se dice que este fue el origen de los kenban, agencias que gestionaban a las geishas y llevaban las cuentas del negocio. Esto hizo que el número de geishas femeninas se disparara y que a los originales se los rebautizara como otoko geisha (hombres geisha) y hōkan o taikomochi.
En definitiva, la función de las geishas en la era Tokugawa, al igual que la de sus predecesores masculinos, fue tocar el shamisen. Otra tarea que debían llevar a cabo, a petición de los clientes, era ejercer de mediadoras entre estos y las prostitutas, es decir, mediar en un matrimonio falso que solo duraba ese mismo día.
Un reglamento de indumentaria discreto para diferenciarse de las yūjo
El reglamento de indumentaria para las geishas de Yoshiwara que se aprobó en aquellos tiempos atestigua la voluntad de distinguir a estas mujeres de las yūjo. Las geishas debían llevar kimono de manga corta con mon (escudo) y cuello blanco, y obi (cinturón) de tela sin bordados atado a la espalda. Se les prohibió usar nagajuban, un camisón fino que se llevaba debajo de la ropa, porque no debían quitarse el kimono y mostrarse en ropa interior ante los clientes. Debían peinarse con el Shimada-mage, un recogido parecido al de los chicos jóvenes. Todo su atuendo, que se asemejaba al de los hombres de la época, expresaba recato.
Mujeres vestidas con kimono negro de manga corta con mon y cuello blanco, con el pelo recogido al estilo Shimada-mage, como dictaba el reglamento de indumentaria para las geishas. La imagen corresponde al ensayo de la víspera del Azuma Odori, un recital que se representa en el Shinbashi Enbujō, un teatro que se fundó para exhibir los resultados de las prácticas de música y danza de las geishas de Shinbashi. (Mayo de 2019, Jiji Press.)
Las geishas no autorizadas de fuera de Yoshiwara, como las de Fukagawa y Yanagibashi, que empezaban a proliferar en aquel momento, imitaron modestamente el reglamento de indumentaria, con lo que el aspecto de las geishas del periodo Edo se homogeneizó. Este código de vestimenta se conservó también a partir de la era Meiji, con la excepción de que pasó a usarse el lujoso nagajuban y los obi se volvieron más ostentosos, y hoy en día sigue siendo el atuendo más formal de las geishas tanto en Tokio como en otras regiones.
Me refiero a lo que sucedía en los barrios de geishas de la capital, desde que fuera Edo hasta que pasó a llamarse Tokio. En otras regiones, como Kansai, no era todo exactamente igual pero, antes de que se aprobara la Ley Antiprostitución en 1958 y se abolieran los barrios rojos, tampoco había diferencias destacables, aparte del hecho de que algunas prefecturas hubieran emitido ordenanzas que permitían públicamente que las geishas ejercieran también como shōgi (mujeres con licencia para ejercer la prostitución en zonas autorizadas).
Tanto las geishas como las geiko —como se las llamaba en Kansai— se originaron en las zonas de templos y santuarios, confluyendo con las deidades budistas y sintoístas. Los banquetes que se celebran en los barrios de geishas desde la era moderna se arraigan en la fe de los ritos antiguos, en que se obsequiaban ofrendas y espectáculos de música y danza para rogar a los dioses.
Siguiendo con los espectáculos de música y danza, desde la época de los hombres geisha de Yoshiwara que mencionábamos antes hasta mediados del periodo Meiji, en los barrios de geishas de Tokio, las geishas salían al escenario cuando todo el público ya se había sentado en el teatro. Tocaban piezas animadas de nagauta, tokiwazu o kiyomoto adecuadas a la estación con sansagari (afinación grave de la tercera cuerda del shamisen) y luego se pasaba a los cantos celebratorios con escandalosas sawagiuta. Estas interpretaciones, que se llamaron zatsuki desde la época de Yoshiwara, se implantaron también en Yanagibashi y Shinbashi. Las que bailaban con las hauta (canción corta con shamisen) o similares después del zatsuki solían ser hangyoku (aprendices de geisha) o hōkan (hombres geisha); las geishas solo bailaban en raras ocasiones.
Tesoros nacionales vivientes cultivados en barrios de geishas
La habilidad imprescindible para las geishas de Tokio del periodo Edo en adelante fue tocar el shamisen. No solo eran capaces de interpretar un vasto repertorio de nagauta, tokiwazu y kiyomoto, sino que dominaban también las hauta y las kouta. Aunque uno pueda suponer que las geishas tocaban ante el público para que oyeran su música, su trabajo era en realidad acompañar a la clientela para cantar, por lo que debían interpretar cualquier cosa que se les pidiera.
Las geishas han contribuido enormemente a la conservación y la transmisión de la música de shamisen. La fotografía capta un instante de los ensayos en la víspera del recital Azuma Odori, que se interpreta en el Shinbashi Enbujō. (Mayo de 2019, Jiji Press.)
Se dice que el shamisen se introdujo en Japón a través de las islas Ryūkyū en el periodo Eiroku (1558-1570), la época en que Oda Nobunaga allanó el camino hacia la unificación del país. Cuando los biwa hōshi (monjes ciegos que viajaban interpretando canciones) empezaron a tocar este instrumento, en Kamigata (zona de Osaka y Kioto) se popularizaron las colaboraciones musicales con los kengyō (ciegos que se ganaban la vida tocando el biwa y otros instrumentos de cuerda y viento), que tocaban el koto y el kokyū. En Edo, en cambio, los intérpretes famosos de nagauta y jōruri que acompañaban en las obras de kabuki se convirtieron en maestros de escuelas musicales y fueron perfeccionando el arte del shamisen.
Al mismo tiempo, no debemos olvidar que en los salones de los barrios de geishas, empezando por el oficial de Yoshiwara, los hombres y mujeres geisha fueron dando continuidad a escuelas de jōruri que se consideraban anticuadas para acompañar en teatro, como las de Icchūbushi, Katōbushi, Miyazonobushi o la de Ogiebushi, de nagauta, y lograron que se conservaran, al menos parcialmente, no solo en la transición del periodo Edo a la era Meiji, sino hasta nuestros días.
Tras este panorama artístico se hallaba el apoyo de gente pudiente y sofisticada (los danna, o patrones) que no escatimaba en su mecenazgo y a la que las geishas agasajaban con su saber hacer, aguantando su egocentrismo y sus caprichos. En la década de los 60, cuando florecieron los esfuerzos de conservación y transmisión desarrollados desde mediados de la era Tokugawa, dos artistas de las escuelas Icchūbushi y Miyazonobushi formadas en el barrio de geishas de Shinbashi fueron declaradas tesoros nacionales vivientes, y en 2007 se añadió a la lista una mujer de la escuela Miyazonobushi del barrio de geishas de Asakusa.
Las geiko de Kansai, en cambio, siempre danzaron en los escenarios de los salones desde el periodo Tokugawa y, al entrar en la era Meiji, también pasaron a actuar en los teatros de los barrios de geishas, empezando por la representación del Miyako Odori en el Gion de Kioto. Los dueños de los ryōtei de Shinbashi fueron quienes introdujeron esta costumbre en Tokio a finales de Meiji. Contrataron a maestros de escuelas de baile como profesores certificados de agencias de geishas para que entrenaran a las geishas y formaron a bailarinas famosas a base de actuar en banquetes. Esto llevó a que el barrio de geishas de Shinbashi empezara a formar a geishas como bailarinas y que fundara ostentosos teatros alardeando del apoyo que les brindaba el sector financiero. Debemos recordar que el nuevo movimiento de danza, iniciado en el periodo Taishō, se vio impulsado en ese momento, y la danza, que hasta entonces dependía del kabuki, contribuyó a la consolidación del llamado Nihon buyō como disciplina independiente.
El Nihon buyō no se hubiera desarrollado sin las geishas. La fotografía capta un instante de los ensayos en la víspera del recital Azuma Odori, que se interpreta en el Shinbashi Enbujō. (Mayo de 2019, Jiji Press.)
Los que apoyaban las artes tradicionales en lugar del Estado
Debemos señalar que, al menos hasta los años cuarenta, quienes se encargaban de apoyar la cultura y los teatros, en especial los de kabuki, eran las asociaciones de promotores de los barrios de geishas. No olvidemos tampoco que fueron ellos quienes sofisticaron la indumentaria tradicional junto a grandes almacenes como Mitsukoshi, la difundieron por todo el país y marcaron las tendencias de la ropa de calle de todas las japonesas. Es un hecho que las geishas, como consumidoras, apoyaron económicamente las artes tradicionales que el Gobierno no se propuso conservar hasta entrada la era Shōwa.
Geishas de Shinbashi aportando color a la inauguración del nuevo teatro Kabuki-za. (Abril de 2013, Jiji Press.)
Con la desaparición paulatina de los barrios de geishas, las propias geishas han pasado a centrarse excesivamente en la música y la danza, contribuyendo a negligir las habilidades comunicativas del arte de la conversación con el que deben facilitar la conexión entre los organizadores y los invitados de los banquetes.
Como ya he afirmado arriba, los tiempos han cambiado también para la clientela, que desconoce que los banquetes deben rememorar las celebraciones de antaño y creen que son solo ocasiones para beber y comer despreocupadamente. En estos tiempos en que todos hemos olvidado que los banquetes son escenarios decisivos en los que desarrollamos una batalla de acuerdos y desacuerdos para hacer valer nuestras opiniones, no podemos echar toda la culpa a las geishas.
Fotografía del encabezado: El recital Azuma Odori, que se celebra anualmente en el Shinbashi Enbujō, permite contemplar las interpretaciones de las geishas de Shinbashi, que normalmente solo pueden presenciarse en los salones de los ryōtei. La fotografía corresponde a los ensayos de la víspera del espectáculo. (Mayo de 2019, Jiji Press.)
En Japón, los calendarios ofrecen más información que el día, el mes y el año en que estamos.
Se cree que el calendario que se utiliza tradicionalmente en Japón es originario de China y llegó al archipiélago nipón a través de la península coreana en el año 604. Desde entonces, ha ido evolucionando hasta convertirse en el modelo que se conoce a día de hoy, que incluye, entre otros datos, información relativa a las estaciones, las distintas celebraciones que tienen lugar a lo largo del año y si los días son de buena o mala suerte.
El calendario gregoriano
El calendario solar o gregoriano —se basa en que la Tierra tarda en dar una vuelta alrededor del sol 365,2422 días y, por lo tanto, cada cuatro años hay uno bisiesto—, imprescindible en la vida diaria de los japoneses en la actualidad, se implantó en Japón en 1873; concretamente, el 1 de enero de 1873 (año 6 de la era Meiji), día que, según el calendario lunisolar que se había empleado hasta entonces, era el 3 de diciembre de 1872.
El calendario antiguo
El calendario antiguo o calendario lunisolar se basa en las fases lunares. Cada luna nueva se considera el comienzo del mes, que trascurre hasta la siguiente. En este caso, un año tiene 354 días, de ahí que se decidiera incorporar el concepto de año bisiesto para ajustar el calendario. A día de hoy, se sigue empleando para controlar las fechas relacionadas con tradiciones antiguas, diversas celebraciones que tienen lugar a lo largo del año y costumbres como el tsukimi, que consiste, básicamente, en contemplar la luna llena. Algunos calendarios combinan ambas modalidades.
Calendario del 1 de mayo de 2019.
Las eras japonesas
Otra manera de contar el tiempo en Japón es el sistema tradicional de eras, que empezó en el año 645, con la era Taika, y sigue hasta nuestros días; en 2019, ha dado comienzo la era Reiwa. La anterior, la era Heisei, se había iniciado en 1989. Ha habido, en total, 248 nombres diferentes de era hasta la actualidad. Cuando se produce un cambio de era a mitad de año, como ha sido el caso más reciente, algunos fabricantes de calendarios dejan en blanco la parte correspondiente hasta que se decide la nueva denominación y, una vez se conoce, ponen a la venta los almanaques.
El horóscopo chino
El horóscopo chino combina el sistema de los diez troncos celestes y las doce ramas terrenales. Con este último se hacía referencia a los doce meses del año, para cuya denominación se eligieron otros tantos animales: la rata, el buey, el tigre, el conejo, el dragón, la serpiente, el caballo, la oveja, el mono, el gallo, el perro y el jabalí.
La antigua denominación de los meses del año
En el calendario antiguo, los meses tenían nombres que reflejaban algún aspecto de la estación o de alguna tradición correspondiente. A día de hoy, se utilizan en las artes escénicas tradicionales y en la ceremonia del té, pero no guardan mucha relación con las estaciones tal y como las entendemos según el calendario gregoriano.
Mes
Nombre
Significado
Enero
Mutsuki
Es el mes de la amistad, cuando las familias se reúnen para celebrar Año Nuevo.
Febrero
Kisaragi
Es el mes de superponer prendas de vestir (Kisaragi se escribe de dos formas en caracteres chinos, y en una de ellas este el significado literal).
Marzo
Yayoi
Es el mes en el que la vegetación crece frondosa.
Abril
Uzuki
Es el mes de la Deutzia crenata.
Mayo
Satsuki
Es el mes de plantar el arroz.
Junio
Minazuki
Es el mes de regar los arrozales.
Julio
Fumizuki
Es el mes en el que las espigas del arroz dan sus frutos.
Agosto
Hazuki
Es el mes en el que los árboles pierden las hojas.
Septiembre
Nagatsuki
Las noches se hacen cada vez más largas en este mes.
Octubre
Kannazuki
Los dioses de todo el país se reúnen en Izumo Taisha, un santuario sintoísta de la prefectura de Shimane, por lo que el resto de prefecturas se quedan sin su presencia. De hecho, en Izumo, a este mes lo llaman “Kamiarizuki”; esto es, “el mes con dioses” (“Kannazuki” significa “mes sin dioses”).
Noviembre
Shimotsuki
Es el mes de la escarcha.
Diciembre
Shiwasu
Es el mes en el que todo el mundo está ocupado y tiene prisa —debido a que termina el año—, incluso los maestros.
Los cinco festivales estacionales
En Japón, tradicionalmente se celebran cinco festivales que representan momentos importantes de cada estación: el 7 de enero es el Jinjitsu no sekku, festividad en la que se reza por una cosecha abundante y un año sin infortunios. Una de las tradiciones asociadas a este día es la de comer nanakusagayu, un arroz congée que lleva siete tipos de plantas. El 3 de marzo se celebra el Momo no sekku o Hina matsuri, día dedicado al nacimiento y el crecimiento saludable de las niñas. El 5 de mayo tiene lugar el Tango no sekku, también conocido como Kodomo no hi, festividad consagrada a los niños varones. El 7 de julio se festeja Tanabata; se escriben deseos en unas tiras de papel que luego se colocan en un árbol de bambú. El 9 de septiembre, coincidiendo con el Chōyō no sekku, los templos budistas de todo Japón, entre otros lugares, organizan exposiciones de crisantemos.
Muñecas típicas del Momo no sekku, que se celebra cada 3 de marzo.
Los 24 cambios de estación
Aunque un año tiene cuatro estaciones, tradicionalmente cada una de ellas se divide a su vez en seis. Desde tiempos antiguos, los agricultores japoneses se han venido rigiendo por estos 24 cambios para llevar a cabo su actividad. Las fechas pueden adelantarse o retrasarse un día, en función del año.
Estación
Nombre tradicional
Fecha (calendario gregoriano)
Significado
Primavera
Risshun
Del 4 al 18 de febrero
Comienza la primavera.
Usui
Del 19 de febrero al 5 de marzo
La nieve que se ha ido acumulando se derrite y solo queda el agua.
Keichitsu
Del 6 al 20 de marzo
Los insectos que habían pasado el invierno bajo tierra comienzan a salir.
Shunbun
Del 21 de marzo al 4 de abril
Los días y las noches comienzan a durar prácticamente lo mismo.
Seimei
Del 5 al 19 de abril
Comienza a brotar el verdor.
Kokuu
Del 20 de abril al 4 de mayo
Llega la lluvia primaveral.
Verano
Rikka
Del 5 al 20 de mayo
Comienza el verano.
Shōman
Del 21 de mayo al 5 de junio
Crece el verdor.
Bōshu
Del 6 al 20 de junio
El trigo da sus frutos; se planta el arroz.
Geshi
Del 21 de junio al 6 de julio
Los días son más largos y las noches, más cortas (en el hemisferio norte).
Shōsho
Del 7 al 22 de julio
Termina la temporada de lluvias.
Taisho
Del 23 de julio al 7 de agosto
Es la época más calurosa del año.
Otoño
Risshū
Del 8 al 22 de agosto
Comienza el otoño.
Shosho
Del 23 de agosto al 7 de septiembre
Deja de hacer calor.
Hakuro
Del 8 al 22 de septiembre
Las hojas se cubren de rocío.
Shūbun
Del 23 de septiembre al 7 de octubre
Los días y las noches duran lo mismo.
Kanro
Del 8 al 22 de octubre
Hace más frío.
Sōkō
Del 22 de octubre al 6 de noviembre
Caen heladas.
Invierno
Rittō
Del 7 al 21 de noviembre
Comienza el invierno.
Shōsetsu
Del 22 de noviembre al 6 de diciembre
Se ven los primeros copos de nieve.
Taisetsu
Del 7 al 21 de diciembre
Nieva.
Tōji
Del 22 de diciembre al 4 de enero
Los días son los más cortos del año y las noches, las más largas.
Shōkan
Del 5 al 19 de enero
Hace cada vez más frío.
Daikan
Del 20 de enero al 3 de febrero
Es la época más fría del año.
Los 72 “climas”
Los 72 “climas” son un método originario de la China antigua para representar las estaciones que consiste en hacer una mayor distinción de los 24 cambios mencionados. Sus respectivos nombres guardan relación con los cambios estacionales y con determinados animales y plantas.
Los días de la suerte
Existen seis tipos diferentes de día en función de la buena o mala suerte que se puede tener durante los mismos, y se cree que este sistema llegó desde China en torno al siglo XIV. Su nombre y el orden en que se dan han ido cambiando con el paso del tiempo, pero, en la actualidad, son los que figuran en la siguiente tabla. Tomar ciertas decisiones en función de la buena o mala suerte de un día se ha convertido en una costumbre entre los japoneses; por ejemplo, muchas bodas se celebran en los días que se consideran de mejor suerte (taian), mientras que apenas hay enlaces cuando se cree que habrá mala suerte (butsumetsu).
Interpretación generalizada
Senshō
Cuanto más pronto se hagan las cosas, mejor. Por la mañana, habrá buena suerte; por la tarde, mala.
Tomobiki
Es un día favorable para las relaciones amistosas. Es un día idóneo para las celebraciones, por lo que conviene no hacer funerales, por ejemplo.
Sakimake
Es un día de relativa calma. Por la mañana, habrá mala suerte; por la tarde, buena.
Butsumetu
Es un día de mala suerte para cualquier cosa. No importa si un funeral o una ceremonia budista tiene lugar ese día.
Taian
Es el día de más suerte para todo. Se recomienda celebrar bodas.
Shakkō
Es un día de mala suerte, en particular para las celebraciones. Se recomienda tener especial cuidado con armas blancas y en situaciones que puedan causar un incendio. Por la tarde, habrá buena suerte, pero no por la mañana y por la noche.
Aunque es raramente usado para frases en japonés, sí es común ver palabras en rōmaji, o alfabeto romano, en señales, carteles y paquetes.
El cuarto tipo de escritura
El japonés es famoso por combinar tres tipos de escritura: hiragana, katakana y kanji. Sin embargo en ocasiones se utiliza también una cuarta forma de escritura, e incluso se ha sugerido a veces para reemplazar a las otras tres. El rōmaji, el alfabeto romano, llegó a Japón con los portugueses en el siglo XVI, y desde entonces se ha abierto un hueco propio, pequeño pero distintivo, en el lenguaje escrito.
Para los misioneros portugueses que deseaban comunicarse con los japoneses pero se enfrentaban a una ardua batalla al tratar de aprender el idioma escrito desde cero, el alfabeto romano era una herramienta útil para crear diccionarios. Algunos sonidos se representaban de modo diferente al rōmaji de hoy día, como qi en lugar de ki, o xi en lugar de shi. Las limitadas relaciones de Japón con Occidente durante buena parte de la época Edo (1603-1868) supusieron poca necesidad de usar el alfabeto o del desarrollo en su uso.
Una página de una versión del clásico medieval Heike monogatari (El cantar de Heike) en rōmaji de estilo portugués, impreso en Amakusa, Japón, entre 1592 y 1593 (Cortesía de la Biblioteca Británica)
Sistemas rivales
Una de las principales formas actuales de romanización que aprenden los estudiantes extranjeros de japonés es el sistema Hepburn. Recibe su nombre del misionero estadounidense James Curtis Hepburn, quien popularizó su uso adoptándolo en la tercera edición de un famoso diccionario de japonés-inglés publicado en 1886. Pese a su nombre, fue ideado en realidad por un grupo al que Hepburn pertenecía, formado por japoneses y extranjeros, conocido como el Romajikwai. Debido a ajustes posteriores el sistema se denomina a veces “sistema Hepburn modificado”.
La otra forma principal es el Kunrei, basado en el antiguo sistema Nippon. Mientras el Hepburn trata de hacer que el japonés sea fácil de pronunciar para lectores con un trasfondo inglés, el Kunrei es más regular y de uso más simple para los hablantes nativos japoneses. Los estudiantes extranjeros están acostumbrados a las irregularidades del sistema Hepburn, algo que se puede ver, por ejemplo, en el grupo ta, chi, tsu, te, to. En Kunrei esos sonidos se escriben ta, ti, tu, te, to.
Ejemplos de diferencias en Romāji
Hepburn
Kunrei
し
shi
si
じ
ji
zi
ち
chi
ti
つ
tsu
tu
ふ
fu
hu
しゃ
sha
sya
じゅ
ju
zyu
Para los residentes y los visitantes extranjeros, el Hepburn parece dominar por completo. No solo se encuentra en materiales para el aprendizaje del idioma, sino también en contextos oficiales como nombres de lugares en señales de la carretera o estaciones de tren. Sin embargo el Kunrei se sigue enseñando en algunas escuelas primarias, donde los estudiantes aprenden a escribir, por ejemplo, el nombre del monte Fuji con la grafía Huzi. Pasan a estudiar el sistema Hepburn, considerado más difícil, en la secundaria.
Incluso usando solo el Hepburn también existen discrepancias sobre cómo representar ciertos sonidos. Por ejemplo el famoso caso de la “o” larga (おう), que se ha venido escribiendo de diversas formas, tales como “ō”, “o”, “ou”, “oh” y “ô”. Algunos prefieren convertir la “n” (ん) en palabras como “Shinbashi” en “m”, para reflejar la pronunciación real: Shimbashi. (En Nippon.com utilizamos el macrón para vocales como “ō” y “ū”, y mantenemos la grafía de la “n”, salvo en ciertas excepciones).
Una alternativa para el diseño
En medio del entusiasmo por todo lo que fuera occidental, en el periodo Meiji (1868-1912), existía un movimiento pequeño pero muy activo que propugnaba por la completa adopción del rōmaji para reemplazar el complejo idioma escrito japonés. En lugar de ello se realizaron grandes esfuerzos durante décadas para simplificar y estandarizar los kanjis y kanas y reducir en gran medida su complejidad, con lo que las perspectivas de un papel central para el rōmaji se hicieron cada vez más remotas.
Aunque el alfabeto romano apenas se ve en párrafos de japonés escrito, además de su uso en la señalización, también posee una presencia activa en la publicidad y otros diseños. Las palabras japonesas en rōmaji (así como las palabras inglesas) proporcionan una opción más para captar la atención e invitar a una mirada más atenta. A diferencia del inglés, que puede ser simplemente decorativo (y a menudo erróneo), el rōmaji normalmente sigue la pronunciación correcta del japonés, y su objetivo es la comunicación hacia el público.
En los libros de texto de japonés para principiantes el rōmaji se usa a veces en lugar del hiragana. He leído algunas opiniones negativas sobre el aprendizaje de japonés usando el alfabeto, dado su uso limitado en el lenguaje escrito. Estoy de acuerdo en que merece la pena ser conscientes de que el estudio temprano del hiragana es de gran utilidad, si uno quiere aprender a leer frases algún día. Y los diferentes sistemas de rōmaji pueden también resultar confusos.
Sin embargo, cada estudiante, tras informarse, será capaz de tomar sus propias decisiones sobre la utilidad que le pueda encontrar. Por ejemplo, aprender algo de vocabulario mediante el rōmaji puede en un primer momento facilitar la memorización del hiragana, en lugar de estudiar ambas cosas a la vez. Quienes viven en Japón, o ven el país a través del anime o el manga, sabrán que las palabras en rōmaji tienen su lugar, por lo que parece algo excesivo rehuirlas por completo.
(Traducido al español del original en inglés. Imagen del encabezado de Mokutan Angelo.)
Geta y zori son dos tipos de calzado tradicional japonés que se han usado desde viejos tiempos. Aprendamos más sobre cómo son realmente y cómo puedes comprarte un par para ti.
Geta y zori son dos tipos de calzado tradicional que se han usado en Japón desde los viejos tiempos. Antes de la introducción de la cultura occidental, los japoneses no usaban zapatos, sino que usaban geta y zori cuando salían. Incluso hoy en día, los geta y zori son indispensables, sobre todo cuando usas un kimono o cualquier otro tipo de ropa tradicional.
Geta y Zori, ¿qué son exactamente?
Aunque la forma esencial de geta y zori son similares, hay grandes diferencias cuando los recoges y miras por debajo. En el envés del geta hay zancos de madera o protuberancias llamados “dientes”. La geta estándar requiere dos de estos dientes que hacen contacto con el suelo cuando uno está caminando. Aunque es un poco inusual, en ocasiones los geta no tienen dientes o tienen suelas gruesas en sus fondos, pero, en general, este calzado de madera se llama geta.
Aunque geta y zori se usan de la misma forma, zori tiene suelas planas sin dientes. En la parte de arriba del geta y zori hay algo que se llama hanao (referido como correa desde aquí), usulamente hecha de tela. Cuando alguien se pone el calzado, la parte principal de la correa pasa entre el dedo gordo y el dedo índice. Zori tiene la misma forma y son fácilmente usadas como sandalias de playa.
¿Cuándo se suelen usar los geta?
En los días antes de que las calles se pavimentaran, los dientes en la suela de los geta permitían a las personas caminar seguras sin tropezarse y caerse, especialmente en los días de lluvia cuando las calles estaban lodosas y mojadas. Los geta también prevenían que el dobladillo del kiomo se lleanra de tierra o se ensuciara. Hoy en día, los geta se usan generalmente como parte del conjunto de yukata. Uno de los encantadores símbolos de verano es ver a las personas usando yukata y geta en festivales de verano y muestras de juegos pirotécnicos. También en la cálida primavera de Japón, es posible rentar o pedir prestados yukata y geta. Una de las características encantadoras de los geta es el karankoron o sonido de “clac clac” que hacen los dientes del geta al caminar por caminos pavimentados con piedra o superficies de concreto.
Pokkuri Geta son zapatos de platforma con suelas gruesas de madera en lugar de dientes, y son usualmente utilizados por las maiko y también por mujeres jóvenes con sus mejores galas de domingo el día de las celebraciones de Shichi-Go-San.
¿Cuándo se usan los zori?
Hoy en día los zori se usan para atuendos formales japoneses, y cuando la superficie está hecha de piel, tela o vinil.
Históricamente muchas personas usaron zori de paja que se hacían simplemente tejiendo paja. En los días antes de que los zapatos con diseños se hicieran populares, las personas que participaban en la agricultura tejían paja en sus casas y hacían waraji (sandalias de paja) que se usaban para trabajar. Los Setta eran una variedad de waraji que se usaban sobre todo por hombres. Eran rectangulares y tenían suelas especialmente delgadas.
Los zori con correa blanca se usan primordialmente al usar ropa formal, y los zori con correas negras se usan es situaciones cotidianas, por lo que una de las características es que el color de la correa suele determinar la situación en la que se usarán los zori. Usar los geta en la nieve hace difícil caminar porque la nieve se atora en los dientes de los geta, y de acuerdo con las fuentes es una de las razones por las que los setta se hicieron comunes. Son durables y fácil de usar, y el hecho de que se deslicen fuera y dentro fácilmente los hicieron populares entre los artesanos y labradores.
Cómo elegir y ponerse los geta
Ahora, algunos puntos sobre cómo comprar geta y zori.
Primero necesitamos elegir una correa. La manera más sencilla de elegirla es seleccionando una que combine con el color del obi (fajilla decorativa) de tu kimono. Para prevenir la fricción entre la parte de arriba de tu pie y la parte de la correa que está atada a los geta, elige una correa que esté hecha de material grueso y que se sienta suave en lugar de desigual. Después, necesitamos el tamaño apropiado de los geta. Cuando uses ropa formal japonesa, tu tacón debe extenderse un centímetro detrás del daiza, o el cuerpo de madera de los geta. Si tu tacón entalla perfectamente con el cuerpo del os geta, puedes pisar accidentalmente el dobladillo del kimono o ropa formal. También si las puntas de los dedos se salen del filo frontal de los geta, será difícil caminar. Así que cuando compres geta por primera vez, te recomendamos ampliamente probar distintas tallas hasta que encuentres el par que sientas cómodo para ti.
Después de comprar los geta es buena idea ajustar la correa. Primero, con tus manos masajea y soba la porción de correa que pasa entre tu dedo gordo y el índice para ablandarla. Después, de donde la correa se une a la base de madera de los geta, jala gentilmente hacia arriba y ajusta de acuerdo con la forma de tu pie y la altura de tu empeine. Al inicio, el material de la correa será duro, por lo que si intentas ponerte el geta muy rápido, podrás enredarlo. Si la correa se enreda, puede ser incómodo usar los geta y la parte enredada podrá causar ampollas de la fricción. Así que por favor, tómate tu tiempo al ponerte los geta. También colocar un poco de polvo para hornear o frotar con jabón sobre el área entre el dedo gordo y el índice, hará más sencillo deslizar el pie por el geta y prevendrá de que la correa roce la piel.
Si tus geta son del tipo que tiene tres aperturas por donde pasa la correa y se asegura, nos han dicho que existe una tienda especializada de calzado donde es possible que te ajusten la correa y también la reemplacen. Sin embargo, los ajustes o cambios no pueden hacerse si la correa está hecha de hule o un material similar o si está incrustada permanentemente en la suela del calzado. Los geta o zori vendidos en tiendas especializadas tienen una imagen de ser caros, pero si las correas pueden cambiarse o ajustarse para que te queden, entonces puedes sentirte feliz de que tendrás un par de zapatos ¡solo para ti!
¿A los japoneses les gusta lavarse?
Japón es conocido por ser un país que presta mucha atención a la higiene. La costumbre de lavarse las manos y hacer gárgaras todos los días está particularmente extendida, y gran parte de la población del país, desde niños hasta mayores, llevan a cabo asiduamente estas prácticas. ¿Por qué los japoneses prestan tanta atención a la higiene? En este artículo, aprenderá las razones de esto, basado en la cultura y la educación escolar peculiares de Japón.
¿A los japoneses les gusta lavarse?
Se lavan las manos y hacen gárgaras cuando llegan a casa. Se meten en la bañera y se asean antes de ir a dormir. Incluso limpian sus traseros usando retretes con bidé… Todas estas actividades son costumbres habituales en la vida de los japoneses. Podría decirse que los japoneses conceden gran importancia al hecho de asearse a fin de mantener sus manos y sus cuerpos limpios. No es común en otros países del mundo mantener estas costumbres de aseo tan arraigadas. Esto muestra cuánta atención prestan los japoneses a la higiene. Merece la pena mencionar cuánto les gusta a los japoneses darse baños de inmersión. Los resultados de sondeos muestran que uno de cada tres japoneses se toman un baño de inmersión todos los días en verano y que uno de cada dos lo hace también en invierno. Se cree que esta costumbre de bañarse en Japón comenzó cuando el budismo se introdujo en el país. El budismo llegó a Japón en el siglo VI, y las enseñanzas budistas afirmaban que los baños «eliminan las Shichibyo (siete enfermedades) y traen los Shichifuku (siete méritos)». En base a estas enseñanzas, se instalaron baños en los templos budistas, de modo que mucha gente comenzó a usarlos, tanto los monjes budistas como la gente común. En el año 1591 apareció el Sento, un tipo de baño público. En esa época, un Sento era un tipo de baño de vapor parecido a una sauna. La gente introducía la mitad inferior de su cuerpo en el agua y dejaba que el vapor calentara la parte superior del cuerpo. En 1877, Japón vio aparecer el Sento al estilo de baño regular, con grandes bañeras que contenían gran cantidad de agua. Todavía hoy hay muchos Sento por todo Japón, que siguen siendo muy apreciados por la gente que los visita.
Hay muchos baños públicos llamados «Sento» por todo Japón. Estos baños traen paz a las mentes y los cuerpos de los japoneses. Muchos Sento tienen pinturas en sus paredes que representan el Fujisan (Monte Fuji), una montaña icónica de Japón. Estas pinturas hacen que los baños parezcan más espaciosos, lo que permite a la gente relajarse.
Esta imagen muestra un Sento del período Edo (1603–1867). Los Sento estaban tan extendidos en Japón que se decía que «había un baño en cada distrito». Estos baños eran muy apreciados por la gente común como lugares para descansar y relajarse.
Stephanie Crohin es de Francia, y es una embajadora del Sento designada por la Asociación Cultural Japonesa del Sento. Dice que los Sento japoneses tienen efectos positivos para la salud así como para la belleza.
«Se dice que cuando uno entra en la bañera del Sento, todo su cuerpo se estimula, y que hay un aumento de proteínas de choque térmico en su corriente sanguínea. Las proteínas de choque térmico son proteínas que reparan las células dañadas. Se cree que estas proteínas tienen efectos positivos como recuperación del cansancio, alivio del estrés y embellecimiento de la piel».
Dice también que los Sento juegan un papel adicional como instalaciones sociales y culturales.
«Los Sento están situados en el centro de cada distrito, de manera que sirven como lugares para el intercambio social, donde gran número de personas se juntan. Si saluda a otra persona cuando está dentro del baño, hablará con usted de forma amigable. Fujisan (Monte Fuji) es un famoso ejemplo de las pinturas de los Sento, pero estas pinturas pueden presentar un amplio rango de patrones y diseños. Muchas pinturas representan lo que estaba de moda cuando los baños fueron construidos. Otra forma de disfrutar los Sento es comparar las pinturas de las paredes de cada casa de baños, observándolos como obras de arte».
Stephanie Crohin, una embajadora del Sento. Experimentó el Sento por primera vez en 2008, cuando fue a Japón a estudiar literatura japonesa, y desde entonces comenzó a visitar muchos Sento por todo Japón. Actualmente, trabaja para expandir la Sento bunka (cultura Sento) japonesa entre otras personas de Japón y de todo el mundo mediante escritos, charlas y otras actividades. Comparte información sobre los Sento todos los días en su página web y en su página de Instagram. Instagram: https://instagram.com/_stephaniemelanie_/ Página web: https://cookie.templtrial.com/
Las pinturas de las paredes de los Sento presentan variados diseños, desde estilos que parecen extraídos de las pinturas clásicas occidentales hasta estilos que recuerdan al arte moderno. Estas bellas pinturas parecen como exhibidas en una galería de arte, y traerán tranquilidad a su mente cuando las contemple.
Los japoneses también tienen una notable obsesión por los retretes. Los retretes con bidé, que se caracterizan por una función que asea el trasero del usuario con agua caliente, están extendidos en los hogares de Japón e incluso en los sanitarios públicos de la ciudad. Muchos turistas que visitan Japón desde el extranjero parecen experimentar un shock en estos ambientes donde la gente puede usar retretes con bidé limpios y altamente funcionales en todas partes.
Los japoneses aprenden en la escuela a lavarse las manos y hacer gárgaras
Podría decirse que la educación japonesa es en parte la razón por la que los japoneses tienen la costumbre arraigada de lavarse. Esto no se ve en demasiados países del mundo, pero las escuelas primarias japonesas tienen clases donde los alumnos aprenden la importancia de lavarse las manos y hacer gárgaras. Lavarse las manos y hacer gárgaras son hábitos importantes para prevenir el envenenamiento por comida y los resfriados. Por esta razón, las escuelas elementales japonesas enseñan la conexión que hay entre los gérmenes y el lavado de manos o las gárgaras, así como la forma correcta de lavarse las manos y hacer gárgaras. Además de esto, los niños practican el lavado de manos y las gárgaras todos los días en la escuela y en la casa. Mediante este proceso, los niños de Japón desarrollan naturalmente la costumbre de lavarse las manos y hacer gárgaras. Las escuelas de Japón tienen inspecciones regulares de higiene llamadas Eisei kensa. En las Eisei kensa, los maestros revisan que los alumnos hayan traído pañuelos, toallitas de papel y una mascarilla, y también si se han cortado las uñas debidamente. Mediante estas inspecciones, los maestros instruyen a los alumnos sobre la importancia de prestar atención a la higiene y la salud. Los niños japoneses, mediante estas prácticas educativas, logran concienciarse sobre la higiene. En Japón, hay muy distintos tipos de productos a la venta relacionados con el lavado de manos y las gárgaras. Los supermercados y las farmacias tienen un amplio rango de artículos con efecto desinfectante, así como barras de jabón, distintos tipos de jabones de manos, toallitas desinfectantes de alcohol y líquidos para hacer gárgaras. Estas tiendas también venden jabones de manos que echan espuma cuando aprietas el surtidor, así como productos que ayudan a los niños a disfrutar el aprendizaje acerca del lavado de manos. Los japoneses desarrollan hábitos de higiene mediante programas educativos y productos cuidadosamente diseñados.
Hacer gárgaras implica echar agua en la boca, lavarse la garganta y eliminar los gérmenes y la suciedad. Las escuelas de Japón enseñan a los alumnos que hacer gárgaras y lavarse las manos son hábitos importantes para prevenir los resfriados.
Este dispensador de jabón de manos echa jabón en forma de espuma cuando aprietas el surtidor. Esto hace que sea fácil lavarse las manos concienzudamente. (Imágenes por cortesía de Kao Corporation)
Los hábitos de higiene que se han arraigado profundamente en la vida diaria de los japoneses
Japón tiene muchos otros tipos de hábitos higiénicos. Por ejemplo, los restaurantes japoneses normalmente ofrecen a sus clientes lo que llaman Oshibori. Un Oshibori es una pequeña toalla de tela mojada que se usa para limpiarse las manos antes de comer. Recientemente, más y más restaurantes comenzaron a ofrecer toallitas húmedas descartables en lugar de Oshibori. Estas toallitas húmedas descartables están hechas con telas sin tejer remojadas en etanol. Los Oshiborise ofrecen a menudo también en restaurantes japoneses fuera de Japón. Esto muestra hasta qué punto estas pequeñas toallas se convirtieron en parte de la cultura japonesa. La práctica de ofrecer Oshibori a los clientes se extendió desde el período Edo (1603–1867). Se piensa que los hostales y los establecimientos de comida comenzaron a ofrecer estas pequeñas toallas como forma de hospitalidad, que daba tranquilidad a los viajeros que entraban. El ofrecimiento de Oshibori se arraigó en Japón debido a varios factores: el ambiente caliente y húmedo que hace que la gente sude, la tendencia de los japoneses a la limpieza y la cultura de hospitalidad de Japón.
En Japón, muchos restaurantes ofrecen un Oshibori gratuito cuando entra.
Si se limpia las manos con un Oshibori antes de comer, puede evitar que los gérmenes se introduzcan en su boca.
Japón tiene también muy arraigado el hábito de llevar mascarillas. Esta práctica no solo sirve para evitar atrapar enfermedades; los japoneses prestan mucha atención al uso de mascarillas para evitar causar problemas también a otras personas.
Desde la expansión del nuevo coronavirus, la gente presta más atención que nunca a la importancia de lavarse las manos, hacer gárgaras y otros aspectos de higiene pública. Músicos populares y celebridades de Japón lanzaron muchas canciones para cantar mientras se lavan las manos. Estas canciones para el lavado de manos ganaron popularidad, especialmente entre los niños. Todo el mundo copia los movimientos en estas canciones mientras se lavan activamente las manos. Los hábitos de higiene diaria son los aspectos más importantes para prevenir resfriados y otras enfermedades infecciosas. Intente llevar a cabo hábitos como el lavado de manos para mantener su salud.
JISEI, el «poema de despedida» de los samuráis.
El jisei (辞世の句 jisei no ku) es un «poema de despedida» escrito justo antes de la muerte de su autor. Esta forma de expresión poética tiene su origen en la corte imperial japonesa, datando los primeros jisei del periodo Asuka (siglos VI-VIII), aunque sería la casta samurái quien los cultivaría con más asiduidad a partir del periodo Kamakura.
El jisei requería la certeza de una muerte inminente; no es extraño, por tanto, encontrar algunos de estos poemas escritos en los momentos previos al ‘seppuku’, la noche antes de una ejecución o en las postrimerías de una batalla que se sabía inevitablemente perdida.
Los samuráis lo consideraban la forma de despedida más excelsa: por una parte, entroncaba con el budismo zen que cimentaba su filosofía marcial, según el cual se podía alcanzar la iluminación a través de la práctica devota de artes como la esgrima o la poesía. Así, la capacidad de concretar la experiencia de vida en un buen jisei era la muestra de que el alma del difunto se hallaba próxima a la iluminación. Por otra parte, el jisei era prueba de una serenidad de espíritu encomiable ante la muerte, una virtud imprescindible en un buen samurái.
Hasta nuestros días han llegado multitud de jisei, pero uno de los más célebres es el del samurái y poeta Ota Dokan (1432-1486), asesinado en unos baños públicos. Dokan tuvo la templanza de arrancarse el cuchillo con que le habían apuñalado y escribir con su propia sangre los siguientes versos:
«Si no hubiera sabido que ya estaba muerto, habría lamentado perder la vida».
Texto: David B. Gil / Grabado de Tsukioka Yoshitoshi
LAS CINCO MUJERES SAMURÁI MÁS FAMOSAS de JAPÓN…
Desde la leyenda de las amazonas o las mitológicas valkirias a las reinas guerreras como la británica Boudicca, Artemisia de Halicarnaso o Zenobia de Palmira, pasando por personajes más recientes tipo Juana de Arco o la Rani Lakshmibai india, la participación de la mujer en la guerra se ha movido siempre entre la leyenda y el individualismo improvisado, del que buen ejemplo son las españolas María Pita o Agustina de Aragón. Por supuesto, hay que dejar al margen tiempos contemporáneos porque las Brujas de la Noche soviéticas o las féminas del Tzahal israelí son auténticos símbolos de su incorporación a ese mundo históricamente masculino.
Por eso resulta especialmente llamativo que una sociedad tan poco igualitaria como la feudal japonesa fuera en la que se desarrolló una casta de mujeres guerreras, dignas alternativas en su sexo a los samuráis varones. Se trata de las onna-bugeisha, un pequeño grupo perteneciente a la elevada clase bushi y que se iniciaron en el arte de manejar las armas y luchar con vistas a proteger su honor y hogar cuando sus maridos o familiares marchaban al frente.
Onna bugeisha significa “Mujer guerrera”, pues aquellas damas se convertían en esforzadas combatientes, si bien se veían obligadas a compensar de alguna forma su menor fuerza física respecto a los hombres. Eso se plasmó en la preferencia por armas más adecuadas para ellas que la katana. Así, la mayoría eligieron el arco y las flechas o la naginata (una especie de alabarda de hoja curva, como se aprecia en la primera imagen), que les permitían mantener las distancias; a la inversa, también optaban por las ligeras kaiken y tanto, que eran variedades de dagas.
Aparecieron y vivieron su momento de oro en los períodos Heian (794-1185 d.C.) y Kamakura (1185-1333 d.C.), decayendo en la etapa Edo al implantarse la doctrina neoconfuciana que ligaba a los guerreros al poder político y relegaba a la mujer a la casa. No obstante, algunas consiguieron mantener la traidición viva a lo largo de los en tiempos y las fotos decimonónicas que acompañan este artículo sirven de muestra, aunque probablemente muchas de sus protagonistas sean en realidad modelos.
Pese a todo, han pasado a la posteridad los nombres de algunas que destacaron especialmente por sus hazañas. A continuación enumeramos las más famosas, aunque no fueron las únicas ni mucho menos.
LA EMPERATRIZ JINGU:
La más conocida fue la emperatriz Jingu ((169-269 d.C.), que se hizo famosa por relevar al frente del ejército (y del gobierno) a su marido Chuai cuando éste falleció intentando conquistar Corea. Pero la historia de Jingu es dudosa y muchos expertos creen que tiene más de leyenda que de realidad, habiendo sido creada para explicar el interregno hasta que su hijo Ojin subió al trono.
TOMOE GOZEN:
Tampoco se sabe si fue real Tomoe Gozen. Sus andanzas se inscriben en la guerra entre los clanes Genji -también llamado Minamoto- y Heike -igualmente conocido como Taira-, glosada por un poema épico titulado Heike Monogatari escrito en el siglo XIII pero referente a hechos de la centuria anterior. En los versos se cuenta cómo esta dama, que destacaba como amazona pero también en el manejo del arco y la naginata, participó en la toma de Kioto. Su final, como su existencia misma, no está claro. Unas fuentes dicen que murió en la batalla de Awazu junto a su esposo Minamoto no Yoshinaka; otras, que él fue ejecutado al acusarle de traición un shogun y que ella no era su mujer sino una sirviente; otra versión habla de que se casaron después. En fin…
HOJO MASAKO:
En esa misma guerra Genji luchó otra célebre onna bugeisha, Hojo Masako, y ésta parece que sí existió seguro. Era hija, madre y esposa de shogun. A la muerte de su cónyuge decidió abandonar las armas y se hizo monja, pero luego dejó los hábitos y se lanzó a una vida guerrera, siendo conocida como la Monja shogun; algo que no debía ser raro porque también se le atribuyó a Tomoe Gozen, en una de las múltiples versiones de su biografía. Tras una vida rocambolesca de conspiraciones y peleas, Hojo Masako falleció a los sesenta y nueve años.
MOCHIZUKI CHIYOME:
Una variante de onna bugeisha es la que personalizó Mochizuki Chiyome en el siglo XVI: tras la muerte em combate de su esposo, el daimyo Takeda Shingen le encargó el reclutamiento y adiestramiento de una red femenina de agentes cuyos componentes recibían el nombre de kunoichi. Hacían de espías, llevaban mensajes secretos codificados, asesinaban a enemigos destacados… Su memoria se ha perpetuado, algo deformada, en varios videojuegos y animes.
NAKANO TAKEKO:
Por último, es obligatorio mencionar a Nakano Takeko porque su intensa biografía no se enmarca en tiempos medievales sino en pleno siglo XIX, entre 1847 y 1868. Dirigió un contingente de onna bugeishas llamado Joshitai en la batalla de Aizu, librada durante la Guerra Bolshin, contienda civil que enfrento al shogunato Tokugawa dominante con un grupo de clanes opositores que querían devolver el poder al emperador. Las dos láminas del principio ilustran aquellos hechos. Nakano fue herida de un disparo (un flechazo, en otra versión) tras cargar contra el enemigo, naginata en mano, al frente de sus compañeras; para evitar caer prisionera se hizo el seppuku (su más fiel ayudante la decapitó en plena batalla) y las demás la enterraron en el templo de Hōkaiji, en Fukushima. En su memoria se celebra un festival cada año. Fuente y 📸: labrujulaverde.com
Conoce a las geishas y maikos de Nagoya
El mundo de las geishas (芸者) llamado Karyūkai (花柳界), que se traduce como «el mundo de las flores y los sauces», es un mundo de secretismo y exclusividad. Desde sus inicios la figura de la geisha ha sido y sigue siendo una fascinación para la mayoría de los extranjeros y japoneses.
Makoto chan (真こと), young maiko from Meigiren
Orígenes
Japón, a lo largo de su historia siempre ha ofrecido varias formas de entretenimiento relacionados sobretodo con el placer y el erotismo. El rol de la “mujer de entretenimiento”en la época medieval japonesa ha jugado un papel muy importante en la historia.
Ukiyoe painting of a Yanagibashi geisha (1869)
Los primeros registros históricos que se tienen de “mujeres de entretenimiento” se encuentran durante el Periodo Nara (alrededor del siglo VII) con las Saburuko (サブる子・侍る子). Había dos clases de Saburuko: La primera clase eran las Saburuko que provenían de un entorno de clase baja. Estas eran mujeres que se vieron forzadas por las condiciones económicas y el desplazamiento social a intercambiar favores sexuales para sobrevivir. La segunda clase de Saburuko eran mujeres de clase alta que bailaban y entretenían en los eventos sociales de la élite social.
Durante las Épocas Heian y Kamakura, los cortesanos pasaban gran parte de su tiempo preparándose y participando en ceremonias y festividades religiosas. Estas ocasiones a menudo exigían la presencia de artistas femeninas. Fue aquí cuando surgieron las Shirabyōshi (白拍子). Mujeres altamente cualificadas en las artes de la música, la danza y la poesía, ocupaban una posición pequeña pero gran significativa en la historia y en la ficción de la época.
In this photo you can see how a Shirabyōshi looked like
Las Shirabyōshi eran mujeres educadas que podían leer y escribir, bailaban sus propias composiciones de poesía vestidas con atuendos masculinos (trajes de estilo sintoísta). Estas mujeres se convirtieron en figuras deseadas ya que evocaban la imagen masculina sexualizada. Muchas de ellas se convirtieron en esposas legítimas de aristócratas y guerreros de alto rango. Entre las Shirabyōshi más famosas se encuentra Shizuka Gozen, amante de Minamoto no Yoshitsune, uno de los guerreros más grandes y más famosos de la historia de Japón.
Durante la Época Edo Japón cerró sus puertas al exterior, cortando así todo contacto con el mundo exterior. Muchos comerciantes se beneficiaron de la paz y la prosperidad de Japón y se hicieron extremadamente ricos. Pero la estricta jerarquía social les impidió utilizar su riqueza para mejorar su estatus o adquirir poder político de manera abierta. Así que canalizaron gran parte de su dinero hacia el ritual social, la búsqueda del placer y la adquisición de objetos bellos y, a menudo, costosos.
En sus primeras etapas, el mundo de las geishas se desarrolló brindando un servicio para entretener y encantar, trabajando junto a la deseada cortesana Oiran (花魁).
Oiran (花魁) a courtesan or woman of pleasure from the Osu Oiran Dochu (Nagoya)
Pay attention to her shoes!
Pero los comerciantes buscaban otros tipos de entretenimiento, que incluyera la música, la danza y la poesía. Es aquí cuando las primeras geishas aparecieron en escena. Y por sorprendente que pueda parecer las primeras geishas fueron hombres, llamados Taikomochi (太鼓持) o también llamados Hōkan (幇間). Estos hombres geisha comenzaron trabajando en los burdeles, entreteniendo a los invitados con música, conversación alegre y juegos cómicos antes de que la cortesana hiciera su aparición.
Más tarde, se sumaron a este servicio las mujeres geisha. Estas mujeres geisha estaban estrictamente reguladas por el gobierno y tenían reglas para no eclipsar y “robar” a los clientes de las cortesanas. De ahí que la vestimenta de las geishas tal y como conocemos actualmente, sea tan sencilla y poco llamativa. Muchas de las geishas trabajaban a veces incluso fuera de los distritos de placer.
A medida que la popularidad de las cortesanas Oiran disminuía, el entretenimiento de las geishas fue tomando cada vez más popularidad.
Finalmente en 1956, con las prohibición de la prostitución en todo el país, los distritos de placer fueron abolidos. Las cortesanas perdieron sus empleos, pero las geishas, en calidad de músicos y bailarinas, sobrevivieron hasta el dia de hoy.
Las geishas, hoy en dia, son guardianes de las artes tradicionales de Japón, y pasan toda su vida dominando la música clásica, la danza, los juegos y la conversación.
Meigiren, las geishas y maikos de Nagoya
Todavía hoy en día existe la errónea imagen de Geisha=Kyoto. Quizás sea simplemente la mera desinformación, o más bien la intención de seguir promocionando el lugar. Lo cierto es que las geishas y las maikosNO SON EXCLUSIVAS DE KYOTO. Las geishas y maikos existen en otras regiones de Japón como Tokyo, Yamagata, Fukushima, Niigata, Ishikawa, Shizuoka, Fukui, Akita y Aichi. Cada región tiene su grupo o asociación de geishas y maikos realizando representaciones en fiestas privadas, banquetes, celebraciones religiosas y eventos públicos.
En Nagoya se encuentran las Meigiren (Asociación de Geigi de Nagoya 名妓連組合), una asociación fundada en 1952 y formada por 17 geishas (también llamadas geigi 芸妓) y 4 maikos . Las geishas de Nagoya ofrecen representaciones en diferentes eventos públicos como en el evento anual de Nagoya Odori o bien en el Festival de cultura de Nagoya Yatto Kame.
NOTA: A PARTIR DEL PERIODO MEIJI, SE COMENZÓ A UTILIZAR LA PALABRA GEIGI (芸妓) EN VEZ DE GEISHA.
El equipo de Kawaii Aichi tuvo la gran oportunidad de charlar y entrevistar a la jefa de Meigiren, Hitomi san (ひと美) y a una de las geishas, Hikono san (ひこ乃), que nos contaron acerca de Meigiren.
Como toda geisha y maiko, las geishas y maikos de Meigiren tienen una rutina diaria que siguen estrictamente. Todas las mañanas tienen entrenamiento de baile, shamisen (instrumento de cuerda 三味線) y canto (お稽古 Okeiko). Suelen ensayar desde las 10 de la mañana hasta bien pasado el mediodía (alrededor de las 15:00).
Una vez finalizado el entrenamiento, toman un pequeño descanso para almorzar y regresan a casa para prepararse para la representación de la tarde-noche. Para prepararse, las maikos van a la casa de su Onee san (geisha mentora) para que pueda ayudarle a ponerse el kimono, maquillarse y arreglarse el pelo.
El comienzo de la jornada depende del tipo de representación de ese dia. Si son representaciones en banquetes, la jornada comienza alrededor de las 17:00. Si son representaciones nocturnas como Kawabun Culture Night, comienzan sobre las 21 de la noche. El final de la jornada suele ser normalmente hasta bien entrada la madrugada, aunque en ocasiones puede finalizar sobre las 21:00
Las geishas, según la región, se diferencian tanto en su estilo de baile como en el estilo de vida. Una de las grandes diferencias de Meigiren, con respecto a otros grupos de geishas, es que no tienen su propia Okiya (置屋 casa de las geishas). Esto significa por un lado, que no conviven todas juntas en un mismo lugar, y por otro, que tienen que correr con todos los gastos de los kimonos, las pelucas (y su mantenimiento), productos de maquillaje, las clases de ensayo, etc.
Otras de las diferencias, son el característico estilo de baile de Meigiren. Este estilo coge influencias de la escuela de danza clásica japonesa Nishikawa Ryu, una de las más prestigiosas de Japón. También cantar «Nagoya Jinku» (名古屋甚句), canciones populares del folclore de Nagoya. Y por último, el dominar el «Kin no Shachihoko» (しゃちほこ)(símbolo del Castillo de Nagoya). Este es un baile tradicional exclusivo de Nagoya que finaliza haciendo la pose de la carpa invertida o Kin no Shachihoko.
Usagi chan maiko doing Kin no Shachihoko
Me, Usagi chan maiko and others in kimono doing the Kin no Shachihoko
Las geishas y maikos de Meigiren realizan sus representaciones principalmente en Ryoteis (restaurantes tradicionales japoneses). Uno de los Ryoteis donde puedes disfrutar de sus representaciones es en Kawabun, ofreciendo 2 representaciones semanales con el evento Kawabun Culture Night.
SAKURA YABUSAME, ARQUERÍA A CABALLO BAJO LOS CEREZOS
Una de las épocas más bonitas para visitar Japón es la primavera, ¿por qué? ¡Por sus cerezos en flor! En esta temporada, hay infinidad de celebraciones que festejan la llegada del buen tiempo y, entre ellas, el Sakura Yabusame, un festival japonés en el que mujeres a caballo realizan tiro con arco bajo los cerezos en flor.
La historia del tiro con arco a caballo en Japón se remonta al siglo IV, época en la que algunos samurais comenzaron a usar sus arcos y espadas a caballo y a realizar duelos entre ellos, galopando el uno hacia el otro lanzándose al menos 3 flechas y, durante el período Kamakura (1185-1392), se empezó a usar como entrenamiento militar para mejorar la técnica de arquería de sus samurais. El Yabusame se considera, no solo un arte marcial, sino un ritual sintoísta para complacer a los dioses y asegurar una próspera cosecha.
Este ritual se suele realizar en santuarios sintoístas, en los que los jinetes, galopando en una recta de 250 metros, tienen que lanzar 3 flechas en 3 dianas colocadas a lo largo del recorrido y puede hacerse de manera individual o por equipos.
Aunque suele ser, en su mayoría, practicada por hombres durante muchos siglos, el SakuraYabusame está reservado a mujeres y a caballos criados en Japón, que galopan bajo los cerezos en flor de la ciudad de Towada, en la prefectura de Aomori.
Este festival se suele celebrar en un solo fin de semana y, este año, está previsto que se celebre del 25 al 26 de abril en el Parque Central de Towada con multitud de actividades, no solo para las participantes, sino para el público que se decida por disfrutar de este evento.
¿Conocíais este arte marcial tradicional japonés? ¿Habéis ido a algún ritual de Yabusame en algún viaje a Japón? No dudéis en comentar qué os parece en el espacio de comentarios.
Sumimasen: La palabra más útil en el idioma japonés
Si quieres aprender una palabra japonesa, suminasen (すみません) es una buena elección. Esta palabra que significa “lo siento” o “perdón”, es comúnmente utilizada en una variedad de situaciones.
Lo siento vs Gracias
Aquellas personas que son nuevas al idioma japonés, tienden a abusar de la palabra arigatou (gracias). Si escuchas la forma en que los japoneses hablan – arigatou no es una palabra tan común.
En el idioma japonés, es común decir “lo siento” cuando otras culturas dirían “gracias”. Por ejemplo, si alguien sostiene una puerta para ti– sería común dar la gracias. Por el contrario en Japón, es más común decir sumimasen (lo siento) ante esta situación. Se trata de dos maneras diferentes de ver la misma situación. Puedes estar agradecido de que alguien te ayudó o pedir perdón por haberlos molestado. En Japón, este último pensamiento es mucho más común.
De todas formas si utilizas arigatou para dar las gracias a un extraño por un pequeño favor, la gente va a entender lo que quisiste decir, sin embargo, no siempre suena completamente natural.
Disculpa Casual
Sumimasen es la forma más común de decir ante una disculpa casual a un extraño. Por ejemplo, si tu te tropiezas con alguien en la calle, es común decir sumimasen. Si deseas que tu disculpa sea más sincera puedes intentar inclinarte un poco. También es común ubicar la mano en frente de ti al hacer tal disculpa.
Disculpa Formal
Sumimasen deshita (lo siento por lo que hice) es la forma más común de hacer una disculpa formal. Digamos que te pillan al tratar de faltar al trabajo, esta sería la manera de disculparte con tu jefe.
Gomen nasai, es otra forma de disculparse. Sin embargo, se utiliza para pedir perdón a alguien con quien tienes una estrecha relación. Por ejemplo, es posible disculparse con tus amigos, y parejas con gomen nasai. Es un poco personal para usar con tu jefe.
Restaurantes
En Japón, los camareros y camareras no suelen ir a tu mesa a menos que los llames. Si necesita algo, se espera que llames al personal diciendo sumimasen.
Pedir Direcciones
Si va a hacer una pregunta a un extraño – sumimasen es la manera de empezar. En este contexto, significa disculpe.
Sumimasen está en el puesto #1 de las 10 palabras japonesas más importantes para los viajeros.
La Restauración Meiji y el establecimiento del Estado moderno
Tras los más de 260 que duró el periodo Edo, Japón experimento una y dolorosa transformación hasta adoptar la forma de un Estado moderno. El autor del artículo, un conocido autor de obras históricas, descifra para nosotros esta convulsa fase llamada Restauración Meiji.
La aparición de los “barcos negros” y los tratados desiguales
Entrado el siglo XIX, las potencias que habían podido completar con éxito la revolución industrial se lanzaron a la búsqueda de nuevos mercados, extendiendo su área de influencia a Asia. También Japón vio aparecer en sus aguas los barcos de estos países y fue visitado por delegaciones que trataban de conseguir la apertura al comercio de sus puertos. El bakufu o Gobierno shogunal había venido negándose a satisfacer estas pretensiones, pero cuando, en 1853, llegó a Japón el norteamericano Matthew C. Perry, comodoro del escuadrón de las Indias Orientales, el núcleo rector del bakufu estimó que no podría seguir rechazando sus imperiosas exigencias y un año después concedió la apertura de los puertos de Shimoda y Hakodate, según lo estipulado por el Tratado de Paz y Amistad entre Japón y Estados Unidos suscrito ese mismo año. Luego, firmó tratados similares con el Reino Unido, Rusia y Holanda.
En 1858 se firmó un nuevo acuerdo, el Tratado de Amistad y Comercio Japón – Estados Unidos, cuyo texto contenía cláusulas claramente desfavorables a Japón, como aquella en la que Estados Unidos se atribuía unilateralmente un trato preferencial, la que otorgaba poderes judiciales al cónsul o la que establecía un sistema de aranceles concertados (modificables solo mediante renegociación del tratado). Los poderes judiciales otorgados al cónsul implicaban que sería él el encargado de juzgar los supuestos delitos cometidos por los norteamericanos residentes en Japón, que escapaban así a la justicia japonesa. Japón perdía igualmente la capacidad de fijar libremente los aranceles, que quedaron fijados a niveles bajísimos. La consecuencia fue un gran flujo de productos japoneses, como seda cruda o té, al exterior, provocando una situación de desabastecimiento que llevó aparejado un rápido aumento del precio de esos y otros muchos productos. Simultáneamente, grandes cantidades de algodón barato afluyeron hacia Japón, lo que afectó gravemente a los productores e hiladores japoneses.
La delegación encabezada por Perry entra en la sala de recepciones de Yokohama (Archivos Históricos de Yokohama).
Pérdida de autoridad del bakufu y desórdenes en Japón
Los desórdenes provocados por esta apertura se tradujeron pronto en un sentimiento de odio hacia los extranjeros y en la formación en torno al emperador Kōmei, gran enemigo de los extranjeros, de una camarilla que impulsó el movimiento sonnō-jōi (“honrar al Emperador y expulsar a los bárbaros”). El tairō(cargo del bakufu equivalente al de primer ministro) Ii Naosuke reprimió duramente este movimiento en la Gran Purga de Ansei, pero fue asesinado en 1860 frente al Portal de Sakurada cuando se disponía a entrar en el castillo de Edo por un grupo de rōnin (samuráis sin señor) integrantes de dicho movimiento. Con el asesinato del máximo responsable político del bakufu esta institución perdió su autoridad y los partidarios del sonnō-jōi, especialmente los guerreros del feudo (señorío) de Chōshū, tomaron el control de la Corte.
Sin embargo, en los llamados Sucesos del 18 de agosto de 1863, la influencia en la capital de este feudo fue borrada por la unión de fuerzas de Aizu, Satsuma y otros feudos que, amparándose en la autoridad del Emperador, trataron de resucitar el bakufu. Chōshū trató de reaccionar dirigiendo sus fuerzas hacia el Palacio Imperial de Kioto, pero estas fueron frenadas y el feudo objeto de represalias.
Sakuradamon-gai no hen, una ilustración de la época, refleja el asesinato de Ii Naosuke frente al Portal de Sakurada (colección de la Biblioteca Prefectural de Ibaraki).
La amenaza extranjera y la alianza militar secreta
Los feudos de Satsuma y de Chōshū conocieron por propia experiencia la capacidad bélica de las potencias extranjeras, pues el primero se enfrentó al Reino Unido en el incidente llamado Bombardeo de Kagoshima (1863) y el segundo a un combinado naval de dicho país, Estados Unidos, Francia y Holanda (Bombardeos de Shimonoseki, 1863-64). Ante el hecho probado de que a Japón le resultaría imposible deshacerse de los extranjeros, comprendieron desde el primer momento la necesidad de modernizar el país para evitar, al menos, que fuera sometido al colonialismo occidental. Así, en 1866, los feudos de Satsuma y Chōshū establecieron una alianza militar secreta.
Cuando, ese mismo año, el bakufu se dispuso a represaliar por segunda vez a Chōshū, Satsuma se negó a participar en la operación y apoyó a Chōshū enviándole discretamente grandes cantidades de armas y munición. Las fuerzas shogunales fueron así batidas por un único feudo y con esta derrota el poderío del bakufu entró en una fase de rápido declive.
Shikyō sensō-zu Ōshimagun no zukai (colección del Museo Prefectura del Yamaguchi), ilustración que refleja la segunda expedición militar del bakufu contra el feudo de Chōshū, también llamada Guerra de las Cuatro Lindes, pues las batallas se libraron en los cuatro puntos limítrofes del feudo: Ōshima, Geishū, Sekishū y Kokura.
El final del bakufu no significó el final de los enfrentamientos
Ante esta situación, el shōgun Yoshinobu renunció formalmente al poder en favor del Emperador (octubre de 1867), pero al mismo tiempo se propuso salvar el régimen participando de algún modo en el nuevo Gobierno formado en torno a la Corte Imperial. Sin embargo, los feudos de Satsuma y Chōshū persistieron en su determinación de vencer al bakufu por las armas y para ello, en diciembre, protagonizaron un golpe de Estado y forzaron la promulgación de un edicto de restablecimiento de la autoridad imperial -más bien, una declaración de formación de un nuevo Gobierno-. En una reunión mantenida esa misma noche, arrebataron a Yoshinobu su cargo y sostuvieron que la casa Tokugawa debería devolver todas sus tierras al Emperador, acallando así las pretensiones negociadoras del ala más moderada, encabezada por los feudos de Tosa y Echizen.
Con estas duras medidas los feudos de Satsuma y Chōshū pretendían provocar una reacción violenta por parte del bakufu, pero Yoshinobu abandonó obedientemente el castillo de Nijō (Kioto) y se mudó al de Osaka, desde donde se limitó a observar el curso de los acontecimientos. Más tarde, los moderados volvieron a ganar posiciones en detrimento de los radicales dentro del nuevo Gobierno, y se tomó la decisión de favorecer la participación de Yoshinobu en el Gabinete. Entonces, Saigō Takamori y otros líderes del ala partidaria del derrocamiento del bakufu enviaron a Edo una legión de rōnin con la misión de alterar el orden público. Las acciones de los rōnin causaron la ira de los partidarios del ya disuelto bakufu, que contraatacaron quemando la residencia del señor feudal de Satsuma en la ciudad.
Estas noticias llegaron al castillo de Osaka, donde causaron un estallido de cólera entre los responsables del disuelto bakufu. Incapaz de refrenarlos, Yoshinobu acabó consintiendo el inicio de una acción armada contra el nuevo Gobierno de Kioto. De esta forma, con la batalla de Toba-Fushimi, se iniciaron las hostilidades entre las tropas leales al extinto bakufu y las del nuevo Gobierno, procedentes principalmente de los feudos de Satsuma y Chōshū. La batalla se resolvió con la derrota de los del bakufu y la huida de Yoshinobu a Edo.
Retrato fotográfico de Tokugawa Yoshinobu, último shōgun del periodo Edo (Museo de la Historia de la Ciudad de Fukui).
El nuevo Gobierno Meiji
Con un poderoso ejército de 50.000 hombres, el nuevo Gobierno puso sitio a la ciudad de Edo, pero el anunciado ataque no tuvo lugar gracias a las exitosas negociaciones entre Katsu Kaishū, representante del extinto bakufu, y Saigō, que permitieron la entrega incruenta del castillo de Edo a cambio de garantías de que se le respetaría la vida a Yoshinobu. Sin embargo, las acciones militares se sucedieron en el norte del país, donde una liga de feudos que ya se habían manifestado a favor de socorrer al de Aizu, que había pasado a ser considerado “enemigo de la Corte”, hacía frente al nuevo Gobierno.
En esta coyuntura, el nuevo Gobierno tomó públicamente una actitud contemporizadora de apertura ordenada del país y respeto a la opinión pública mediante la promulgación del Juramento de los Cinco Artículos y esbozó el nuevo modelo de Estado, que se basaría en la separación de los tres poderes, un principio inspirado en la Constitución de Estados Unidos. También se decidió que Edo sería la nueva residencia del Emperador, Tokio el nombre de la nueva capital y Meiji el de la nueva era.
El Juramento de los Cinco Artículos, tal como salió publicado en el Dajōkan Nisshi en el año 4 de la era Keiō (1868). El Dajōkan Nisshi fue una publicación a modo de periódico lanzada por el Gobierno Meiji que sirvió para divulgar las nuevas políticas que se estaban adoptando (Colección Digital de la Biblioteca Nacional de la Dieta).
Última resistencia del ejército shogunal
En mayo de 1869, el ejército del extinto bakufu, que, capitaneado por Enomoto Takeaki, se había hecho fuerte en la ciudadela fortificada de Hakodate (en la isla de Hokkaidō, llamada entonces Ezo o Ezochi) presentó su rendición al nuevo Gobierno, lo que supuso el fin de la Guerra de Boshin. De esta forma, el nuevo Gobierno Meiji logró extender su dominio a todo el territorio nacional. El siguiente paso fue ordenar a todos los damyō (señores feudales) del país que “devolvieran” sus dominios y súbditos. Fue algo puramente formal, ya que los señores feudales continuaron ejerciendo su control político con otros títulos.
Por otra parte, quienes habían luchado en la Guerra de Boshin eran los samuráis de los diversos feudos del país y en su mayoría habían retornado ya a sus regiones de origen, por lo que el nuevo Gobierno no disponía de una fuerza militar propia. En previsión de una nueva guerra similar a la anterior, los feudos del país reformaron ambiciosamente sus estructuras militares. Por ejemplo, el feudo de Kii estableció un sistema de levas y se hizo con una fuerza militar de 20.000 hombres, siguiendo el modelo prusiano.
Hakodate daisensō no zu, que ilustra los sucesos bélicos de aquella ciudad de Hokkaidō (Museo Municipal de Hakodate).
La sustitución de los feudos por prefecturas, una medida revolucionaria
Esta situación desató la alarma entre los líderes como Kido Takayoshi, del señorío de Chōshū, u Ōkubo Toshimichi, del de Satsuma, que temían la destrucción del nuevo Gobierno. Para evitarlo, tramaron un golpe de Estado que tendría por objetivo la abolición de todos los señoríos del país. A ese fin, formaron una tropa de 8.000 soldados con samuráis de sus dos señoríos y del de Tosa, y la concentraron en Tokio. Con esa fuerza como aval, en julio de 1871 anunciaron que quedaban abolidos los señoríos e instauradas las prefecturas, y que los nuevos gobernadores serían enviados desde Tokio, por lo que todos los antiguos señores feudales perderían sus posiciones y serían “invitados” a residir en Tokio.
Se trataba de una medida realmente revolucionaria y tanto Kido como Ōkubo supusieron que encontraría una gran resistencia. Sin embargo, no se produjeron grandes altercados y la transformación se llevó a cabo sin percances, debido posiblemente a que el nuevo Gobierno había anunciado que se haría cargo de todos los pagos a los samuráis y de todas las deudas contraídas por los señoríos. En cualquier caso, los señoríos desaparecieron y el nuevo Gobierno consiguió la unidad política del país. A partir de ese momento y en un breve periodo de tiempo, el nuevo Gobierno ejecutó una tras otra un gran número de importantes reformas sociales, que estuvieron orientadas a modernizar el país, enriqueciéndolo y fortaleciendo su ejército, con el fin último de evitar que Japón fuera víctima del colonialismo ejercido por las potencias occidentales.
Kido Takayoshi (izquierda) y Ōkubo Toshimichi, impulsores de la abolición de los feudos y del establecimiento de las prefecturas (Colección Digital de la Biblioteca Nacional de la Dieta).
De las revueltas de los samuráis al movimiento por las libertades y derechos civiles
Durante el periodo Edo (1603-1868) la tributación consistía principalmente en el nengu o canon anual sobre las cosechas, y los ingresos del Estado variaban notablemente de un año a otro según la suerte de aquellas. Para terminar con esta situación, el nuevo Gobierno reconoció a los contribuyentes del nengu como propietarios de la tierra y emitió en su favor títulos de propiedad que especificaban el valor de cada lote. En 1873, cargó sobre los propietarios un impuesto equivalente al 3 % del valor de la tierra que no se veía afectado por las variaciones en las cosechas y que además debía pagarse en dinero y no en arroz, como se hacía durante el shogunato. De esta forma se instauró un sistema tributario moderno y el Estado se dotó de ingresos estables. Simultáneamente, fueron abolidos los antiguos estamentos sociales (samuráis, agricultores, artesanos y comerciantes) decretándose la igualdad del pueblo y sometiendo a todos los varones de más de 20 años a inspección militar para obtener del conjunto de quienes cumplían las condiciones un reemplazo anual para un servicio de tres años. De esta forma se consiguió crear un ejército permanente que ya no dependía de una casta guerrera, pues estaba integrado por ciudadanos.
El descontento provino de la clase samurái. Con la abolición de los feudos los samuráis habían perdido a sus señores y en 1876 les fue suspendida también su retribución a cambio de un pago único por parte del Estado. Sucesivas medidas, como la supresión de los estamentos sociales y la prohibición de portar espadas, acabaron con sus privilegios. Ese mismo año comenzaron las revueltas y en 1877 Saigō produjo un gran levantamiento (Rebelión de Satsuma). El nuevo Gobierno reprimió la insurrección empleando todas sus fuerzas y cerrando así el camino a cualquier nuevo intento por derrocar el Gobierno por las armas. Los desafíos para la autoridad procedieron desde ese momento del movimiento en favor de las libertades y derechos civiles.
Este movimiento se inició con las críticas que Itagaki Taisuke, oriundo del feudo de Tosa, y otras figuras vertieron contra la monopolización del Gobierno por los feudos de Satsuma y Chōshū (oligarquía Meiji). La primera reivindicación fue que se permitiera participar en la política a toda la población civil mediante el establecimiento de una Cámara de Elección Popular (luego, Cámara de Representantes). El movimiento se inició entre los samuráis descontentos pero pronto se extendió a los propietarios agrícolas acaudalados y el pueblo en general.
La Gran Batalla de Tabaruzaka, principal episodio bélico de la Rebelión de Satsuma (Colección Digital de la Biblioteca Nacional de la Dieta).
Promulgación de la Constitución Imperial que hace soberano al Emperador
En este contexto, el Gobierno dio los primeros pasos hacia la promulgación de una Constitución. Era una medida impostergable, ya que Japón necesitaba ser reconocido como un Estado moderno en el ámbito internacional para estar en condiciones de pedir la modificación de los tratados desiguales que había suscrito. Pero el factor que en mayor medida espoleó al Gobierno en esa dirección fue la fuerza que había cobrado el movimiento en favor de las libertades y derechos civiles. Sus líderes reclamaron públicamente el establecimiento de un régimen constitucional y de un parlamento, pero también de una Constitución y se lanzaron a redactar borradores. En su mayoría contenían ideas muy democráticas centradas en el respeto a los derechos de la ciudadanía y algunos de ellos eran de marcado carácter radical, al estilo francés.
Algunos altos oficiales gubernamentales deseaban dar paso a una Constitución que consagrase la institución imperial y fortaleciese la posición de la oligarquía Meiji, pero muy pronto se alzaron dentro del propio Gobierno voces como las de Ōkuma Shigenobu, que propugnaban un texto que recogiera los principios innovadores del modelo británico. En 1881 los altos oficiales pasaron a la acción y echaron del Gobierno a la facción de Ōkuma, enviando a Europa a Itō Hirobumi para que estudiase las constituciones entonces vigentes. Después de estudiar y comparar diversos textos, Itō decidió tomar como principal referencia la Constitución de Alemania, que otorgaba toda la soberanía al monarca. A su regreso a Japón, introdujo ciertas modificaciones para adaptar el texto a la realidad japonesa y elevó al Consejo Privado un primer borrador. Este consejo era el más importante órgano consultivo del que disponía el Emperador para decidir sobre el particular.
En el Consejo Privado, en presencia del Emperador, se sucedieron las discusiones sobre el borrador constitucional, al cabo de las cuales, el 11 de febrero de 1889, fue promulgada la Constitución previamente sancionada por el Emperador, tal como se hizo constar. Lo que caracterizaba a la nueva Constitución era que establecía que la soberanía residía en el Emperador, una figura sagrada e inviolable que quedaba dotada de grandes atribuciones. El Emperador asumía grandes poderes como gobernante y el mando del ejército, así como el derecho a nombrar y destituir a los miembros del Gabinete de Gobierno. Sin embargo, al mismo tiempo, reconocía amplios derechos al pueblo, como la libertad de credo, de expresión y de actividad profesional, siempre dentro de los límites marcados por la Constitución. Al parecer, estas libertades se introdujeron en la Constitución siguiendo el deseo de Itō.
La ilustración Kenpō happushiki no zu recoge la ceremonia de promulgación de la Constitución Meiji (Colección Especial de la Librería Metropolitana de Tokio).
Pese a ser una de las figuras centrales de la oligarquía gobernante, Itō tenía una mentalidad relativamente liberal e intentó favorecer la creación de un Gabinete que estuviera formado por los partidos elegidos en las elecciones, para lo que fundó el Rikken Seiyūkai (“partido de la Asociación de Amigos del Constitucionalismo). Además, trató también de que la Constitución permitiera un cierto margen de interpretación, de forma que fueran posibles tanto lecturas como la de Minobe Tatsukichi, quien sostenía que la institución imperial debía ser considerada como un órgano del Estado, el órgano supremo, o como las más literales, que concluían que el emperador era la personificación del Estado y no una parte de él. De hecho, ambas interpretaciones tuvieron su plasmación histórica, ya que la primera fue inspiradora del modelo de Estado democrático ensayado durante la era Taishō (1912-1926) y la segunda la que condujo al período tenebroso del militarismo.
En cualquier caso, fue esta Constitución la que dotó a Japón de planta de Estado moderno, situándolo a la cabeza de los países asiáticos.
Fotografía del encabezado: Bushū Rokugō funawatashi no zu, ilustración que muestra a la comitiva del Emperador Meiji cruzando el río Tamagawa en dirección a la nueva sede imperial de Tokio. (Museo Municipal de Ōta).
Los sentōs, los antaño indispensables baños públicos japoneses, comenzaron a perder clientela con la llegada de las bañeras a los hogares, y cada vez quedan menos. Quizá incluso haya japoneses que nunca han visitado uno. Sin embargo, el sentō posee un sabor especial innegable, diferente a las aguas termales o la bañera de casa.
Takarayu, un ejemplo perfecto de sentō
Si se trata de disfrutar de un baño público en Tokio, nos parecen muy recomendables cualesquiera de los más de treinta establecimientos que se encuentran operativos en el distrito de Adachi. Se trata de una zona con potentes sistemas de ayudas para dichos locales (fue el primer distrito en implementar un descuento para estudiantes); pese a que ya son muchos los hogares que cuentan con bañera, muchos habitantes de Adachi continúan haciendo uso del sentō de toda la vida, hoy día.
De entre todos ellos aquel que nadie debería perderse es el legendario Takarayu, fundado en 1927. Se considera el representante de los locales con aire retro, y son muchos los aficionados que acuden desde lejos para disfrutar de su ambiente. En la construcción del majestuoso edificio, de estructura similar a la de un templo budista, participó un miyadaiku, carpintero especializado en templos y santuarios, a principios de la era Shōwa (1926-1989); Takarayu cuenta con una chimenea para expulsar el humo que se produce cuando queman leña para calentar el agua de las bañeras.
En los sentōs de la región de Kantō la entrada suele contar con tejados como los de un templo.
La chimenea del sentō mide 23 metros.
“Cuentan que, cuando mi abuelo cavó el pozo con el que se dio comienzo al sentō, alrededor no había más que arrozales”, dice Matsumoto Kōichi, el tercer propietario de la familia. Había también un sentō que ardió durante los bombardeos, en la guerra, pero el Takarayu sobrevivió, por suerte. “Cuando empezaban los ataques aéreos y las luces se iban, los clientes se bañaban a la luz de velas”, cuenta Matsumoto, mostrando hasta qué punto el sentō estaba unido a la vida cotidiana de los japoneses.
Matsumoto vistiendo el escudo de su familia, encontrado en una vieja caja de té; data del mismo año que propio local.
Un pequeño tesoro: fotografías del momento en que el local actual fue construido, en 1938.
La mayoría de los clientes actuales son ancianos de la zona. No es que carezcan de bañera en su casa, sino que “Para los mayores, considerando las facturas del agua y el gas, y el trabajo que cuesta limpiar, resulta más rentable visitar el sentō”, dice Matsumoto. Allí se encuentran con otros clientes, y en caso de que ocurra un accidente —si se desmayan en el agua, o les da un ataque al corazón en el vestuario— pueden recibir ayuda. Cerca del local se han abierto casas de huéspedes, y también está aumentando el número de clientes que vienen del extranjero.
El techo de los vestuarios es muy alto, y da sensación de libertad. La zona femenina cuenta con camas para bebés.
El espacioso jardín hace sentir al visitante la belleza de Japón; fue construido por el abuelo del dueño, que tenía algo de talento como jardinero, y hoy día se mantiene bien cuidado. “Los sentōs de antes contaban todos con un jardín, pero en muchos casos el espacio se ha convertido en una zona para lavadoras. El antiguo puesto del vigilante, colocado en un lugar central elevado desde el que se puede observar tanto el vestuario de los hombres como el de las mujeres, servía para que una sola persona pudiera vigilar los efectos personales de los clientes y comprobar que nadie transgredía las reglas. Sin embargo, es una costumbre que se ha ido perdiendo porque cada vez son más quienes dicen que no quieren que los vean cuando están desnudos. Con la reforma de 1988, en Takarayu también se abandonó el puesto del vigilante en favor de una recepción normal.
El jardín junto al vestuario masculino.
Izquierda: disfrutar de las vistas del jardín japonés tras el baño es un placer que no se da todos los días. Derecha: la entrada al baño masculino está a la izquierda, en Takarayu, y el femenino a la derecha. No nos equivoquemos…
La pintura del baño es una colaboración entre Maruyama Kiyoto, pintor de sentōs, y Machida Shinobu, el principal experto en estos establecimientos. Ambos lados se pueden utilizar, y al dar la vuelta a la imagen aparece un cuadro de Nakajima Morio.
En el techo de la zona de baño hay ventanas para que salga el vapor de agua
Izquierda: uno de los anuncios típicos en el cubo del sentō, en este caso del medicamento Kerorin. Derecha: Bobi, el ejemplo perfecto de cómo relajarse en el baño.
El sentō entre bastidores
Un día en el sentō comienza y termina limpiando. La limpieza de la mañana comienza a las nueve y dura entre dos y tres horas. Sobre las once y media se empieza a quemar la leña y tras una hora y media el agua queda a punto para bañarse. El local abre al público a las tres de la tarde, y cierra a las once y media de la noche. Después de cerrar, durante una hora, tres o cuatro personas se encargan de la limpieza. Unas ventanas a gran altura, denominadas yugenuki, que se pueden abrir desde el exterior, permiten la salida del vapor de agua. En verano las dejan abiertas todo el tiempo.
Una limpieza concienzuda a diario mantiene un espacio impecable.
Las ventanas para la salida del vapor.
La leña es el combustible que se usa principalmente para calentar el agua. Antes la madera se traía desde Kiba, lugar en el que se reunía madera, por medio de unas barcazas, usando el cercano río Sumida. En el distrito de Adachi había antes muchos aserraderos y fábricas de lápices y de contrachapado, por lo que ya se solían recolectar en camiones las virutas, astillas y otros recortes de la madera.
Ya no quedan muchas fábricas de ese tipo, por lo que la leña para el sentō proviene de postes y vigas de centros de desguace, pero a veces ni siquiera se puede conseguir de esos proveedores. Por esta razón las bañeras de Takarayu están diseñadas para poder también calentarse con gas. Por supuesto, el coste de cada método es muy diferente. “Con la leña se paga la mano de obra, mientras que cuando debemos usar gas sube el coste de forma desorbitada”, dice Matsumoto con pesar.
El calentador de gas.
El trabajo en un sentō es, contrariamente a lo que se podría pensar, muy duro. A pesar de ello Matsumoto ha seguido protegiendo el local Takarayu hasta hoy día, atendiendo a las expectativas de los aficionados a los baños, y empezando por sus clientes habituales.
Sentōs con nuevo estilo, también de moda
Aunque los baños tradicionales son muy populares, también se dan nuevas tendencias en el ramo. Una de ellas son los sentōs diseñados por arquitectos famosos. En el distrito de Adachi, el Taiheiyu, que ha marcado época en el establecimiento de esa tendencia, es quizá el local pionero. En su diseño trabajó el vanguardista arquitecto Imai Kentarō, responsable de haber dado al mundo una gran variedad de sentōs de renombre. El Taiheiyu es el primero de esa lista.
El toldo rojo característico del Taiheiyu.
Ante la recepción hay un espacio con numerosas taquillas de madera para el calzado.
Taiheiyu se fundó en 1965. En un principio su nombre era Ippeiyu; el primer carácter del nombre era ichi(uno), pero, con el deseo de que mucha gente acudiera al local, los dueños añadieron el carácter de persona, nin; la suma de ambos caracteres dio lugar a tai (grande), el carácter actual. En 1985 el edificio fue reformado para dotar de un armazón metálico a su estructura, y se añadió un amplio y moderno vestíbulo. Posteriormente, en 2000, se le encargó al arquitecto Imai Kenji que diseñara un nuevo Taiheiyu, el edificio actual.
Lo más característico del diseño es la iluminación de las paredes. De noche crea un ambiente romántico, y los clientes se ven envueltos por una atmósfera fantástica. Cada hora los baños rebosan durante cinco minutos, un sistema para mantener el agua limpia, y disponen por supuesto de artículos de baño: champú, acondicionador y jabón; se trata de un sistema que comenzó con la fundación del local, y se adelantó a todos los otros sentōs. Antiguamente se calentaba el agua con electricidad, pero últimamente se ha optado por el gas.
Los cambios en la iluminación producen interesantes efectos en el ambiente.
El dueño, Yoshida Kensuke, le pidió tres cosas a Imai, quien nunca había diseñado un sentō antes. Lo primero, que al entrar en la bañera no hubiera que subir a ella, sino bajar, como en las aguas termales. Lo segundo, que construyera en la zona para mujeres un pasillo con agua caliente; esta fue una sugerencia de la esposa de Yoshida, la cual se encontraba en rehabilitación por problemas con sus articulaciones. La tercera petición consistía en que Imai construyera un mostrador abierto en el vestíbulo, para los clientes que quisieran tomar algo. Salvo por estos tres puntos, el arquitecto contaba con total libertad para probar lo que quisiera, y decidió el diseño final por su cuenta. Tras finalizar las obras el diseño de Imai recibió estupendas críticas, y comenzaron a aparecer otros muchos sentōs de diseño.
El pasillo con agua, de noche, en la sección femenina. La sección masculina cuenta con baño al aire libre.
Izquierda: podemos entrar en el agua sin necesidad de subir a la bañera. Derecha: los clientes pueden tomar algo tras bañarse.
Han pasado diecisiete años desde la reforma del Taiheiyu. Todos los jueves se puede disfrutar gratis del karaoke en el vestíbulo, y parece haberse convertido en el punto de descanso para los habitantes del barrio. Su aparcamiento es espacioso, y según dicen acuden muchos clientes de fuera de Adachi. Como si se hicieran eco de los deseos de Yoshida (“Mejor que unas aguas termales lejos, un sentō cerca”), cada día muchas personas se reúnen en el local. Es de esperar que los sentōs que, como el Taiheiyu, miran hacia el futuro sin dejar de servir como lugar de encuentro, no hagan sino prosperar.
Yoshida no escatima esfuerzos para ofrecer audaces innovaciones que respondan a las necesidades de su clientela.
Texto: Waga Naofumi (plant Q) Imágenes: Katō Kumazō Modelo e imágenes adicionales: Furo Wakuzō Colaboración: Asociación Cultural del Sentō de Adachi
¿Qué es realmente un samurái?
Cuando en la cultura popular se habla de un samurái habitualmente se viene a hablar de un personaje histórico japonés con katana, empleando así de manera genérica conceptos como “espadachín” o “guerrero” en el contexto histórico feudal japonés para definirlo. Sin embargo, estas definiciones de samurái son frecuentemente erróneas, ambiguas o inexactas, ocasionando un desconocimiento general de cómo fue el estrato social militar en Japón. Pero entonces, ¿qué es un samurái?
Definición estricta de samurái
El kanji para samurái es 侍 (samurai), “el que sirve”, procedente de la forma continua del verbo 侍ふ “servir” (saburafu) de la fase temprana del japonés. Según la fuente que consultemos vamos a encontrar una definición ligeramente distinta para samurái, pero todas remarcan este significado particular de “servir” en el aspecto de dar servicio a un señor, generalmente de tipo militar. Un samurái recibía un estipendio o “salario” mensual de parte de su señor relativo al koku (石), cantidad de arroz equivalente para alimentar a una persona durante un año.
Grabado de Yoshitoshi Minamoto representando a Minamoto Yoritomo, fundador del primer shôgunato
El señor al que se sirve podía ser el Emperador o un noble, especialmente en las etapas más tempranas (siglo XII). Conforme avanza la historia, el poder de la nobleza es desplazado y en su lugar se erige el bakufu o shôgunato y sus vasallos, familias encabezados por un daimyô que le deben el favor. Este sistema es eminentemente militar, lo que implica una ascensión de la clase guerrera al estrato más alto de la pirámide de poder. A menudo se dice que un samurái era aquel a quien se le permitía llevar la espada larga y la espada corta (daisho) al servicio del señor, sin embargo un samurái podía utilizar un rango amplio de armas en función de sus preferencias o su posición.
Es muy conocido el concepto de rônin (浪人), cuyos caracteres significan “vagabundo” o “temerario”, vulgarmente definido como “samurái sin señor”. Efectivamente, si un samurái perdía a su señor debido a la muerte u otra causa, teóricamente perdía su propósito en la vida. En la práctica, sin embargo, no era extraño que un guerrero encontrara otro señor al que servir de una u otra forma, posiblemente sin quitarse el estigma de rônin.
Rangos de samurái
Como decíamos anteriormente, un samurái era un servidor no necesariamente guerrero, o podría serlo sin que por ello tuviese que demostrar capacidades marciales. Dependiendo de su función, su cercanía al señor, la política del clan y la habilidad, algunos estudiosos de la historia japonesa han elaborado una lista de rangos que más o menos nos permite hacernos a la idea de la amplitud de tareas que un samurái realizaba. De manera muy orientativa, podríamos identificar:
Bajo rango – Asistentes, guardias civiles, mozos de caballería
Medio rango – Guerreros con el permiso para llevar dos espadas, jinetes, consejeros.
Alto rango – Señores, daimyô que controlaban un territorio, familiares del shôgun.
Era extremadamente difícil cambiar entre cada uno de estos rangos, y en este aspecto es merecido mencionar a Toyotomi Hideyoshi, único hombre en la historia japonesa de origen plebeyo capaz de convertirse en samurái por méritos y ascender al alto rango. No llegó a convertirse en shôgun por decisión personal, en su lugar adquirió el título de kanpaku (regente del Emperador) y después taikô (regente retirado), títulos gracias a los que pudo ejercer un poder de facto absoluto sobre Japón.
Pérdida de poder
Grabado de Utagawa Kunisada. Un samurái levanta a una carpa gigante, ¿por qué no?
Se tiende a creer que el estatus de samurái fue invariable durante la época feudal, cuando no es así. Conforme progresa la era Edo (1603 – 1868), la clase guerrera representa cada vez más porcentaje de la población, y además Japón ya no era un país tan bélico como en siglos anteriores. A causa de ello, los samurái son divididos en rangos aún más pequeños y se crea asimismo una nueva pirámide en el estrato militar, impidiendo a los samuráis de bajo nivel (destinados a tareas de gestión y labores menos agradecidas) alcanzar el estatus de los samuráis de alto nivel, quienes eran los que de verdad tenían contacto con su señor.
El sistema samurái alcanzó un nivel de corrupción y devaluación tal que el título de samurái perdió gran parte de su valor hacia el siglo XIX. Mantener a tal cantidad de guerreros al servicio resultaba muy costoso e improductivo, a la par que innecesario, así que muchos samuráis perdieron poder adquisitivo y tuvieron que mezclarse con otros estratos de la sociedad. En este punto, se habla de la pérdida del honor implícito en la conducta samurái estandarizarse la “compra” del estatus samurái en la familia mediante la adopción de un samurái venido a menos o con necesidades económicas. De esta forma, muchos comerciantes pudieron convertirse en samuráis de manera oficial sin tener que comulgar necesariamente con su código.
Confusiones con el término samurái
En general se interpreta el término samurái como “guerrero medieval japonés”, pero la abundante existencia de guerreros que tomaron parte activa en la batalla sin estar al servicio directo de un señor ponen en entredicho esta interpretación. Por ejemplo, los mercenarios, rônin o mujeres guerreras.
Grabado de los 47 rônin, de Utagawa Kunikiyo
A menudo se utiliza la palabra bushi, cuyo kanji es 武士 para designar de manera más o menos equivalente al samurái pero con una connotación más formal. El término incluye dos caracteres que significa “aristocracia guerrera” o “erudito militar”, y que generalmente se usa para designar desde otro punto de vista a un miembro del cuerpo militar. En consecuencia, antes del shogunato se podía distinguir entre samurái (sirvientes del emperador y la nobleza) y bushi (militares en general). Esta distinción se fue difuminando posteriormente. Erróneamente se emplea el término “bushidô” (camino del guerrero) para definir el código que los samuráis tenían que seguir, pero la realidad es que el Bushidô es un ensayo posterior a la época samurái (1899) que trata de clasificar y acotar los valores de la élite guerrera.
De la misma forma, se tiende a clasificar a las mujeres guerreras “onna bugeisha” como samuráis. Este es un convencionalismo de la literatura occidental, cuando en realidad no es estrictamente correcto, puesto que las mujeres generalmente no estaban a servicio directo de ningún señor bajo el mismo sistema que los hombres. En su lugar se les destinaba a la defensa de la ciudad de manera pasiva y siempre subordinada a la de los hombres guerreros. Estas circunstancias no impidieron la existencia de mujeres históricamente relevantes e influyentes en la política y el pensamiento japonés.
En Japón, los calendarios ofrecen más información que el día, el mes y el año en que estamos.
Se cree que el calendario que se utiliza tradicionalmente en Japón es originario de China y llegó al archipiélago nipón a través de la península coreana en el año 604. Desde entonces, ha ido evolucionando hasta convertirse en el modelo que se conoce a día de hoy, que incluye, entre otros datos, información relativa a las estaciones, las distintas celebraciones que tienen lugar a lo largo del año y si los días son de buena o mala suerte.
El calendario gregoriano
El calendario solar o gregoriano —se basa en que la Tierra tarda en dar una vuelta alrededor del sol 365,2422 días y, por lo tanto, cada cuatro años hay uno bisiesto—, imprescindible en la vida diaria de los japoneses en la actualidad, se implantó en Japón en 1873; concretamente, el 1 de enero de 1873 (año 6 de la era Meiji), día que, según el calendario lunisolar que se había empleado hasta entonces, era el 3 de diciembre de 1872.
El calendario antiguo
El calendario antiguo o calendario lunisolar se basa en las fases lunares. Cada luna nueva se considera el comienzo del mes, que trascurre hasta la siguiente. En este caso, un año tiene 354 días, de ahí que se decidiera incorporar el concepto de año bisiesto para ajustar el calendario. A día de hoy, se sigue empleando para controlar las fechas relacionadas con tradiciones antiguas, diversas celebraciones que tienen lugar a lo largo del año y costumbres como el tsukimi, que consiste, básicamente, en contemplar la luna llena. Algunos calendarios combinan ambas modalidades.
Calendario del 1 de mayo de 2019.
Las eras japonesas
Otra manera de contar el tiempo en Japón es el sistema tradicional de eras, que empezó en el año 645, con la era Taika, y sigue hasta nuestros días; en 2019, ha dado comienzo la era Reiwa. La anterior, la era Heisei, se había iniciado en 1989. Ha habido, en total, 248 nombres diferentes de era hasta la actualidad. Cuando se produce un cambio de era a mitad de año, como ha sido el caso más reciente, algunos fabricantes de calendarios dejan en blanco la parte correspondiente hasta que se decide la nueva denominación y, una vez se conoce, ponen a la venta los almanaques.
El horóscopo chino
El horóscopo chino combina el sistema de los diez troncos celestes y las doce ramas terrenales. Con este último se hacía referencia a los doce meses del año, para cuya denominación se eligieron otros tantos animales: la rata, el buey, el tigre, el conejo, el dragón, la serpiente, el caballo, la oveja, el mono, el gallo, el perro y el jabalí.
La antigua denominación de los meses del año
En el calendario antiguo, los meses tenían nombres que reflejaban algún aspecto de la estación o de alguna tradición correspondiente. A día de hoy, se utilizan en las artes escénicas tradicionales y en la ceremonia del té, pero no guardan mucha relación con las estaciones tal y como las entendemos según el calendario gregoriano.
Los cinco festivales estacionales
En Japón, tradicionalmente se celebran cinco festivales que representan momentos importantes de cada estación: el 7 de enero es el Jinjitsu no sekku, festividad en la que se reza por una cosecha abundante y un año sin infortunios. Una de las tradiciones asociadas a este día es la de comer nanakusagayu, un arroz congée que lleva siete tipos de plantas. El 3 de marzo se celebra el Momo no sekku o Hina matsuri, día dedicado al nacimiento y el crecimiento saludable de las niñas. El 5 de mayo tiene lugar el Tango no sekku, también conocido como Kodomo no hi, festividad consagrada a los niños varones. El 7 de julio se festeja Tanabata; se escriben deseos en unas tiras de papel que luego se colocan en un árbol de bambú. El 9 de septiembre, coincidiendo con el Chōyō no sekku, los templos budistas de todo Japón, entre otros lugares, organizan exposiciones de crisantemos.
Muñecas típicas del Momo no sekku, que se celebra cada 3 de marzo.
Los 24 cambios de estación
Aunque un año tiene cuatro estaciones, tradicionalmente cada una de ellas se divide a su vez en seis. Desde tiempos antiguos, los agricultores japoneses se han venido rigiendo por estos 24 cambios para llevar a cabo su actividad. Las fechas pueden adelantarse o retrasarse un día, en función del año.
Los 72 “climas”
Los 72 “climas” son un método originario de la China antigua para representar las estaciones que consiste en hacer una mayor distinción de los 24 cambios mencionados. Sus respectivos nombres guardan relación con los cambios estacionales y con determinados animales y plantas.
Los días de la suerte
Existen seis tipos diferentes de día en función de la buena o mala suerte que se puede tener durante los mismos, y se cree que este sistema llegó desde China en torno al siglo XIV. Su nombre y el orden en que se dan han ido cambiando con el paso del tiempo, pero, en la actualidad, son los que figuran en la siguiente tabla. Tomar ciertas decisiones en función de la buena o mala suerte de un día se ha convertido en una costumbre entre los japoneses; por ejemplo, muchas bodas se celebran en los días que se consideran de mejor suerte (taian), mientras que apenas hay enlaces cuando se cree que habrá mala suerte (butsumetsu).
¿Qué es un onsen y cuántos hay en Japón?, ¿cuáles son sus características y propiedades? Y lo más importante de todo, ¿cómo se utilizan y cómo debemos comportarnos cuando vamos a un onsen en Japón?
6 Palabras que sintetizan cómo piensan los japoneses
La forma de ser y actuar de los japoneses causa intriga en la mayoría de lo países occidentales, que no descubren cómo una isla ha llegado a ser una potencia mundial.
Algunas de las posibles respuestas están en sus palabras y lo que estás simbolizan. Muchos de los pensamientos más sofisticados y tradicionales de Japón son sintetizados con maestría en una o dos palabras. La siguiente es una lista de seis de estos conceptos.
1. Shoganai
Es una idea importante en Japón que se puede traducir como “no se puede evitar”. Este principio filosófico sostiene que algunas cosas están fuera del rango de control y lo mejor es concentrar los esfuerzos en cosas que sí se pueden cambiar. Shoganai se utiliza para explicar una amplia gama de fenómenos sociales en Japón, incluyendo la capacidad del país para recuperarse de las guerras y los desastres naturales. La consecuencia negativa puede ser que la gente no se queja mucho y los reclamos sociales son escasos. Así se explica el desinterés de la gente en la política que permite a los políticos implementar medidas impopulares.
2. Ganbatte
Es una frase común en japonés que significa “hacer lo mejor posible”. Japón tiene un gran respeto por el esfuerzo y el empujarse uno mismo hacía adelante. Esto se puede ver en la manera que la gente trabaja o en la pasión que tienen los japoneses con los desafíos físicos.
3.Giri & Ninjo
Puede traducirse libremente deber y emoción. Giri es un deber que se tiene adquirido por el trabajo, la familia y las relaciones interpersonales. Por ejemplo, un camarero tiene el deber de proporcionar un alto nivel de servicio al cliente. Si un cliente es difícil, el camarero puede sentir emociones de ira, pero el deber siempre se supone que viene primero. Esta difícil priorización del deber sobre la emoción es el tema de muchos dramas japoneses.
4. Genki
Es una palabra común en el idioma japonés que se puede traducir como salud, entusiasmo, espíritu o energía. Encapsula la idea de la salud y el entusiasmo en un solo concepto.
cómo piensan los japoneses
5. Kawaii
Es la palabra japonesa para decir lindo o tierno. Japón tiene un sentido estético muy particular y disonante en relación al resto del mundo. Los japoneses utilizan un trato tierno o infantil en situaciones donde otras culturas lo considerarían poco serio o profesional. Por ejemplo en publicaciones gubernamentales, avisos de servicios públicos, en publicidad militar, medios de transporte, etc.
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6. Yakudoshi
Es la superstición japonesa de que ciertas edades no tienen suerte. En Japón, la superstición tiende a ser menospreciada. Sin embargo, algunas personas toman estas cosas en serio y compran amuletos de suerte para sus años de malos con la esperanza de evitar tragedias.
cómo piensan los japoneses
Funerales en Japón
Así se despiden los japoneses de sus seres querido
El 90 % de los funerales son de tipo budista
En Japón se celebra la navidad, una costumbre occidental, las bodas en iglesias cristianas, el Año Nuevo visitando santuarios sintoístas, y los funerales al estilo budista. En el trasfondo cultural del país existe una inconsciencia religiosa. Tal vez para las personas que otorgan gran importancia a la fe y la religión es un poco complicado comprender la idea general del sentimiento religioso en el país.
En el caso de los funerales, los japoneses tienen ceremonias budistas, sintoístas, cristianas y no religiosas, aunque las ceremonias budistas son sin duda las mayoritarias. En estas ceremonias unos bonzos se encargan de leer unos sutras y realizar los rituales budistas correspondientes para el difunto. La estrecha relación del budismo con los funerales hoy en Japón hace que, a modo de mofa, a menudo se mencione esta creencia como el “budismo de funerales”. Una encuesta realizada por la Asociación de Consumidores de Japón revela que el 90,1 % de los funerales en el país son de tipo budista, un 3,4 % sintoístas y un 2,4 % no tienen carácter religioso.
Un funeral cuesta en Japón alrededor de dos millones de yenes
Aunque la forma en la que se ejecuta el funeral difiere en varios aspectos según la secta y el lugar, hay semejanzas en todas las ceremonias. En primer lugar se deben pronunciar unos sutras (kyō) por el alma del fallecido, que se ha colocado con la cabeza mirando hacia el norte, y una vez se ha realizado la limpieza del cuerpo se introduce en el ataúd de madera (hitsugi) y tiene lugar el velatorio (tsuya). Durante el velatorio, como en otras culturas, los familiares y amigos comparten historias y recuerdos de la vida del fallecido en su última noche en este mundo.
Al día siguiente tiene lugar el rito funerario y la ceremonia de despedida. Posteriormente se crema el cuerpo del difunto, y los familiares en parejas se pasan los huesos que han quedado con unos palillos para introducirlos en una urna (kotsutsubo). En 2013 el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar informó que en Japón el 99 % de los difuntos son incinerados. Por otra parte, el coste medio nacional de un funeral está en torno a los dos millones de yenes.
Dependiendo de la relación que tuviesen con el difunto o su familia, los participantes pueden elegir si asisten al velatorio o al funeral. La etiqueta para el luto (mofuku) es un vestido negro para las mujeres, y un traje negro con corbata del mismo color para los hombres. Los que asisten al funeral suelen llevar consigo también un rosario budista conocido como juzu. En los velatorios la etiqueta es menos formal.
Las personas que acuden al funeral entregan un pequeño donativo conocido como kōden, o “dinero del incienso”, para ayudar con los gastos de la ceremonia. La cantidad del kōdendifiere según la edad y la posición de la persona que lo entrega o la relación que tuviese con el fallecido o su familia, pero ronda entre los 5.000 y los 10.000 yenes. El dinero es depositado en un sobre especial llamado kōdenbukuro y entregado al llegar a la ceremonia.
Un kōdenbukuro y un juzu.
Algo que tiene lugar sin falta en todos los funerales es la quema de incienso, o shōkō. La manera fundamental de quemar incienso en un funeral es la siguiente: primero se toma un poco de incienso en polvo (makkō) utilizando el dedo pulgar, el índice y el corazón de la mano derecha, levantando la palma hacia adentro hasta la altura de la frente. Después se esparce el incienso en un quemador (kōro), manteniendo los dedos encima del recipiente. Dependiendo de la secta budista, esto se realiza una sola vez o se repite tres veces.
Shōkō.
Los funerales de hoy en día en Japón
Además del coste elevado de estas ceremonias, a medida que la población japonesa envejece y aumenta el número de familias con menos hijos, la tendencia general de los funerales está cambiando y convirtiéndose en ceremonias más pequeñas y baratas. Por otro lado cada vez se celebran menos funerales en los hogares, y la muerte está pasando a ser una realidad que ya no forma parte de la vida diaria.
Un sepulcro budista.
También se ha puesto de moda entre las familias de los fallecidos esparcir las cenizas en el mar y la montaña respetando la voluntad del difunto, una práctica conocida como shizen-zō, preparar la música funeraria (ongaku-sō), o enterrar al fallecido cerca de un árbol (jumoku-sō). También hay personas que celebran su funeral en vida (seizen-sō).
Con los cambios que el paso del tiempo impone en la visión de la vida y la muerte que tienen los japoneses, la manera de celebrar los funerales y los entierros también se está transformando. En los últimos años han aparecido más empresas especializadas en funerales que ofrecen opciones distintas y ceremonias a un precio más asequible, por lo que el abanico de opciones para despedir a nuestros seres queridos es mucho mayor.
(Fotografía del encabezado: un altar budista, o saidan.)
¿Qué os viene a la mente cuando escucháis las palabras “caligrafía japonesa”?
Algunos quizás las relacionáis con conceptos como tradicional e incluso ceremonioso. Otros quizás pensaréis que es algo guay, para poder practicar la escritura japonesa de una forma mucho más informal y divertida. Y por último seguramente también algunos cuantos lo vincularan a la idea del budismo zen, de la meditación y de la paz mental.
Yo personalmente, después de vivir varios años fuera de Japón me he dado cuenta de que la caligrafía japonesa representa una faceta cultural importante sobre de mi país. Un símbolo que se ha convertido también en un arte reconocido y preciado también fuera de las fronteras japonesas.
Ejemplos de caligrafía japonesa realizadas por mi abuelo que tenemos en Espai Wabi-Sabi
El concepto del ‘camino de la escritura’ y un poco de historia
En japonés utilizamos el término 書道 (se escribe shodo en romaji y se pronuncia como shodoo) para referirnos a la caligrafía artística que practica la escritura de los caracteres japoneses hiragana, katakana y kanji con pincel y tinta. La traducción literal de la palabra shodo es “camino de la escritura”.
No os será difícil de entender que el shodo proviene de la caligrafía China, puesto que la escritura de los kanji también tiene origen en este país. Así pues, desarrollada en China, la caligrafía llegó a Japón entre el siglo VI y el s.VII durante la era Nara junto con las técnicas que utilizaban la tinta, los pinceles y el papel como soporte para plasmar los ideogramas.
En un primer término, escribir con pincel y tinta se puso de moda entre los aristócratas y los samuráis, aunque con el paso del tiempo también se acabó difundiendo y popularizando entre el resto de la población.
Hoy en día incluso, escribir con tinta y pincel es un hecho naturalmente integrado en nuestra vida y es una técnica que utilizamos en ocasiones concretas como por ejemplo en la postal de felicitación del año nuevo “nengajo” y otras ocasiones especiales como bodas y funerales.
A principios de año también, especialmente en el día 2 de enero, suele celebrarse un evento llamado kakizome (書き初め, primera caligrafía del año) en el que la gente realiza una obra caligráfica que simboliza su deseo para el año nuevo.
Además, caligrafía es una asignatura obligatoria en la escuela primaria y en la escuela secundaria. En el instituto también tenemos una asignatura cultural que engloba caligrafía, música y arte. Algunos estudiantes de primaria y secundaria también acuden a una academia especial para aprender caligrafía como actividad extraescolar, con el objetivo de aprender a escribir con pincel de una forma bonita y armónica. Yo mismo asistí a este tipo de academia para practicar caligrafía desde los 6 hasta los 10 años.
El alma del shodo
Como comentaba un poco más arriba, la caligrafía se basa en escribir kanji y los silabarios kana (hiragana y katakana) con pincel y tinta sobre papel de arroz. El objetivo del shodo es concentrar la mente y expresar lo que hay en su interior a través de la escritura. Los mismos caracteres pueden expresar cosas muy diferentes en función de la intensión con la que son escritos, su fuerza o suavidad, grosor, densidad de la tinta, etc.
Se dice también que la caligrafía japonesa se considera como un arte vinculado a la filosofía zen y al budismo, pues para realizar una caligrafía hermosa y equilibrada uno tiene que alcanzar un estado de mente de “vacío”, el factor más importante de todos, incluso más que la técnica utilizada en la escritura de los trazos.
Diferentes estilos de caligrafía japonesa
La caligrafía japonesa ha desarrollado diferentes estilos, entre los cuáles los más comunes son:
楷書(kaisho)
Se caracteriza por “la forma cuadrada” en la que los trazos de los caracteres son escritos con una estéctica de ‘imprenta’. Los principiantes empiezan con este estilo ya que los ideogramas se reconocen y se pueden leer claramente, es el primer paso para familiarizarse con el arte del shodo.
行書(gyosho)
“La escritura de recorrer” es el estilo semi-cursivo en el qué se escribe más rápido y más suave que en el anterior. Aún podremos leer y entender las caligrafías realizadas con esta técnica.
草書 (sosho)
“La escritura de hierba” es el estilo cursivo y torcido en el que la técnica es mucho más libre y fluida, este estilo se enfoca más en la hermosura que en la compresión.
Página del libro ‘Diccionario de las 3 caligrafías’
Utensilios principales de la caligrafía japonesa y su colocación
Primero de todo necesitaremos los pinceles para escribir. Al pincel en japonés se le llama 筆(fude). El haz de pelo de los pinceles de caligrafía suele ser de pelo de animales como de caballo, oveja o mapache y el mango de madera. Los clasificamos en dos grupos según su tamaño:
太筆(大筆)pincel grueso o grande para escribir kanji y kana
細筆 (小筆)pincel fino o pequeño para escribir letras pequeñas o tu nombre
Como segundo elemento imprescindible tenemos la tinta, que en japonés llamamos 墨(sumi). Tradicionalmente se utilizaban barras de tinta sólida que se disolvían en agua, pero hoy en día se usa bastante la tinta líquida embotellada, a la que llamamos 墨液(bokueki), para poder empezar a escribir sin esperar puesto que ya está preparada.
También dispondremos de un recipiente donde verteremos la tinta que queremos utilizar y donde mojaremos el pincel. Este recipiente suele estar hecho de piedra y su nombre es 硯(suzuri).
Anteriormente se utilizaba para preparar la tinta, disolviendo la barra sólida de tinta con agua fría dentro de la piedra. Actualmente si utilizamos tinta líquida su función es únicamente de recipiente para la tinta que vamos a usar mientras escribimos.
No podemos olvidarnos del papel de arroz que se utiliza para la caligrafía, llamado 和紙(washi), también conocido como 半紙(hanshi) cuyo tamaño es el estándar japonés para practicar caligrafía.
El papel se coloca sobre un fieltro llamado 下敷き(shitajiki), su principal función es la de sostener el papel para que no se deslice al escribir, así como absorber la tinta sobrante de cada trazo.
Fijaremos el papel encima del fieltro con el 文鎮(bunchin), un pisapapeles normalmente de metal pesado.
Finalmente, nuestro kit de caligrafía japonesa seguro que también incluirá una estera de bambú enrrollable para guardar los pincelesllamada 筆巻き (fudemaki), y una botellita de plástico 水差し(mizusashi) para echar agua al suzuri y disolver la barra de tinta sólida.
Mi set de caligrafía
Postura correcta para realizar caligrafía
Hay que tener en cuenta algunos factores como la posición del cuerpo y la postura para poder realizar correctamente caligrafía. El punto más importante es que el brazo nunca se apoyará en el escritorio mientras escribimos.
Imagen de un libro de texto de escritura japonés de secundaria, traducida por Espai Wabi-Sabi
Como utilizar los utensilios de caligrafía
En la práctica de la caligrafía japonesa, tendremos que tener en cuenta varios aspectos como por ejemplo aprender a coger correctamente el pincel en función de su tamaño, la forma de disolver la tinta sólida y también como limpiar correctamente los utensilios para una óptima utilización futura.
Imagen de un libro de texto de escritura japonés de secundaria, traducida por Espai Wabi-Sabi
Conclusiones
En Japón utilizamos la escritura no solo como un instrumento para comunicarnos, como hemos visto en este artículo también es una forma de arte. Observamos la mente del individuo a partir de la escritura llegando a intuir su personalidad por la forma en la que escribe.
Sin ponernos tan profundos, también podemos utilizar la caligrafía como una forma alternativa y más amena para estudiar kanji, ¿por qué no te permites un descanso del libro y tomas el pincel y la tinta? La caligrafía japonesa es sin duda una forma relajante para disfrutar repasando los kanji.
Hiragana: la primera pieza para construir el japonés escrito
La emoción del reconocimiento
Nippon (Japón) escrito en hiragana, katakanay kanji, respectivamente.
El idioma japonés cuenta con tres sistemas de escritura principales, y el más básico y esencial de los tres es el hiragana. Los niños aprenden sus 46 caracteres en la época preescolar, antes de empezar con el katakana y el kanji. Es completamente fonético, lo cual quiere decir que los caracteres siempre tienen la misma pronunciación básica, con lo cual se pueden utilizar enseguida con facilidad, a diferencia de lo que ocurre con otras grafías, como la inglesa. Cada uno de los caracteres representa un sonido corto diferente, que casi siempre termina con una de las cinco vocales: a, i, u, e, o. Solo uno de ellos, que representa el sonido n, no incluye una vocal.
Los pequeños caracteres sobre el kanji(llamados furigana o rubi) indican la pronunciación. Nihongo o benkyō shite imasu(Estudio japonés).
Los estudiantes extranjeros pueden salir al paso durante un tiempo estudiando japonés escrito en rōmaji (alfabeto romano). Pero dado que el hiragana solo cuenta con el doble de caracteres que el alfabeto merece la pena realizar el esfuerzo de aprenderlo desde el principio. Es la base de la lectura posterior, y se utiliza para indicar la pronunciación de algunos kanjis que el lector no necesariamente debe conocer. Saber hiragana es también la base de las primeras experiencias de emoción al reconocer palabras en un entorno de habla japonesa.
Los trucos mnemotécnicos pueden acelerar el proceso de aprendizaje, aunque algunos de los caracteres del hiragana son más fáciles de memorizar que otros. En el caso de し (shi), por ejemplo, puede bastar con observar que “Ella sí tiene el pelo largo”. Otros caracteres pueden requerir algo más de tiempo e imaginación. Algunos son más o menos parecidos a sus equivalentes en el alfabeto, como ん, que recuerda a una “n” estilizada, y た, que se asemeja en su forma a “ta”. El kana い (i) se parece a un par de íes juntas, sin punto.
Mnemotecnia para el hiragana.
Mi dibujo mnemónico favorito es el de む (mu), que parece una vaca (la cabeza a la izquierda y la cola a la derecha), el animal que dice “¡mu!”. El kana de ふ (fu) se parece un poco al monte Fuji. Es fácil encontrar más ejemplos en Internet buscando “hiragana mnemotecnia”. Si el problema es confundir kanas parecidos, como さ (sa) y き (ki), れ (re) y わ (wa), o は (ha) y ほ (ho), concentrarse en las diferencias, como las líneas extra de き y ほ ayuda a prevenir la confusión.
Ponerlo en papel
La capacidad de escribir hiragana en Japón sigue siendo esencial, incluso aunque cada vez pasamos más tiempo tecleando en nuestras pantallas. Escribir a mano refuerza también la lectura, así que no hay razón para dudar. Los niños japoneses aprenden mediante ejercicios de repetición, y aunque muchos aprendientes usan aplicaciones u otras herramientas digitales para aprender los kanas, no hay modo mejor de hacer que la lección se quede que sentarse y escribirlos a mano. Se puede encontrar hojas de práctica en Chibimusu Doriru. Con ellas conseguiremos un buen punto de partida para nuestro autoaprendizaje.
Los profesores de escuela primaria suelen ser estrictos con los niños para que hagan los trazos perfectos y los escriban en el orden correcto. Mi propia opinión sobre el orden de los trazos (también para el katakana y el kanji) es que es mejor intentar aprenderlo correctamente desde el primer día, pero mientras el resultado final sea el mismo, no supone un problema, necesariamente. Sin embargo, es digno de mención que la apariencia correcta de los caracteres depende a veces del orden correcto; escribirlos en orden incorrecto puede causar problemas de reconocimiento cuando lo hacemos con el dedo o con un stylus en un teléfono o una tableta.
También debemos mencionar que algunos caracteres poseen una apariencia diferente de la forma impresa cuando se escriben a mano. Aunque los trazos de き y さ aparecen unidos en su forma impresa, como puede verse en la caligrafía cursiva, suele aparecer un espacio entre la línea casi vertical y las horizontales inferiores, cuando se escriben a mano (ver la tabla más abajo).
Asociación y memorización
Tras aprender los caracteres básicos aún queda por hacer. Dos trazos cortos a la derecha de un kana hacen que las consonantes sordas pasen a ser sonoras; así, por ejemplo, か (ka) se convierte en が (ga). Los elementos de la columna de は (ha) adoptan un sonido “b”, como en ば (ba), y también pueden adoptar un sonido “p” mediante el uso de un pequeño círculo, como en ぱ (pa). Los kanas pueden formar combinaciones como しゃ (sha) y きょ (kyo). Y finalmente, un っ pequeño indica una geminación, una pausa corta entre consonantes, como en てっぱん (teppan).
La memorización del hiragana (y otros sistemas de escritura) es más fácil en contexto. Es muy normal reconocer de inmediato los caracteres en una de nuestras palabras favoritas, pero no lo es tanto con un término no muy familiar. Asociar los kanas que nos resultan difíciles con un elemento muy conocido del vocabulario puede ayudar a que se fijen en la memoria. Encontrar y leer palabras en el entorno cotidiano también es excelente para la memorización. Vivir en Japón es ideal y reduce enormemente el esfuerzo, pero también puede ser efectivo aprovechar toda oportunidad de buscar hiragana en obras de anime, o imprimir palabras que memorizar y colocarlas por la casa.
No existe un equivalente popular a la famosa canción del alfabeto en inglés, para aprender el orden en hiragana (a, i, u, e, o, ka, ki, ku, ke, ko, etc.). Es útil saber, por ejemplo, que は (ha) viene antes de ま (ma) pero después de な (na) en listas ordenadas, diccionarios japoneses o al intentar orientarnos en una tienda de música. Quizá la forma más fácil de hacerse con el orden consista en practicar con una tabla que lo muestre, como la que ofrecemos más abajo.
El poema es un famoso texto en verso, escrito hace unos 1.000 años, que cuenta con todos los kanas y expresa un mensaje budista sobre lo efímero de la vida. Su nombre deriva de sus tres primeras sílabas, i, ro y ha, y se utilizaba antes para ordenar los kanas. Aunque ese orden ya casi no se usa e incluye algunos kanas que ya no aparecen en el japonés moderno, todavía se utiliza en ciertos contextos, como en algunos juegos de cartas para niños.
Hiragana Chart
(Traducido al español del original en inglés. Ilustraciones de Mokutan Angelo.)
Geishas
Las geishas son una de las imágenes, junto al monte Fuji, que suele saltar a la mente de las personas de otros países cuando se les pregunta por Japón. Estas mujeres amenizan los banquetes con su dominio de las artes tradicionales, y hoy sus espectáculos son disfrutados también por muchos visitantes extranjeros.
Animadoras japonesas expertas en las artes tradicionales vestidas con bellos kimonos
Hubo una época en la que la imagen de Japón en el extranjero estaba formada principalmente por el monte Fuji, las geishas y el harakiri. Las geishas son mujeres expertas en artes tradicionales japonesas como el canto, la danza o el shamisen, entre otras destrezas con las que animan los banquetes. Cuentan que sus orígenes los encontramos en el período Edo (1603-1868), cuando las mujeres que trabajaban en las casas de té de Kioto, donde se servía té y dulces tradicionales a los viajeros que peregrinaban a los santuarios y templos, comenzaron a ofrecerles sus presentaciones de shamisen y baile imitando los teatros de kabuki. Hoy siguen animando los banquetes de las empresas para sus clientes y de los turistas en ciudades como Kioto, Tokio, Niigata o Akita, entre otras regiones en las que la cultura de las geishas aún pervive.
Geishas de Shimbashi frente al Kabukiza. @Jiji
Para llegar a ser geisha una chica tiene que ser adiestrada duramente 5 o 6 años. Las geishas que están estudiando en la región de Kantō, donde Tokio es el mayor centro de estudios, son conocidas como hangyoku u oshaku, mientras que en Kioto reciben el nombre de maiko.
Las maikos y hangyokus aprenden durante su juventud, entre los 15 y los 20 años, toda suerte de aptitudes con el objetivo de convertirse en auténticas geishas algún día: la ceremonia del té y el arte floral, danza japonesa, shamisen, normas de cortesía, etc. Los kimonos de estas aprendizas son distintos de los que llevan las geishas ya consolidadas. Suelen ser en su mayoría de colores y diseños más brillantes, especialmente las maikos de Kioto son conocidas por llevar un obi, una faja ancha para sujetar el kimono, llamado darari que cae hasta casi los tobillos y se balancea con el movimiento. También es muy popular la imagen de las maikos que caminan sujetando el largo kimono por el dobladillo para levantarlo y que no arrastre por el suelo.
Una vez han terminado su adiestramiento, las aprendizas pasan a ser llamadas geishas en la región de Kantō, y geikos en Kioto. En ese momento cambian la forma en la que atan su obi, y la longitud del kimono se queda más corta como uno habitual.
Las geishas se popularizaron más en Estados Unidos a raíz de la película Memorias de una geisha, basada en el best-seller de Arthur Golden inspirado en una historia real. Este filme, estrenado en 2005, recibió 3 Oscars de la academia de Hollywood.
A los extranjeros les encanta experimentar el ozashiki
Cuando se contrata el servicio de las geishas es importante comprobar antes que son aceptadas en las instalaciones en las que se quiere celebrar la reunión. Las geishas no pueden acudir a cualquier tipo de establecimiento. Es que hay que contratar el servicio a través de determinados ryokan, restaurantes y casas de té.
Los banquetes en los que participan geishas son conocidos como ozashiki, y son normalmente cenas de unas dos horas de duración. Lo habitual en estas fiestas es observar de cerca las artes tradicionales de Japón mientras se come, para después pasar a disfrutar al ritmo de la música de antiguos juegos japoneses conocidos como ozashiki asobi. En los ozashiki las geishas encargadas de la danza son conocidas como tachikata, y las que tocan los instrumentos son las jikata, normalmente entre dos o tres personas.
Contratar a una geisha puede costar entre 20.000 y 40.000 yenes, dependiendo de su prestigio
Contratar a una geisha cuesta habitualmente entre 20.000 y 40.000 yenes, precio en el que no se incluye la comida, así que para disfrutar de sus dotes artísticas es necesario hacer un desembolso considerable de dinero. Por este motivo antes había muchos turistas que iban a algunos estudios especializados donde pueden disfrazarse como geishas para tomarse fotografías de recuerdo. También puede observarse a muchos turistas que esperan en las calles de Kioto para ver si aparece fugazmente alguna de estas artistas.
Atendiendo a las demandas de los visitantes, en los últimos años han aumentado el número de establecimientos, casas de té y hoteles que ofrecen a los visitantes la posibilidad de experimentar un ozashiki por un precio relativamente barato un poco antes del inicio de la hora de los ozashiki formales. Algunos de estos establecimientos cuentan con geishas bilingües o intérpretes para los clientes extranjeros, permitiéndo así a estos visitantes experimentar de manera más profunda la cultura japonesa.
Japón es hoy popular por sus videoconsolas como la Nintendo Switch o la Playstation 4. No obstante, el país cuenta también con una rica tradición de juguetes y juegos convencionales que han hecho las delicias de los niños y niñas de la nación durante siglos. Aquí les mostramos cinco longevos juguetes de gran popularidad.
Kendama
La versión japonesa del juguete conocido en el mundo hispanohablante como balero, emboque o boliche (entre otros nombres) gana en dificultad a través de las diferentes formas en las que los jugadores pueden tomar la bola, ya sea en una de sus tres copas de tamaños diferentes o el pico en uno de los extremos. De hecho, hay innumerables trucos para los más expertos. Su nombre viene de la palabra ken, la “espada” o empuñadura, y tama, la bola.
Karuta
Hay muchos tipos de juegos de cartas que se conocen como karuta en Japón, pero los juegos de niños se basan típicamente en el silabario kana. Sobre el suelo se extienden las cartas de una baraja compuesta por dibujos, y hay otra baraja compuesta de palabras que coinciden con esos dibujos, normalmente poemas o frases que comienzan con cada uno de los kana, que se lee en voz alta. Los jugadores se sientan alrededor de las cartas colocadas sobre el suelo y tratan de capturar la carta que coincide con las palabras que han sido pronunciadas.
Kokeshi
Estas peculiares muñecas de madera de cuerpos cilíndricos fueron creadas originalmente por trabajadores de la madera de Tōhoku, en el norte de Japón. Hay 10 diseños regionales estándar, muchos de ellos asociados a los establecimientos de aguas termales en los que se vendieron por primera vez. Su elegancia minimalista las ha convertido en objetos populares entre los coleccionistas.
Daruma otoshi
El fundador del budismo Zen, Bodhidharma, es conocido como Daruma en Japón y es el protagonista de este juego de “tirar al daruma”. Las reglas son bien sencillas: hay que golpear las piezas una a una con una pequeña maza de abajo a arriba. Resulta muy complicado completar este juego sin tirar toda la torre y terminar perdiendo. En el vídeo de arriba pueden ver un ejemplo en cámara lenta de un afortunado golpe de maza.
Hanetsuki
Este juego se parece un poco al bádminton y lo jugaban normalmente las niñas durante Año Nuevo. El hanetsuki requiere de dos raquetas o paletas de madera (hagoita) y un volante. No hay red, pero los que fallaban un golpe veían tradicionalmente su cara marcada con tinta. Antiguamente se creía que cuanto más tiempo estuviese el volante en el aire, mayor sería la protección que tendrían las jugadoras ante los mosquitos durante el nuevo año.
Créditos de las fotografías
Kendama: Rambalac Karuta: Laura Tomàs Avellana Kokeshi: Raizo Hanetsuki: Wikimedia Commons Fotografía del encabezado: un grabado de Kikukawa Eishin creado probablemente en la década de 1810 muestra una raqueta hagoita y un volante utilizados en el juego del hanetsuki. La imagen, de la colección del Rijksmuseum de Ámsterdam, es cortesía de Wikimedia Commons.
La ceremonia del té
El mundo del zen en un tazón de té
El gesto sencillo de poner té verde en un tazón y verter agua caliente es más que un gesto sencillo en la ceremonia del té. Es una muestra de hospitalidad cuyos preparativos varían en función de la estación, y en la que se toma el té junto a los invitados. Las normas de la ceremonia del té japonés no afectan solo a la forma en la que se toma, sino también a la vida a través de unas normas de cortesía y una filosofía. En japonés, la ceremonia del té se conoce como sadō o cha no yu, y es una tradición que, junto con otros elementos que la componen como la cocina kaiseki, el ikebana y el arte, ha contribuido al desarrollo de la cultura japonesa.
El origen de la ceremonia del té actual: Sen no Rikyū
La ceremonia del té se sustenta sobre la práctica y el pensamiento del budismo zen, y es conocida en japonés como sadō, chadō o cha no yu. En la ceremonia se hierve el agua, se prepara y ofrece un tazón de té a los invitados de forma tradicional.
El té llegó a Japón procedente de China alrededor del siglo VIII, pero fue posteriormente, en el período Kamakura (1185-1333), cuando el monje Eisai de la secta Rinzai del budismo zen trajo de China el método para preparar el té verde matcha, comenzando así la costumbre de tomarlo en el templo y extendiéndose su consumo por todo el archipiélago poco después. En el período Muromachi (1336-1573) se popularizó la ceremonia del té durante los banquetes con invitados en las casas de los samuráis y de la nobleza.
Al principio se utilizaban en estas reuniones tazones para el té de alto valor creados en China y se adornaba la estancia con cuadros maravillosos, puesto que se trataba de ocasiones para presumir de ostentación y lujo, pero con el tiempo Murata Jukō, el maestro del té del octavo shogún del período Muromachi Ashikaga Yoshimasa, prohibiría los juegos de azar y la ingesta de alcohol durante la ceremonia del té e introduciría el estilo wabicha, más austero, en el que lo más importante es la comunión espiritual entre el anfitrión y los invitados.
Más tarde, con el maestro Sen no Rikyū (1521-1591), se perfeccionó el estilo wabicha y la ceremonia del té evolucionó en un rito sencillo y sosegado en el que se da más importancia a un estado mental de armonía, respeto, pureza y tranquilidad. Este es el origen de la ceremonia del té que conocemos en la actualidad.
Desde la izquierda, el tazón para el té (chawan), la escobilla para batir el té (chasen), el recipiente del polvo de té (natsume) y la pala (chashaku).
La ceremonia del té según Sen no Rikyū
El wabi-sabi, la filosofía que envuelve la ceremonia del té, trata sobre la contemplación de la belleza en las cosas sencillas. Sen no Rikyū eliminó las cosas innecesarias de la habitación en la que se celebra la ceremonia del té y redujo el espacio a 5 m2 (3 tatamis) o 3,3 m2 (2 tatamis), incluyendo también un pequeño hueco a modo de entrada (nijiriguchi) por el que sólo se podía pasar agachándose. También abandonó el uso de tazones para el té lujosos y los sustituyó por otros más sencillos. El jardín delante de la habitación para el té es conocido como roji y está dispuesto a la imagen de los jardines de los templos budistas de las montañas para que los comensales puedan encontrar la paz. En la habitación para el té de Rikyū la toma de luz natural y otros elementos están dispuestos con libertad, aunque no carecen de racionalidad, y esto es algo que ha tenido una gran influencia también en la arquitectura contemporánea.
Este estilo de ceremonia del té ha continuado hasta la actualidad en tres grandes escuelas herederas de Sen no Rikyū: Omotesenke, Urasenke y Mushakōji-senke, si bien es cierto que, aunque en esencia el ritual sigue siendo como antaño, en la actualidad en cada escuela ha variado un poco la forma de preparar el matcha y los instrumentos que se utilizan.
Un jardín roji.
Los calcetines blancos, imprescindibles en la ceremonia del té
Para aprender la ceremonia del té es necesario estudiar en un aula reconocida por cualquiera de las escuelas. Los tazones para el té, el caldero para hervir el agua y el resto de elementos necesarios son preparados por el aula. A los invitados a una ceremonia del té se les recomienda que lleven consigo la servilleta que sirve de plato en el que será servido el dulce (kaishi), el palillo para tomarlo (yōji) y el portador de este último. Si quieren comenzar a aprender cómo se realiza esta ceremonia, además de estos últimos es mejor disponer de, como mínimo, el paño de seda fukusa para limpiar los utensilios después de su uso, el abanico con el que se saluda, y el estuche en el que se llevarán todos estos elementos (fukusabasami). Todos los utensilios para la ceremonia del té se pueden comprar fácilmente a través de internet.
Un abanico (sensu).
El paño fukusa.
Con el palillo (yōji) se come el dulce tradicional japonés sobre el papel (kaishi).
Tomando un tazón de té.
Como invitados a una ceremonia del té no es imprescindible llevar kimono o traje, pero se recomienda vestir con sobriedad y sin colores llamativos. Las joyas y los relojes de muñeca pueden estropear los tazones para el té al rozarlos, por lo que se recomienda desprenderse de ellos, y es preferible no llevar perfume, ya que enmascararía el aroma del té o del incienso. Estos son puntos a tener en cuenta. Es importante llevar calcetines blancos o tabi de este color (shirotabi) cuando se acude en kimono. Naturalmente, es importante evitar ensuciar la habitación, por lo que es preferible cambiarse de tabi o calcetines antes de entrar en la misma.
Interés por la ceremonia del té en el extranjero
Hay muchas personas que llegan a tener interés por la ceremonia del té a través de la práctica del budismo zen, y esta atracción también está extendiéndose en el extranjero. El sabor del matcha en bebidas y dulces está asimismo de moda. En 2014 el número de participantes del evento internacional de la ceremonia del té que se celebra cada año en Kioto aumentó espectacularmente con respecto al año anterior. Muchos establecimientos ofrecen ya a los visitantes extranjeros la posibilidad de asistir a un pequeño curso sobre la ceremonia del té con personal que habla inglés o chino, como Motenas Nihon o Asakusa Jidaiya, en el que los participantes pueden tomarse una fotografía de recuerdo vestidos con kimono. Además, la escuela Urasenke de la ceremonia del té tiene un curso orientado a personas de otros países (Midorikai) que acepta a estudiantes extranjeros. Por supuesto, hay muchos templos, hoteles, parques y cafeterías de Kioto y Kamakura en los que se puede degustar el té verde en polvo.
Infografía imprescindible para aprender los rituales a seguir y como comportarse en los templos sintoístas japoneses!
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Los tatamis se emplean para revestir los suelos de las habitaciones de estilo japonés en los hogares, en los ryokan, los restaurantes, los templos budistas y las salas para la celebración de la ceremonia del té, entre otros. Originarios de Japón, constituyen un elemento indispensable en el día a día más tradicional del pueblo de este país, ya que es posible sentarse directamente sobre ellos, o colocando un cojín, e incluso dormir extendiendo un futón.
La composición
En Japón, los suelos se revisten tradicionalmente con tatamis. En la actualidad, los hogares del país cuentan con habitaciones tanto de tatami como de parqué, siendo las primeras de estilo japonés. Además, los tatamis se emplean en las estancias donde se lleva a cabo la ceremonia del té. Por norma general, tienen 182 centímetros de largo y 91 de ancho; para revestir una habitación se suelen utilizar entre tres y ocho tatamis. Cada tatami consta de tres partes: tatamidoko (interior), tatamiomote (exterior) y tatamiheri (lateral).
El tatamidoko es una plancha con un grosor aproximado de 5 centímetros que se elabora tejiendo paja de arroz. Sin embargo, en los últimos años, problemas como la caída del suministro de paja y la proliferación de moho y ácaros por el uso de este material se han traducido en un uso extendido del poliestireno extruido y las fibras blandas.
El tatamiomote se elabora con tallos de junco. Los juncos son la urdimbre que se trama con hilos de cáñamo o seda. Recientemente se utiliza también papel o plástico, además del junco, que en muchos casos procede de China por su precio asequible. Cuando el tatami es nuevo, destaca por su verdor y su aroma, pero el color se va desgastando con el uso. Si la superficie sufre daños, esta se puede revestir, de modo que es posible utilizar el mismo tatami durante decenas de años.
El tatami es relativamente elástico y destaca por su capacidad de aislamiento térmico, así como por la comodidad de poder caminar descalzo sobre él y su utilidad para regular la humedad.
El tamaño
Los tatamis suelen ser rectangulares, aunque también existen cuadrados. Respecto al tamaño, este difiere ligeramente en función de la región, si bien en la actualidad suelen emplearse modelos de pequeñas dimensiones en los apartamentos y otras viviendas. En muchos casos, se utiliza el número de tatamis para expresar la extensión de un cuarto. Por lo general, las habitaciones de estilo japonés suelen ser de 3, 4, 5, 6 y 8 tatamis.
La historia
Aunque muchos aspectos de la cultura japonesa proceden de China, se cree que el tatami se originó en el archipiélago nipón. El tatami más antiguo de Japón que se conserva a día de hoy data de mediados del siglo VIII y se conserva en el Shōsō-in, un edificio del templo Tōdai, en Nara.
En el período Heian (794-1185), los tatamis se empleaban en las residencias de los nobles; se colocaban a modo de cojín o cama, según fuera necesario, sobre los suelos de madera. Su uso se extendió desde finales del siglo XII hasta mediados del siglo XVI, del mismo modo que se emplean en la actualidad, esto es, para revestir el suelo en su totalidad. Las clases populares comenzaron a utilizarlos a mediados del período Edo (1603-1868). Los tatamis llegaron a todos los pueblos agrícolas a partir de la era Meiji (1868-1912).
El presente
Tras la Segunda Guerra Mundial, los japoneses occidentalizaron sus costumbres, pero las habitaciones con tatami siguieron constituyendo el núcleo de las viviendas durante muchos años. Los hogares en los que se prescindía de estas estancias comenzaron a proliferar en torno a 1990, época en la que el parqué cobró popularidad.
Según una asociación de la prefectura de Kumamoto –la primera del país en producción de junco– dedicada a la venta de este material, la demanda de tatamiomote se ha reducido hasta un tercio, esto es, de 45 millones de unidades en 1993 a 14,9 millones en 2012.
Los futones se colocan sobre el tatami a la hora de dormir. Durante el día, se guardan en el armario empotrado.
Sin embargo, las habitaciones de parqué pueden resultar frías y su suelo, ruidoso, de ahí que recientemente haya resurgido el tatami. Los nuevos modelos, coloridos, están cobrando popularidad; también se colocan los tatamis directamente sobre la madera y se fabrican con otros materiales aparte del junco.
El tatami, que se transforma en silla o cama colocando sobre él un cojín o futón, permite llevar una vida simple sin apenas muebles. Si se pone cuidado en la elección de los materiales empleados en su elaboración, todos ellos se podrán biodegradar cuando uno se quiera deshacer de él. Se trata de un material de construcción inocuo con el medio ambiente.
Imagen del encabezado: habitación tradicional japonesa con tatami, una mesa baja y cojines para sentarse
¿Por qué un cutis blanco es sinónimo de belleza para las japonesas?Desde tiempos antiguos, las mujeres japonesas consideran que un cutis blanco es sinónimo de belleza, hasta el punto de que existe un refrán que señala que este color sirve para tapar cualquier imperfección. A día de hoy, aunque las tendencias occidentales tienen una fuerte presencia en Japón, el antiguo canon de belleza asociado a una tez blanca no ha perdido importancia. Hemos investigado acerca del origen de esta percepción de la estética y el maquillaje.
Un cutis blanco, muestra de decoro en Japón
Las mujeres desean estar bellas siempre. Las japonesas, por ejemplo, sienten una especial predilección por mantener la piel blanca, una tendencia presente en la historia de Japón desde el período Nara (710-794), época en que las niponas empezaron a maquillarse el rostro de blanco utilizando polvos para la cara. Esta práctica pasó a formar parte del canon de belleza del país con la llegada del período Heian (794-1185); así lo atestiguan obras clásicas de la talla de El diario de la dama Murasaki y La novela de Genji, en las que se alude a lo bonito que es tener una tez blanca. Es entonces cuando este tipo de maquillaje se convirtió también en una forma de expresar la pertenencia a las clases más altas de la sociedad.
Saushiarahi, cuadro perteneciente a la serie del pintor Baichōrō Kunisada inspirada en varias obras de la poetisa Ono no Komachi. Esta obra de 1857 muestra a varias mujeres que trabajan en el barrio rojo mientras se asean y arreglan por la mañana. La de la izquierda lleva en la boca un nukabukuro, una bolsa de salvado de arroz que hace las veces de guante exfoliante (Propiedad del Instituto Pola de Investigación en Belleza y Cultura).
En la actualidad se comercializan también cosméticos que contienen arroz. Estas imágenes son cortesía de Im y de Provision, empresa dedicada a la venta por correo de cosméticos perteneciente a la firma japonesa Kosé.
Al entrar en el período Edo (1603-1868), el gusto por una piel blanca se extendió también entre las clases populares, y se comenzó a conceder una mayor importancia a mostrar un aspecto más natural. En la segunda mitad de este período se publicó la obra Miyako fūzokukewaiden, todo un éxito de ventas durante más de un siglo que aborda los aspectos más relevantes de la belleza y la estética femeninas, y en la que se habla, por ejemplo, de tener una piel hidratada y natural. También se explica cómo lavarse la cara, cómo elaborar mascarillas con litargirio y tratamientos contra el acné empleando plantas medicinales, todo para conseguir una piel bella y blanca.
Tomizawa Yoko, investigadora en el Instituto Pola de Investigación en Belleza y Cultura.
“Las japonesas aspiran a tener una piel blanca, pero con un tono que se asemeje más bien al de una bola que ha sido pulida. Este matiz de lo que entienden por una tez blanca es importante. En particular, se hicieron muchos esfuerzos para idear maneras de conseguir una dermis bonita a partir del período Edo”, afirma Tomizawa Yoko, del Instituto Pola de Investigación en Belleza y Cultura. En el Miyako fūzokukewaidense explica cómo las mujeres de la época dedicaban una gran cantidad de su tiempo a conseguir un aspecto natural. Para ello, se maquillaban y desmaquillaban en repetidas ocasiones, y se limpiaban con un paño solamente las mejillas, todo con el objetivo de que su cara pareciera transparente.
El maquillaje constituye una parte del decoro y los modales femeninos, de ahí que en el período Edo las japonesas estuvieran maquilladas desde que se levantaban hasta que se acostaban, incluso a la hora de darse un baño. Sin embargo, se consideraba de mala educación que una mujer mostrara cómo se maquillaba. Tomizawa Yoko nos cuenta que esta relación entre el decoro y el maquillaje es un concepto arraigado en Japón incluso en la actualidad, y que esto precisamente explicaría por qué se considera una grosería maquillarse en el tren, por ejemplo.
A la izquierda, Dōteishūgetsu, cuadro de la serie Shūjo hakkei, del pintor Gototei Kunisada, en el que una mujer semidesnuda se aplica unos polvos blancos. Se ha apartado el kimono para no ensuciarlo de maquillaje, ya que tradicionalmente las japonesas se maquillaban las orejas, el cuello y parte del pecho, además de la cara. Esta escena representa un momento privado y muy personal del día a día de las mujeres en Japón desde tiempos antiguos. A la derecha, Biensenjokō, shikibuhake (Biensenjokō con una brocha shikibu), obra del artista Keisai Eisen que data de entre 1818 y 1830. En ella vemos cómo una prostituta de la segunda mitad del período Edo se pone polvos de maquillaje blancos con una brocha. (propiedad de Instituto Pola de Investigación en Belleza y Cultura).
Colores básicos: blanco, rojo y negro
Yanagihashi Okon beni wo sashi, cuadro de la serie Tōseimitate jūroku, del pintor Tokohara Kunichika. Data de 1871 (Instituto Pola de Investigación en Belleza y Cultura).
En Japón, el negro es un color importante que simboliza la belleza y el esplendor: originalmente, las mujeres de este país tienen el pelo oscuro, y en otros tiempos solían ennegrecerse los dientes tras casarse. Esta costumbre, junto con la de depilarse las cejas después de tener un hijo, es exclusiva del archipiélago nipón, y tendría su explicación en el hecho de que no mostrar abiertamente el semblante se consideraba una virtud. Es una representación de la modestia, y como tal, un gesto de decoro. Sin embargo, en 1870 se les prohibió a las nobles de la corte que se tiñeran los dientes para evitar que los occidentales pensaran que se trataba de una costumbre bárbara. En las clases populares quedó parcialmente esta práctica hasta la era Shōwa (1926-1989).
Durante muchos años, las japonesas utilizaban el maquillaje como una forma de expresar modestia; esto es, para parecer discretas y moderadas. No obstante, en las grandes ciudades como Osaka, Kioto y Edo (la actual Tokio), comenzó a ponerse de moda maquillarse elegantemente para ir a ver obras de teatro kabuki o para salir a contemplar los árboles en su época de floración. En aquel entonces, las mujeres imitaban a los actores de kabuki y a las prostitutas, que eran los que marcaban tendencias en lo que a moda se refería. También empezó a estilarse una vestimenta más llamativa. Las mujeres decidieron usar el color rojo para resaltar partes como las mejillas, los labios, los ojos y las orejas.
Los colores básicos en el maquillaje típico de las japonesas son el blanco, el rojo y el negro, tonos que utilizan también los actores de kabuki para caracterizarse. La variedad cromática se amplió durante la segunda mitad de la era Meiji (1868-1912), cuando comenzó a difundirse la cultura occidental en Japón.
El color de la piel y la occidentalización
Uno de los mayores cambios que experimentó en esa época el mundo del maquillaje en Japón fue el nacimiento del concepto del “color de piel”. Durante la segunda mitad de la era Meiji, con la llegada de los polvos para la cara en distintos tonos, las mujeres japonesas se dieron cuenta de que existen tonalidades que favorecen más o menos en función del color de la piel de cada una. Además, al entrar en la era Shōwa, se amplió la variedad de productos existentes, y se hizo posible elegir un tono más acorde con el color de piel original. La mayoría de los productos eran polvos de color.
A la izquierda, imagen de una mujer de la era Meiji con un maquillaje y unas cejas naturales. A la derecha, cosméticos de entre 1920 y 1930 cuyos envases están decorados con un dibujo de una mujer: barra de labios, polvos para la cara, pulverizador para perfume y colorete (propiedad del Instituto Pola de Investigación en Belleza y Cultura).
Imagen del fotógrafo Yokosuka Noriaki (cortesía de Shiseidō).
El maquillaje occidental estuvo en boga en Japón desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial hasta la década de los sesenta; en esa época, comenzaron a comercializarse sombras de ojos, bases de maquillaje con aceites y grasas para cosméticos, pestañas postizas y rímel, entre otros productos.
“La difusión de la televisión en color ejerció una gran influencia en que el maquillaje de estilo occidental se popularizara en Japón. En aquel entonces, se utilizaban tonos rosas para filmar casi todas las escenas de las películas, así que parece que este tono se puso de moda también a la hora de maquillarse”, señala Tomizawa Yoko.
En los años ochenta se apreciaban dos tendencias en cuanto al maquillaje: por una parte, se imitaba lo occidental y, por la otra, se intentaba potenciar las características originales de cada persona y un estilo japonés. Que la actriz y modelo Yamaguchi Sayoko, de pelo negro y ojos rasgados, cobrara fama mundial sirvió de aliento al resto de japonesas.
Volviendo a los orígenes del maquillaje típico japonés
Tienda Pola The Beauty en el barrio de Ginza, en Tokio (cortesía de Pola Holding).
A partir de los años ochenta, el concepto que tienen las japonesas respecto al maquillaje evolucionó a la par que el sector de los cosméticos. En la segunda mitad de esta década, la ciencia se puso al servicio de la cosmética, y el mercado comenzó a exigir que se explicaran con claridad los componentes, los mecanismos y los beneficios de este tipo de productos. Además, en los últimos años se han puesto de moda en la industria palabras como “antienvejecimiento”, algo que evidencia esta relación entre conocimientos científicos y estética.
Por mucho que ahora se lleve un maquillaje más cargado, existen personas como Tomizawa Yoko, que cree que las mujeres japonesas siguen pensando del mismo modo que lo hacían las de la época en que se publicó La novela de Genji: consideran que lo más bonito es una piel natural bien cuidada.
“En la actualidad existen numerosas tendencias, como la de broncearse y maquillarse con tonos muy oscuros (ganguro en japonés); sin embargo, las mujeres de hoy siguen pensando como las de antaño, de ahí que valoren que la tez tenga una textura lisa y suave como la de una pelota. Últimamente se habla especialmente de un boom de las pieles blancas, pero yo diría que esta tendencia se asemeja más bien al concepto tradicional de blancura”, sentencia Tomizawa.
(Artículo traducido al español de la versión original en japonés de Ushijima Bifue)
Imagen del título: Ogushiage, cuadro perteneciente a la serie Chiyoda no Ōoku del pintor Yōshū Chikanobu. Data de entre 1894 y 1896 (propiedad del Instituto Pola de Investigación en Belleza y Cultura).
Guía práctica de Japón en español
Así se despide el año en Japón: costumbres de fin de año
Creo que la forma en qué despedimos el año en Japón es bastante diferente de como se suele realizar en otros países. Se siguen una serie de rituales y costumbres, a mi parecer con un sentimiento espiritual e incluso religioso muy diferente de por ejemplo como lo suelo celebrar en España.
Empezando por la campanadas en Nochevieja, en Japón no existen las típicas 12 campanadas con las que aquí se suelen comer las uvas. En mi país, en Nochevieja es costumbre que los templos budistas repiquen 108 campanadas. Según el budismo, estas campanadas representan los 108 pecados a los que se enfrenta el ser humano. Cada una de ellas te libera de un pecado permitiéndote entrar al año nuevo como un ser totalmente liberado. La última campanada, que da entrada al nuevo año coincide exactamente con el momento de cambio de año. A estas campanadas se les llama Joya no Kane (除夜の鐘). Algunas personas suelen asistir al templo el día 31 por la noche para despedir el año junto al repique de campanas.
Pero esta no es la única costumbre del fin de año Japonés, a continuación os vamos a explicar algunas más:
La gran limpieza, Oosooji (大掃除): Cuando se acercan los últimos días del año, las casas japonesas hacen una limpieza a fondo para quitar el polvo del año viejo y recibir el año nuevo con un sentimiento de limpieza y orden, también se tiran las cosas viejas para hacer espacio a las cosas nuevas y buenas que han de venir.
La comida típica de fin de año, Toshikoshi Soba (年越しそば): Popularmente conocida como “soba para pasar el año”, se suele comer la noche del 31 de diciembre. Cada casa tiene su propia receta, pero este plato de soba suele incluir tofu frito, tempura o magret de pato. En este plato los fideos soba son especialmente largos y delgados, por lo que se dice que al comerlo se tendrá una vida larga y próspera.
Las Boonenkai, las fiestas para olvidar el año que se va (忘年会): estas fiestas o “reuniones” se celebran normalmente a partir de la segunda quincena del mes de diciembre. El propósito de estas celebraciones es olvidar las cosas “malas” o desagradables que nos han pasado durante el año que se va, y atraer cosas buenas para el año que entra. Es lo que aquí suele decirse como “hacer borrón y cuenta nueva”.
Estas son las principales características del fin de año japonés, ¿son muy diferentes de las costumbres de vuestro país? Estaremos encantados de que nos dejéis un comentario explicándonos como se celebra la despedida del año en vuestros lugares de procedencia. ¡Feliz fin de año a todos!
Takeshi es el precursor y profesor de japonés de Espai Wabi-Sabi. Su vocación es enseñar el idioma y lleva más de 8 años difundiendo sus conocimientos.
Los orígenes del sake
El sake es un elemento importante de la cultura japonesa. En primer lugar, ¿qué define el término “sake”? En japonés, la palabra “sake” designa exactamente una bebida alcohólica obtenida tras la fermentación del arroz. También se le llama Nihonshu (literalmente vino japonés). Por extensión, el término “sake” se refiere a cualquier bebida alcohólica. Este doble sentido se explica por el hecho de que hasta mediados del siglo XIX, antes de que el país se abriera a los productos occidentales, para la mayoría de los japoneses era la única bebida alcohólica conocida. Sólo con la aparición de bebidas diferentes como el vino, la cerveza o el whisky surgió la necesidad de nombrar el sake con un nombre específico.
Veamos primero los orígenes del sake. La técnica de fabricación del sake fue introducida de China poco después del cultivo del arroz, en el periodo Yayoi alrededor del siglo III, desarrollándose de oeste a este desde la isla de Kyushu hacia la región de Kinki (región alrededor de Kyoto). Originalmente, la inoculación del fermento se llamaba kuchikami (literalmente mascar en la boca), ya que los granos cocidos se sacarificaban por la saliva, y la fabricación del sake se llamaba kamosu, derivado del verbo kamu (masticar, morder). De hecho, el método de fabricación consistía en masticar mucho en la boca el cereal caliente, cambiarlo por azúcar mediante la enzima de la saliva y hacerlo fermentar con levadura silvestre. Este trabajo estaba reservado a las sacerdotisas, lo que significa que las mujeres están en el punto de partida de la fabricación del sake.
En el periodo Nara, en el siglo VII, un edicto de la corte imperial confiere al sake su caracter noble, regulando su carácter sagrado e integrándolo en ciertos ritos religiosos sintoístas. En el periodo Heian, el Enshiki describe un proceso para la fabricación de una decena de tipos de sake hechos “de arroz mezclado con koji y agua” y proporciona información sobre el proceso de calor. Desde el final del periodo Heian hasta el periodo Muromachi, la demanda de sake creció vertiginosamente, hasta el punto de que su precio superó al del arroz. Tomando el relevo de la corte imperial, los santuarios sintoístas que fabricaban sake proliferaron por todo el país.
El Osake no Nikki informa del descubrimiento de la siembra doble. El antepasado del sake actual había nacido. En el siglo XV, la fabricación de grandes tanques supone un gran impulso a la producción de sake y aparecen numerosos jisaké (sake de la región). El Sake “Morohaku” de ese periodo estaba muy cerca del sake moderno. En el periodo Edo, un artesano de Nada (área de Kobe) descubre la importancia de la mineralización del agua en la calidad del sake. Por último, en la era Meiji, se crea el Instituto Nacional de Fermentación y la química adoptará un papel importante en el proceso de fabricación del sake moderno.
El sake es por tanto una “cerveza de arroz”, es decir, agua de manantial en la que se cuece y fermenta el arroz tras su sacarificación con un hongo llamado koji cuyo nombre científico es Aspergillus flavus var. oryzae. La proporción de Koji debe ser al menos del 15%. La calidad del sake depende de tres factores clave identificados por la expresión waza-mizu-kome: waza (conocimientos técnicos), mizu (calidad del agua), y kome (calidad del arroz y grado de malteado).
Las proporciones para la fabricación del sake son de un 80% de agua y un 20% de arroz. Existen unos cincuenta tipos de arroz seleccionados para fabricar sake. Entre las más prestigiosas podemos nombrar las de Yamada-nishiki (prefectura de Hyogo), Omachi (prefectura de Okayama y de Hiroshima), Gohyakuman-goku (prefectura de Niigata) y Miyama-Nishiki (prefectura de Nagano). El arroz se pule para deshacerse de la grasa y la albúmina, para dejar sólo el corazón del grano, rico en almidón. Cuanto más se pule el grano, menor será la tasa residual o seimaibuai, y más fino será el sake. Como ocurre con el vino en Francia, cada región tiene su sake. El sake producido en la región de Tohoku es especialmente famoso. El clima más frío y la calidad del agua son generalmente esgrimidos para explicar la excelencia de sus caldos. Por el contrario, en el sur del país, las prefecturas de Kyoto y Nada (en Kobe), históricamente las primeras en haber desarrollado métodos modernos de fabricación para suministrar a la corte imperial y a los grandes santuarios, mantienen una gran tradición ligada a los conocimientos antiguos. A nivel local, la presencia de manantiales y la calidad del agua permiten establecer diferencias. De hecho, el agua es objeto de una legislación específica sobre su origen geográfico y su pureza.
Durante una estancia en Japón, la visita a una fábrica de sake o a uno de los numerosos museos que existen en el archipiélago, puede ser una manera lúdica y agradable de descubrir la cultura y el universo del sake. Muy a menudo, al final de la visita se ofrece una degustación de distintos tipos de sake.
El término omotenashi (おもてなし) se puso de moda hace unos años durante la candidatura de Tokio como sede para los JJOO de 2020. Traducido como hospitalidad japonesa, el omotenashi va más allá de una buena atención al cliente: es la educación elevada a su máxima potencia, la mezcla del culto a las formas y el deseo de mantener la armonía social y evitar así el conflicto que tanto rigen las relaciones personales en Japón.
El omotenashi está tan presente en la cultura japonesa que a menudo se siente, aunque no se vea o no se pueda tocar. Como turistas, lo sentiremos en los ryokan o alojamientos tradicionales, en los onsen o baños termales, en las tiendas y restaurantes y en general a la hora de hacer turismo. Pero también veremos esa hospitalidad en ese taxi que abre automáticamente la puerta para dejarnos entrar o salir o en ese japonés que usa una mascarilla quirúrgica estando resfriado para evitar contagiar al resto.
Hay quien dice que en los orígenes del omotenashi encontramos la ceremonia del té y las artes marciales. Y es que esta forma de hospitalidad es el resultado del culto a la forma, a la etiqueta y a la educación, tan evidentes en dicha ceremonia. Pero también es resultado del culto al servicio para asegurar el respeto mutuo y en consecuencia, la armonía social, siendo el bien del grupo más importante que el bien individual. Y aquí entra en juego también el bushido, el código de los samuráis, que giraba en torno a la compasión y el respeto a los enemigos, el honor y la disciplina.
El omotenashi en la atención al cliente surge del proverbio japonés ichigo-ichie (一期一会) que significa algo así como ‘oportunidad única en la vida’. Esto hace referencia a cuidar de cada cliente con respeto y amabilidad, pues es una oportunidad única de conseguir que su experiencia sea satisfactoria. De hecho, uno de los aspectos que más destacan los turistas cuando vuelven de viaje por Japón es la amabilidad y la cortesía de los japoneses en general, pero específicamente en hoteles, restaurantes y tiendas.
En la atención al cliente, este concepto gira en torno a la idea de que uno da humildemente sin esperar nada a cambio. Pero, además, también demuestra una gran atención al detalle y el saber anticiparse a las necesidades de cada cliente, buscando siempre su felicidad y bienestar. Es por ello que el omotenashi es, para los turistas extranjeros, una experiencia increíble.
Adelantarse a las necesidades del cliente como forma de omotenashi
El término japonés kikubari (気配り) hace referencia a saber anticiparse a las necesidades o peticiones de los demás (ya os hemos hablado de este término en un post específico) y está muy relacionado con la hospitalidad. Y es que la hospitalidad en general y el omotenashi en particular destacan por la capacidad de adelantarse y prever las necesidades de los clientes.
Por ejemplo, os contamos un caso personal. Quizás sepáis que Luis mide 1,94cm, por lo que los yukata ‘estándar’ de los ryokan con baños termales suelen quedarle cortos y pequeños. En más de una ocasión, en vez de tener que ser nosotros los que pidamos una talla más grande, nos hemos encontrado con un yukata de mayor tamaño en la habitación específicamente para él o nos lo han traído enseguida después de hacer el check-in. Para nosotros, esto es un claro ejemplo de hospitalidad japonesa.
La atención al detalle como forma de omotenashi
El término japonés kodawari (こだわり) hace referencia a la atención al detalle, a ser preciso y a tener en cuenta todos los aspectos de un trabajo. Naturalmente, es parte intrínseca del omotenashi.
Los ryokan o alojamientos tradicionales japoneses son el ejemplo perfecto de esto. Por ejemplo, cuando llegamos al ryokan es habitual encontrar una fila de zapatillas preparadas para que nos descalcemos. O, por ejemplo, recibir una taza de té verde y algún dulce tradicional mientras los empleados se encargan de gestionar el papeleo del check-in. Todo esto son claros ejemplos de esta hospitalidad japonesa en la atención al cliente.
Esa atención al detalle como forma de hospitalidad también la encontramos en los restaurantes de cocina tradicional o washoku, otro must de cualquier viaje por Japón. La atención al detalle no sólo se muestra en la presentación de los platos sino también en el uso de ingredientes locales y estacionales… ¡es toda una experiencia!
La sonrisa como forma de omotenashi
¿Cuántas veces nos hemos quejado de la atención al cliente en nuestros respectivos países de origen con dependientes a menudo serios, malhumorados o que simplemente parecen no querer hacer su trabajo? En Japón el omotenashi en las tiendas va más allá del irasshaimase (¡bienvenido!) con el que nos reciben en cualquier tienda o restaurante: la sonrisa forma parte específica de esa bienvenida.
De hecho, el término japonés hohoemi (微笑み) significa sonreír de manera amable y hospitalaria y está muy relacionado con el omotenashi, pues una simple sonrisa puede hacer milagros, ¿no os parece?
El trabajo en la sombra como forma de omotenashi
En las artes tradicionales japonesas existe una figura llamada kurogo (黒衣). Loskurogo son trabajadores vestidos completamente de negro que ayudan a los actores sobre el escenario. Es decir, están pero no están, pues físicamente se encuentran en el escenario pero no forman parte de la obra en sí y por lo tanto son casi ‘invisibles’ a ojos del espectador.
Salvando las distancias, la figura de los kurogo está muy presente en la atención al cliente japonesa, pues los responsables de la hospitalidad buscan estar (para conseguir su objetivo) pero a la vez, no estar (para no ser vistos). Por ejemplo, los trabajadores del ryokan que colocan las zapatillas en la puerta o colocan los futon cuando hemos ido a cenar, trabajan en la sombra con un objetivo muy claro en mente: cuidar del cliente para que se note su presencia pero no se les vea.
Finalmente os dejamos con un breve vídeo explicativo con muchos ejemplos de hospitalidad japonesa. Está en inglés, pero sólo con las imágenes se entiende perfectamente. Podéis ver la atención al detalle a la hora de comprar y la filosofía detrás de cualquier negocio:
Como turistas, la hospitalidad japonesa a menudo nos exaspera (¿cuántas veces tenemos que oír lo de omatase itashimashita o ‘perdón por haberle hecho esperar’ cuando tan sólo hemos esperado 5 segundos?), pero también nos deja con la boca abierta, sorprendidos y admirados.
NUSHU, EL IDIOMA SECRETO QUE LIBERÓ A MILES DE MUJERES DE LA DOMINACIÓN MACHISTA
¿Cómo librarse del peso del machismo que recae sobre los hombros de cada persona que–consciente o inconscientemente– carga con los pensamientos, actitudes, juicios de valor y costumbres propios de una sociedad que denigra profundamente al sexo femenino? En el caso de las mujeres de Hunan que vivieron durante el siglo III, la respuesta fue tan contundente como profunda.
No hace falta un análisis más allá de la vida diaria para comprobar que el machismo es una práctica anidada en el grueso de las sociedades, tanto contemporáneas como históricamente identificadas. En las antípodas de todo cuanto conocemos como civilización y mientras el cristianismo se levantaba junto a un sistema moral que habría de gobernar occidente, en China las mujeres pasaban por un proceso de subyugación masculina sin precedentes en el lejano oriente.
Después de la acogida del confucionismo como ideología oficial del Imperio, la dominación de un género sobre otro recrudeció con violencia en las provincias chinas. En Hunan, una selva húmeda con grandes yacimientos mineros y praderas para el cultivo de arroz, las mujeres parecían condenadas a perecer tal y como lo hacen las bestias: no tenían derecho a recibir educación escolarizada, ni siquiera aprender a leer y escribir.
No sólo eso; ninguna persona del sexo femenino solía caminar por la calle. Los usos y costumbres decretaban una reclusión aún mayor a la que en la misma época se experimentaba en occidente. Incapaces de comunicarse a través del lenguaje escrito, se dedicaban a bordar y preparar los alimentos durante el resto de sus vidas.
Nada más contraer matrimonio, todos los nexos familiares se quebraban definitivamente. El pequeño nexo que las unía a sus madres o hermanas desaparecía, pues la tradición estipulaba la mudanza con la familia de su esposo. Algunas mujeres decidían correr el riesgo y miraban por horas a los hombres escribiendo, para intentar imitar esta práctica en solitario y así salir de su encierro, para romper con la soledad y crear una segunda voz que se comunicara al menos consigo misma, fruto de sus propios pensamientos.
En este contexto vivieron millones de mujeres cuyas historias, relatos y todo lo que tenían por decir fueron silenciados por el machismo que, valiéndose del implacable paso del tiempo y lo efímero de la oralidad, evitaron a toda costa su trascendencia, a través de la negación femenina a la única vía que tenemos para que nuestra voz resuene durante los siglos y alcance la inmortalidad: el lenguaje escrito.
Se creía que las mujeres de aquellos tiempos habían perecido bajo el silencio más violento y sepulcral, hasta 1982, cuando una profesora descubrió a dos charlando en un idioma poco conocido. Después de un par de días de investigación, descubrió una tradición tan improbable como fantástica y que sobrevivió al peso de los siglos.
Se trataba del nushu, un idioma secreto creado por mujeres alrededor del siglo III en la provincia de Hunan que se mantuvo vivo hasta 2004, cuando Yang Huanyi, una viuda octogenaria pereció, llevándose consigo a la última voz que dominaba esa lengua.
El nushu –que literalmente significa «escritura de mujeres»– se expresaba principalmente de forma escrita, transmitiéndose de generación en generación, en un vínculo que fortaleció y dio libertad y voz a los pensamientos, deseos e inquietudes de las mujeres de entonces. De madres a hijas, de hijas a nietas y entre hermanas o cualquier nexo femenino, el idioma se convirtió en un acto de rebeldía y desahogo, con la única regla implícita de nunca enseñarlo a los hombres.
La historia cuenta que el nushu tomaba una dimensión inesperada cuando la futura esposa contraía matrimonio y se marchaba a casa de su pareja. Entonces, las mujeres cercanas le regalaban un cuaderno, conocido como “El libro del tercer día”, que en el principio contenía los pensamientos y algunas vivencias de sus más allegadas sobre el momento que estaba experimentando.
Las demás hojas estaban en blanco, libres para que su voz y escritura rompiera la infranqueable barrera del tiempo y el machismo de entonces y así, proyectar todo lo que sentían a través de los siglos, en un acto de rebeldía e inmortalidad por igual.
By signed: Issunshi Hanasato (一寸子 花里) (日刊イトイ新聞) [Public domain], via Wikimedia Commons
Durante el periodo Edo, las escuelas públicas eran solo para los hijos de la clase samurai, por ende los niños que venían de familias comunes no podían estudiar en estas. Es por eso que en aquellos tiempos los templos budistas comenzaron a hacerse de un espacio para impartir clases a los niños que no tenían acceso a la educación pública. Estas “escuelas” dentro de los templos eran llamadas “Terakoya” (tera: templo, ko: niño, ya: casa), y lo que se enseñaba principalmente era a leer y escribir, además de utilizar el ábaco (instrumento para realizar cuentas) y a la vez practicar disciplinas como la tan importante ceremonia del té y la caligrafía.
Los proyectos de Terakoya comenzaron a alcanzar lentamente el nivel de la educación pública a la cual lamentablemente muchos niños no podían acceder. Gracias a estas instituciones improvisadas en los templos, todos los niños podían aprender lo básico para manejarse en la vida, y debido a esta ayuda que se proporcionaba Japón alcanzó un buen nivel de alfabetización.
Los instructores o “shishō” (師匠) eran los mismos monjes, o voluntarios que tenían un buen conocimiento de las materias que enseñaban. En el Terakoya los niños y niñas estudiaban por separado, sentados en seiza, frente a pequeñas plataformas donde con papel y tinta practicaban escritura y lectura, supervisados por el instructor y una ayudante que vigilaba de que no se comportaran inadecuadamente durante las clases. En el Terakoya también se enseñaba modales y buenas costumbres, gracias a estas enseñanzas los niños podían tener una educación completa y suficiente para integrarse a la sociedad y trabajar en sus propios emprendimientos cuando sean adultos.
No obstante, en la era meiji la educación pública dejo de ser únicamente para los descendientes directos de la clase samurai, ya que esta se estaba desbordando debido a la restauración. Por ende se comenzaron a aceptar en las escuelas públicas a todos los niños del país.
Actualmente las escuelas japonesas tienen un alto nivel en disciplina, y conservan más o menos el mismo formato que las de occidente. Sin embargo el término “Terakoya” no solo es conocido como el nombre que identificó a estas fructíferas instituciones del Edo, sino que actualmente también es el nombre de una famosa escuela de teatro kabuki y disciplinas japonesas para niños.
El Hatsumiyamairi (abreviado como Omiyamairi) es un ritual shintoísta de paso para los recién nacidos en Japón. El ritual se lleva cabo después de un mes del nacimiento del bebé, cuando los padres y familiares cercanos lo llevan al santuario local para agradecer a los dioses por su nacimiento y pedir por la salud del niño. Este acto ceremonial se asemeja al bautismo cristiano.
Durante el ritual, el sacerdote shintoísta está vestido con una túnica y un sombrero puntiagudo, y recita unas oraciones mientras balancea una rama de Sakaki decorada con tiras de papel muy característica de la religión. Mientras recita las oraciones, dice el nombre del bebé y el de sus padres. Luego de haber recitado las oraciones, los padres del niño y los familiares que los acompañen (generalmente los abuelos del bebé) se inclinan uno por uno en el altar. Al finalizar el ritual, el sacerdote ofrece a los padres distintos obsequios como pergaminos, amuletos, y palillos bendecidos para cuando llegue el momento de darle la primera comida sólida al bebé.
Para el Omiyamairi, el bebé tiene que estar vestido con unas ropas tradicionales que incluyen un gorro y un babero especial. Los padres y abuelos pueden optar por llevar ropa tradicional o por usar trajes o distintas ropas formales. Estos rituales suelen costar entre 5.000 y 10.000 yenes, y suelen durar unos pocos minutos.
En Japón es común mostrar agradecimiento a las personas que nos han ayudado con un regalo a mediados de año en verano (ochūgen) o al acercarse el final del año (oseibo). Ofrecer y recibir regalos es una costumbre japonesa conocida como zōtō, y sirve para mejorar las relaciones sociales. Las diferentes formas en las que se realiza esta práctica forma parte de la cultura japonesa.
Generalmente el período para obsequiar el ochūgen varía según la región, pero suele abarcar entre comienzos de julio y mediados de agosto. El oseibo, por otra parte, se entrega entre mediados y finales de diciembre. En estos períodos los grandes almacenes y supermercados preparan puestos especiales con distintos regalos. Cada familia suele hacer entre dos y tres regalos de media en cada período. Antes era común entregar los regalos en persona o hacerlos enviar por el gran almacén en el que se había adquirido, pero últimamente están extendiéndose otras opciones como el envío gratuito que ofrecen los grandes almacenes más lujosos, el envío a través de Internet, o la distribución por parte el supermercado cercano a distintos destinatarios. Los alimentos, el regalo más común.
El regalo más popular es, sin duda, la cerveza. También son comunes el café y otras bebidas, las frutas y los dulces, productos del mar frescos del lugar, o cupones de compra, entre otras cosas. La razón de que se regalen alimentos es que es poco probable que la persona que los recibe los considere un regalo de mal gusto. Además, como son consumidos, no se convierten en una carga ni un objeto más en la casa de la persona que los recibe. Respecto al dinero que se suele gastar en cada regalo, dependiendo de la edad de la persona que lo recibe y nuestra amistad con ella, se suelen utilizar entre 3.000 y 5.000 yenes. Por otra parte, en los últimos 2 o 3 años han comenzado a proliferar los regalos de productos relacionados con la salud. Uno de los regalos más peculiares de Japón es la fruta “de lujo” preparada para regalo, como por ejemplo el cantalupo o melón de almizcle. Los melones que vende Senbikiya, un establecimiento con 180 años de historia especializado en la venta de fruta de alta calidad, son especialmente cultivados produciendo sólo una fruta por planta. Después de que fueran reservados por la Casa Imperial, sus productos se volvieron muy populares como regalos en el mercado, y a pesar de que alcanzan un alto precio que ronda entre los 10.000 y los 20.000 yenes por pieza, los melones siguen siendo uno de los artículos más vendidos, llegando a representar un 20 % de las ventas anuales de esta empresa.
La cultura de regalar y de devolver el gesto.
Entre los distintos regalos que se dan en Japón en todo el año, están los que se entregan en fechas concretas como el otoshidama de Año Nuevo, el ochūgen, el oseibo, la Navidad, San Valentín, y otros regalos no conectados a fechas concretas como los del nacimiento de un bebé, el de shichi-go-san, el que se entrega tras ingresar en las escuelas o al graduarse, el que reciben los que cumplen la mayoría de edad a los 20 años, el regalo de boda, el regalo para felicitar al que ha aprobado el examen de ingreso en la universidad o a aquellos que han comprado o construido su casa, o se han mudado a un nuevo lugar, entre otros eventos. Por otra parte, también están los regalos que se llevan a los que han sufrido una enfermedad o un desastre (mimai), a aquellos que han perdido a un ser querido (kōden), etc. Hay ocasiones en las que se regala dinero, flores u objetos, todo depende de la intención y de la relación que tengamos con la persona a la que entregamos el obsequio..
La costumbre de traer souvenirs (omiyage) de cada viaje está también muy extendida. Cuando una persona viaja, ya sea por placer o por motivos de trabajo, suele traer de vuelta productos típicos del lugar para entregarlos a amigos y compañeros de trabajo. Cuando se visita a familiares y conocidos también se suelen llevar dulces (kashiori) u otros regalos. Por otra parte, tras recibir un regalo es común también devolver el gesto. Los novios suelen entregar a los invitados que acuden a la boda el hikidemono, las personas que han sido visitadas durante su convalecencia devuelven el gesto con el kaiki iwai, las personas que han recibido regalos por su estrenada maternidad regalan el uchi iwai, y después de un velatorio se entrega a los asistentes el kōden gaeshi, entre otros ejemplos. La costumbre dicta que no se debe dejar pasar mucho tiempo para devolver el gesto tras recibir un obsequio. Un ejemplo de esto es el White Day el 14 de marzo, creado en Japón, en el que los hombres que han recibido chocolate en San Valentín entregan un pequeño regalo de vuelta.
Los modales en el intercambio de regalos.
Los regalos para cada estación y para distintas ocasiones ceremoniales se adornan con un lazo tradicional conocido como mizuhiki, y el regalo se envuelve en un papel con una decoración conocida como noshi.
Dependiendo de la ocasión hay distintos colores, números y formas de hacer el nudo del mizuhiki para decorar el sobre en el que se entrega el dinero o el envoltorio del regalo. En Japón existe también la costumbre de entregar dinero en sobres especiales para ello, o en unos envoltorios conocidos como pochibukuro. Hay también muchas formas de envolver los regalos, y muchas personas guardan los envoltorios o cintas de decoración para cuando hagan regalos en otra ocasión. La cultura del intercambio de regalos resulta complicada por sus normas de cortesía tanto para los japoneses como para los extranjeros. Se podría comparar a la cuestión del honne y el tatemae (lo que realmente se piensa, y lo que se dice). En cualquier caso, la cultura del intercambio de regalos es una oportunidad para expresar nuestra gratitud a los demás, y es por ello un buen bálsamo para las relaciones sociales.
El Shintō (神道) es la religión nativa de Japón. Esta religión no tiene fundador ni escritos sagrados, ni tampoco un “Dios” especifico para adorar, sino un gran número de deidades llamadas “Kami”, que son dioses que viven en la naturaleza. Según el Shintō, los Kami pueden encontrarse en un árbol, en una piedra, en el viento, en una cascada o incluso en la misma fertilidad. Actualmente tiene aproximadamente 108 millones de practicantes, y es una religión muy importante ya que a partir de esta se originaron muchos aspectos de la cultura japonesa tradicional. A continuación veamos algunas curiosidades de esta religión netamente nipona.
1 – Los santuarios Jinja
Los Jinja (神社) son los santuarios shintoístas donde la gente acude para orar a los Kami. En un Jinja la gente también puede hacer distintos rituales para limpiar su espíritu, adivinar como está de suerte, comprar amuletos, o dejar alguna ofrenda. Muchos extranjeros visitan con frecuencia estos santuarios shintoístas ya que tienen un aspecto tradicional muy atractivo, y un ambiente de mucha calma. Se estima que hay cerca de 100.000 santuarios en todo Japón.
2- Torii, los arcos sagrados
En los mismos santuarios, o en ciertos lugares sagrados están los Torii (鳥居). Son entradas que separan el espacio puro del profano. El torii es el símbolo del Shintō y se los puede encontrar en muchísimos lugares de Japón. Las empresas suelen comprar un torii para ubicar en lugares sagrados y así tener buena suerte en los negocios.
3- Miko, Las sacerdotisas
En el Shintō están los Kannushi, que son los sacerdotes del santuario. Ellos se encargan de manejar los distintos rituales y ceremonias que se realizan ya sea dentro como fuera del Jinja. También están las sacerdotisas llamadas “Miko” (巫女); estas ayudan en las ceremonias, en la venta de amuletos y en el mantenimiento del Jinja. Las Miko están desde la era Sengoku (1467-1568) y por lo general proceden de las familias de los sacerdotes. En el anime y manga suelen mostrar a las Miko como fuertes heroínas con un gran manejo de la magia. Un ejemplo puede ser la Profesora Mizuki de Sakura Card Captor.
4- Shimenawa
El Shintō consta de muchos objetos sagrados que se utilizan en rituales o para usar como adorno dentro de los santuarios. Una de estos objetos que se ven a menudo en esta religión es el Shimenawa. Se trata de una cuerda sagrada que se utiliza como cercado para impedir el paso de los malos espíritus.
5- Las ramas de Sakaki
El Sakaki (Cleyera Japonica) es un árbol sagrado en la religión Shintō. Es otro elemento que se usa muy a menudo como el Shimenawa. Se cree que el árbol de Sakaki es un lugar de residencia de los Kami, y es por eso que se lo usa en altares, ceremonias como las bodas tradicionales y diferentes ritos.
6- O matsuri, los festivales
El Shintō tiene muchos festivales que se celebran anualmente y suelen ser un gran atractivo para miles de visitantes tanto japoneses como extranjeros. Entre ellos está el Tori no Ichi, el Kanamara Matsuri y el Hakata Gion Yamagasa Matsuri.
7- Mikoshi santuarios portátiles
Los Mikoshi (神輿) son santuarios portátiles que se usan en las procesiones de los festivales shintoístas. Están colocados sobre postes desde donde son cargados por varias personas entre toda la multitud de los festivales.
8- Omamori, amuletos de la suerte
Dentro de los santuarios se venden unos amuletos de la suerte dedicados a diferentes deidades del Shintō. Estos amuletos son pequeñas bolsas de tela que dentro tienen un papel con una oración escrita por el sacerdote. Hay amuletos para diferentes fines; para tener suerte en el amor, en el estudio, en el matrimonio, en la salud y hasta en el trabajo. Incluso hay otros para tener protección a la hora de conducir, o para la prosperidad del hogar.
9- Tipos de Shintoísmo
Hay varias ramas en esta religión tan propia de Japón. Entre ellas está el “Minzoku Shintō” o también conocido como “Shintoísmo folclórico” en la que llevan a cabo rituales de paso sin necesidad de la presencia de un sacerdote. En los pueblos más alejados y especialmente entre las comunidades agrícolas este tipo de Shintō es el más frecuente. Por otra parte está el “Jinja Shintō”; que consiste en la adoración a las deidades dentro de los templos. Es la rama con mayor cantidad de creyentes ya que se la considera como “la rama original del Shintoísmo”. También está el Koshitsu Shintō; en el cual se adora especialmente a Amaterasu (La diosa del sol). Esta rama siempre tuvo mucho que ver con los emperadores de Japón. Por último está el “Shuha Shintō”, que es considerado como “El nuevo shintoísmo”. Esta rama surgió en el año 1868 y dentro de la misma hay diferentes grupos en los que adoran a distintas deidades.
10- Nihongi y Kojiki
El Nihongi y el Kojiki son los dos registros históricos más antiguos de Japón. Estos escritos tienen una inmensa cantidad de información sobre las tradiciones niponas, mitos, leyendas, y antiguos conceptos de esta religión. Es por eso que los considera como algo muy importante para el Shintō.
Una de las obligaciones sociales más asentadas de Japón es la obligación de comprar un omiyage a la vuelta de un viaje o vacaciones para los miembros de tu familia, empresa, amigos, etc. La palabra omiyage se suele traducir por ‘recuerdo’ o ‘souvenir’, aunque lo cierto es que un omiyage no suele ser un artículo de recuerdo que guardar sino que normalmente es algún tipo de comida específica y característica de la zona que hemos visitado, ya sea una especialidad de la zona o algún tipo de comida que la represente de alguna manera. Es por ello que en las tiendas locales, tiendas de conveniencia (konbini) y estaciones de tren y aeropuertos es frecuente ver pilas y pilas de omiyage envueltos y listos para llevar con los dulces o los ingredientes más típicos de la región.
El omiyage implica que nos hemos acordado de nuestros compañeros de clase o de trabajo durante nuestras vacaciones y por eso les hemos comprado algo para degustar. En el caso de los omiyage para compañeros de trabajo, suelen llevar implícito también unas disculpas y un agradecimiento porque los compañeros han tenido que asumir parte de nuestro trabajo mientras estábamos de vacaciones. Los omiyage más comunes son galletas, snacks, chocolates, dulces, mochi y caramelos, aunque también podemos encontrar ingredientes más salados y ‘raros’ según la región. Como curiosidad, dentro de la caja los artículos suelen venir envueltos individualmente, lo cual es perfecto para compartir entre compañeros.
Dar un recuerdo u omiyage es pues una parte importante de interacción social en Japón.
Hyottoko es uno de los personajes más llamativos del folclore japonés, debido a su peculiar rostro y su fama de gracioso. Cuentan las leyendas, que Hyottoko es un ser que escupe fuego a través de un tubo de bambú. Debido a esta característica, Hyottoko fue adoptado como “El dios del fuego” en la región de Tohoku. Hoy en día se lo representa con mascaras que se pueden conseguir en muchos festivales y tiendas.
Existe la “Danza de Hyottoko”, en la cual muchas personas disfrazadas bailan alegremente, con pasos sencillos y haciendo morisquetas al publico. Cada persona que participa en la danza, lleva una mascara de Hyottoko con una expresión diferente. Todas las mascaras son exageradamente graciosas, algunas con sonrisas gigantes, como si el mismo Hyottoko bailase tentado de risa.
Así mismo, en estas danzas también se pueden ver participantes con mascaras de Kitsune y de Otafuku. También existe una festividad llamada Hyuga Hyottoko Natsumatsuri, que se realiza en la prefectura de Miyazaki. Se lleva a cabo cada año y acuden miles de personas para disfrutar no solo de las danzas, sino de el ambiente familiar y agradable de las mismas. Hyottoko es visto tanto en festividades como en videos musicales, series, libros y hasta en video juegos. También he escuchado que utilizan su nombre para llamar a los tubos de drenaje de los aires acondicionados. Sin duda alguna es muy famoso, pero este payaso tradicional esta presente especialmente cuando hay algo que festejar.
El obon (お盆) es una tradición religiosa muy importante, en la que se honra a las almas de los antepasados. Esta festividad de origen budista se viene celebrando en Japón desde hace más de 500 años, y hoy forma parte de las costumbres más significativas de la cultura japonesa.
El Obon suele durar tres días, y normalmente se celebra el 15 de agosto del calendario solar, aunque la fecha varía según la región. Durante estas fechas el primer ritual que se lleva a cabo es el “Mukaebon”. Durante el Mukaebon la gente limpia sus casas y aprovecha a visitar las tumbas de sus ancestros. También acostumbran a elaborar ofrendas para colocar en altares. Estas ofrendas se hacen en honor a los difuntos, ya que en Japón se cree que durante estas fechas las almas de sus ancestros vuelven a sus hogares de visita para reunirse con sus familias.
Es por eso que entre las ofrendas nunca faltan los vegetales, las bolas de arroz y el sake. Pero las dos cosas más importantes que se ponen en el altar son los pepinos y las berenjenas. A estos se les llama “Shōryōma” y tienen un significado muy interesante: ya que estos simbolizan a un caballo y a una vaca. Animales que utilizarán los difuntos para llegar a los hogares de sus familias. Con el pepino (el caballo) las almas pueden llegar rápido para comer el baquete y estar con sus seres queridos. Y con la berenjena (La vaca), podrán regresar lentamente al más allá cuando acabe la celebración. También acostumbran a prender fuegos en los jardines, para que las almas de los antepasados no se pierdan y puedan encontrar su hogar.
Entre los rituales del Obon también está el Tōrō nagashi, que consiste en poner a flotar lámparas de papel en el rio, para guiar a los ancestros de vuelta. También está el “Okuribi”, una ceremonia emblemática en donde se forma un Kanji (como el de “grande”: 大) con hogueras en las colinas para despedir a los ancestros. Este ritual es uno de los más populares en Kioto. Por otra parte también está el “Bon Odori”, donde la gente se reúne para bailar al compás de la música tradicional con el motivo de dar la bienvenida a las almas. Es una fiesta muy alegre en la que participa mucha gente luciendo sus yukata y bailando alrededor de una torre con tambores de Taiko.
Si bien uno puede pensar que el Obon es una festividad triste, la realidad es que es todo lo contrario. Es una fecha muy esperada y cada ritual es realizado con mucha importancia y respeto. Pero sobre todo con buen humor, ya que es una festividad en la que la gente descansa para poder estar con su familia, volver a sus pueblos y pasar momentos amenos homenajeando a los ancestros.
El Koto es en la actualidad un instrumento muy importante en la música folclórica de Japón. Llego a las tierras niponas por parte de los músicos Chinos durante el Periodo Nara. Debido a su estilo tan peculiar y a su sonido delicado fue ganándose un buen espacio entre las clases distinguidas. Al principio tenía siete u ocho cuerdas y era muy similar al Guqin y al Guzheng, instrumentos chinos del mismo tipo y con un poco más de antigüedad. Con el tiempo este instrumento se fue modificando y mejorando hasta que llegó finalmente a tener trece cuerdas, tal como lo conocemos hoy en día.
El Koto mide aproximadamente dos metros de largo y se fabrica en madera. Mientras que los sostenedores de las cuerdas o también llamados “puentes” son por lo general de marfil. Para tocar las cuerdas utilizan en una mano algunos plectros parecidos a uñas mientras que con la otra mano se realizan los tonos y las variaciones de sonido. Sin lugar a dudas un instrumento muy interesante, tanto por su complejidad y la sutileza de su música.
Fuente: Portal Mirando hacia Japón
CINE :Kuro – Obi Subtitulada en Español (completa)
Con mucho la mejor película de Karate ceñida a la realidad
DÍA DEL RESPETO A LOS ANCIANOS (敬老の日)
El día del respeto a los ancianos o en Japonés “Keirō no hi”, es una festividad japonesa que se celebra cada año durante el tercer lunes de septiembre. En este día tan especial para la tercera edad, se realizan muchas actividades para la gente mayor y a la vez se transmiten los valores de respeto a los más pequeños.
Durante la fecha también hay una gran participación de los medios, que realizan entrevistas a los abuelos más longevos de Japón. Los abuelos y los ancestros son algo muy importante para los japoneses, por eso en este día, la juventud los agasaja como bien se lo merecen. Esta festividad surgió en en la prefectura de Hyōgo cerca del año 1950, pero en aquel entonces tenia otro nombre; Toshiyori no hi. Con el tiempo se fue volviendo una tradición que por cierto, habla muy bien de Japón.
Fuente: Del Portal Mirando Hacia Japón
EL OMIAI, ¿MATRIMONIO CONCERTADO?
El término omiai (お見合い) es frecuentemente traducido como “matrimonio concertado”, pero lo cierto es que esta traducción es poco exacta y, sobre todo, algo anticuada ya que poco tiene que ver con la realidad actual. En esta entrada intentaré explicaros qué significa un omiai realmente para disipar cualquier duda.
Con la palabra omiai nos referimos a una costumbre japonesa, que todavía sigue bastante vigente en la actualidad, a través de la cual se presentan a dos jóvenes desconocidos entre ellos con la idea de matrimonio. La idea principal es que los jóvenes se reúnen en una comida o cena formal con sendos padres para conocerse. En esta reunión, de carácter formal, los participantes suelen ir en kimono, aunque cada vez es más común el traje occidental, especialmente para los hombres, y toman algo mientras charlan tranquilamente. Posteriormente, los jóvenes irán a dar un paseo, los dos solos, para poder hablar así con más privacidad. A partir de ahí, es una decisión exclusiva de los jóvenes, aunque los padres puedan presionar en muchas ocasiones. Si no se gustan, aquí acaba la historia, pero si se gustan, pueden decidir seguir viéndose y acabar la relación en matrimonio, algo llamado miai-gekkon o matrimonio por omiai.
Autor:Laura / Portal japonismo
MUSICA
Bandas Japonesas con aire tradicional
“Rin”, conformada por tres mujeres, graduadas en el 2003 en la prestigiosa Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokyo. Su música posee un estilo más tradicional, quizás un poco más que los Yoshida. Pero aún así definen su música como “Pop”.
Fuente: Portal Mirando hacia Japón
HOTEI, EL ANTIGUO PAPÁ NOEL JAPONÉS
La navidad es un acontecimiento muy esperado en los países popularmente cristianos. En Japón el porcentaje de cristianos es muy bajo siendo el budismo y el shintoísmo las religiones más importantes. Aún así adoptaron la costumbre de festejar la navidad al igual que se hace en occidente. Obviamente, si chequeamos todos los detalles de la forma en se celebra en Japón, seguramente encontraremos algunas diferencias en comparación con la nuestra. Pero una de las diferencias más relevantes es que aunque ellos conocían la versión clásica de Papá Noel, antes preferían darle ese rol a uno de los “Shichi Fukujin” o siete dioses de la fortuna llamado “Hotei” o también “Hotei Osho”. Aquel monje gordo que utilizan de adorno en restoranes asiáticos o en salas de spá. Esa figura del ser sonriente que inspira prosperidad y alegría, al que muchos confunden con “buda”, es un símbolo muy positivo en oriente.
Hotei ha sido adoptado como la versión japonesa de papa Noel. ¿Por qué habrán elegido a esta deidad?, si lo pensamos un poco, enseguida nos daremos cuenta de que posee varias características similares a Papá Noel. En las figuras, Hotei tiene casi siempre una bolsa o una calabaza enorme con monedas y diferentes objetos. También carga lingotes de oro y varios símbolos de prosperidad. Siempre esta sonriendo y sus atuendos de monje con miles de detalles lo hacen muy llamativo y con un aura de tranquilidad. Se dice que cuando en Japón la navidad recién se estaba haciendo popular, Hotei era el personaje que cumplía con el rol de Papá Noel. Se le pedía regalos y se acostumbraba a decir que tenía ojos detrás de la cabeza para vigilar que los niños se portaran bien, ya que solo los niños buenos recibirían regalos. Con el tiempo, la figura de papa Noel occidental comenzó a ser la predilecta de los niños, dejando a Hotei en un segundo lugar, pero aún así, las familias japonesas más tradicionalistas hacen que esta deidad mantenga ese papel en la celebración.
Fuente: Del Portal Mirando Hacia Japón
AI AI GASA (あいあい傘) EL PARAGUAS DEL AMOR
Ai Ai Gasa – Paraguas con los nombres de los enamorados
Es muy usual que en occidente, las parejas dibujen un corazón atravesado por una flecha, en el cual estén sus nombres. Es muy normal ver estos dibujos en cualquier parte, ya sea en arboles, paredes, postes, ect. En Japón las parejas hacen exactamente lo mismo. La única diferencia es que en vez de un corazón, ellos dibujan un paraguas.
A este símbolo romántico se lo llama Ai Ai Gasa. Para dibujarlo, por lo general hacen un triangulo con un corazón arriba, y una linea vertical en el medio. En cada lado del paraguas escriben sus nombres. Lo más común según me han contado, es que el nombre del chico vaya en el lado izquierdo, y el de la chica en el lado derecho, y por supuesto, se escriben de arriba hacia abajo.
¿Por qué un paraguas?
En Japón, compartir un paraguas con alguien especial, es un típico acto de romanticismo. Hoy en día es un cliché de los doramas, el anime y muchas películas románticas de Japón. Surgió en la era Edo, cuando a las mujeres japonesas no les permitían andar afuera libremente con un hombre que no tenga ningún tipo de vínculo o trato con la familia, ya que no era apropiado para la reputación de la misma. Por lo tanto, en las épocas de lluvias, los hombres y las mujeres aprovechaban el paraguas y el clima para salir y así conocerse. Haciendo esto no llamaban la atención, ya que “El hombre solamente compartía el paraguas con la dama para que ella no se mojara con las fuertes lluvias.” Una excusa muy buena, para pasar momentos noveleros bajo una sombrilla.
Ai Ai Gasa en anime, música y videos
En muchas series, canciones y hasta en anime de cualquier género puede aparecer este cliché tan adorado por las chicas. Un ejemplo puede ser el video de la famosa banda Visual Kei “Golder Bomber (ゴールダボンバー)”. En el video de “Mata kimi ni bango wo kikenatta”, se puede ver durante unos segundos al vocalista dibujando este paraguas.
Después de todo, no se trata de una tendencia moderna, sino de un símbolo que surgió poco a poco del periodo Edo y terminó convirtiéndose en un distintivo de los enamorados en Japón. Otro de esos detalles interesantes, que vale la pena guardar en el archivo.
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