La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la actividad física como cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos, con el consiguiente consumo de energía. Ello incluye las actividades realizadas al trabajar, jugar y viajar, las tareas domésticas y las actividades recreativas. El ejercicio físico es parte de la actividad física, pero no es la única forma de ella.

Sin embargo ha sido necesario asumir una postura firme en torno a la actividad física por su ausencia en el diario vivir de nuestros ciudadanos. Es decir, la inactividad física se ha convertido en unos de los problemas primordiales de nuestra sociedad; convirtiéndose en uno de los principales factores de riesgo de mortalidad a nivel mundial.

La falta de actividad física eleva el riesgo de padecer de enfermedades no transmisibles (ENT) y propiciando enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes. Es importante señalar que uno de cada cuatro adultos y dos de cada diez jóvenes a nivel mundial, no tienen un nivel suficiente de actividad física; el cual crea un problema de sanidad pública. La inactividad física es una epidemia moderna y todos los grupos de edades están en riesgo de padecer los efectos de las ENT.

Los beneficios de la actividad física pueden reducir o eliminar los riesgos de las ENT. Esto es posible con establecer un estilo de vida de actividad física regular de intensidad moderada como caminar, montar en bicicleta o hacer deporte.