Un lugar para el karate deportivo, karate de dojo, arbitraje, entrenadores, atletas, historia, filosofía, técnicas , tradiciones y educación física .

La actividad deportiva está cada vez más presente en la vida de todos nosotros. Desde tiempos más antiguos, en los que el deporte estaba reservado a los adultos jóvenes en plena madurez física, hoy el rango de edad de los participantes se ha ampliado considerablemente desde los más jóvenes hasta los adultos en la tercera edad.
Los niños que inician una actividad deportiva son cada vez más jóvenes. Podemos encontrar muchos deportes que ofrecen actividad motora o deportiva adecuada para los más pequeños en edad escolar o preescolar. Cursos que a menudo se llaman juego-deporte o juego-motricidad.
Pero, ¿es correcta esta correlación entre el juego y el deporte? ¿Y cuál es la línea fronteriza que marca la diferencia entre una actividad lúdico-motora y una actividad deportiva? Antes de dar una respuesta, es bueno entender por qué surge la necesidad de introducir el elemento de juego en un entrenamiento.
Cuando tenemos que lidiar con atletas muy jóvenes, a menudo nos preocupamos por no aburrirlos. Dado que el tiempo de atención y la resistencia física y mental de los más pequeños son muy limitados, se tiende a reducir la dificultad y la pesadez del entrenamiento introduciendo actividades de juego.
Por lo tanto, el objetivo es evitar entrenamientos demasiado largos y específicos, alternando el entrenamiento del deporte practicado con momentos de luce. La duda de que esta combinación pueda ser correcta o incorrecta surge espontáneamente, especialmente para nosotros que practicamos una disciplina marcial.
Entonces, ¿cómo debemos comportarnos para el correcto crecimiento deportivo de nuestros hijos? ¿Es más importante jugar o entrenar?
Comencemos por eliminar cualquier duda sobre si el juego cumple una función educativa importante en la infancia. El juego es innegablemente el canal de comunicación y aprendizaje más rápido y eficaz en los niños. Y también es la forma natural con la que el niño recibe, procesa y experimenta la información que viene del mundo exterior y que será útil para su proceso de crecimiento.
Pero en la elección entre entrenar y jugar, si hablamos de actividades en el gimnasio, la respuesta es solo una: entrenar. En el gimnasio los niños tienen que divertirse, pero entrenar, no jugar.
El entrenador y el profesor deben, precisamente, entrenar y enseñar. La dificultad está en hacer que el entrenamiento sea variado, estimulante y también divertido. Si realmente queremos introducir el elemento juego, debe ser funcional al entrenamiento, es decir, tener un propósito didáctico.
En pocas palabras, significa que no debe haber durante la lección una actividad de juego que tenga el único propósito de hacerlos jugar, para distraerlos o para concluir la hora de clase. En este caso no podríamos llamarnos entrenadores o profesores, y mucho menos educadores. Simplemente seríamos animadores.
Diferentes actividades, que podemos integrar en la práctica deportiva dirigida a los más pequeños, deben ser actividades divertidas, pero funcionales al rendimiento específico (en nuestro caso el karate) o al entrenamiento complementario.
En conclusión, cada elemento que queramos insertar para entretener y captar la atención de los niños tendrá que ser un apoyo al entrenamiento y no un reemplazo del mismo. Cada ejercicio propuesto debe planificarse e integrarse al programa de entrenamiento con el fin de trabajar en un rendimiento específico o, más en general, en las habilidades condicionales y de coordinación.
En este punto, ¡espacio para la imaginación! También en el Shoto Niju Kun una de sus veinte reglas dice: «Sé siempre creativo». Lo importante es tener siempre claro la diferencia entre entrenar y moverse, y entender cuando en lugar de entrenar solo estamos entreteniendo a los chicos.
Autor: Andrea Silenzi