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Cuando alguien pregunta qué es lo primero que define a un karateka, muchas personas piensan en los kata o en el combate. Sin embargo, antes de todo eso existe una base silenciosa, repetida miles de veces, que construye la técnica, el cuerpo y la mente: el Kihon.
En el karate, el Kihon es una composición de técnicas fundamentales repetidas en el espacio y en el tiempo. Es uno de los pilares de los estilos japoneses y del karate de las “3K”: Kihon, Kata y Kumite. Sin Kihon, el kata se vuelve solo una coreografía y el kumite se convierte en improvisación sin control.
Podemos definir el Kihon como una metodología de entrenamiento basada en repetir y combinar técnicas individuales, pero con algo muy importante: no se trata únicamente de “hacer movimientos”, sino de transformar su significado y su propósito a medida que el practicante evoluciona.
El Kihon contiene el repertorio técnico del karate ejecutado al vacío, es decir, sin oponente. En esa práctica se entrenan ataques y defensas, pero también acciones que muchas veces se olvidan en la explicación superficial: controles, palancas, proyecciones, estrangulaciones, y diferentes formas de neutralizar a un adversario. Aunque el trabajo sea “sin pareja”, el objetivo no es vacío: es construir calidad.
El Kihon no es un trámite para “calentar” o “rellenar la clase”. Bien trabajado, sirve para múltiples finalidades:
Y aquí aparece una idea que sorprende a muchos: todos los deportes hacen Kihon, aunque no lo llamen así. Un lanzador de jabalina repitiendo su gesto sin implemento, un voleibolista practicando un bloqueo “al aire” o un boxeador combinando técnicas frente al espejo… están haciendo exactamente lo mismo: entrenar fundamentos.
En Japón existe una mentalidad muy marcada: trabajar primero las bases antes de enfocarse en el “proyecto final”. Por eso, no es extraño que karatekas japoneses repitan los Kihon toda la vida.
Un cinturón negro sigue practicando los mismos gestos que realizaba cuando era cinturón blanco. Lo que cambia no es el movimiento en sí, sino el enfoque: la atención se desplaza hacia el uso fino del cuerpo, la eficiencia, el timing, la respiración, la mecánica, la intención. La repetición se convierte en refinamiento.
“Kihon” está compuesto por dos kanji: 基本 (Ki y Hon), y se traduce como “básico”, “fundamental”, “elemental”, “estándar”.
En el mundo marcial, ese significado es literal: son gestos base indispensables para una práctica avanzada. Sin fundamentos sólidos no se puede construir nada complejo. Es como un árbol: si las raíces son fuertes, resiste más y crece mejor.
Los Kihon pueden tener objetivos distintos y, por tanto, se ejecutan de manera diferente:
También pueden existir Kihon orientados al kumite, donde se practican combinaciones y desplazamientos al vacío para perfeccionar detalles técnicos.
Desde el punto de vista físico, el Kihon puede convertirse en distintos tipos de entrenamiento según cómo se combine:
No es lo mismo repetir una técnica lenta y controlada, que hacer series explosivas con kime, con pausas cortas, en posiciones exigentes. El Kihon puede ser una herramienta muy potente para desarrollar resistencia, fuerza y control neuromuscular.
Una parte de lo que distingue a un estilo de karate de otro son los contenidos de sus Kihon. Cambian técnicas, nomenclaturas, desplazamientos, uso de cadera, kime y ritmo. Por eso, practicar Kihon no solo “mejora la técnica”: también fortalece la identidad del estilo que se entrena.
El paso de Kihon a Kata es muy corto. Los Kihon propedéuticos ayudan a comprender pasajes difíciles, a optimizar transiciones y, en algunos casos, a acercar un movimiento a su significado práctico (bunkai).
Y del Kihon al Kumite ocurre algo similar: aunque a veces se ignore, el trabajo al vacío permite enfocarse en detalles que con un compañero se pierden por la distancia, el control del objetivo y la dinámica del intercambio. Al quitar la variable “oponente”, el karateka puede pensar mejor en postura, cadenas cinéticas, contracción/relajación y mecánica corporal.
El Kihon es mucho más que “repetir técnicas”. Es el laboratorio donde se construye el karate real: precisión, control, potencia, postura, ritmo, intención y carácter. Es la raíz que sostiene el árbol completo. Y por eso, cuanto más avanzado es un practicante, más valor le da a volver a lo esencial.
Porque en karate, lo fundamental no se abandona: se perfecciona.
Por Leonardo Marchi