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Una de las primeras cosas que aprende un alumno nuevo de Karate es cómo cerrar el puño, y a partir de ese mismo momento, para muchos, el puño se convierte en su arma predilecta. El problema de eso es que, cuando lo único que tienes es un martillo, todo empieza a parecerse a un clavo. Hay poca sutileza en la utilización del puño, así que es el arma perfecta para los inexpertos.
Cuando abres las manos, también te abres a todo un abanico de posibilidades que no están a tu alcance cuando llevas los puños apretados. Es casi como si las manos cerradas reflejaran una mente cerrada, o al menos, una falta de “sensación” de Karate que está limitada a la capacidad básica de un golpe de puño. De hecho, los karatekas inmaduros con frecuencia creen que un golpe de puño potente es el pináculo del poder del Karate.
No muy lejos de la mano está el codo, una parte del brazo que permite muchas más ventajas en la defensa, y mucho más impacto en la ofensa. Sin embargo, para utilizar el codo con efectividad, tienes que reducir el espacio que te separa de tu oponente, tienes que entender los ángulos y la distancia, y aquí es donde entra en juego la madurez de tu Karate. Independientemente de tu grado, si permanecer atrás y lanzar un golpe de puño sigue siendo tu mejor método de golpeo, entonces quizá necesitas crecer un poco…
Fuente:
“Growing up….”
Traducción al castellano: Víctor López Bondía [Con la autorización de Michael Clarke]
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