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En lo alto como símbolo de fuerza y autenticidad; los grandes encuentros de karatekas (seminarios) se han convertido en la unidad de medida que utilizan las asociaciones de Karate para juzgar su éxito. El mito de que porque son grandes en número también están “haciendo lo correcto” por el Karate está profundamente arraigado entre los líderes de las asociaciones, y todavía más entre sus seguidores.
Los gigantes imparables que ahora intentan apropiarse del Karate, aunque impresionantes en cuanto a lo que son capaces de conseguir en términos de exposición pública, adolecen del mismo defecto fundamental: la incapacidad de ser consistente. El mismo proceso de construir una asociación de Karate, fija los cimientos para su futuro fracaso. Los valores se abandonan inevitablemente en favor de “progresar”, y los karatekas de mentalidad “afín” pronto se encuentran en desacuerdo. Ni una sola asociación de Karate que yo haya conocido ha sobrevivido intacta más de unos cuantos años… ¡Ni una sola!
Los nombres de las asociaciones de Karate puede que sigan siendo los mismos, pero incluso el más superficial vistazo a su historia revela las frecuentes grietas y rupturas que han sido tapadas en un intento de proyectar consistencia; pues sin la impresión de una custodia prevalente, el argumento de las asociaciones, de que tienen algo de valor que ofrecer al mundo del Karate, llega a ser insostenible.
El Karate Budo existe como el resultado de ideas como “ingyo” y “kenson”, que conducirían a “intoku” si el Karate fuera ampliamente practicado como budo. Los karatekas simplemente entrenarían sin escándalo ni espectáculo, y transmitirían su Karate a otras personas sin cobrarles cantidades ridículas de dinero. Darían más de lo que toman; y se negarían a compartir su Karate con personas de carácter cuestionable. Un sensei de Karate sería reconocido, no por el enorme número de seguidores a los que ha otorgado un grado, sino por el pequeño número de alumnos capaces de estar a la altura de sus normas de comportamiento.
La imagen anterior encaja bien con la idea actual de “éxito” en Karate, y sin embargo a los individuos que componen el encuentro sólo se les permite ser karatekas según decidan sus líderes. Ahora la dependencia está tan profundamente arraigada en la mentalidad de los karatekas y de las asociaciones de Karate, que ninguno de ellos parece ser capaz de existir sin el otro. A medida que las asociaciones han asumido la posesión del Karate y esa suposición no ha sido desafiada, la base del Karate, el dojo, ya no se encuentra en el centro del aprendizaje para los karatekas.
La reticencia a cambiar, incluso cuando la situación es tóxica para el aprendizaje del budo, sólo sirve para asegurar la autoridad que las asociaciones de Karate reivindican sobre sus miembros. Y aún así, ¿cuántos adultos de los que lean esto admitirían ser “posesión” de su asociación de Karate? Por muy incómodo que pueda resultar para muchos, cada vez que se excusa aquello que está mal, o cada vez que no se confronta una falsedad dentro de tu asociación, le estás dando a los líderes más fuerza en su autoridad sobre ti.
Como estudiante de la naturaleza humana, y de Karate, deberías ver claro que la historia a menudo falla a la hora de dar crédito a las figuras realmente importantes responsables de nuestra evolución; y en lugar de ello, simplemente registra las proezas de aquellos que hicieron más ruido…
Fuente: “Unnoticed…”
Traducción al castellano: Víctor López Bondía [Con la autorización de Michael Clarke]
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