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Que tanta gente se lo piense tan poco a la hora de convertirse en profesor de Karate quizá es indicativo del mal estado del Karate en el mundo. Admitámoslo, cualquiera que le apetezca puede hacerse profesor de Karate; y para todas las “Asociaciones de Karate” que han existido, y continúan existiendo, en un vano intento por instalar un sentido de “control de calidad” en el Karate… el declive en el nivel (tanto moral como físico) ha caído en picado bajo su mirada.
Cuanto antes recuerde el mundo del Karate que como mejor se transmite su arte es por parte de individuos, a grupos pequeños, en privado… más pronto la actividad de Karate podrá regresar al lugar que le corresponde; el de reto personal (privado) que asume individualmente cada karateka para mejorar su calidad de vida. Os garantizo que no es un gran modelo de “negocio”; pero es un método probado de mejorar la forma en la que el Karate en su conjunto es preservado y protegido, y para que nosotros como individuos podamos ir por la vida sin sobresaltos.
Mientras escribo esto no estoy muy seguro de para quién escribo exactamente… Los lectores que conectan con mis opiniones, o tienen un punto de vista similar (en general) al mío… o creen que lo tienen. Las masas de gente del deporte y de los negocios que toman del Karate muchísimo más de lo que nunca han contribuido al mismo, bueno… sin duda les reconforta el hecho de que yo todavía soy un perdedor del Karate, con pocos “alumnos”, y que gana menos dinero con el Karate que ellos. A pesar de estar trepando constantemente en busca de fama y fortuna, siguen siendo desconocidos para la mayoría, y sin embargo también parecen ser incapaces de aprender esa lección en particular.
El entrenamiento de Karate, al menos tal y como yo lo entiendo, es un acto de preparación. Una forma de dejar sitio para que pueda haber mejora. No es algo que puedas hacer cuando estás ocupado consiguiendo baratijas externas, cuya adquisición se confunde con el verdadero propósito del Karate. Detente un momento y date una lección a ti mismo… pregúntate si al Karate le iría bien sin ti; apunta tu respuesta inicial, reflexiona sobre ella, y después pregúntate por qué sigues haciendo lo que haces.
Una lección aprendida, o no…
“A Lesson Learnt…or not?”
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