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Esto es realmente simple. Si no cuidas tu cuerpo en tu vida diaria, ¿qué posibilidades tienes de cuidar tu cuerpo en una emergencia? Como karateka, tú eres un ejemplo de karate. Qué mensaje transmites depende completamente de ti.
El mensaje global que se está gritando a los cuatro vientos es que el karate es algo que practican los niños, o adultos descoordinados, con sobrepeso, o físicamente débiles. Antiguamente, las personas quedaban impresionadas por el tipo de físico que desarrollaba el entrenamiento de karate.
Ahora hay demasiados cuentos y excusas, y el hecho es que, la mayoría de la gente que practica karate no entrena lo suficientemente duro. Les da miedo el trabajo duro, tienen miedo de salir de su zona de confort, son demasiado perezosos como para intentar mejorar lo que hicieron el día anterior.
El karate es una actividad recreativa que se puede emprender y dejar un par de veces a la semana de manera que el practicante tenga una oportunidad de divertirse y socializar mientras simula que practica un arte marcial. La mayoría de instructores son exactamente eso: instructores.
Si como profesor pasas más tiempo diciéndole a otros lo que tienen que hacer que entrenando tú mismo, no hay un buen equilibrio y estarías mejor dejándolo.
También hay muchos que destruyen sus cuerpos desde el interior. Hipócritas que hablan de los beneficios del karate para la salud y acto seguido pasan a envenenarse a sí mismos a través del tabaco y bebiendo en exceso.
Mucha gente concentra sus esfuerzos en ser efectivos en una situación de defensa personal. La autodefensa por definición significa defenderse a uno mismo.
Si tu cuerpo, tu kit de herramientas, no está a la altura, todo lo demás es una pérdida de tiempo. Empieza desarrollando un cuerpo robusto de buena salud, y como resultado tu espíritu y resolución también mejorarán.
En un enfrentamiento, eso marcará más la diferencia que cualquier bunkai imaginativo.
El viejo bushi decía: «Si uno entrena diligentemente durante una o dos horas al día, en tres o cuatro años notará un cambio en su físico».
Autor: Garry Lever