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Chotoku Kyan nació en una familia de alto rango en Shuri en 1870. Su padre Chofu fue administrador de Shotai, el último rey de las Ryukyu. Según Shoshin Nagamine, Chofu Kyan era de un carácter tan recto que el Rey Shotai le confiaba muchos de los asuntos de la casa real.
En 1871 el gobierno japonés declaró que las Islas Ryukyu iban a pasar a formar parte del territorio japonés y ser renombradas Ryukyu-han. Algunos años más tarde las islas estaban completamente integradas en el sistema de gobierno local japonés como Okinawa-ken (prefectura de Okinawa). Cuando comenzó el proceso de “japonización”, el viejo Reino Ryukyu fue erradicado.
El Rey Shotai había sido destronado con la fundación de Ryukyu-han. En 1879 fue trasladado a Japón y retenido allí durante cinco años. Llevó consigo a más de 90 criados. Chofu Kyan se fue con el Rey y se llevó con él a su joven hijo, Kyan.
Parece que Chofu Kyan, un hombre cultivado con conocimiento tanto de la literatura china como japonesa, se había opuesto a la toma de poder de Japón sobre Okinawa. Hoshu Ikeda tiene en su poder una petición contra las medidas japonesas, y uno de los siete signatarios es Kyan. Era un tradicionalista que no deseaba que las viejas costumbres desaparecieran, y parece que fue él quien despertó el entusiasmo de Chotoku Kyan por el Karate.
Aparentemente, el mismo Chofu Kyan tenía algunos conocimientos de te, pero aunque entrenó a su joven hijo en la lucha para endurecerle, confió a otros la enseñanza de formas de Karate. Shoshin Nagamine cree que esto fue porque tenía demasiado cariño a Chotoku como para entrenarle de la forma severa y correcta. En cualquier caso, a la edad de 20, Chotoku Kyan fue puesto bajo la tutela de famosos expertos: Kokan Oyadomari, Kosaku Matsumora, y Ankoh Itosu.
Todos los biógrafos de Chotoku Kyan exponen que era pequeño y débil de niño y es algo que podemos creer, porque incluso en pleno desarrollo tenía una constitución ligera y apariencia endeble. Parecía más un erudito retraído que un maestro de Karate, y como escribió Hiroyasu Tamae, “te asombrabas de que un hombre tan pequeño fuese tan gran bujin”.
Sin embargo Kyan tenía una fuerte personalidad que contrastaba con su pequeño físico, y hacia la edad de 30 era reconocido como un experto tanto en Shuri-te como en Tomari-te. Era desafiado a menudo, y como no era una persona que se echara atrás, tuvo que pelear frecuentemente. Hasta donde saben los historiadores del Karate okinawense, nunca fue derrotado en estas peleas. Por la talla de Kyan no entrenó para intercambiar golpes con hombres más grandes sino que practicaba dando pasos y otras técnicas evasivas junto a las orillas del Río Hija, una y otra vez. Su método de pelea era defender y entonces contraatacar inmediatamente.
Era conocido por ser un experto en técnicas de patada, y en general podemos imaginarle como un perfecto ejemplo de estilista Shorin-ryu tal y como lo describió Gichin Funakoshi, un hombre más pequeño y ligero cuyo Karate estaba marcado por la rapidez y la movilidad.
“Sobresalió en la lucha práctica y tenía gran confianza y poder”, escribió Hiroyasu Tamae. “Todos conocemos el famoso incidente en el que lanzó al luchador por encima del parapeto del puente.”
Bien, como suele suceder… Yo no sé nada sobre ese incidente, a menos que sea otra versión de la historia contada por Shoshin Nagamine. Esto sucedió cuando Kyan tenía unos 40 años y trabajaba como conductor de carros. Se cruzó en el camino de Matsuda, un tipo grande y fuerte que intimidaba a los hombres más jóvenes de la aldea. Cuando Kyan le reprochó su comportamiento, Matsuda se volvió contra él y le retó a pelear. Era consciente de que Kyan sabía Karate pero creyó que sería demasiado pequeño y delgado para hacer uso de él en una pelea real. Cuando los dos hombres se encontraron en las orillas del río Hija, Kyan adoptó una posición natural con la espalda hacia el agua. Cuando Matsuda fue a por él, Kyan evadió el ataque y contraatacó con una patada que envió al grandullón al río.
La abdicación del rey y el establecimiento de la Okinawa-ken fueron hechos duros en la vida de muchos okinawenses. Para aquellos de alta cuna fue especialmente desafortunado porque las reformas del gobierno condujeron a la abolición del viejo sistema social de rangos y la pérdida de sus privilegios y apoyo económico. La familia de Kyan sufrió de esta manera, y Chotoku Kyan, cuyo padre había sido administrador y amigo del mismísimo rey, tuvo que ganarse la vida criando gusanos de seda y tirando de una jinrikisha. Pero a pesar de todo esto su entusiasmo por el Karate nunca disminuyó.
Kyan enseñó Karate en la Escuela Okinawense de Agricultura y la Estación de Policía de Kadena, y además de esto enseñó a muchos otros alumnos directamente. Sus alumnos y él demostraban Karate en la región de alrededor de su casa de Kadena. Aparte de Karate a menudo enseñaba a sus alumnos la danza tradicional que se ve en los festivales okinawenses. Evidentemente él creía que estas danzas estaban vinculadas al Karate de alguna manera, y no era el único que pensaba así. “Si vas al campo en Okinawa a menudo verás hombres ejecutando un baile tradicional con la música del samisen”, escribió Gichin Funakoshi en su primer libro, “Ryukyu Kempo Karate” (1922). “Esta danza se asemeja al Karate y es diferente del habitual baile maikata. Creo que está relacionada con el Okinawa-te tradicional.”
Kyan Sensei tuvo muchos alumnos pero según Katsumi Murakami sus dos favoritos fueron Ankichi Arakaki y Taro Shimabuku. La sección de Murakami sobre Kyan en su libro “Karate-do to Ryukyu Kobudo” aporta luz sobre otra faceta del carácter de Chan Mi-gua. Se titula “Sensei Chotoku Kyan: absorbiendo virtudes al igual que pecados”, queriendo decir que era alguien que vivió su vida al máximo.
Según Murakami, Kyan no sólo enseñaba Karate a Arakaki y Shimabuku sino que también les animaba a hacer muchas otras cosas, incluyendo beber y visitar el burdel local, sobre la base de que una experiencia de todo es importante para el desarrollo de las artes marciales. Tanto es así que a veces entrenaba a estos dos alumnos en el burdel.
Bueno, Gichin Funakoshi también tenía como uno de sus preceptos “No pienses que el Karate está sólo en el dojo”, pero esto no era exactamente lo que tenía en mente. No obstante, había algo tras la enseñanza de Kyan. Hizo hincapié a sus alumnos que hiciesen lo que hiciesen deberían tener siempre en mente la idea de “Busai”, o camino marcial correcto. No estoy seguro de lo que esto implica exactamente pero quizá significa que en cierta medida deberías permanecer sin ataduras a lo que sea estés haciendo y conservar una mente clara y un espíritu fuerte, ya sea bebiendo, visitando un burdel, o incluso tirando de una jinrikisha.
Ambos Ankichi Arakaki y Taro Shimabuku visitaban la casa de Kyan Sensei por la noche para entrenar. Llevaban linternas para iluminar el camino pero Kyan les dijo que dejaran de utilizar las linternas de forma que pudieran desarrollar su visión nocturna. Cuando entrenaban de noche elegía terreno irregular y en ocasiones incluso tiraba agua al suelo para dificultar el punto de apoyo. De esta manera desarrollaban sus katas.
A Chotoku Kyan le gustaban mucho las peleas de gallos y a menudo llevaba un gallo de pela consigo. En una de esas ocasiones Arakaki y Shimabuku, queriendo probar la habilidad de su profesor, comenzaron una pelea con un grupo de hombres jóvenes y entonces salieron corriendo, dejando a Kyan solo para enfrentarse al grupo. Los hombres atacaron a Kyan quien rápidamente procedió a batirlos, todavía sosteniendo el pájaro bajo un brazo. Incluso Arakaki y Shimabuku, que observaban desde la distancia, estaban sorprendidos de cómo luchó utilizando sólo sus pies y un brazo libre.
La esposa de Kyan tuvo que trabajar duro como tintorera de ropa y criadora de cerdos, pero siempre que un cerdo estaba listo para venderse Kyan siempre insistía en llevarlo él mismo al mercado. Murakami escribe que Kyan a menudo engañaba a su mujer sobre el dinero que recibía y lo utilizaba para pagar mujeres y viajes. Le gustaba viajar y en una ocasión llevó a Arakaki y Shimabuku a Hokkaido donde demostraron Karate en una gran carpa. Cuando un luchador local llamado Sampu Taku les desafió Kyan aconsejó a Arakaki retroceder cuidadosamente hasta las paredes de la carpa, y entonces derribar al retador si se movía hacia él. Lamentablemente, Murakami no nos cuenta si realmente siguió una pelea o, de ser así, cuál fue el resultado.
Es una pena que no tengamos más información sobre este incidente, pero la historia de otro desafío fue ofrecida en una revista japonesa reciente. Ocurrió en Taiwán en 1930, cuando la demostración de Karate de Kyan de algún modo tuvo como resultado un desafío de Shinzo Ishida, instructor de judo del cuartel general de la Policía de Taipei.
Kyan habría tenido 60 años entonces pero accedió al combate inmediatamente. Lo único que le preocupaba un poco era que el judoka puede que fuese capaz de realizar un firme agarre para aplicar su waza (técnica) de proyección. Por ello Kyan se puso un chaleco en la parte superior del cuerpo en lugar de una chaqueta de judo.
El propio Ishida no se fiaba de las técnicas de golpeo del Karate y cuando los dos hombres estuvieron enfrentados mantuvieron la distancia durante algún tiempo, evaluándose recelosamente el uno al otro con feroces miradas. Entonces súbitamente Kyan entró, clavando su pulgar en el lateral de la boca de Ishida agarrando ferozmente su mejilla. Con una patada a la rodilla derribó a Ishida al suelo y le siguió hasta abajo. Arrodillándose a horcajadas del judoka lanzó un tsuki (estocada) al plexo solar, deteniéndolo justo antes del contacto pleno. Ishida inmediatamente se dio por vencido.
Después de todo Chotoku Kyan se nos presenta como uno de los maestros de Karate más atractivos, una interesante mezcla de vicios y virtudes. Sin duda tenía sus defectos pero también tenía cualidades personales que le valieron la lealtad de sus alumnos y el respeto de otros expertos y sigue siendo una de las figuras más importantes en la historia del Karate okinawense. Incluso Katsumi Murakami, quien nos cuenta las visitas de Kyan al burdel y que engañaba a su esposa, no lo hace con ningún deseo de rebajarlo. De hecho describe a Kyan como uno de los más grandes expertos de Karate.
Como Chosin Chibana, Kyan Sensei hacía hincapié en que la manera de tener éxito en el Karate se encontraba únicamente a través de la práctica constante. Siguió entrenando y enseñando a lo largo de su vida. Hiroyasu Tamae le recordaba dando una demostración cuando tenía casi setenta años. “En Showa 13 (1938) hubo una demostración de Karate en la que muchos expertos famosos fueron invitados para demostrar sus katas. Yo estuve allí, y muchos de los expertos no demostraron ellos mismos, dejaron a sus alumnos que lo hiciesen. Sólo Kyan Sensei, a pesar de que tenía casi 70 años de edad, realizó su propio kata.”
“En aquella época las personas de más de 60 eran consideradas viejas y endebles pero Kyan Sensei ejecutó el kata a toda potencia sin mostrar ningún achaque. Únicamente cuando bajó de la plataforma dio un ligero traspié. El público estaba impresionado.”
Cuando Shoshin Nagamine abrió su dojo de Karate en 1942 Chotoku Kyan dio una demostración del kata “Passai” y de bo. “Su bonita ejecución a la edad de 73 pudo todavía exaltar a su audiencia a la quintaesencia del Karate-do”, recordaba Nagamine.
En 1945, con la invasión americana de la isla, la Segunda Guerra Mundial verdaderamente llegó a Okinawa. Quizá 60.000 civiles okinawenses perecieron en la batalla. El Maestro Kyan sobrevivió a todo esto pero a los 75 años su cuerpo estaba demasiado débil para resistir las privaciones siguientes y murió en septiembre de 1945.
Fuente original :
“Masters of The Shorin-ryu”
Traducción al español: Víctor López Bondía [Con la autorización de Graham Noble]
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