Un lugar para el karate deportivo, karate de dojo, arbitraje, entrenadores, atletas, historia, filosofía, técnicas , tradiciones y educación física .
Los entrenadores suelen hacer una lista con numerosas metas concretas que esperan conseguir al entrenar a sus deportistas; usualmente, sus metas se engloban dentro de tres objetivos mayores:
a. físicamente, mediante el aprendizaje de habilidades deportivas, mejorando sus capacidades físicas, desarrollando hábitos saludables y evitando las lesiones;
b. psicológicamente, aprendiendo a controlar sus emociones y desarrollando un sentimiento de autoestima, y
c. socialmente, aprendiendo a cooperar en un contexto competitivo y normas apropiadas de conducta
Por otro lado tenemos tres principios que tendríamos que tener en cuenta en el aprendizaje de nuestros alumnos.
Según Ken Robinson, existen tres principios fundamentales bajo los cuales la vida humana prospera, es decir, tres principios que tendríamos que tener en cuenta en el aprendizaje de nuestros alumnos. Curiosamente, estos tres principios se contradicen con estos sistemas de enseñanza que se han utilizado de forma tradicional en el deporte.
El primer principio es que todas las personas somos, de forma natural, diferentes y diversas. Pensemos en nuestros hijos o en nuestros alumnos ¿no son muy distintos la mayoría de ellos?, o pensemos en grandes jugadores de tenis o cualquier otro deporte ¿no son distintos cada uno de ellos?¿no tienen golpes totalmente diferentes? Entonces ¿Qué sentido tiene enseñar a todos igual? Este es uno de los problemas de este tipo de sistemas de enseñanza, que están basados en la conformidad en lugar de la diversidad. Todos los alumnos tienen que reproducir un determinado modelo de ejecución, y para ello, les repetimos una y otra vez una serie de instrucciones estandarizadas. Parece mucho más razonable que los entrenadores ejerzamos un papel de guía, buscando que cada alumno encuentre sus propias soluciones motrices, que les permitan desarrollar su propio estilo de juego, siempre dentro de unos criterios biomecánicos eficientes y que minimicen riesgo de lesión.
El segundo principio es la curiosidad. Según Robinson, si somos capaces de encender la chispa de la curiosidad en un niño, va a aprender sin mucha ayuda. Dudo mucho que podamos despertar la curiosidad de un niño realizando repeticiones una y otra vez de un determinado gesto fuera de un contexto. Nuestra labor como entrenadores no puede ser únicamente la de transmitir información, tenemos que estimular, provocar e involucrar a cada niño, despertar en cada uno de ellos esa curiosidad que va a hacer que el aprendizaje se produzca casi por arte de magia. No nos podemos conformar con enseñar, porque el que nosotros enseñemos no siempre quiere decir que ellos aprendan, por tanto más que enseñantes tenemos que ser facilitadores de aprendizaje, creando las condiciones para que el aprendizaje se produzca.
El tercer principio al que hace referencia Robinson es la creatividad. Si sabemos que la creatividad es uno de los principios fundamentales para el aprendizaje y sabemos que los niños son creativos por naturaleza, ¿por qué no lo aprovechamos? Nos empeñamos en enseñarles patrones motores o patrones tácticos de los que no pueden salirse si quieren tener un buen rendimiento. ¿Por qué no dejarles que exploren, que busquen soluciones creativas? y si no son las mejores, que aprendan. Si constantemente les decimos lo que tienen que hacer y cómo hacerlo, evidentemente no se equivocarán y obtendrán mejores resultados deportivos a corto plazo, pero el aprendizaje será nulo. Es indiscutible que en edades avanzadas y en niveles más altos de juego, es necesario entrenar ciertos patrones y automatizar algunas conductas, pero hasta llegar ahí, es muy recomendable haber explorado y probado lo máximo posible, porque eso hará que el niño tenga una bagaje y experiencias previas que le dotarán de un número de recursos mucho más amplio.
Fuente: EL ENTRENADOR DE ÉXITO
Rainer Martens
Para comentar debe estar registrado.