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La procedencia de muchos de los campeones es, en gran parte, predecible, siendo los mejores sprinters de ascendencia africana occidental, mientras que los mejores corredores de resistencia procedían de África Oriental. ¿Puede este hecho reflejar que algunas etnias o razas estén predeterminadas genéticamente, o al menos tengan un sesgo muy elevado, para sobresalir en ciertas especialidades deportivas?
Durante la evolución, la herencia genética adquirida ha predispuesto a los humanos a ser más veloces o más resistentes. Este fenómeno viene determinado por el polimorfismo R577X en el “gen de la velocidad”, el cual codifica la α-actinina-3, una proteína requerida para que los músculos se contraigan de forma explosiva. Aproximadamente mil millones de personas en todo el mundo (alrededor del 11% de la población total) tienen un déficit de la proteína α-actinina-3 debido a una variación (o defecto) genética en las dos copias del gen. Este genotipo “nulo” (XX), mucho más infrecuente entre jamaicanos y afroamericanos, disminuye considerablemente la probabilidad de correr la prueba reina del atletismo olímpico, los 100 metros, en menos de 10 segundos.
El polimorfismo R577X, que apareció hace más de 40.000 o 60.000 años en Eurasia, ha hecho a los humanos anatómicamente más lentos, pero más resistentes, en beneficio de su supervivencia, convirtiéndolos en mejores cazadores. Por el contrario, la supervivencia de depredadores como los felinos depende más de su capacidad para llevar a cabo acciones musculares explosivas.
Un reciente análisis del genoma que se llevó a cabo en 8 cohortes de atletas de resistencia de clase mundial de diferentes etnias y continentes no pudo identificar, a pesar de ello, un grupo de variantes genómicas que fueran comunes al éxito deportivo . No obstante, existen evidencias en ratas de que la selección artificial de una determinada característica, como sería la resistencia, podría producir cambios comparativamente elevados y rápidos sobre la anatomía, la fisiología y la propia capacidad de resistencia .
Según Williams y Folland son requeridos 23 genotipos para permitir la expresión fenotípica que un atleta de talla mundial ha de tener, siendo de un 0,0005% la probabilidad de encontrar un campeón que posea todos los genotipos . Este porcentaje, incluido dentro de una ecuación que contemplaría a la población mundial y a los porcentajes de individuos que tendrían acceso al deporte de alto rendimiento y que correrían pruebas de media/larga distancia, entre otros, nos proporcionaría que son aproximadamente 16 los individuos con el genotipo requerido para la competición de alto nivel en carreras de media/larga distancia, número similar al que compiten en las finales olímpicas de 1.500m, 3.000m obstáculos, 5.000m y 10.000m.
Los investigadores Sanchis-Gomar y cols (2016) argumentan que los mejores atletas son probablemente individuos genéticamente dotados que, además, tienen numerosos factores que contribuyen a la formación de un “complejo de caracteres” que determinan a un campeón olímpico, y que no necesariamente dependen de variaciones genéticas definidas . Así, en la actualidad, el éxito olímpico radicaría en características somatotípicas favorables, que conducen a una economía y eficiencia biomecánicas y metabólicas, un entorno ambiental apropiado (por ejemplo, exposición crónica a la altitud), en combinación con un volumen moderado de entrenamiento de alta intensidad y un fuerte componente psicológico motivacional por alcanzar el éxito .
Artículo de Javier S. Morales Rojas, investigador en el área de la fisiología, la actividad física y la salud
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