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Que se mire algo, no quiere decir necesariamente que ese algo “se vea”, en demasiadas ocasiones “los árboles no dejan ver el bosque”. En demasiadas ocasiones nos encontramos condicionados por “lo que queremos ver” y, por tanto, no percibimos toda la escena en su conjunto, hay muchos experimentos científicos al respecto.
Pero no todo es culpa de la mente occidental. Ocurre que la mente oriental en general y japonesa en particular, está estructurada de un modo diferente con varias razones científicas, la más estudiada y conocida su escritura en kanji (ideogramas), hacen que perciban con más claridad aspectos abstractos que concretos, dado que son educados en la interpretación de ideas a través de su lenguaje escrito. Un ejemplo: la palabra Bu, tan usada y conocida, se escribe con 7 kanji diferentes y con significado distinto, por supuesto. Do (en realidad Dou) otros 7. Por tanto, un japonés, necesita el concepto abstracto, la idea, representada en el Kanji para poder entender de qué se está hablando.
Cosas que para un occidental son totalmente exóticas y casi incompresibles, como el Ikebana o el Bonsai, son materias cotidianas en Japón. En las ciudades los árboles normales, decorativos, son podados y pinzados al “estilo bonsai”; no es nada raro ni difícil encontrar un arreglo floral en cualquier rincón de la ciudad; sentanse en Seiza es una costumbre ancestral, no existen las sillas en el Japón tradicional y sentarse con las piernas cruzadas hace que se abran los kimonos… y así en todo.
Lo que quiero decir con esto, es que forma parte de su “cotidianeidad”, cualquier japonés, aún sin ser ningún experto ni conocer las reglas básicas, puede construir un ikebana o hacer un bonsai, puesto que los “modelos” están por todas partes.
Lo mismo ocurre con las artes marciales, mientras nuestros niños y adolescentes, en las escuelas e institutos, juegan al futbol, al baloncesto, etc., los japoneses practican Judo o Kendo, también Karate-Do. Muchos abandonan al llegar a la juventud, otros continuan… pero no son considerados más o menos que nadie por muy Gran Maestro que se sea, salvo en los círculos dedicados a estas actividades.
Por tanto, no es nada de extrañar que, a la hora de difundir o explicar sus artes marciales, su cultura o una de sus manifestaciones culturales, pasen por alto determinados conceptos que, a pesar de ser importantísimos, son tan “cotidianos y normales” que “no merece la pena explicarlos”, porque se da por sentado que “eso” ya está asumido.
Por otra parte, según su mentalidad , es el alumno quien tiene que aprender, el Maestro solo guía, dirige la enseñanza, pero hay algo que no se puede enseñar: Aprender a pensar. Y, en Budo, eso es “el quid de la cuestión”.
Autor: El Cuervo o Cayetano Sanchez, practicante de Artes Marciales e investigador en japonología, experto en diferentes aspectos de la cultura japonesa y manifestaciones artísticas
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