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El problema sobre la desinformación de este colectivo es el mismo que con tantos otros: la lejanía y la llegada de información no contrastada que es tomada como dogma de fe. A esto hay que añadir el componente leyenda/mito, con lo cual tenemos una mezcla explosiva de la que pueden salir hasta “tortugas adolescentes mutantes ninja”.
El problema en estamentos más «serios» y alejados del cine y el espectáculo no es mucho menor. Numerosas investigaciones llevadas a cabo por diferentes universidades japonesas han sacado recientemente a la luz la verdad sobre una profesión (la de ninja/ shinobi no mono) que, ni conlleva un título, ni se parece en nada a lo que nos ha llegado tanto en aspectos marciales como en el mundo del espectáculo. Estas investigaciones han dejado al descubierto (en muchos casos) unas verdades un tanto «incómodas» para algunos practicantes de “ninjutsu” que se percataron de que estaban trabajando con supuestos creados en pleno siglo XX, sin ninguna base histórica más que el recuerdo de unos prototipos románticos.
Los historiadores consideran que establecer una base marcial en algo como el “ninjutsu” es prácticamente imposible. Según, investigadores serios, los “dôjô de los ninja” estarían más cercanos a una mezcla entre una escuela de supervivencia en el bosque y otra, de técnicas de espionaje e infiltración. Técnicas que en su mayoría, han conseguido transmitirse casi exclusivamente mediante escritos, ya que el uso de esa forma de espiar murió hace siglos, según muestra la investigación histórica.
Dentro de las áreas famosas por los shinobi no mono estaban las zonas de Iga y Koka, aunque existían otras en Nagasaki, Kôchi, etc. Pero las más afamadas son las dos primeras. Más allá de estas prácticas de espionaje, estos guerreros debían dominar ciertas técnicas de bujutsu. De estas enseñanzas, quizás las más célebres fueran las de taijutsu / jujutsu y son éstas las que más parecen haberse conservado dentro de esta disciplina/profesión. En este punto, se dice que no sólo es importante aprender técnicas, sino también fortalecer el cuerpo mediante una serie de ejercicios. Algunos de estos kata implican el hecho de poder dislocar miembros y volverlos a su lugar. En estos casos se suele decir que estas artes ya no pueden ser practicadas puesto que requeriría de un entrenamiento desde la infancia que además podría llegar a ser algo discutido por las comunidades educadoras y defensoras de la infancia.
En resumen, de todo lo que fue y no fue el shinobi no mono, ha quedado para la práctica marcial: Unas disciplinas de taijutsu o técnicas de mano vacía, unas prácticas de espionaje que provienen de textos antiguos, unas técnicas de armas que en unos casos derivan de escuelas de bujutsu japonés y en otras se impregnan de la fantasía surgida a finales del siglo XIX en ambientes de teatro y novelillas por entregas.
Por todo esto, y pese a que cada vez hay más grupos interesados en recuperar mediante textos algunas de las prácticas ninja, revisando todo lo que ha llegado, en la actualidad sigue siendo muy difícil encontrar un dôjô donde practicar un ninjutsu cercano a la realidad histórica.
(Imagen: ‘Ninja’, de ‘Hokusai Manga’)
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