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DISCIPULO (Segundo dan):
El discípulo ya no es un novicio, puesto que voluntariamente ha aceptado las reglas de disciplina y la enseñanza, algunas veces severa, del sensei. Aquello que éste ordena será cumplido por su discípulo sin que una palabra de réplica salga de sus labios. Tal es la ley del Budo, ya que una confianza absoluta debe establecerse entre el sensei y su discípulo…..
Cuando ha llegado a purificar (o controlar) sus diferentes reacciones emocionales, el discípulo recibe una atención particular por parte del sensei. Su sentido del combate se agudiza y sus defensas, esquivas, tajos, proyecciones, etcétera, son proporcionales a los ataques….En este grado y para desarrollar su poder dinámico (Kime) y su intuición, la práctica de la meditación (zazen) llega a ser indispensable.
DISCIPULO ACEPTADO (Tercer dan):
El discípulo es reconocido y cualificado para que un día pueda llegar a ser instructor. Al llegar a este grado se convierte en discípulo aceptado por el sensei y le son confiadas instrucciones personales. Algunas veces trabaja con el sensei para demostrar a los otros alumnos ciertos principios técnicos. Puede también supervisar el entrenamiento de los estudiantes menos avanzados….. En las enseñanzas del antiguo Budo está escrito que el tercer dan no es adquirido sino a través de diez largos años de dura labor. Antiguamente, un discípulo debía tener un dominio perfecto de su mente (el elemento fuego) durante la acción.
Autor: Fernando Martín Millana | 7ºDan RFEK
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