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La activación fisiológica es el nivel de “alerta” general del organismo, la movilización de recursos ante una amenaza o una demanda física. Un nivel moderado puede facilitar la concentración y la atención, pero un nivel excesivo produce estrés y cansancio antes de tiempo. Por otro lado, un nivel excesivamente bajo impide rendir al 100%, ya que se necesita estar un poco “despierto” para
dar más de sí y progresar. En el combate, si estás muy activado querrás resolver cuanto antes y eso te puede llevar a cometer errores (bajar la guardia, lanzar ataques descontrolados). Si, por el
contrario, estás demasiado relajado, perderás “chispa”, velocidad y reflejos. Cada persona tiene un punto ideal en el continuo tenso-relajado, en el cual rinde más deportivamente hablando, tanto en entrenamiento como en competición, pero sobre todo en esta
última. Unos “funcionan” mejor con más tensión y otros en cambio se “bloquean” y no dan pie con bola. Por eso debemos observarnos a nosotros mismos para encontrar nuestro “puntillo” bueno, al
que se le llama nivel de activación óptimo.
CÓMO AVERIGUAR NUESTRO NIVEL ÓPTIMO
Lo primero de todo, tenemos que averiguar cuál es nuestro nivel óptimo. El grado de satisfacción se refiere sobre todo, al grado en que sientes que has progresado, independientemente del resultado del combate. puedes haber perdido el combate y sentirte satisfecho. El nivel óptimo de activación será aquél que
te produzca mayor grado de satisfacción, y si encima ganas, mejor.
Para ayudarte a averiguar cuál es tu nivel de activación,
puedes atender a los siguientes síntomas físicos que son indicadores de tensión:
– Cabeza => el ceño fruncido, los dientes apretados.
– Cuello y cervicales => rigidez, dolor, molestias.
– Hombros encogidos o echados hacia delante.
– Espalda => postura encorvada.
– Tensión muscular en brazos, muñecas, temblor de manos.
– Sensación de ahogo en el pecho, respiración agitada.
– Presión y comezón en el estómago o el pecho.
– Molestias o dolor en el abdomen (vientre).
– Tensión muscular en piernas, tobillos, pies.
BAJAR Y SUBIR LA ACTIVACIÓN
Bajar la activación
Una técnica muy útil es la relajación. En el caso del kumite, la más cómoda de aplicar es la relajación por medio de la respiración. Consiste, básicamente, en aprender a respirar con la
parte baja de los pulmones, lo que permite oxigenar mejor la sangre y bajar el nivel de estrés.
Subir la activación
Puedes hacerlo de dos formas:
– Físicamente: realizando un calentamiento fuerte (sin pasarse) o peleando con un compañero. También se puede utilizar la respiración al revés: respirar deprisa, con la parte
superior de los pulmones.
– Psicológicamente: recuerda todo lo que has entrenado y lo que te has sacrificado por llegar a
ese combate. Piensa en cómo te sentirás si las cosas te salen mal, la decepción que se llevará tu maestro, compañeros, amigos, etc.
Autora: Eva Montero Domínguez – psicologia clinica y deldeporte
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