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Occidente, la Era Feudal queda lejos y los valores éticos, morales y filosóficos han cambiado enormemente desde entonces. El confucionismo y el taoísmo queda lejos, siempre lo estuvo, pero ahora más que nunca.
Nuestra sociedad se ha democratizado, no tenemos la idea de una jerarquía estructurada que “viene del cielo” y tendemos a no creer en la autoridad por sí misma, sino en un liderazgo colaborativo, en el que el líder no impone, sino convence.
En este contexto, las virtudes del Bushido parecen obsoletas, anacrónicas y fuera de lugar, pero no es así. Ciertamente, todo tipo de sociedades (presentes, pasadas y futuras) necesitará ejemplos de personas en las que fijarse, compararse y emular para avanzar y mejorar, para conseguir que sigamos siendo “civilizados”. Puesto que sin valores, sin virtudes morales y éticas, no somos mejores que los animales.
Simplemente se trata de ajustar ciertas pautas a su significado actual, pero defender hasta el final esa ética, esa forma de vida que nos permite convivir sin fricciones señalables. Por ejemplo, el valor de la Justicia: Ciertamente, lo que era justo en la Edad Media no lo es en estos tiempos y, probablemente, no será lo mismo en tiempos venideros. Sin embargo, el valor no cambia y es la propia persona la que tiene que crearse y formarse un juicio claro sobre lo que es justo o injusto, por encima de moralidades éticas o creencias religiosas.
El mundo cambia constantemente, evoluciona y no somos quien para juzgar si esa evolución es buena o mala, el Budoka no se plantea esos cambios, sencillamente los acepta puesto que a él no le compete entrar a valorarlos. Su meta es otra muy distinta: Formarse como alguien irreprochable, fuerte de caracter y comportamiento social.
Esos principios son eternos, aunque cambien las formas de aplicarlos, siguen ahí, la defensa del débil, las causas justas universalmente aceptadas, la honestidad como bandera, honestidad con uno mismo. En la sociedad actual, por ejemplo, luchamos por nimiedades, enfrentamientos religiosos o nacionales, nacionalistas; el Budoka debe situarse por encima de esos conflictos, puesto que es justo, benevolente y magnánimo respeta las diferencias de opinión y no impone la suya personal, puesto que es consciente de que no posee la verdad absoluta.
Cada individuo, en esta época multiétnica y de ideas religiosas y políticas contrapuestas, tiene su juicio moral sobre diferentes aspectos de la vida y la sociedad. Eso es aceptable y honroso, incluso luchar por defender sus propios ideales. Pero hay algo superior a la idea personal de cada uno: la idea de convivencia, de respeto, de honor, de honestidad, de lealtad y bondad.
No hay un Daimyo al que ser leal, pero sí amigos, familia, círculo, incluso ideas, leal a uno mismo y a lo que cada quien representa. No es una cuestión de banderas, las banderas son artificiales, las creencias morales cambian, la sociedad evoluciona, pero la Humanidad perdura y, con ella, el concepto de Ser Humano.
El Budoka moderno lucha contra sí mismo, contra sus tendencias, sus prejuicios, sus limitaciones. El código del Bushido marca un camino, no hacia la gloria y la fama, sino a la victoria sobre el propio Ego, sobre el propio Yo.
Es difícil, en la sociedad moderna, distinguir donde están esos valores, cierto, pero solo es necesaria una mente clara. Veamos un ejemplo: Hoy no existen los Clanes, por tanto la figura del Sensei o Soke de un Ryuha queda difusa, confusa más bien. Uno acude a sus clases o sesiones de entrenamiento en cualquier Budo, Bujutsu o Bugei, sabemos que el tiempo es el bien más preciado y quien dirige esas clases o entrenamientos nos dedica su tiempo, pero a diferencia del pasado, hoy, le pagamos en dinero por ese tiempo, con lo cual, nuestra deuda está saldada. ¿Es eso cierto? Quizás. En estos tiempos todo es relativo, si quien está al frente tan solo se limita a dirigir unos ejercicios físicos, está claro que la deuda está saldada, puesto que esa persona pone el precio de su tiempo. Pero si esa misma persona dedica tiempo extra para ayudarnos a mejorar intelectualmente, entonces la deuda no está pagada y entraremos en el concepto de “Giri”.
Dicho de otra manera más fácil de entender: El Budo, el Bushido, se enseña en Dojos (recordemos que la palabra Dojo -道場- significa “lugar del camino”) no en gimnasios, en estos se practican ejercicios físicos y se cultiva el cuerpo, no el intelecto, la mente. Por tanto, los Maestros se encuentran en los Dojo.
La enseñanza del Bugei no se limita a martes y jueves de 17:00 a 18:00, por ejemplo, sino que ocupa 24 horas, 7 días a la semana. Entonces es cuando el Bugei y el Bushido cobran sentido, porque no solo se trata de hacernos fuertes físicamente, ni campeones absolutos de nada, ni siquiera sobresalir en ningún aspecto; se trata, simplemente, de hacernos fuertes física y mentalmente, entendiendo este último concepto en su sentido intelectual, no en el sentido metafísico o espiritual, para estos últimos, hoy y en occidente, existen muy diferentes vías políticas, filosóficas y religiosas, incluso mezcla de todas ellas.
Y ser fuertes intelectualmente significa, nada más y nada menos, que tener siempre presentes las siete virtudes del Bushido: ser recto y justo, honesto y leal, valiente y magnánimo, ser honorable a nuestros ojos y a los de los demás.
Uno puede ser el campeón del mundo, dirigir la más grande cadena de gimnasios, ser pobre o millonario, vestir con harapos o con trajes de diseño, comer frugalmente o hartarse de manjares exquisitos… todo eso es material, no otorga la honorabilidad, ni siquiera poseer un cargo político relevante, no, el Honor está en otra parte y el camino del moderno Budoka debe conducir hacia él. El Código Bushido
Fuente original: Nociones sobre el código del Samurái
Seishin kai
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