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Fue en gran parte gracias a Anko Itosu que nos ha sido legada la tradición del Shuri-te, la escuela de Matsumura.
A.Itosu nació en 1830 en el seno de una familia de funcionarios, no conocemos bien su primera formación en Karate. Según algunos relatos su primer maestro habría sido Nagahama, otras fuentes afirman que habría sido un chino llamado “Channan” el cual, como el maestro de Matsumura, se habría disfrazado de pordiosero y vivía junto al cementerio de Tomari.
Es hacia los treinta años que Anko Itosu se hace alumno de Matsumura. Frecuenta Anko Asato que era entonces uno de los mejores alumnos de Matsumura, pero solo es conocido en la historia del Karate porque ha sido el maestro de G.Funakoshi.
Matsumura enfatizaba mucho en el trabajo en solitario. Instruía sus alumnos principalmente con los katas Kushanku y Naifanchi. Hoy día conocemos bajo el nombre de “Matsumura-no-Passai” la interpretación personal de Matsumura del kata clásico “Passai (Bassai)”. Hay otro kata que también lleva su nombre, “Matsumura no Seisan”. Matsumura enseño varios katas a sus alumnos; la mayor parte de ellos han llegado hasta nosotros, gracias entre otros por el intermediario de Itosu.
Hemos visto que Matsumura se había entrenado en su juventud en el “tategi-uchi” del Jigen-ryu y que había adoptado ese sistema al Karate. Itosu privilegio el entrenamiento al makiwara. El objetivo de ese ejercicio es de aumentar la eficacia de los puñetazos, codazos, cabezazos, rodillazos, de las patadas, etc.
La intensidad del entrenamiento era tal que con cuarenta años su cuerpo era, dicen, como “una masa de piedra”. Muchas veces cambiaba su makiwara por una pared de piedra.
S.Nagamine, maestro de Karate contemporáneo cuenta:
“El maestro Itosu ataba una suela de calzado de cuero sobre una piedra de una pared de cierre. Cada vez que golpeaba, la piedra salía disparada del otro lado. Después de repetir el ejercicio varias veces, la pared se derrumbo…
De joven fue a ver un combate de toros con unos amigos. En el camino, un toro les embistió. En vez de esquivar, A.Itosu se sitúo frente al toro y le propino un puñetazo en el morro del animal con un kiai. El toro vacilo y en ese momento A.Itosu le cogió por los cuernos y con la velocidad del rayo, lo derrumbo al suelo.”
G.Funakoshi, alumno de A.Itosu, recuerda las anécdotas siguientes:
“Un día, en el momento en que el Maestro entraba en una taberna, un tipo que se había ocultado en el ángulo propino, con un kiai, un puñetazo al flanco del Maestro por la espalda. En vez de esquivar, éste recibió el golpe concentrando su fuerza. El puñetazo reboto. El agresor intento retomar distancia para atacar de nuevo, era demasiado tarde, su muñeca se encontraba cogida y apretada en la mano del Maestro Itosu el cual ni se había dado la vuelta. El agresor, con la respiración entrecortada, sudaba de angustia porque el agarre de Itosu era muy potente; era capaz de triturar con una mano un tallo de bambú grueso como un brazo. El maestro continuo caminando hacia el interior de la taberna como si no ocurriera nada. Su mano continuaba sujetando la muñeca del agresor, que se arrastraba tras él. Tomo asiento y pidió de beber a una camarera sorprendida de la escena.
Llegó la bebida; Cogió un vaso con su mano izquierda y, con la derecha, tiro del hombre hacia delante. El Maestro Itosu pudo ver por primera vez su rostro y la ofreció una copa sonriente.
“Ignoro el motivo de tu ataque, pero tomemos algo primero.”
He aquí otra anécdota:
“Una noche, el M.Itosu sintió ruidos extraños junto a la puerta. Se levanto, y al acercarse a la puerta, pudo ver un ladrón que estaba rompiendo la cerradura.
El maestro lanzo un grito de asalto, su puño atravesó la puerta cuyos tableros poseían un espesor de una pulgada y asió de la mano del delincuente que se encontraba del otro lado. Este fue inmovilizado por la mano que le apretaba como un torno. Normalmente un tablero de madera se rompe siguiendo las vetas, horizontalmente o verticalmente, pero el puñetazo de un verdadero adepto perfora un agujero con el perfil del puño.”
Existen otras anécdotas por el estilo de las que acabo de contaros.
A.Itosu apenas media 1,55 m, pero su musculatura testimoniaba de la intensidad de su entrenamiento. Cuentan que su tórax, ancho y grueso se semejaba a un tonel reforzado por todos los costados. Tenia 49 años en 1879 cuando la realeza fue abolida; el cambio de régimen provoca una reducción de los puestos oficiales (mas de siete mil parados de golpe). Sin embargo pudo conservar su antiguo trabajo de secretario en una oficina de la prefectura (ayuntamiento), con un sueldo muy bajo, pero la situación económica no le dejaba opciones. En 1885, con 55 años, se jubilo, trabajando esporádicamente como escribano público. Fue entonces cuando empezó a enseñar el Karate en el jardín anexo a su casa.
Kenji Tokitsu, 7° Dan de Karate
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