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Los entrenadores, ponen mucha pasión en crear el mejor programa de entrenamiento para sus atletas.
Los atletas, se esfuerzan mucho por mejorar sus capacidades deportivas.
¿Pero podemos decir lo mismo de las habilidades mentales?
Son tan fundamentales para mejorar como karateca, como deportista y, en general, como hombre/mujer de éxito en la sociedad.
He aquí, pues, las principales habilidades mentales que debe poseer y entrenar un karateka:
Se trata de la capacidad de afrontar y controlar la ansiedad.
En el deporte, como en la vida, el éxito no se consigue sin obstáculos. Superar estas dificultades conlleva un alto nivel de estrés y ansiedad.
Por lo tanto, es esencial que el atleta sea capaz de soportar estas circunstancias adversas.
Confianza en uno mismo y en sus propias capacidades.
capacidad-mental-confianza
Atributo que poseen las personas que creen en sus propias capacidades mentales y físicas y que afrontan las competiciones sin miedo ni arrepentimiento.
La falta de confianza conduce a la duda, la ansiedad y el miedo en el deportista, pero un exceso de confianza puede cegar al deportista y hacer que “presuma”, sobreestimando sus propias capacidades o subestimando las de los demás.
La tenacidad, la obstinación, la capacidad de resistir y recuperarse de los acontecimientos adversos.
Un buen karateka debe mantener un alto nivel de concentración, dedicación, compromiso, etc. incluso en los momentos más difíciles.
Por ejemplo, recuperarse de una lesión
Capacidad mental-resiliencia
Como suele ocurrir, más no es necesariamente mejor: un exceso de dureza mental puede llevar al deportista a no reconocer sus límites y, a veces, a encontrarse con situaciones que están fuera de su alcance.
Resiliencia y resistencia son dos términos que a menudo se confunden.
Hablamos de resiliencia, y no de resistencia, porque en la mecánica:
Resistencia = resistir las fuerzas sin deformarse.
Resiliencia = resistir los golpes sin deformarse.
En psicología:
Resiliencia = capacidad de afrontar y superar un acontecimiento traumático o un periodo de dificultad.
Tener una buena inteligencia deportiva significa entender cómo integrarse, qué es lo mejor que se puede hacer en el entrenamiento y la competición, ser capaz de encontrar el sentido y lo que es importante en los contextos en los que nos encontramos.
Este es un rasgo muy raro que se adquiere con el tiempo y la experiencia.
Capacidad para concentrarse y bloquear las distracciones.
Saber dirigir la atención de forma selectiva hacia donde se necesita, sin distraerse por el entorno externo (los adversarios, el ruido, el teléfono móvil, la multitud en la pista, los pensamientos negativos) o por elementos insignificantes.
habilidades mentales-focalización-concentración
La mayor demostración de Focus la encontramos en los atletas que se concentran y se aíslan del mundo exterior antes de pisar el tatami durante una competición.
Un sano impulso de motivación, compromiso y confrontación.
Ser competitivo significa luchar por el éxito. Canaliza el deseo de ganar en un evento decidido.
capacidad mental-competitiva
A menudo se observa un exceso de competitividad y agresividad.
Es importante entender que la derrota no es sinónimo de fracaso, sino un posible acontecimiento que debe servir para reconocer las propias fortalezas, debilidades y limitaciones.
El verdadero objetivo de las competiciones no es vencer a todos los rivales, sino ganarse a uno mismo, saber que se ha dado todo, afrontar la carrera sin remordimientos e intentar superarse cada vez.
Hemos visto que para conseguir resultados y seguir mejorando, en el deporte y en la vida, hay que enfrentarse a la adversidad.
Por lo tanto, es necesario adoptar una ética de trabajo duro, incluso con sacrificio personal, para la autorrealización.
Esto puede parecer fácil, pero para lograr tus objetivos tienes que ser capaz de reconocer tus limitaciones y establecer metas claras, concretas y alcanzables.
Esto requiere mucha humildad, autoevaluación y sentido del análisis.
habilidades de fijación de objetivos mentales
En ausencia de estas habilidades, el papel del instructor es fundamental: tiene que prepararnos y llevarnos a competiciones adecuadas a nuestro nivel.
Sin embargo, sigue siendo una cualidad increíblemente importante, tanto para poder elegir de forma autónoma, como para establecer y alcanzar objetivos intermedios, incluidos los no deportivos, como la universidad y el trabajo.
La entrenabilidad es tener la humildad y la voluntad de ser entrenado, en términos simples: la capacidad de confiar y “ponerse en manos del entrenador” aceptando y compartiendo:
Objetivos (intermedios y finales)
Estrategia identificada para llegar a ellos
Métodos de entrenamiento (tipo, cantidad, etc.)
El perfeccionismo adaptativo significa centrarse en objetivos específicos, sacrificando y excluyendo otros intereses que distraen.
Para el perfeccionista, no existe lo suficiente; siempre aspira a alcanzar el 100% de sus capacidades.
capacidad-mental-perfeccionismo
Por lo tanto, el compromiso y la implicación son totales, de manera que la libertad de acción en otros ámbitos está limitada.
Basta con pensar en el cuidado de la dieta, el tiempo dedicado al entrenamiento y el descanso que se le quita al ocio con los amigos.
A veces esta capacidad puede exceder y llevar a la obsesión. De hecho, el entrenamiento se convierte en una forma de vida que gratifica al deportista y lo completa, hasta el punto de convertirse en toda su vida.
Por lo tanto, se necesita un buen sentido crítico y una inteligencia deportiva para entender cuántos recursos, tiempo y esfuerzo hay que dedicar al deporte. El riesgo es dedicarse completa e incondicionalmente al deporte, descuidando otros ámbitos de la vida.
Un alto nivel de disposición a la esperanza se refiere a la sensación de un individuo de ser capaz de actuar con éxito siguiendo un camino que ya ha sido individualizado como conducente a la meta.
En definitiva, tener fe en lo que se hace:
Tener fe en el propio maestro, en las enseñanzas recibidas, en las propias capacidades, estando así convencido de que todos los esfuerzos realizados conducirán al resultado deseado.
No hay que confundirla con la confianza (vista anteriormente), que se refiere principalmente a las propias capacidades psicofísicas, la disposición a la esperanza es, en cambio, una actitud mental similar al optimismo y a la confianza en factores externos.
Otra característica común a todos los campeones es el optimismo y la positividad que transmiten.
Cuidado, ser optimista no significa ser iluso y ver siempre los acontecimientos negativos de forma positiva a pesar de todo.
En cambio, una persona optimista intenta utilizar cualquier situación en su beneficio, encontrando en una dificultad una nueva oportunidad.
Un ejemplo:
Una lesión es sin duda uno de los acontecimientos más desastrosos en la carrera de un deportista. Ser positivo no significa dar las gracias por haberse hecho daño, sino reconocerlo y no rendirse/culparse. De hecho, la rehabilitación ofrece al deportista nuevas oportunidades de crecimiento personal: más tiempo para dedicarse a la familia, a otras aficiones y también al entrenamiento de habilidades antes infravaloradas o ausentes, como la táctica, la movilidad y el entrenamiento mental de las habilidades psicológicas.
Además, con las mismas habilidades y capacidades, una persona optimista siempre tiene más posibilidades de éxito que una pesimista.
Y es que otra diferencia entre un pesimista y un optimista radica en la explicación de las causas de los acontecimientos externos. En la forma de pensar sobre el éxito y el fracaso:
El pesimista se echa toda la culpa a sí mismo cuando las cosas van mal (soy un desastre, siempre me equivoco) y todo el mérito a la suerte o a los demás cuando las cosas van bien (he ganado porque mi rival se ha equivocado, no porque yo lo haya hecho bien).
El optimista, en cambio, culpa a la mala suerte o a sus propios errores temporales y marginales en caso de derrota (perdí el equilibrio porque el tatami estaba mojado; puede ocurrir que los árbitros se equivoquen al arbitrar, esta vez el veredicto fue injusto conmigo) y en caso de éxito, a sus propios méritos y cualidades permanentes (en la competición siempre doy lo mejor de mí, nunca me equivoco en el momento decisivo).
En este sentido, ser optimista significa predecir y juzgar favorablemente el curso de los acontecimientos.
Por ejemplo, aceptar y superar los errores.
Capacidades mentales de los karatekas
Acabamos de ver las principales capacidades mentales que debe poseer un deportista según el estudio “Psychological characteristics and their development in Olympic champions”, Gould y Dieffenbach – International Journal of sport Psychology, 2002.
Pero ¡cuidado!
Ninguna persona puede sobresalir en todas las habilidades enumeradas anteriormente. Incluso los mejores campeones de karate poseen sólo algunas de estas habilidades.
Pongamos algunos ejemplos inventados para entender mejor esta última afirmación mía:
Un atleta puede tener una gran ética de trabajo y motivación, pero ser incapaz de hacer frente a la ansiedad previa a la carrera o de superar los momentos difíciles (resiliencia), y rendirse a la primera derrota o lesión.
Otro puede ser extremadamente optimista y confiar en sus capacidades, pero no ser capaz de seleccionar los objetivos adecuados y, por tanto, enfrentarse a adversarios fuera de su alcance.
A menudo vemos a atletas muy prometedores con poca inteligencia deportiva y poca fijación de objetivos. No saben dónde concentrar su energía y se agotan haciendo todas las carreras imaginables.
Como puede imaginar, cada persona es única y compleja.
Por lo tanto, no tiene sentido tratar de imitar al gran campeón o intentar que todos sus atletas sean iguales.
Si quieres convertirte en un buen atleta de karate o quieres entrenar a tus hijos lo mejor posible, tendrás que tener en cuenta y entrenar todas estas habilidades mentales, identificando tus puntos fuertes y trabajando tus puntos débiles.
Por Lapo Filippini
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