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Ganar la confianza de tus alumnos en ti es uno de los elementos clave para convertirte en un verdadero maestro de karate y de la vida.
Para crear lecciones exitosas y convertirse en un verdadero sensei del karate y de la vida no basta con ser un buen profesor, en la base de todo está la relación alumno-maestro.
Tener una imagen cuidada, un karategi bonito y un gimnasio ordenado es el primer paso para transmitir confianza.
Por mucho que digamos que «no hay que juzgar un libro por su portada», la primera impresión cuenta mucho.
Especialmente los que aún no te conocen se basan en las apariencias para hacerse una primera idea de quién eres y si eres digno de su atención, su tiempo, su dinero y, sobre todo, su confianza.
Por eso es tan importante presentarse a la clase en el dojo oliendo bien, con un karategi bien limpio y planchado y el pelo (y la barba) arreglados.
Sin embargo, sepa que su aspecto no es suficiente, sino que su entorno también debe inspirar orden, profesionalidad y limpieza. Así que mantén siempre tu dojo limpio y ordenado.
Supera las apariencias y el juicio inicial y tendrás la oportunidad de demostrar todo tu valor como sensei.
Demuestra todas tus habilidades y conocimientos adquiridos durante años y años de práctica y estudio.
Un consejo:
La profesionalidad no la da el número de cursos que hayas hecho, el cinturón que tengas o las competiciones que hayas ganado, sino las habilidades que el alumno (o en general quien te esté viendo) te atribuya.
Por supuesto, los diplomas, títulos y medallas pueden ayudarle a parecer más profesional, pero esto es sólo al principio. Serán tus acciones diarias las que demuestren tu profesionalidad.
He aquí algunos ejemplos:
demuestre que sabe lo que enseña
llegar temprano y con un esquema de la lección en la cabeza
ser educado, preciso y correcto
el karate no es suficiente, también hay que cuidar las relaciones con los padres
Si tienes la oportunidad cuelga todo en un rincón del dojo donde sean visibles para todos, especialmente para los recién llegados y los que vienen a pedir información. De este modo, tendrá más posibilidades de causar una buena primera impresión, y luego mantener sus expectativas con una súper lección.
Demuestra tu pasión por el karate y tus ganas de enseñar.
Puedes ser el mejor sensei de karate de la ciudad, pero si tus clases son aburridas, o peor aún, pareces aburrido/enojado mientras enseñas, no llegarás muy lejos.
Recuerda que proyectas tus emociones y tu estado de ánimo en los que te rodean. Transmite entusiasmo, alegría, energía y tus clases darán un salto cualitativo.
Desgraciadamente, enseñar no es fácil y es muy cansado.
Por eso, si no estás cansado/triste cuando terminas, probablemente estés haciendo algo mal.
Intenta pensar en cada lección como un espectáculo: tú eres la estrella que lo dirige todo.
No me malinterpretes, esto no significa que tengas que ser el centro de atención o que tengas que mostrar a todo el mundo lo bueno que eres. El papel de un maestro es guiar y ayudar a sus alumnos a mejorar. Pero para ello es usted quien debe darlo todo, tanto mentalmente (planificando la lección) como físicamente (poniendo la pasión y el compromiso) para estimular el aprendizaje.
Para ser un buen profesor y ganarte la confianza de tus alumnos debes creer firmemente en los principios de lo que enseñas y aplicarlos tú mismo.
Practicar lo que se predica
Es decir, «practica lo que predica».
Si exiges el cumplimiento de ciertas normas, sé el primero en cumplirlas y da buen ejemplo.
Si enseñas una técnica de una manera específica, explica por qué la consideras más efectiva/adecuada de esta manera y no de otra.
Por último, quizá el consejo más importante. Como he repetido varias veces en el artículo: no basta con enseñar karate para convertirse en maestro. En la raíz de todo esto está la relación profesor-aprendiz.
Si quieres convertirte en un verdadero sensei, tanto en el karate como en la vida, crea un vínculo con tus alumnos:
comprender sus necesidades
sus objetivos
comunicarse utilizando su lengua
interesarse por sus vidas (fuera del dojo)
dejar claro que te preocupas por ellos
Por Lapo Filippini
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