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NECESIDAD Y PROPÓSITOS DE LA PLANIFICACIÓN
Uno de los objetivos primordiales de la labor pedagógica, indispensable para realizarla dentro de un orden metodológico, es la determinación del contenido de la enseñanza dentro de cada etapa o nivel que el alumno debe cursar, hasta adquirir en cada uno el dominio necesario sobre la materia.
Para ello es preciso fijar los objetivos específicos que se deseen alcanzar en cada fase, promediando de una forma lógica las necesidades técnicas, físicas y psíquicas que la consecución de estos objetivos representa. Esto implica la distribución de las materias a enseñar de modo progresivo, tanto en el aspecto cualitativo de la dificultad técnica, como en el cuantitativo del esfuerzo físico necesario para adecuar el organismo al nivel exigido, e incluso en el grado de motivación que es preciso que el alumno alcance.
Considerando estos propósitos generales debe plantearse al inicio del curso o periodo enseñante, un programa que abarque el trabajo a seguir y en el que se fijen los objetivos a cubrir por cada grupo o nivel y así avanzar al nivel inmediato superior.
Dicho programa puede estar más o menos organizado, evitando mecanizar en exceso la labor pedagógica del profesor, pero como mínimo debe cubrir unas líneas generales que determinen y diferencien cada una de las fases y se adapten a las necesidades de cada grupo o nivel establecido.
Dentro del campo del karate y siguiendo una clasificación amoldada al uso generalizado de los cinturones pueden diferenciarse cuatro niveles, los cuales marcarán los puntos de partida y destino de la programación y las fases o conocimientos por los que debe pasar cada etapa para obtener la habilidad pretendida.
Dichos niveles son:
a) Nivel inicial (cinturones blancos y amarillos).
b) Nivel intermedio (cinturones naranjas y verdes).
c) Nivel avanzado (cinturones azules y marrones).
d) Nivel superior (cinturones negros).
CRITERIOS Y DIRECTRICES GENERALES
Dentro de cada nivel señalado los objetivos a alcanzar serán sin duda diferentes, requiriendo un grado de atención de dominio y de esfuerzo distinto, sin embargo, todos ellos se enmarcan dentro de unas directrices generales comunes, distinguiendo al efecto los siguientes criterios de cara a una programación:
a) organismo
b) dominio técnico
c) tiempo
d) otras causas
Conforme a estos criterios y de acuerdo a los propósitos de cada nivel, debe configurarse el perficondicionamiento físico que llevará a una mayor facilidad en el aprendizaje del dominio técnico, a la vez que la repetición de movimientos técnicos básicos seleccionados servirá para potenciar el desarrollo físico generalizado.
A la vez y como criterio general, debe mantenerse una relación entre el binomio cantidad – calidad, referenciándola a cada nivel, ya que afecta a los mismos de modo distinto. En el nivel inicial los progresos a obtener por el alumno deben tener un crecimiento paralelo, ya que la mejora en el acondicionamiento físico llevará a una mayor facilidad en el aprendizaje del dominio técnico, a la vez que la repetición de movimientos técnicos básicos seleccionados servirá para potenciar el desarrollo físico generalizado. En el nivel intermedio los problemas de aprendizaje deben de abordarse especialmente desde el punto de vista cualitativo, pues las técnicas y encadenamientos de esta etapa son más numerosos y complejos, comenzando a presentar serias dificultades de coordinación muscular, por lo que los posibles defectos técnicos iniciados en la fase anterior pueden agudizarse y quedar implantados para siempre.
En el nivel avanzado se vuelve a producir progresivamente un equilibrio entre las exigencias de tipo cualitativo y cuantitativo, a las que se unen otras de tipo perceptivo y motivacional, como reflejo de una gradual liberalización del aprendizaje y el incremento en el trabajo libre por parejas.
Cuando llega al nivel superior, el alumno se encuentra dotado de un notable grado de coordinación y conocimientos técnicos, siendo preciso insistir en los aspectos cuantitativos (condición física) para que la habilidad alcanzada se desarrolle a través de la obtención de técnicas más potentes y veloces.
ORGANISMO
Cualquier actividad física, de acuerdo con su intensidad, origina una serie de cambios en el organismo, los cuales serán mejor o peor soportados según el grado de entrenamiento del individuo, y de su adecuación y práctica equilibrada dependerá en gran parte el progreso técnico.
Por ello, al comienzo de un programa, o de una fase especialmente intensa, es necesario suprimir la barrera física que pueda impedir dicho progreso, planteando un trabajo en el que deberán estar presentes las diversas cualidades orgánicas, dando a unas u otras mayor o menor importancia e intensidad de trabajo según la fase de desarrollo del programa y los objetivos genéricos o específicos de dicha fase. Dentro de las cualidades orgánicas se encuentran:
a) La resistencia cardiovascular y respiratoria, la cual aporta el oxígeno necesario para el funcionamiento de los músculos, jugando para ello con el tiempo de trabajo, el ritmo y los intervalos de recuperación. Hay que tener presente que las técnicas más básicas y con un amplio dominio técnico constatado pueden realizarse a un fuerte ritmo sin deteriorar o entorpecer la adquisición de la habilidad.
b) La resistencia muscular, íntimamente unida al tipo de trabajo de la anterior, representa el periodo durante el cual los músculos pueden soportar un trabajo continuado sin caer en un grado de fatiga que ocasione un progresivo deterioro de las acciones técnicas abordadas
c) La fuerza muscular y en especial la del tren inferior que constituye o contribuye en la mayoría de los casos a la creación de un movimiento explosivo. Deben tenerse presentes no sólo los músculos terminales, o más directamente implicados, sino todos aquellos que afecten al movimiento de la cadera o cadenas que aporten su trabajo en el ejercicio.
d) La flexibilidad o grado de movimiento de cada articulación, íntimamente unida a la elasticidad de músculos, tendones y ligamentos. Tal cualidad pretende posibilitar una mayor amplitud de recorrido en los movimientos, aportando una mayor velocidad y precisión, pero siempre dentro de la idea de la contracción física y la potencia explosiva de las técnicas de karate.
e) Un cúmulo de factores que pueden englobarse bajo el objetivo común de la coordinación y en los cuales intervienen términos como la agilidad, el equilibrio estático y dinámico, el periodo de latencia y el sentido cinestésico. Todo ello abordado comúnmente a través de encadenamientos y trabajo por parejas, con una progresiva dificultad técnica o mecánica.
DOMINIO TÉCNICO
El tema se encuentra íntimamente unido al anterior, pues a la par que se mejoran las cualidades físicas, debe alcanzarse el dominio técnico sobre las acciones, utilizando para ambos cometidos la enseñanza de las materias básicas del karate (kihon, kata y kumite).
En todo programa el trabajo técnico debe abordarse de una forma progresiva, muy estudiada de cara a su complejidad, considerando en especial la correlación existente en la cadena sensomotriz: Percepción – Decisión – Ejecución En la etapa inicial del dominio técnico la complejidad de una tarea a nivel perceptivo es el primer obstáculo que afronta el alumno y la imagen que se forma de una acción, su origen, desarrollo y significado, constituyen la base para la adquisición de la habilidad.
Por ello, dentro del aprendizaje inicial deberá situar lo más exactamente posible las técnicas y su sentido (ascendente, descendente, circular, penetrante, etcétera) en el espacio. El profesor deberá valerse de demostraciones técnicas, aclaraciones verbales y de exposiciones prácticas que permitan la formación de una imagen clara de la acción.
Una vez que ha percibido lo que debe realizar y se decide a hacerlo, el alumno se introduce en el campo de la ejecución propia de las tareas técnicas, graduando en este sentido la complejidad de éstas y empezando por aquéllas que exijan una coordinación moderada para ir incrementando gradualmente su dificultad. En la etapa intermedia deberá iniciarse el trabajo técnico sobre el estudio de posiciones y desplazamientos, la distribución del peso y del equilibrio, aunque ello suponga una fase monótona, contra cuyo rechazo por parte del alumno, deberá luchar el profesor a base de imaginación, presentando trabajos similares, pero con un gran componente de creatividad que los haga atractivos.
A la par las técnicas básicas de defensa y ataque se iniciarán en su forma más simple añadiendo posteriormente sus posibles variables así como los desplazamientos y encadenamientos entre unas y otras. Las katas básicas, el kihon y kumite representan un avance en el aprendizaje al enfrentar al alumno con la explicación y motivo de las técnicas y su posible aplicación.
Con posterioridad y en una etapa más avanzada y de cara a los niveles superiores, las acciones técnicas deben de adoptar un mayor grado de libertad y complejidad, implantando esquemas que permitan tanto en las combinaciones como en el trabajo libre por parejas, la creación de una “lógica motriz” que proyecte instintivamente las respuestas requeridas, ante un estímulo dado, seleccionado y adecuando los movimientos necesarios en cada caso y con la mayor economía posible.
TIEMPO
El tiempo de práctica constituye sin duda un factor indispensable dentro del aprendizaje y más aún para una labor de enseñanza que se ve limitada normalmente a una actividad de tres horas semanales. Dicho tiempo es sin duda insuficiente para incidir en la formación física y mental que pretende una disciplina marcial, por lo que debe ceñirse al mismo programa y tener presente al menos dos premisas:
• Las diversas materias que es posible tratar dentro de un periodo de acción continuada, es decir, la hora de clases.
• El tiempo preciso, o suma de clases, para desarrollar la habilidad técnica y el acondicionamiento físico necesario, que permitan al alumno progresar y pasar de un nivel a otro dentro de la corrección media exigida.
Para el primer caso y tomando por base la práctica usual de una hora, ésta deberá subdividirse en periodos que permitan abordar distintos tipos de trabajo, pero contando en cada uno de ellos con un tiempo mínimo, para incluir en ellos una demostración o explicación, la práctica repetitiva correspondiente y las correcciones y aclaraciones oportunas.
Estos periodos deberán ser mínimos en las etapas iniciales, las cuales precisan gran cantidad de trabajo correcto y práctica repetitiva, con el objeto de que se produzca una mayor retención de lo adquirido. Cuando el dominio técnico se vaya alcanzando, la variación de materias es posible y aconsejable, como medio para combatir la monotonía de las acciones repetitivas. En relación al tiempo necesario para rebasar un nivel determinado, éste constituye un factor variable y tan diverso como las características individuales de cada alumno, sin embargo, la práctica permite al profesor realizar una generalización sobre el tiempo medio de aprendizaje.
A modo orientativo y disponiendo de una práctica usual de tres horas semanales, se puede fijar en once clases mensuales, el tiempo medio de permanencia en cada nivel se estima:
a) Nivel inicial (85 – 90 horas), 8 meses.
b) Nivel intermedio (150 – 160 horas), catorce meses aproximadamente.
c) Nivel avanzado (230 – 250 horas), veintidos meses aproximadamente.
Sumando todos ellos da un periodo total próximo a los cuatro años, tiempo necesario para alcanzar el nivel superior (cinturón negro).
A partir del tiempo estimado de permanencia en cada nivel, deberá estructurarse el programa, repartiendo las materias técnicas consideradas como necesarias para adquirir la habilidad apropiada de cada grado.
OTRAS CAUSAS
Constituyen diversos factores que condicionan, o pueden condicionar, el desarrollo del programa.
Inicialmente las fiestas y los periodos vacacionales prolongados se deben tener en cuenta, pues su carácter social hace que se consideren como inamovibles, influyendo a veces de forma notoria en el acondicionamiento físico, el cual debe ser reanudado un par de semanas después de concluidos éstos.
Es necesario estructurar los periodos de trabajo no sólo respecto al correcto desarrollo físico o técnico, sino a una serie de actividades internas del club (test o exámenes de paso de grado) que afecten a la mayoría de los alumnos.
Por último, el clima en las zonas que tengan periodos extremos puede determinar el tratamiento de ciertas clases, ciertas materias, o el ritmo a mantener durante un periodo, procurando adaptar el tipo de entrenamiento al ambiente más propicio.
Un programa estudiado y elaborado con anticipación se debe mantener hasta comprobar en un tiempo estimado como viable el desarrollo o mejoramiento general que el mismo produce, y no debe variarse salvo que a través de la observación directa se aprecie una desviación notoria, una falta de aprendizaje, o un defecto común.
Al observar el ambiente inicial de la clase puede determinarse un cambio sobre el desarrollo previsto, haciendo prolongar una fase o sustituyéndola. Igualmente, un comentario o suceso puede variar la programación prevista. La improvisación, sin abusar de ella, da un grado de amenidad muy necesario en la enseñanza, aún más en grupos de alumnos cuyo aprendizaje tiene un sentido no profesional.
Extraído del Manual para el Entrenador de Karate Do. Nivel 2 -SICCED
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