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El entrenamiento no solo es desarrollo muscular, mejora cardiovascular o movilidad articular. Es fácil mejorar cada día tus ejercicios variando los estímulos que aportas a tu cuerpo con cada uno de ellos. No solo hace que mejore la calidad de tus entrenos, también mejora tu forma de moverte, haciéndote cada vez más coordinado y ágil y por tanto, más eficiente en tu rendimiento diario.
1. Entiéndelo
En el ámbito del entrenamiento nos encontramos con tres grandes objetivos: el acondicionamiento físico general (principalmente por salud y/o estética), la mejora de la composición corporal (en programas de pérdida de grasa y/o ganancia de masa muscular) y la mejora del rendimiento físico.
Parece lógico ordenar la rutina de entrenamiento de acuerdo a nuestro objetivo, sin embargo, en la mayoría de las ocasiones el tipo de entrenamiento que se lleva a cabo dista mucho del objetivo diana que debiéramos tener para lograr cualquier reto que nos propongamos, tanto física como psicológicamente: movernos más y mejor. Porque si lo piensas bien, cuanta más calidad de movimiento adquiramos en cada entrenamiento y más eficientes seamos en cada ejercicio, más cerca de nuestro objetivo estaremos, más eficaces seremos y menor número de lesiones sufriremos por el camino.
¿Alguna vez te has fijado en el marco de la puerta o en la silla donde vas a sentarte? Puede que conscientemente no, pero sí que lo haces. Digamos que cada vez que nos movemos, para cruzar una puerta o sentarnos en una silla, lo primero que entra por los ojos es la información visual de cómo es de ancho/alto el marco de la puerta o las características de la silla donde nos queremos sentar, una vez informados de ello, reaccionamos y ajustamos cada movimiento a lo que percibimos por los sentidos. Y es que nuestra forma de movernos es así: primero sentimos y luego nos movemos. Cuando entrenamos ocurre exactamente lo mismo.
La clave para ser cada día más eficientes y mejorar la calidad de nuestros entrenamientos pasa por aprender a variar los estímulos que nuestro cuerpo recibe con cada ejercicio. De esta forma conseguiremos no solo movernos más y mejor, mejorando nuestro rendimiento, sino también prevenir lesiones, porque cada vez estaremos mejor entrenados para superar cualquier dificultad que se nos ponga por delante.
2. Apréndelo
Variar estímulos no significa hacer muchas cosas diferentes a la misma vez o mezclar el uso de diferentes materiales sin sentido. Para variar estímulos debes establecer una pequeña progresión lógica y entender de forma sencilla lo que cada sistema sensorial puede aportarte. Es mucho más fácil de lo que parece y los beneficios se notan rápidamente, ya que una de las ventajas que presenta conocer cómo variar estímulos, es que al estar conectados todos los sistemas sensoriales entre sí, cuando trabajas uno u otro de forma más específica, siempre encontrarás mejoras en el resto.
Autora: Beatriz Crespo / Sport Life
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