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Aprender Karate solía llevar tiempo, y entenderlo, todavía más tiempo… Los manuscritos solían ser rechazados con más frecuencia que se aceptaban… Solía ser el caso que tenías que ser bueno en algo para ser famoso por ello… Pero ahora ya no. Lo único que hace falta ahora es acceso a Internet, una opinión exagerada de tu capacidad, y un ego del tamaño de Texas. En el mundo del Karate de hoy, no son cosas difíciles de encontrar, y de hecho, son tan habituales que apostaría que tú mismo conoces a un par de personas que encajan perfectamente con la descripción… pero tú no, ¿verdad?
La impaciencia en la que se encuentra envuelto el Karate de hoy es tierra fértil para que se establezcan los impostores. Rápidamente hacen crecer el número de seguidores, pero es efímero, pues la gente que entrena con el maestro este año no es la misma gente que entrenaba con él el año pasado, o hace cinco años. La afiliación a club de Karate ya está al mismo nivel que la afiliación a un gimnasio, y es más o menos igual de útil. Y quién es responsable de esta deplorable situación… tú no, ¿verdad?
He leído recientemente que el kigu-undo ya no es tan bueno. Es ineficiente, le falta algo, y se tarda demasiado en obtener resultados. Parece que los ejercicios de taiso-daruma son mucho mejores, más eficientes, producen mejores resultados, y más rápidamente… ¡Estoy alucinando! No por las afirmaciones, porque siempre hay algo “nuevo y mejor” en el ámbito comercial. Me sorprende la credulidad de aquellos que lanzan las afirmaciones, y de aquellos que las escuchan. Personas que quieren ser “alguien” y que nunca dudan a la hora de montar un chiringuito para atraer a perezosos e ignorantes.
El Karate no es preciso, no es exacto, ni siquiera es el método más eficiente para matar a alguien o darle una paliza. Cuanto más habla la gente sobre lo devastador que es el arte de lucha que ellos practican, más cuenta me doy de que la manera de proceder sería ladrillazo a la cabeza, por la espalda, seguido de una implacable lluvia de pisotones a los genitales y a la cara. ¿Veis? El Karate no tiene ningún kata para defenderse contra semejante mentalidad. No tiene ninguna técnica para detenerse del descerebrado, del vil, del psicópata… pero sigue soñando si te hace sentir mejor.
El entrenamiento de Karate te ofrece una oportunidad de ser real, de hacer los ajustes a tu carácter que proporcionan un modo de vida equilibrado. Es lamentable que tantos rehúsen aceptar el regalo que se ofrece, y en su lugar escojan aferrarse a la fantasía de llegar a ser un guerrero erudito.
Fuente:
“Impatience and impostors…”
Traducción al castellano: Víctor López Bondía [Con la autorización de Michael Clarke]
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