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Había Muchísimos Exponentes que Tenían mayor musculatura, que eran más ágiles, que saltaban más alto y tenían mayor impacto de pateo. Es cierto, pero también lo es el hecho de que Funakoshi era un maestro que había sabido balancear el aspecto físico de su arte con el desarrollo intelectual, tanto por la profundización de sus estudios en la filosofía que le había enseñado Azato, como por la seriedad con que curso su carrera en la Escuela Normal de Maestros, fungiendo más tarde como maestro de escuela primaria; tal vez esto parecerá algo muy humilde para los estándares de la sociedad moderna, pero en su tiempo era una posición de gran respeto y que exigía una gran preparación, al grado de que no es exagerado decir que Funakoshi era un intelectual, o, mejor dicho, un erudito.
Por consecuencia, la habilidad de Funakoshi para expresarse por escrito y su posición de respeto como profesional de la enseñanza, así como su cortesía y buenas maneras probarían ser claves en la posterior difusión del Karate.
Un arte que conquisto al imperio
La prohibición que pesaba sobre la practica del Karate en Okinawa era francamente obsoleta a finales del siglo XIX, además de causar gran resentimiento y ser un recordatorio de la arbitrariedad del Imperio Japonés. Finalmente las bisagras de la prohibición comenzaron a ceder y para 1891, con mucha cautela todavía, Funakoshi Gichin comenzó a dar clases de Karate al público en general.
Para 1902, un tal Shintaro Ogawa, comisionado escolar para la prefectura de Kagoshima, visitó la escuela donde trabajaba Funakoshi; como quien no quería la cosa una exhibición de Karate se incluyo en el programa de bienvenida. Ogawa quedo gratamente impresionado y escribió una descripción del arte al ministerio de educación Japonés. Poco tiempo después, el Karate pasó a formar parte de las clases regulares de la Escuela Secundaria Daiichi y la Escuela Normal Varonil. Años después un Capitán Naval Rokuro Yashiro ancló su nave en la bahía y asistió a una demostración de Karate, después de observarla con gran interés llamo a todos sus oficiales y personal de abordo para que fueran testigos de la belleza del arte y comenzaran a practicarlo.
Las noticias se esparcieron como reguero de pólvora y en 1912 la Primera Flota de la Marina Imperial, a cargo del almirante Dewa, desembarco en Chojo y acompañado de personal de su confianza fue a aprender Karate con Funakoshi; esta era la señal de que Tokio finalmente tenía ojos y oídos para el Karate. Otros maestros del arte, que incluían a personajes de la talla de Mabuni, Motobu, Yahiku, Gusukuma, Ogusuku, Tokumura, Ishikawa y Kyan también recorrían Okinawa dando demostraciones aumentando la fama de esta disciplina entre los años 1914 y 1917. Fue debido a los incansables esfuerzos de estos profesores, dando demostraciones y conferencias, que el Karate empezó a popularizarse dejando poco a poco detrás de sí el período de secreto y oscurantismo que se vio obligado a vivir. Un dato no muy conocido de Funakoshi es que fue invitado a Japón en 1917 para realizar una exhibición en el Butoku-Den, Ubicado en Kioto, por solicitud del Ministerio de Educación, debido en parte a que era el director del Shobukai (Sociedad Okinawense de la promoción del espíritu marcial).
La exhibición suscitó muy poco interés y Funakoshi volvió a su isla nuevamente. La suerte no parecía estar de su lado. No fue sino hasta el 6 de Marzo de 1921 que el mismísimo Príncipe Hiroito, de viaje con su flota hacia Europa, hizo escala en Okinawa y, a instancias del Capitán Kanna, oriundo de Okinawa y comandante del destructor en el que se encontraba, accedió a presenciar una demostración de Karate en el castillo de Shuri, en el cual fue invitado de honor Funakoshi junto con sus asistentes (sus alumnos efectuaron, entre otras cosas, Kata favorita: Kushanku). El entonces príncipe comentaría más tarde: “Estoy profundamente impresionado por tres cosas de Okinawa: Sus adorables paisajes, el drenaje del dragón de la fuente magna en el castillo de Shuri y el Karate”. Este comentario fue el que verdaderamente prendió la mecha y llevo el sistema que Funakoshi aprendió de Azato e Itozu al corazón del Japón.
La mano del Judo
Poco tiempo después de su exhibición ante Hiroito, intuyendo que iba a necesitar tiempo para la difusión del Karate, Funakoshi renuncio a su posición como maestro de escuela primaria, manteniendo, sin embargo, excelentes relaciones con el sistema escolar de Okinawa.A finales de 1921, y tras el enorme interés que había originado tras la visita del príncipe a Okinawa, Funakoshi fue elegido para demostrar el Karate en la “Primera Gala Gimnástica Nacional de Tokio”, esta era la oportunidad que los maestros de Okinawa esperaban para impactar verdaderamente al Imperio del Sol. Debido a sus excelentes relaciones, a su personalidad y al hecho de que era el único de los exponentes de Karate que hablaba y escribía fluidamente el Japonés, además de conocer las reglas de etiqueta, Funakoshi estaba perfectamente a la altura de la misión que se le encomendó.
Ahora si, la exhibición resultó un éxito y Funakoshi (de baja estatura, venerable y maestro de primaria) se puso de moda, por lo que se le pidió que se quedara por espacio de algunas semanas para seguir dando demostraciones. Se encontraba a punto de irse a su isla cuando Jigoro Kano, el legendario fundador del judo, se aproximó a Funakoshi pidiéndole que le enseñara algunas cosas básicas sobre Karate. Funakoshi volvió varias veces a Kodokan (Escuela central de Judo en el mundo) hasta que, junto con el gran maestro Kano, crearon una Kata: Kime – No Kata. Con la generosidad y apoyo de este poderoso maestro, Funakoshi pudo conseguir la ayuda y los contactos que necesitaba para lograr que el Karate creciera y se desarrollara, ¡ Soberbio ejemplo para todos nosotros!.
Los años dorados (1922-1946)
Fue este periodo clave en la consolidación del Karate como sistema formativo, aún cuando existieron algunos años de graves penurias para el Maestro en Japón, a donde se fue a radicar permanentemente. Factor importante en la difusión del Karate y en la imagen, seria, profunda, que siempre le trató de imprimir Funakoshi, Fue la publicación de algunos libros ya clásicos del genero y que se han convertido, usando un anglicismo muy en boga, en auténticos best sellers alrededor del mundo. El primero de estos tratados tuvo por título “Ryukyu Kempo: Tode” y contó con la colaboración de Hoan Kosugi, un artista que colaboró con el maestro dibujando las ilustraciones del libro, al cual se le antepuso al titulo la frase “Tora no maki”, que en japonés describe a un documento oficial y establecido como referencia sobre un sistema, esto ayudó a crear un aura de respetabilidad en torno al Karate.
El libro fue exitoso desde la primera edición, pero las placas de impresión se perdieron en el Gran Terremoto Kanto el 1° de septiembre de 1923 y no se reimprimió hasta 1926, ahora con él titulo de Rentan Goshin Karate – Jutsu”.
Atraído por la lectura del libro, un tal Hironori Ohtsuka se acercó a Funakoshi para recibir instrucción en Karate; este personaje, que era uno de los expertos lideres de Ju Jutsu en Japón, debido a su constancia y dedicación posteriormente se convertiría en asistente de Funakoshi en muchas de sus exhibiciones. Otro elemento importante a tener en cuenta en la historia del Karate, fue la importancia que jugaron en su desarrollo los clubes universitarios.
Sucedió que a raíz del gran terremoto, el Dojo central de Funakoshi desapareció y varios de sus amigos, alumnos y conocidos perecieron en algún punto del distrito, por lo que el Maestro sufrió un tiempo de indecibles penurias en las que escasamente tenía para comer. No obstante, y ya con 56 años de edad, clasifico y participo en el “Tokio Invitational Prize”, una competencia para gimnastas. Debido a esto se le dio la oportunidad de realizar una exhibición en la sala Jinchin en Ueno, Tokio, año de 1924. El que participara en el evento a una edad tan avanzada resultó todo un fenómeno publicitario y un gran número de nuevos alumnos se inscribieron para aprender con él. Al finalizar 1924 se le pidió al Maestro Funakoshi, por intermedio del profesor Shinyo Kasuga, de la sección de Alemán de la universidad de Keio, que instruyera a un pequeño grupo de estudiantes.
Aceptó de buena gana la invitación, contando con el apoyo total de los lideres de la universidad. Este fue el primer club universitario de Karate en Tokio y existe hasta nuestros días. El ejemplo se difundió entre la comunidad universitaria y pronto se sumaron al esquema Waseda, Hosei, Chuo, Takushoku, Nuhon, Etc. Terminando por consolidar la fama y el prestigio del sistema de Funakoshi.
Estimulados por este fenómeno, otros maestros de Okinawa empezaron a llegar a Japón para difundir Karate, como fue el caso de Kenwa Mabuni (Naha Te) y Choki Motobu, entre varios más. Inclusive, el mismo Ohtsuka empezó a estudiar bajo la tutela de Mabuni. Obviamente, se le consideró un traidor por ello.
Fuente: ARTES MARCIALES MOTRIL
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Muy interesante. Gracias