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En el deporte, un buen juez pasa desapercibido. Pero cuando se vuelve protagonista, entonces está fallando en su desempeño. Desafortunadamente esto ocurre con frecuencia, incluso en competencias infantiles, y por razones diferentes a errores de apreciación.
Ser juez implica una gran responsabilidad; se requiere preparación, concentración, calma, carácter, pero sobre todo una gran honestidad. En una competencia deportiva los participantes entregan lo mejor de sí, muestran el resultado de un trabajo dedicado, y es más que justo que se le otorgue a cada quien lo que merece, mucho más tratándose de niños.
Es inaceptable perjudicar intencionalmente con una decisión arbitral a un deportista adulto, pero resulta cruel hacerlo con un niño. Es lamentable ver cómo en ocasiones los jueces ensucian la competencia, tratando de favorecer al deportista más allegado a ellos. Peor aún, a veces la intención no es ayudar al atleta de su preferencia, sino sabotear el trabajo de un entrenador que no es amigo suyo, agraviando a su alumno.
Parece mentira, pero sucede y esto no es comportamiento de personas adultas y maduras. Es inaceptable perjudicar intencionalmente con una decisión arbitral a un deportista adulto, pero resulta cruel hacerlo con un niño Estas actitudes egoístas e irresponsables perjudican a ambas partes. Por un lado, está el deportista o el equipo a quien se está supuestamente favoreciendo.
Tal vez gane, pero es un triunfo falso, amañado. Se engaña al niño, y ello a la larga va a terminar por crearle falsas percepciones de su nivel competitivo, y futuras frustraciones cuando esté ante un juez imparcial. Por el otro lado resulta más que obvio, se está irrespetando el entrenamiento del joven atleta, se le está diciendo entre líneas que no importa su esfuerzo y dedicación, y esto es desmotivante hasta para el más enamorado de su deporte.
Aclaro por supuesto que no es éste el caso de todos los jueces. Para nuestro bienestar, también encontramos referees comprometidos con su labor y conscientes de la importancia que tienen dentro de una actividad tan valiosa como el deporte. Incluso en ocasiones su trabajo es pobremente valorado, y eso también es un error. Equivocarse es de humanos, y no se puede pretender que los jueces jamás fallen, pero es indispensable que los encargados de impartir justicia en las competiciones sean personas que por lo menos en ese momento puedan ser imparciales y pasar desapercibidos, como debe ser.
Autor y fuente original:
Liliana Bohórquez es Licenciada en Educación Física, Comunicadora Social y Cinturón Negro 1er Dan en Karate Do Shotokan. Es entrenadora y co-fundadora del Club Kansei y tiene un exitoso recorrido como competidora.
http://www.clubkansei.com
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