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El proceso competitivo es una situación potencialmente amenazante que a la mayoría de las personas les genera emociones de ansiedad debido a las características de la misma.
En primer lugar, se trata de un acontecimiento irrepetible, irreparable y efímero. Irrepetible? Si, aunque en la vida de un deportista puedan darse muchas situaciones de competición, puede ser que se esté jugando el esfuerzo de meses o años de trabajo en esa competición en concreto. Por ejemplo, pongamos el caso de una olimpiada, donde el deportista es consciente de que si falla, en las siguientes olimpiadas quizá será demasiado tarde o por lo menos puede que no esté en tan buen momento 4 años después.
Irreparable? Por supuesto. En unos segundos u horas tienes que demostrar lo que sabes hacer sin que se pueda volver atrás o repetir la actuación. Imaginaos a un gimnasta diciendo: perdón, me he equivocado, ¿puedo repetir el ejercicio?. Y si, efímero, porque el esfuerzo de horas, las incomodidades y el trabajo máximo que se exige en cada entrenamiento es gigantesco comparado con el breve momento de tiempo que se tiene para demostrar el producto de todo ese esfuerzo. Cuatro años, entrenado seis horas diarias, seis días a la semana se evalúan en unos pocos minutos.
En segundo lugar, se trata de un hecho que no depende solo del deportista, sino que hay muchos factores que interfieren en el resultado, como el estado emocional del deportista, las condiciones ambientales, su estado físico ese día, los jueces, los oponentes, etc. Una de las principales características que hacen que una situación se convierta en ansiógena es que no sean controlables por uno mismo, así como que existan diferentes factores sobre los que no puedes actuar que están determinando decisivamente tu actuación.
En tercer lugar hay un aspecto fundamental. Y es que al deportista se le está pidiendo que sea el mejor. No sólo que lo haga lo mejor que pueda, sino que lo haga mejor que todos los que están compitiendo con él. Éste es otro factor que se le escapa de las manos al sujeto y es motivo de ansiedad.
En cuarto lugar, nos encontramos con la amenaza del daño físico o lesiones. El peligro al daño físico es también uno de los factores considerados como ansiógenos.
Por último, queda claro que en la competición de máximo nivel lo único que interesan son los resultados. Lo que el público quiere es un buen rendimiento del deportista o del equipo. Con esto ocurre que un día puedes ser un héroe y al día siguiente un fracasado. Además, la actuación del deportista está siendo continuamente evaluada por todos: espectadores, jueces, prensa, amigos, pareja, etc. Este aspecto puede influir fuertemente tanto en la ansiedad de los deportistas como en su autoestima, lo cual a la larga también influirá en su ansiedad.
A pesar de todo, estos estados de ansiedad se pueden trabajar y cambiar! Cuanto antes se rompa la cuerda que lleva a la ansiedad, en menor medida se manifestará o, incluso, se eliminará.
En este punto es importante saber concretar las causas exactas que provoquen esa ansiedad deportiva, actuando de diferente manera según por lo que esté causado:
– Estímulos ambientales: manejar correctamente las interpretaciones que se hace de estos.
– Reducir la incertidumbre: conocer lo que te vas a encontrar. Importancia del trabajo de visualización.
– Trabajo de relajación en el momento que empiezan a surgir pensamientos negativos.
– Controlar las reacciones que podemos tener ante las actitudes de las personas que nos rodean en nuestro círculo más cercano.
– Etc.
Autor: psicólogos del deporte
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