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Uno de los principales problemas en el deporte es la falta de concentración. Y, sin embargo, pocas cualidades son tan importantes para conseguir un buen rendimiento.
Pero, ¿qué es realmente la concentración?. Podemos decir que es la focalización de toda la atención en los aspectos importantes de una tarea, ignorando o eliminando todos los demás. La capacidad para focalizar la atención en los aspectos apropiados del entorno, como seguir la trayectoria de la pelota de tenis, y mantener la concentración durante todo el partido, son factores decisivos en la competición.
Muchas investigaciones muestran que existe una relación inversa entre el nivel de estrés y el grado de atención. Como sabemos, controlar la atención no es tan fácil bajo presión. Más de una vez nos ha sucedido que bajo presión nos hemos comportado de una forma en la que no nos reconocemos a nosotros mismos. Sucede lo mismo em situaciones deportivas estresantes, como la competición.
Pero faltaría responder a dos de las principales preguntas que nos debemos hacer. ¿Dónde tenemos que centrar la atención?. Y ¿cómo se entrena?.
Haya deportistas, como los ciclistas que adoptan la llamada “estrategia disociativa”, que consiste en dirigir la atención a cosas fuera de sí mismos; como contar mentalmente hacia atrás, pensar en una canción, etc. Otros, adoptan la “asociativa”, que supone dirigir la atención al dolor y demás signos de malestar físico y psíquico. Esta última estrategia, generalmente, obtiene los mejores resultados.
La habilidad para concentrarse es una destreza que se desarrolla y perfecciona con la práctica continuada. El entrenamiento de la concentración consiste básicamente en aprender a focalizar nuestra atención en los estímulos relevantes y apartarla de los irrelevantes.
Las distracciones, al ser pensamientos intrusos respecto a lo que estamos atendiendo, inducen automáticamente al cerebro a ejecutarlos, interfiriendo así en la tarea principal. Algunos errores mentales que suelen producirse son: centrarse en las partes de una actividad automatizada y pensar durante la competición en las consecuencias de la misma.
Para entrenar la concentración se requiere una previa evaluación del nivel de atención del deportista, el tipo de concentración requerida por su deporte y saber en qué debe focalizarse la atención.
Existen una serie de técnicas, cuya eficacia ha sido probada, para el entrenamiento de la concentración, como son la concentración en la respiración, el ensayo mental, usar el péndulo, la escucha dicótica, etc. Entrenadores, deportista y psicólogos del deporte deberían detenerse más en estas técnicas y llevarlas a la práctica.
No podemos ser ingenuos y pensar que la mejora es inmediata, pero a largo plazo sí que se experimenta una gran mejoría. La concentración puede aprenderse y perfeccionarse, pero no podemos olvidar que existen diferencias individuales entre los deportistas, por lo cual se va a requerir de un tratamiento individualizado para cada caso.
Autora: Yaiza Henríquez Cárdenes
Licenciada en Psicopedagogía. Atleta. Especialista en Psicología del Deporte.
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