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Si lo samurai genera leyenda, su lado oscuro, el ninja, aún más. Incluso se le rodea de un aura místico “kujikiri”, capaces de invocar la magia desatada de los elementos, con semejantes poderes podrían haber tomado el Poder en cualquier momento…
¿Qué fueron los Ninja?
Todos los ejércitos del mundo, en todas las épocas hicieron uso de un grupo secreto: los espías. El espionaje y atentados contra los generales más diestros y mejores estrategas es una constante a lo largo de la historia, Japón no iba a ser la excepción que confirma le regla, máxime teniendo en cuenta que el gran libro sobre estrategia militar de la época, “El Arte de la Guerra” escrito por Sun Tzu, un general chino, recomienda el uso de estas fuerzas ocultas.
Y, en definitiva es lo que fueron: espías y lo que hoy llamaríamos terroristas, que hacían incursiones en territorio enemigo con el fin de espiar sus movimientos y eliminar a generales peligrosos, personas que dificultasen alianzas estratégicas, consejeros demasido inteligentes, etc…
Como buenos espías podían ser cualquier cosa: desde el criado o cocinero del castillo enemigo, un tranquilo agricultor o aldeano, un comerciante, incluso un militar infiltrado. Podían ser monjes mendicantes o músicos, cualquier cosa que no levantara sospechas sobre su deambular, sobre sus movimientos y que les permitiese una posición desde la cual cumplir su misión.
Su contexto
El Japón medieval estuvo plagado de guerras y movimientos militares, no solo en la lucha por conseguir más posesiones, sino por la conquista del poder bajo el título de Shogun, dictador militar. Para ello se establecían alianzas entre la multitud de clanes y feudos a fin de asegurar la victoria antes de la batalla.
Dado que, oficialmente, no se podía ir contra el “Hijo del Cielo”, el Emperador, se buscaba su apoyo a fin de justificar sus acciones y dar pábulo a pensar que actuaban “por el bien de Japon”, estas condiciones hacían que no se librasen batallas abiertas y que, determinadas escaramuzas, no pudiesen relacionarse directamente con un Daimyo, incluso a ser posible que fuese atribuido a aquel que interesase en un momento determinado.
En este contexto, los Daimyo, señores feudales, tal y como ocurre en todas las latitudes, se organizaron en dos bandos: quienes recibían los favores de la Corte y, por tanto defenderían el poder del “Hijo del Cielo” y quienes apoyaban la toma del Poder por parte de un gobierno militar. Este acto, en sí mismo es, era, “Alta Traición” y el castigo solía ser la aniquilación del Clan, su dispersión y la confiscación de tierras y castillos, por tanto, sus acciones y planes debían ser ocultados, dando la apariencia de lo contrario.
Para lograr estos fines se buscaban “soldados, personas ocultas”, ninja en japonés, de modo tal que aún teniendo éxito en su misión, ésta, no pudiese ser achacada a quien “luchaba por el bien de Japón. Todos estos movimientos, como si una partida de ajedrez se tratase, se llevaban a cabo con la máxima discrección de modo que aunque un General sufriese un atentado y se supiese quien lo ordenó, no se pudiese acusar al responsable de una manera directa puesto que la Corte no admitiría la confrontación directa.
Ieasu Tokugawa se alzó con el Poder y el título hereditario de Shogun, lo hizo empujado por una acusación de hasta 16 faltas contra él y tras imponerse en la Batalla de Sekigahara como acto final de una campaña militar y diplomática llevada a cabo para aislar a los clanes que se oponían y lograr aliados en la sombra que, en el momento decisivo abandonasen el campo de batalla. Es demasiado obvio que los espias y “soldados en la sombra” fueron los protagonistas anónimos de esta guerra soterrada.
Establecido ya en el Poder Absoluto, el Clan Tokugawa debía tener un gran control sobre posibles traiciones, de nuevo los espias ninja resultaron útiles para sus fines: destruir cosechas, obtener información, corromper generales… cualquier cosa que impiese poder reunir un ejército en su contra.
En Edo, la actual Tokyo, como en el resto de capitales, se desarrollaba una nueva clase social: los comerciantes. Estos contrataban la protección de las ciudades y sus negocios contra cualquier posible enemigo. También actuaban en la sombra, solo que éstos. al no pertenecer a la casta samurai y, por tanto, no poder llevar armas (katana), derivaron en lo que hoy conocemos como Yakuza.
En las postrimerías del periodo, cuando los barcos del Comodoro Perry arribaron al puerto de Yokohama. los clanes volvieron a dividirse en dos bandos: quienes deseaban continuar con el Shogunato y quienes deseaban devolver el Poder a su “legítimo dueño” el Emperador. Se crearon varios grupos clandestinos que actuaban de forma más o menos abierta: Shinsengumi, Ishin Ishi, Hitokiri, su misión: eliminar la oposición del bando contrario.
Estos fueron los Ninja y estas sus verdaderas misiones y motivos…
Autor: El cuervo (Karasu 烏) es Cayetano A. Sanchez.
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