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Mediante el entrenamiento intenso el samurái se convierte en rápido y fuerte. No es como el resto de los hombres. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos. Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.
Aprendemos y practicamos técnicas, tácticas y estrategias para poder superar cualquier situación de conflicto, ya sea real (violenta) o irreal (situaciones conflictivas), en realidad, la vida es un continuo campo de batalla en el que se nos pone a prueba nuestros conocimientos y nivel de entrenamiento.
No siempre esas situaciones afectan directamente al propio Budoka, en muchas ocasiones puede ser a algunos de sus compañeros o familiares, conocidos o sencillamente alguien que necesita de él. La batalla es el medio de vida que el Budoka elige, es su camino y, por tanto no tiene miedo, o al menos tiene el valor suficiente como para afrontar el peligro.
El Budoka tiene buen corazón, un sentido del Deber y del Honor que es (o debe ser) más importante que él mismo, su objetivo es el bien común, no solo el de su Ryuha, sino el de toda la comunidad, por tanto siempre ha de estar dispuesto a poner sus conocimientos, su fuerza y su poder al servicio de ese bien común.
¿Para qué aprender cualquier Budo?. Hoy, en los tiempos modernos y salvo excepciones, no nos enfrentamos a situaciones de violencia extrema en los que se necesiten unos conocimientos que aportan técnicas letales. Pareciera que no es necesario pasar tanto tiempo ejercitándose en unas habilidades y destrezas que, probablemente, nunca se utilizarán. Luego no es ese el objetivo del Bugei.
El objetivo del Budoka es ser fuerte, tener una mente clara. Estas cualidades, por sí mismas no son suficientes, se necesita algo más y eso es la Benevolencia, ser capaz de poner nuestras habilidades al servicio de quien las necesite, ser útiles al Ryuha y a la comunidad en general sirviendo de ejemplo para, entre todos lograr mejorar lo mejorable.
Ser benevolente implica aceptar las imperfecciones de los demás, ser paciente y tolerante, algo que precisamente en nuestros tiempos no suele darse muy a menudo, por ello deberíamos empezar por nosotros mismos, aprender a tener paciencia y perseverar en la mejora de nuestras habilidades y a fortalecer nuestro espíritu, no en el sentido religioso o místico del término, sino sencillamente a aprender como somos, nuestras limitaciones y superarlas.
Un gran corazón es lo que distingue a un Budoka de la gente común, sin ello… sencillamente no somos nada.
El Código Bushido
Nociones sobre el código del Samurái
Seishin kai
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