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Ser un tipo duro no te convertirá en un buen karateka, tener un alto grado dan con un montón de seguidores tampoco; lo que hace bueno el Karate de una persona es su actitud hacia el entrenamiento, y su voluntad para hacer lo correcto por la simple razón de que es lo correcto. A veces esto puede significar ir al dojo y entrenar incluso cuando no es cómodo o conveniente hacerlo. Puede significar ayudar cuando preferirías no hacerlo, o negarte a estar de acuerdo con otros cuando verdaderamente crees que algo está mal. En resumen, tener buen Karate significa asumir responsabilidad por tus propias palabras y acciones y estar preparado para enfrentarte a las consecuencias de tus actos; esa es la naturaleza de la “tradición” en el Karate tradicional. Si aceptas esta definición, ya no resulta difícil apreciar por qué el Karate, en manos de los instructores comerciales, está tan diluido. Asumir responsabilidad personal de tu vida (y de tu Karate) no es algo prioritario en la agenda de las sociedades occidentales actuales, la conveniencia manda, y si las cosas no salen como nosotros queremos, ¡siempre es culpa de los demás!
Fuente: Víctor López Bondía [Con la autorización de Michael Clarke]
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