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Es un error frecuente valorar a un deportista sólo por aquello que ha ganado o ha dejado de ganar, que no perder. Se suele centrar la importancia en los éxitos, enmascarando todo el proceso que condujo hasta ahí. Por el contrario, se realzan las dosis de injusticia, se viste de mediocridad a aquellos que dedican años de su vida al entrenamiento, pero nunca llegan a grandes metas.
Aunque este último no es el caso del malagueño Damián Quintero, que sigue manteniéndose, desde hace tres años, en el liderato del ‘ranking’ mundial de karate en la modalidad de katas. Pocos secretos en lo profesional guarda ya el de Torremolinos para el público: una trayectoria impecable, con 90 medallas como absoluto, 55 de ellas internacionales, una vez campeón del mundo y ocho de Europa, entre otros, que le acreditan como el mejor karateca español de todos los tiempos.
Pero el mejor comenzó desde abajo y, como todos, sigue trabajando a diario por hacer algo más grande. Quintero se levanta cada mañana a las 8.30 horas, debe desayunar temprano porque, de 10.00 a 13.00 tiene su primer entreno del día, con una hora de gimnasio, 30-40 minutos de técnica y casi hora y media de katas específicas donde comparte las instalaciones del Centro de Alto Rendimiento de Madrid con varios colegas de selección y con su entrenador Jesús del Moral. Apenas le queda tiempo después para comer y echarse una siesta de media hora que el malagueño dice no perdonar nunca. Sólo unas horas después, con el cuerpo todavía resentido de las primera sesión, llega la segunda, de 16.00 a 18.00 horas, aunque se suela alargar. En total, de 5 a 6 horas de entrenamiento diarias. Y no sólo eso: «Los miércoles tengo psicólogo, los martes ‘fisio’, los jueves máster… Me paso todos los días en el recinto, salvo que tenga que ir al súper o a clases», relata Damián.
El karateca hace al menos una hora de gimnasio, en la que trabaja fuerza, resistencia y equilibrio. Abajo, en la cafetería del CAR y dedica un espacio diario al estudio del máster de Gestión de Empresas que está realizando de forma presencial. /
En estas mismas instalaciones se ubica desde 2002, siendo uno de los españoles que más tiempo lleva becado por el Consejo Superior de Deportes. Aunque hace ya bastante que cambió la vida en la residencia del centro por un bloque de pisos anexo al mismo, también para deportistas. Allí le espera su compañero de selección, Matías Gómez (de ‘kumite’). «A veces es complicado desconectar del kárate, porque cuando no está rayado él lo estoy yo y al final es como si fuera mi hermano pequeño. Estamos muy unidos, somos nuestro apoyo cuando las cosas van mal», se sincera. Un modesto apartamento, en el que no se vislumbra ni una medalla, ya que todas viajan a Torremolinos para que su madre, odontóloga de profesión, las coloque a su capricho en casa. Sin embargo, el karateca sí que guarda algunos tesoros en su cuarto de Madrid. Nada más entrar, destacan sus alrededor de 300 acreditaciones colgadas, escrupulosamente en orden, en una de las paredes. Recuerdos de los torneos que ha disputado por medio mundo. Y una curiosidad más: «Tengo varios pósters que me hacen algunos seguidores y, además, puedo tener como 25 ‘karategi’ (kimonos) en el armario, en la estantería, debajo de la cama… Tres son para entrenar, uno para seminarios y el resto en función de las competiciones», argumenta.
Sin apenas darse cuenta, el malagueño ha creado una legión de seguidores por el mundo en los últimos años. «En realidad, en Japón el kárate es un deporte más, el deporte rey es el béisbol. Tengo más seguidores en Italia, Brasil, en Sudamérica… Y me sorprende mucho en Arabia Saudí, Irán y Emiratos Árabes. Les caeré bien o les parecerá que soy muy bueno», bromea. Sin embargo, por España, a más de uno todavía le cuesta reconocerle por la calle. «Alguna vez me han parado, últimamente se me quedan muchos mirando pensando que les suena mi cara», recuerda. Aunque toda esa admiración también crea sus propias sombras. Y es que cualquier problema externo puede afectar a la rutina de un número uno. En este caso, hablamos de los ‘haters’ en las redes sociales. «Ahora he decidido no perder tanto tiempo en las redes, me resta energía. A lo mejor cuelgo un vídeo de una competición y ahí están, diciendo que no debería haber ganado o que no les gusta cómo lo hago», comienza. Y sigue: «A veces me gustaría contestarles, decirles que se entrenen seis horas diarias como yo, pero prefiero no meterme. Hay que dejarlos que hablen, todo lo que me disturbe no sirve para nada», se sincera.
«Paso todos los días en la Blume, salvo que tenga que ir al supermercado o a clases»
«Me sorprende mucho los seguidores que tengo en países como Arabia Saudí, Irán y Emiratos Árabes»
Una de las piedras angulares de todo gran deportista pasa por aprender a controlar también su mente, para lo que muchos de ellos acuden a psicólogos. «Si le preguntas al Damián de hace cinco años te diría que no era necesario, que era una persona fuerte mentalmente. Ahora sí es imprescindible», comienza. «Todo suma. Ahora me estoy haciendo una persona más mediática, hay mucha competitividad, quedan grandes esfuerzos por hacer, algunos te critican… Me está ayudando mucho». Una práctica que le ayuda a evadirse, al menos por unas horas, al igual que con las clases del máster de Gestión de Empresas, al que acude de forma presencial cada jueves. Para cursar esta titulación, Quintero ha sido becado por el CSD junto a otros grandes deportistas como Eva Calvo (plata olímpica en taekwondo), Iñaki Villanueva y Berta García (de la selección de rugby) o Lola Gallardo (portera del Atlético de Madrid y de la selección española). «Un karateca no puede ganar lo que un futbolista; es bueno tener una segunda vía de salida, un colchón para el futuro», se sincera Quintero, que se licenció en Ingeniería Aeronáutica y trabajó en una gran empresa.
«Un karateca no puede ganar lo que un futbolista; es bueno tener una segunda vía de salida»
«He decidido no perder tanto tiempo con las redes sociales, me resta energía; todo lo que me disturbe no sirve»
Actuando en futuro y pensando en presente, a Quintero todavía le queda mucha historia por escribir. El siguiente capítulo, tan sólo dentro de cuatro días, en el Campeonato de Europa de Novi Sad (Serbia). «Voy muy confiado, a revalidar. Tengo ganas de sacar ese quinto título europeo», afirma contundente. Sin embargo, tanto él como los de su alrededor saben que sus objetivos van un paso más allá. Su cuerpo ya se estructura en ciclos olímpicos y en su mente sólo está la imagen de una medalla, la de Tokio 2020. Cuando llegue el momento, todo esto habrá tenido sentido.
Un libro. Los de finanzas y los del Imperio romano.
Un personaje histórico. Julio César.
Una serie de televisión. ‘Billions’ (ahora mismo).
Una manía en lo deportivo. Nunca piso el tatami antes de competir.
Un tipo de música. La comercial, lo que se escucha ahora.
La comida que mejor sabe preparar. Huevo frito con patatas. Cocinar es una de mis asignaturas pendientes.
Un objeto imprescindible. Para salir de casa, el móvil, y en viajes, la laca y una camisa blanca, que siempre te salva.
Lo primero al levantarse. Apago la alarma y me duermo cinco minutos más.
Lo último que suele hacer antes de dormir. Me pongo una placa de contención que me hizo mi madre para los dientes, porque aprieto mucho la mandíbula al dormir.
Autor y fuente original:MARINA RIVAS ; http:/http://www.diariosur.es/deportes/mas-deportes/gesta-numero-20180507224050-nt.html#
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