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Es esencial dar a los niños normas y límites.
Esto lo saben muy bien los padres que “empujan” a sus hijos a “hacer kárate” para corregir el carácter de sus pequeños. Los padres suelen esperar que el Dojo de Kárate pueda regular a sus hijos, reduciendo la educación de los pequeños a 2 horas semanales.
Este milagro no siempre ocurre, pero a menudo hacer kárate ayuda al pequeño a aprender normas que también traslada a su comportamiento fuera del dojo.
Una de las dificultades de educar a los niños es darles normas.
Si un niño está acostumbrado a tenerlo siempre todo, al crecer tendrá grandes problemas para adaptarse a la sociedad, empezando por el entorno escolar, hecho de deberes y compromisos.
Veamos por qué el dojo, el kárate y las clases para niños pueden darles una disciplina buena y sana.
La psicóloga canadiense Suzanne Valliéres, en su libro “El arte de comunicarse con los niños”, ideó la “ley de las 5 C”. Veamos cuáles son y cómo los principios del buen kárate (también de otros deportes, si están bien hechos) pueden ayudarle a aumentar su autoestima y fomentar su desarrollo.
Las normas deben ser sencillas, adecuadas a la edad y estar claramente explicadas.
Las reglas del dojo son fáciles de entender, cada uno adopta unas diferentes y no siempre son las mismas.
Algunas reglas sencillas:
Se saluda antes de entrar en el tatami;
Se pide permiso antes de abandonar el tatami;
Uno se sienta en el suelo con las piernas cruzadas o arrodillado en semicírculo para escuchar las explicaciones;
Sólo se bebe cuando Sensei concede un descanso
Además de la sencillez, será necesario que la explicación sea clara. Es obvio que las reglas sencillas también resultan fáciles de explicar, pero no siempre es así, por lo que pocas palabras y ejemplos explican más que mil palabras.
Las normas deben ser concretas para que el niño pueda entenderlas y seguirlas correctamente.
Por ejemplo: es concreto pedir al niño que se siente en círculo, no lo es pedirle que escuche en orden.
Y cuando obedezca haz hincapié en su buen comportamiento: “Buen trabajo Cosimo que te has puesto las zapatillas en orden”. Este refuerzo positivo será una fuente de motivación para él y aumentará su autoestima.
Y cuando obedezca, haz hincapié en su buen comportamiento: “Bien hecho, has puesto todo en su sitio”. Este refuerzo positivo será una fuente de motivación para él y aumentará su autoestima.
Esto es lo más difícil para los adultos. Las normas no deben cambiar según el humor del momento o si hay más de un profesor para hacerlas cumplir, los profesores deben tener la misma línea educativa.
Cambiar las ideas o dar aportes diferentes confunde al niño; la constancia, en cambio, le tranquiliza y le permite predecir las reacciones de los adultos.
Constancia no significa inflexibilidad; por ejemplo, una norma puede suspenderse temporalmente durante un acontecimiento, pero debe explicarse claramente al niño que se trata de una situación excepcional.
Todas las clases comienzan con la entrada educada en el tatami, la colocación ordenada de las botellas de agua fuera del tatami, la formación para el saludo, etc. Esta coherencia permite al niño tener una rutina que genera confianza y facilidad para seguir las normas.
Los profesores deben dar buen ejemplo a los niños. Los que enseñan y especialmente los alumnos mayores también deben respetar las reglas que establecemos en el dojo, por ejemplo, si la regla es no gritar, también debemos respetarla.
Es sin duda la regla más difícil para los adultos. Es fácil decir a los niños que entrenamos en silencio, que saludamos al entrar y salir del tatami, que no nos tumbamos en el tatami… sólo para desilusionarles haciendo exactamente lo contrario.
Todos los niños tienen tendencia a oponerse a las normas y a querer ir más allá de los límites. Por eso es importante dejar claro a los niños que la desobediencia tendrá como consecuencia un castigo.
Es posible que la consecuencia tenga un vínculo asociativo con la norma transgredida.
Por ejemplo: si un niño no cumple la norma de permanecer quieto en silencio durante una explicación, podemos apartarle 2 minutos para que reflexione en silencio sobre el error.
Por otro lado, nunca debemos recurrir a castigos corporales o frases como “eres malo”, “por qué siempre te comportas así”, éstas pueden humillar al niño.
Si las consecuencias son lógicas y razonables, el niño las entenderá más fácilmente y desarrollará su propio sentido de la responsabilidad.
Estas sencillas reglas pueden ser aplicadas por padres y profesores, y también por quienes difunden el kárate entre los más jóvenes tratando de educarles además de enseñarles dos movimientos técnicos
Desde luego, no bastan para educar a un niño, pero unas normas sólidas y coherentes y sus consecuencias son la base educativa para el desarrollo del Yo y la autoestima del joven: ¡recuerda las “5C”!
Por Leonardo Marchi
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