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Las respuestas y adaptaciones del organismo de la mujer frente al ejercicio son muy similares a las del hombre. Aún así, y debido a que la respuesta de determinados procesos fisiológicos difieren en su respuesta en ambos sexos, o ni siquiera existen en el sexo masculino (gestación, ciclo menstrual…) creemos necesario enumerar algunas características propias del sexo femenino a la hora de enfrentarse a un ejercicio físico.
COMPOSICIÓN CORPORAL
Las mujeres jóvenes presentan un 20-25% de grasa corporal en relación al peso; esta proporción baja o asciende en relación al grado de actividad física normalmente desarrollado. Así, en general, el contenido en grasa es significativamente superior en la mujer que en el varón, lo cual provoca que, en determinadas actividades, la mujer se halle en situación de desventaja a la hora de alcanzar un determinado rendimiento. No obstante, en mujeres deportistas (corredoras de fondo, sobre todo), el porcentaje de grasa corporal puede llega a alcanzar cifras tales como 11%
SISTEMAS ENERGÉTICOS
Parece que la capacidad potencial del metabolismo del ATP y PC es muy similar en ambos sexos si bien, y debido principalmente a una menor masa muscular, el contenido total de dichas sustancias es menor en la mujer. En cuanto al sistema anaeróbico láctico, la mujer alcanza menores concentraciones de lactato en sangre después de ejercicios máximos lo que sugiere una menor capacidad glucolítica que parece estar relacionada con su menor masa muscular. El entrenamiento provoca un incremento significativo de las concentraciones de lactato sanguíneo después de ejercicios máximos. La capacidad aeróbica máxima es menor en la mujer -entre un 15 y un 30%, aproximadamente-, reduciéndose esta diferencia hasta un 15-20% al comparar hombres y mujeres entrenados. Esta diferencia se hace evidente después de la pubertad y se mantiene durante toda la vida. Tal diferencia entre sexos se reduce enormemente cuando se expresa la potencia aeróbica en relación al peso corporal de la persona, lo que indica que el tamaño y la composición corporales inciden claramente es el establecimiento de tales diferencias. También es cierto que el colectivo de mujeres realiza un menor volumen de trabajo físico que el de los hombres, aunque a pesar de ello las mujeres entrenadas poseen un VO2 máx. muy superior al de los varones no entrenados.
INDICADORES HEMATOLÓGICOS Y CARDIOVASCULARES
Tanto la concentración de hemoglobina como el volumen sanguíneo son menores en la mujer después de la pubertad, no existiendo prácticamente diferencias entre ambos sexos antes del citado periodo. Esta menor concentración de hemoglobina se asocia a un déficit relativo de hierro, lo cual puede limitar considerablemente el transporte de oxígeno por los hematíes.
Por otra parte, el tamaño cardíaco es menor en la mujer sin duda por el menor tamaño corporal. La respuesta del gasto cardíaco durante el ejercicio es similar en hombres y mujeres, si bien durante ejercicios submáximos el gasto cardíaco es superior – en un 5 a 10% – en las mujeres. Al ser menor el contenido de hemoglobina en la mujer, y traducirse esto en una menor capacidad de transporte de oxígeno por la sangre, la mujer ha de compensarlo aumentando el gasto cardíaco. El entrenamiento aeróbico en la mujer produce, al igual que en el hombre, un aumento en el VO2 máx. Este aumento está en relación con los incrementos provocados por el entrenamiento en la concentración de hemoglobina, en los volúmenes sanguíneo y sistólico, y en el gasto cardíaco.
Fuente original: tusalud.com
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